Edafodiversidad y Biodiversidad 5. Problemas para Cuantificar la Riqueza de Taxones

Edafodiversidad y Biodiversidad 5. Problemas para cuantificar la riqueza de taxones

 

 

Cuando existe la posibilidad de acotar el área de estudio en el continuum espacio-tiempo, así como de reconocer la totalidad de los objetos  (por ejemplo taxones, ya sean biológicos, edafológicos o de otra índole) presentes, la estimación de la riqueza es muy útil. Si por el contrario, sólo podemos obtener una muestra de la población, es necesario distinguir entre riqueza numérica y densidad de los objetos. Así, por ejemplo, en el caso de los inventarios de suelos y geomorfología, la primera consistiría en la razón entre el número de diferentes taxa encontrados (edafotaxa, unidades geomorfológicas) y el de objetos inventariados. Por el contrario la densidad da constancia del número de taxa por superficie muestreada.

 

El inventario de las especies o edafotaxa, por ejemplo, de un determinado hábitat o localidad es necesario para la conservación de los recursos y el diseño de las reservas naturales que los alberguen. Sin embargo existe una gran dificultad, a veces insuperable, a la hora de obtener un censo completo. Por estas razones se han desarrollado diversos algoritmos con vistas a estimar «aproximadamente» la riqueza total de la población (Smax), a partir del inventario de ciertas muestras representativas de la misma (Sobs). Estos índices, por tanto ofrecen una  valoración de la «integridad» del inventario, a la par que permite comparar la riqueza entre distintas localidades. La estimación de Smax también está justificada para evaluar si, en términos esfuerzo y dinero, está justificado o no continuar muestreando (cuanto más se acerquen los valores de Smax  y Sobs menos lo está). Uno de los métodos más simples sería la denominada curva de acumulación de especies (ver Figura 3 en galería de edafodiversidad). Entre los más conocidos destacan los estimadores de Chao, Chao y Lee, los métodos de rarefacción, así como el denominado «Jacknife».

 

En realidad, jamás podemos decir que hemos obtenido un censo completo de la biodiversidad y edafodiversidad. Aún suponiendo que se ha realizado el inventario taxonómico total de la biodiversidad, en un momento dado (lo cual es imposible, como analizaré después), este no deja de ser una instantánea («un fotograma de una película») de la biodiversidad que puede darse en u ecosistema. Se ha constatado en infinitud de ocasiones que al re-inventariar en otra estación del año (incluso en diferentes momentos de la misma) u otro año, el recuento de especies cambia (y no hablemos ya de su abundancia). Muchas especies son efímeras, otras solo comienzan su ciclo vital bajo condiciones ambientales muy concretas (que solo se dan en determinados momentos de algunos años), etc. Más aún, ¿Cuántos años debemos inventariar para poder decir que hemos realizado un recorrido temporal completo del ecosistema?. Sencillamente no hay respuesta. Perturbaciones naturales con diversos periodos de recurrencia, especies que aparecen en el lugar por casualidad (denominadas «turistas por algunos expertos»), etc. impiden conocer con exactitud la diversidad total. Y si muestreamos muchos años durante todos los días, observaríamos que los ecosistemas evolucionan, y así podemos entrar en el dominio de la sucesión ecológica y luego en el denominado tiempo evolutivo.    

 

Del mismo modo no existen procedimientos de muestreo perfectos, por lo que siempre obtenemos subestimaciones.

 

Por lo que respecta a la biodiversidad del suelo, no existe ni un solo inventario «completo» de todos los taxones en ninguna localidad. Si se comenzara tal tarea, comenzarían a aparecer especies nuevas por doquier.

 

Finalmente, las clasificaciones son entidades dinámicas, por lo que, por ejemplo, dos especies consideradas distintas pueden luego ser calificadas como la misma y viceversa. Lo mismo ocurre en la taxonomía de suelos. En cierto sentido podemos decir que solo se cataloga lo que sabemos discernir en un determinado tiempo y lugar.

 

Por lo que respecta a la edafodiversidad, hay que recordar que, adicionalmente, para clasificar un suelo hay que excavar una calicata, lo cual destruye el lugar exacto de muestreo. Un inventario total (excluyendo el problema insalvable de la dinámica de nuestros constructos taxonómicos) requeriría remozar todo el suelo, palmo a palmo, por lo que finalmente destruiríamos el área muestreada. Y finalmente tengamos en cuenta que no existen en la naturaleza ni dos ecosistemas, ni dos paisajes de suelos idénticos (lo mismo ocurre con los restantes recursos naturales).

 

Un inventario  global es una quimera.

 

Juanjo Ibáñez el desmitificador

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