El Fraude Científico y la Apropiación Indebida del Criterio de Autoridad

Según un dicho japonés, en el amor y la guerra vale todo. Parece ser que en ciencia comienza a ocurrir lo mismo. Muchos investigadores no conocidos presentan sus manuscritos a otros de prestigio, sobre el tema que tratan, con vistas a que los revisen. Ponerles en agradecimientos ya les garantiza que el editor o referees puedan pensar que este les ha hado el beneplácito, cuando en realidad no es así, frecuentemente. Otras veces, entran directos a la yugular y les invitan a colocar su nombre como coautor. Algunos acceden y otros no. En el primer caso los autores desconocidos ya han dado un gran paso con vistas a la aceptación del “paper”. No podemos hablar de fraude, pero sí de mala praxis científica, desde luego. Ahora bien ¿que ocurre cuando un investigador ve su nombre como coautor en un trabajo del que no tenía noticia? Esto si ya es en sí materia de fraude. Os voy a contar hoy un caso personal que me ha ocurrido recientemente, aunque sé de otros, que me han afectado a mí o a otros colegas ¿sorprendente? Quizás ¿inhabitual? No.

Ya comentamos en otra comunicación como la ciencia china ha entrado en el circuito de la Ciencia como un elefante en una cacharrería.  Quisiera entender que se trata más bien de falta de hábito que de intenciones más preocupantes (cultura distinta, valores distintos). Ya sabemos, además cuantos son. Os comenté en una comunicación anterior que, con cierta estrategia que cabe interpretar como mala praxis científica (aunque muchas escuelas invisibles de los países occidentales también utilizan la mismas argucias habitualmente, aunque de forma más sutil), la Revista Pedosphere (vinculada al lobby Elsevier), inicialmente escrita en lengua china, ha pasado en uno o dos años a alcanzar un impacto desorbitado en nuestra especialidad. He observado que Springer, también comienza a potenciar e incluir en el mercado occidental otras revistas chinas, ya en versión inglesa. ¡Tal para cual! Pero vayamos al meollo de la cuestión.

 

A principios de este milenio, unos investigadores pertenecientes a la Academia Sínica (China) de la Ciencia, me propusieron pedir una acción bilateral entre el CSIC y su institución. Su idea era comenzar a adiestrarse y aplicar las metodologías para el análisis de la edafodiversidad, que personalmente había introducido en la literatura edafológica, en su propio país. Accedí complacido. A renglón seguido, se realizó la pertinente propuesta que fue aceptada por ambas partes. Omitiré todos los avatares que tuve que sufrir con mis colegas asiáticos (que no creo que aún olvidaran en la Residencia de Estudiantes del CSIC). Con vistas a cumplir mi misión de “teacher”, les solicité que vinieran con datos suyos, a los cuales les mostraría como debía aplicarse la metodología mentada. Así lo hicieron. Se trataba de un proyecto conjunto realizado con la metodología SOTER con la colaboración de expertos de la FAO en la isla de Hainan.  Realizamos su labor de adiestramiento y les pasé los programas que debían usar. Ya aquí, en Madrid,  me preguntaron sobre la posibilidad de redactar una publicación conjunta con los resultados. Les respondí afirmativamente, si me enviaban un manuscrito que pudiera ser motivo de una publicación en una revista ISI.

 

Pocos meses después, los edafólogos chinos me enviaron un borrador. Me quedé espantado. Se trataba pura y llanamente del trabajo realizado en España. Gran parte del texto era un mero fusilamiento de párrafos enteros de artículos míos previos sobre el tema. Adicionalmente, los datos, muy pobres, no darían lugar, en ningún caso, a un “paper” que pudiera ser publicado por una revista indexada (al margen del plagio-autoplagio manifiesto). No volví a saber nada más del tema. Tan solo algún e-mail ocasional. Me los encontré en julio en el Congreso Mundial de Suelos en Filadelfia. A parte de una bolsa de té, me regalaron dos artículos recientemente publicados en una revista indexada. Para mi sorpresa, en la bibliografía aparecían dos papers conjuntos publicados en una revista china y en un acta de un congreso internacional. Estupefacto, el mes de agosto del presente año les pedí una copia en formato pdf de ambos. Me las enviaron hace unos diez días, con e-mail que os incluyo abajo. Se trataba, prácticamente del mismo borrador que yo había descartado, con las mentadas frases fusiladas y con las gráficas y resultados que obtuvimos en Madrid. Por un lado era un palmario autoplagio: ambos papers contenían la misma información. Por otro, habían puesto mi nombre sin mi consentimiento, plagiando frases que, como ya he dicho, aparecían en artículos míos previos indexados. Os reproduzco a bajo el contenido de su correo electrónico:

 

Hello, Juanjo,

 

Please find the attached files of the information about Chinese Soil Taxonomy and my papers you ordered.

 

These two papers were prepared and published after I came back in Oct 2002 from Spain where I got the related method and reference papers from you, so you could find the main methodology and wording were more or less copied from you that was also partly why I used your name. I regret having to do so at the beginning of doing a Pedodiversity job. Now I try to do move more by following your ideas but based on some Chinese conditions, for example, fast growing urbanization process (CATENA paper sent to you earlier).

 

A good funding will be hopefully approved for me by the end of this year, so I hope to continue some possible joint research with you on Pedodiversity analysis. Hope to get more ideas from you.

 

Thanks

  

Como podréis observar, si bien se “puede” entenderse que se excusaban en parte su actitud, exponían los hechos con toda naturalidad. Lo curioso del  tema es que cuando les felicité en Filadelfia sobre el vertiginoso ascenso del impacto de la Revista previamente mentada, me comentaron quejumbrosamente que lamentaban la mala praxis de la editorial de su país. ¡Vivir para creer! ¿Qué puedo hacer? Si envío una carta de protesta al CSIC para que la trasmita a la Academia China, dudo que lo hagan por “diplomacia”. Si la envió a tal institución directamente, no creo que consiga nada (más que me repudien a la china). Tampoco es un tema que me afecte demasiado. Habrá que dejarlo pasar. La verdad es que no hay mecanismos legales de los que hacer uso en estos casos (y menos en España), por lo que uno se encuentra indefenso. Ya os menté en la comunicación anterior, sobre el tema del fraude, la respuesta de cuando solicité un “erratum” a otra revista indexada.  Que cada uno extraiga sus propias conclusiones.

 

Personalmente considero que no actuaron de mala fe. Empero la actividad científica no debe seguir por estos derroteros. Me imagino que sus instituciones, como las nuestras, tras desembolsar un dinero, les exigen rápidamente resultados. La buena ciencia no debe regirse por estas demandas de “catetos”. Pero, ¿Qué pueden hacer? Yo he hecho borrón y cuenta nueva, pero podría citar otros tantos ejemplos de colegas españoles que den mucho que pensar.  

 

Juan José Ibáñez

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