La ciencia no es xenófoba, empero los científicos, producto de las sociedades en las que habitan sí. El poder de la ciencia recae fundamentalmente en los imperios de cada época. Y la historia la escriben los vencedores (pronto os relataré un ejemplo palmario que concierne a la edafología y que va a sorprender a muchos). Como coralario, actualmente la lengua que da cuenta de las indagaciones científicas resulta ser el inglés. Por tanto, si los franceses, alemanes, rusos, españoles, “de alguna forma” fueran actualmente los regidores de este planeta, al margen del idioma, la historia de la ciencia sería distinta, muy distinta, como también sus mitos, es decir aquellos denominados héroes sobre los que se sustenta la famosa frase de “A hombros de Gigantes”. Ya os mostramos un ejemplo en nuestro post “El Nacionalismo y la Ciencia: Bibliografía Sobre la Historia de la Edafología”. Son muchos los colegas que han pasado años investigando en EE.UU. o UK que, indignados, reconocen que les resultaba más fácil publicar en un prestigioso “Journal” cuando residían en el “Reino de la Luz” que cuando retornaron a sus hogares. El editor de una de las más afamadas revistas de medicina comentó en público que dudaba de la calidad de cualquier trabajo que no estuviera bien redactado correctamente en inglés. ¿Y si la lengua del imperio fuese otra? Probablemente, nuestro xenófobo amigo, escribiría en la gaceta parroquial de su pueblo. La indignación ante tales palabras fue inmediata. Pero no nos engañemos, una cuestión es ser políticamente incorrecto y otra bien distinta que el problema persista. He asistido a congresos internacionales en el mundo hispanoparlante en los que los asistentes anglosajones se enfurecían si tras las conferencias no encontraban contertulios con los que poderse comunicar en su idioma. ¡No les rendíamos la pertinente pleitesía! En el estrado lo que usted quiera, ahora bien fuera de él ¡hablo como y con quien me da la gana! Resumiendo, al margen de jugar con la ventaja del idioma, así como de su estructura lingüística subyacente, aunque lo ocultan, son muchos los que nos consideran, muy a menudo inferiores. ¡La banca siempre gana!. Empero tal xenófoba actitud no es más que el producto de la sociedad. Los pueblos somos xenófobos. ¡Nos asusta lo ajeno!, pero echamos la culpa de nuestros males a los ciudadanos de los países vecinos, les demonizamos. Hoy os expondré un caso dramático extraído de la Wikipedia española. Eso si, hay que saber un poco de geografía con vistas a reconocer que países lindan con otros y sus respectivas historias, generalmente repletas de conflictos territoriales. Hablaremos de la Sífilis. Juzguen y extraigan sus propias consecuencias.

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Xenofobia. Fuente: TiCTacToe Racism, Xenophobia and Chauvinism

La malévolamente denominada gripe española (¿porque no inglesa, alemana o francesa?) es un ejemplo digno se ser mencionado, empero el de la sífilis resulta aún más esclarecedor.

En el Capítulo sobre la Sífilis que muestra Wikipedia bajo el epígrafe “nombres xenófobos”, se nos informa de este lamentable hábito.

La redacción de este post se me ocurrió tras corregir el inglés del borrador del capítulo escrito por un iraní para un libro que me encuentro editando por invitación de una afamada editorial estadounidense. Al leerlo me quedé estupefacto. Mi amigo iraní debía haber enviado el original a un traductor profesional que había realizado su trabajo transcribiendo el manuscrito (supongo que en árabe) literalmente, palabra por palabra, al inglés. Pues bien, es como si leyera español en inglés. Me quedé estupefacto por las enormes similitudes lingüísticas entre idiomas que se escriben con alfabetos tan distintos. Muy por el contrario, por mucho que lo intento, no consigo redactar bien en inglés. No se trata de las palabras, sino de diversos giros y expresiones lingüísticas. A día de hoy, la ciencia parece haber demostrado que cada uno pensamos en nuestra propia lengua. Y en cada una de estas últimas las estructuras lingüísticas suelen ser más o menos diferentes. Mutatis mutandi, no razonamos y expresamos de la misma forma. Y es este hecho, más que el dominio del vocabulario, el que nos trae a muchos no anglosajones por la calle de la amargura. En cualquier caso, tampoco es conveniente acudir a traductores profesionales, ya que suele ocurrir lo que a mi amigo iraní. Tendré que preguntar a un experto como es posible tanta similitud, cuando lo lógico sería que nuestras expresiones fueran más semejantes a la de otras lenguas expresadas con alfabetos similares, como el ¡inglés!.

Eso sí, como unos son el imperio y otros hacemos de súbditos, los primeros se permiten ser arrogantes y sacar a la luz escritos horripilantes en nuestra lengua. El caso de las traducciones llevadas a cabo por el Noticiero ARS de la USDA resultan ser un ejemplo palmario (aunque han mejorado en los últimos meses). Por un lado, debemos agradecer el esfuerzo de traducir sus investigaciones relevantes al español-castellano. Sin embargo, por otro, sería natural exigirles el mismo respeto por nuestra lengua que el ellos nos demandan por la suya, a menudo con desprecio, desdén y malos modos. Si los hispanoparlantes fuéramos el imperio, rechazaríamos tales textos indignados. Pero a fin de cuentas, como veremos seguidamente, todos y digo ¡todos!, en mayor o menor grado, somos xenófobos, a demás de echar la culpa de nuestros males a aquellos que consideramos inferiores o simplemente despreciamos (conflictos históricos, etc.), ya sea eventualmente o por los siglos de los siglos ¡amén!

Juan José Ibáñez

Nombres de la sífilis entre los siglos XVI y XVIII (extraído de Wikipedia):

Las distintas denominaciones asumidas entre los siglos XVI y XVIII demuestran de manera inequívoca la vasta extensión de la enfermedad y el deseo de echar la culpa a los países vecinos:

Al principio en Italia se la conocía como «mal napolitano»

Debido a la epidemia en el ejército francés, se lo conocía en Inglaterra como morbus gállicus (morbo gálico o enfermedad francesa);

«mal caribeño», «mal francés» y «mal portugués» (en España);

«mal español» (en Portugal);

«enfermedad española» (en los Países Bajos);

«enfermedad polaca» (en Rusia);

«enfermedad cristiana» (en Turquía);

«enfermedad británica» (en Tahití);

«morbo francés» (en Italia y Alemania durante el Renacimiento);

«morbo italiano» (en la Francia renacentista);

«morbo chino» (en el Japón de la era Sengoku).

El ser humano no tiene remedio, todos sabemos que es una enfermedad marciana, pero (…).

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