Hola Carmen,

 

Gracias por tu aportación.

 

Carmen, nos muestra una aportación en la que el suelo se concibe principalmente a partir de procesos, más que de estructuras. Pero fundamentalmente nos recuerda, un hecho de gran importancia que hasta ahora tan solo lo habíamos comentado de pasada.  Se trata de un aspecto de la interfase litosfera-biosfera-hidrosfera-modelado terrestre-antroposfera.

 

Efectivamente, las aguas pluviales que no generan escorrentía superficial (corren por la superficie del suelo hasta los cauces de sus cuencas fluviales),  primero empapan en suelo, que actúa como filtro y esponja, retardando su llegada a los cauces fluviales o recargando los acuíferos subterráneos (a menudo explotados después por el hombre para riego o consumo humano). Ambos aspectos son de  vital importancia.

 

En primer lugar,  de no existir el suelo, o cuando este se erosiona, la esponja-suelo no existe (ausencia del recurso natural) o disminuye en grosor, permitiendo que el agua fluya rápidamente a los ríos.   En los ambientes, como el mediterráneo, proclives a las lluvias torrenciales, la erosión del suelo genera que el agua fluya tan rápido hacia sus desagües (ríos) generándose inundaciones, a veces devastadoras, que podrían haberse evitado de existir una cobertura edafológica (suelo). En consecuencia, se altera el ciclo hidrológico natural.

 

Como ya mentamos, la erosión del suelo generada por las malas prácticas agrarias, pastorales o silvícolas, reduce o elimina el efecto de esponja de la «edafosfera» (cobertura de suelos) reforzando el efecto devastador de las inundaciones. Habrá que hablar mucho al respecto de esta cuestión en futuras comunicaciones. Se trata de la degradación física de este recurso natural.

 

Sin embargo, también aparecen aspectos relacionados con la degradación química, que creo que son a los que pretende aludir principalmente M. C. Lobo, como experta en química, bioquímica y contaminación de suelos.

 

Como todos sabemos el uso de agroquímicos (pesticidas, abonos, etc.), así como del propio compost (si no ha sido tratado previamente con vistas a eliminar sus contaminantes) que suele añadirse al suelo para incrementar su contenido de materia orgánica y, de este modo, mejorar su fertilidad, cuando se infiltra y alcanza las aguas subterráneas las contamina gravemente, lo cual afectará a la salud de los ecosistemas y la humana. Sin embargo este proceso, con independencia de que el agua se almacene en los acuíferos o vuelva a aflorar aguas a bajo de un cauce, es más difícil de investigar y evaluar de lo que pudiera pensarse en un principio. Por procesos químicos, que no vamos a explicar en este momento, es muy frecuente, que el suelo y el «regolito» (roca alterada en la frontera entre el propio suelo y la roca que va desintegrándose bio-geo-físicamente, que a veces ocupa decenas de metros de espesor) absorben en principio los contaminantes (inorgánicos y orgánicos), por lo que el agua sigue alcanzando los acuíferos o las aguas fluviales, corriente a bajo «limpia». Por tanto el fenómeno no es detectado hasta que súbitamente la capacidad de los materiales mentados para absorber tales polutantes se satura y estos comienzan a contaminar las aguas sin previo aviso (poco a poco). Cuando el proceso de contaminación del suelo, no es detectado con anterioridad a este fenómeno pueden envenenarse, como hemos dicho las aguas, sin que tengamos conciencia de lo que se estaba fraguando. En el mundo anglosajón se ha denominado este retardo entre el propio proceso de contaminación y la manifestación fenomenológica del mismo en las aguas como «The Chemical Time Bomb»  o Bomba Química del Tiempo«. Se trata de un problema ambiental grave y por desgracia muy frecuente.

 

A veces, si bajo el suelo subyacen rocas sedimentarias y sedimentos (pero no suelos) porosos, no es necesaria la presencia de un regolito para que la degradación ambiental comentada pueda producirse.

 

Pero aquí retrocedemos de nuevo a la importancia del concepto de suelo. Cuando este cambia, lógicamente el objeto de estudio de los edafólogos lo hace también. La frontera entre lo que se denomina suelo y regolito es difusa y sutil. Si mantenemos nuestra actual definición de suelo, el edafólogo termina su trabajo generalmente a uno o dos metros de la superficie (que es el límite «consensuado» en las clasificaciones actuales de suelos). Por tanto, desde la superficie de este recurso natural hasta las capas freáticas, puede quedar una laguna de materiales sin estudiar (los susodichos materiales permeables, porosos: regolito y algunas rocas sedimentarias). Pero si se ampliara el concepto de suelo para incluir  a estos últimos materiales, el edafólogo podría estudiar el sistema en su conjunto, debiéndose cambiar tanto los procedimientos de estudio como las clasificaciones actuales.

 

¿Por qué la definición de suelo y las clasificaciones actuales no tienen en cuenta esta circunstancia? Se trata de lo que denominamos sesgo agronómico de la edafología. Pero este es otro asunto a tratar con calma.

 

Resumiendo, podemos avanzar que la edafología debe sufrir un cambio brusco en la  concepción de lo que es un suelo, en vistas de los conocimientos adquiridos en las últimas décadas, así como de los problemas ambientales generados por su uso y abuso.  ¿Porqué no se ha producido?

 

Juanjo 

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Un comentario

  1. hola espero se encuentre bien.. necesito muchas fotos sobre la contaminacion del suelo pero no las consigo en esta pag… por favor si pueden descargar fotos sobre este tema se les agradeceria.. muchas gracias.. evelyn vanezca…

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