Chernóbyl: Contaminación Radioactiva de los Suelos y de la Cadena Trófica

Los elementos radioactivos aparecen de manera natural, si bien algunos tipos de rocas y sedimentos son más ricos en ellos que otros.  Sin embargo, desde los años 40, las iniciativas relacionadas con la energía nuclear han crecido exponencialmente, y con ellas la probabilidad de contaminar el medio ambiente, al poderse sobrepasar con creces los niveles de fondo permisibles para la salud humana y la del medio ambiente. Uno  de los riesgos más graves es generado al contaminarse el suelo y, a partir de el toda la cadena trófica.

La contaminación del suelo por isótopos radioactivos es generada esencialmente de forma difusa, como son las deposiciones atmosféricas, o puntuales, como es el caso de escapes o fugas de centrales nucleares, o los depósitos de almacenaje de tales elementos, etc.  

 

Los primeros problemas ambientales generalizados surgieron tras la II Guerra Mundial, mediante las pruebas más o menos sistemáticas que comenzaron a realizar a la mayor parte de las denominadas “superpotencias”. Estas comenzaron a ser cuestionadas, y finalmente a cesar a partir de los años sesenta, aunque ha llevado su tiempo y aún se suceden en ciertos países. La dispersión de sus contaminantes vía atmosférica podía alcanzar grandes distancias, por cuento eran inyectadas hasta la estratosfera. Sin embargo, al margen de los alrededores de la zona de ensayo, los expertos  proclaman que tal dispersión también conlleva su disolución y, por tanto, el riesgo de alcanzar concentraciones perjudiciales para la salud.

 

Sin embargo los graves problemas ambientales comenzaron a surgir, o al menos a ser publicitados y reconocidos tras accidentes en ciertas centrales nucleares, como la de Chernóbyl, en 1986. No hablaremos de otros accidentes que no han sido reconocidos por los gobiernos responsables aunque mucho se ha hablado y escrito sobre el tema.

 

En cualquier caso, tanto en Chernóbyl (el caso más conocido) como en anteriores accidentes e incidentes, siempre se ha generado una batalla de cifras acerca de los daños humanos ambientales y materiales generados. De este modo, el ciudadano sigue sin saber a ciencia cierta la gravedad de los problemas generados (incluso cuando resulta ser directamente afectado).  En el caso del Accidente de Chernóbyl, tanto los antiguos países pertenecientes al “telón de acero” como los propios de la UE, insistieron en “quitar hierro” al espinoso problema de la contaminación vía atmosférica. En cualquier caso, este trágico acontecimiento sembró la alarma ciudadana y tras él, muchas iniciativas de continuar con los programas de energía nuclear en la mayor parte de los países comunitarios se descartaron. Sin embargo, la crisis energética causada por la escasez de la energía fósil, nos pone una vez más ante el dilema de hacer uso de esta peligrosa fuente de energía. La industria nuclear comienza a “frotarse las manos”.

 

Otra Fuente de graves riesgos de contaminación radioactiva procede de la dificultad de deshacerse de los residuos radioactivos. Aquí cabria diferenciar en función de su peligrosidad. La búsqueda de emplazamientos seguros (generalmente en profundidad) para los más persistentes y peligrosos sigue siendo un problema abierto, tanto al debate como a la investigación. Ahora bien la ubicación de los residuos de las piscinas de almacenaje bastante llenas de muchas centrales nucleares, ya cerca de su “jubilación” siguen sin haberse solventado, cuando comienza a debatirse, de nuevo, la pertinencia de reiniciar tales programas energéticos.  

 

Resumiendo, la severidad de la contaminación radioactiva depende de su tipo y grado: difusa versus local y tipos de radionucleidos implicados.

 

Del mismo modo, eventos imprevisibles como son las condiciones meteorológicas (precipitaciones, dirección y fuerza de los vientos, etc.), a la hora de producirse el accidente, son insoslayables con vistas a predecir las consecuencias a priori y, como corolario, saber de ante mano su gravedad y alcance geográfico.

 

 La vida media de los radionucleidos es de vital importancia a la hora de conocer el grado y severidad de contaminación que puede alcanzar un suelo. Pero también lo es el tipo de suelo en sí mismo. Así, por ejemplo, los suelos ácidos y pesados (ricos en arcillas de tipo montmorillnonita, s.l.,  es decir expandibles) son más sensibles a retener elementos como el estroncio-90 y el cesio-137, los cuales se unen con fuerza a los horizontes superficiales del suelo, con el inconveniente de que son radioisótopos de larga vida media. Del mismo modo los contenidos en el suelo de calcio y potasio condicionan el grado en el que las plantas los absorben y acumulan en sus tejidos desde el suelo.

 

En general, se considera que la acumulación en el horizonte superficial es la más peligrosa. Personalmente considero que debe depender del tipo de suelo y de las propiedades da la materia orgánica. Por ejemplo, en un suelo desarrollado con un horizonte “A” parcialmente lavado de arcillas y un horizonte “Bt (es decir enriquecido en arcillas expandibles) ácido, la retención de los radionucleidos ineludiblemente se realizaría en profundidad.  Los expertos de la UE que realizaron tales aseveraciones debían saber poco de suelos.

 

Debe tenerse también especial cuidado  y tomar las medidas pertinentes con vistas a evitar la erosión de los suelos (ya sea hídrica o eólica), por cuanto el problema se traspasaría en parte a las zonas de sedimentación de tales materiales contaminados. Los documentos a la que he tenido acceso de la UE también recomiendan el uso el uso del arado para remozar los horizontes superficiales ya que al parecer reduce la contaminación radioactiva.  Lógicamente. el problema será tanto más grave cuanto mayor sea la vida media de los radionucleidos, debido a que aumentan sus posibilidades de contaminar toda la cadena trófica y afectar por tanto a la salud ambiental y humana.

 

Por otro lado, la contaminación debida a fugas de los depósitos de almacenamiento, o durante el transporte, como es obvio tan solo debería afectar a los suelos circundantes (puntual), salvo excepciones (por ejemplo, que se viertan a ríos o embalses). Lo contrario es cierto, como es lógico, y lo que sucedido en Chernóbil ha constatado, ocurre con la contaminación de las centrales y explosiones nucleares, por cuanto el viento y/o el agua la puedan transportar a largas distancias (difusa).

 

La contaminación radioactiva procedente de Chernóbil se dispersó por amplias zonas de Europa en 1986. Obviamente las regiones más perjudicadas se situaban entorno a la central nuclear y afectaron esencialmente a Bielorrusia, Ucrania y posiblemente el occidente de Rusia. Sin embargo la contaminación por deposiciones atmosféricas también afectó a zonas mucho más lejanas como Austria, Alemania, Italia, Países escandinavos, y Gran Bretaña.  

 

Según fuentes oficiales, en la mayoría de los casos, en los países más lejanos, los contaminantes eran de vida corta (especialmente el Yodo-131) por lo que no causaron graves problemas para la salud y el medio ambiente (siempre de acuerdo a las citadas fuentes). No obstante, se restringió el movimiento de ciertas cosechas y productos agrarios y el uso de ciertas prácticas agronómicas en ciertos países con vistas a proteger la salud pública. A pesar de todo, la cadena alimentaria fue afectada en numerosas regiones, incluso geográficamente distantes de Chernóbyl. Más concretamente, la contaminación por   Cesio-137 resultó ser particularmente seria, durante muchos años (¿lo es hoy en día?) al tratarse de un isótopo de vida media. En Suecia, poco después del accidente se tuvieron que sacrificar y destruir sus restos debidamente más de 63.000 renos, dado su grave contaminación por cesio. Aún seis años tras el desastre, los peces y ganado de las áreas más seriamente afectadas no eran aptos para el consumo humano, “salvo en pequeñas cantidades”, según los documentos comunitarios consultados.

 

El transporte atmosférico de la contaminación radioactiva, así como la deposición de radionucleidos fueron cartografiados tras el accidente de Chernóbyl. De hecho la EU editó un atlas a todo color años después. Igualmente, se establecieron los umbrales de contaminación permisibles, según el tipo de suelo,  para el consumo humano. 

 

Las fuentes potenciales de actuar como bombas químicas temporalmente retardadas (chemical time bombs en anglosajón) son obviamente los sitios de almacenaje, por lo que deben ser debidamente monitorizados, ya que pudiera ser que el lugar elegido no fuera el idóneo (sometido a la acción de aguas freáticas, sismos, movimientos de tierras eventuales, etc.), o que la envoltura protectora no fuera la adecuada. Nuevamente el tipo de isótopo y su vida media son de vital importancia a la hora de tomar las medidas más “adecuadas”.

 

Otra fuente que no hay que olvidar de contaminación puntual reside en las zonas mineras, para la extracción del mineral primario, tales como las de uranio, cuyos escombros pueden contaminar suelos colindantes.

 

Si bien el Organismo oficial que parece ofrecer más información en la Internet es la Agencia Europea de Medio ambiente, debemos pensar que el Joint Research Centre, con sede en Ispra (Varese, Italia) es el que acumula la mayor parte de la información. Debe tenerse en cuenta que fue la sede del extinto EuroAtom y mantiene el instrumental y las infraestructuras necesarias para realizar los estudios de investigación básica y aplicada pertinentes.

 

Por su parte en España, han sido el CIEMAT (antigua Junta de Energía nuclear) y la Universidad de Barcelona, las que más han abordado el tema a nivel científico-técnico (Rocío Millán, Comunicación personal).

 

Finalmente tan solo recalcar que tanto los suelos como los acuíferos son los compartimentos de la biosfera en donde la contaminación radioactiva puede persistir por más tiempo.

 

 

Juan José Ibáñez

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8 comentarios

  1. JM,

    La economía no necesita más nucleares, salvo, claro esta, los cvonsorcios que les importa más el dinero que la contaminación y los riesgos medioambientales.

    Hay otros caminos más saludables para superar la crisis energética

  2. Este tema de Chernobil da para mucho mas, pense que el articulo estaba relacionado con la contaminacion de los suelos de Chernobil. Un estudio revelo que la radioactidad desiende 5 centimetros al año en los suelos de Chernobil. Pense que algo asi me encontraria al leer el articulo. Un Abrazo… Daniel

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