Tecnologías de Primera y Segunda Generación (Un Riesgo Social en Ciernes)
Cuando hablamos de progreso tecnológico en la actualidad, cabría discernir entre los productos que pueden elaborar por si solas las compañías privadas, de aquellos que son derivados de otros precedentes, llevados a cabo por investigadores e infraestructuras ligados a grandes instituciones y subvencionados por los gobiernos. Muchos de estos últimos, por sus grandes costes, infraestructuras y personal implicado, no podrían realizarse por ninguna o casi ninguna compañía privada, por poderosa que fuera. Sin embargo, un Estado o consorcio de Estados son capaces de sufragar tales gastos, sin que con ello queramos señalar que, colateralmente, las empresas privadas también participen “de algún modo”, como lo son las contratas. Así mismo, aunque el mundo de las grandes multinacionales tuviera a su disposición enormes recursos, por su propia naturaleza, no invertirían enormes sumas con vistas a obtener tan solo resultados a muy largo plazo y con altos riesgos. Podemos hablar pues de Tecnologías de Primera y Segunda generación, correspondiendo mayoritariamente las últimas al mundo de la empresa privada.
Pues bien, una buena parte de la tecnología de base actual ha sido llevada a cabo con fondos públicos, es decir de los ciudadanos, a través de grandes infraestructuras sufragadas por los gobiernos más poderosos y/o los mentados consorcios. Bajo una economía globalizante en donde el neoliberalismo pretende privatizar lo divino y humano, se corre el riesgo de generar un grave colapso tecnológico, por mucho que se desee encubrir tal hecho. Los antiguos grandes aceleradores de partículas, o el actual Gran Colisionados de Hadrones, la investigación espacial llevada a cabo por entidades como la NASA y la ESA, etc., los organismos y entidades financieras responsables de las denominadas investigaciones para la defensa nacional, dan lugar a resultados científicos y tecnológicos de gran calado, sin que el cortoplacismo sea un serio problema. Estos últimos, a la postre, se transformarán en una enorme cantidad de los desarrollos tecnológicos en manos de las compañías privadas, que finalmente disfrutaremos o padecemos los ciudadanos, lucrándose de paso a nuestra costa. En consecuencia, a día de hoy, lo privado depende en gran medida de lo público, de tal modo que un escenario de privatizaciones masivas de las aludidas Instituciones públicas generaría un revolcón a la estructura socioeconómica que disfrutamos/padecemos. La noticia que os ofrecemos hoy tan solo es una muestra de estas interconexiones, que de alterarse darían lugar a consecuencias impredecibles, aunque siempre negativas para la calidad de vida, soberanía y libertad de los ciudadanos.
Ya os comentamos en otro post precedente, que una buena parte del Producto Interior Bruto de EE.UU. depende en gran medida de los logros científicos de la física de partículas, cuyo nacimiento debemos rastrearlo a los años 20 del siblo XX. ¿Y que decir de la energía nuclear en sus inicios? Al margen de arsenales y centrales energéticas, esta última también ha calado en ámbitos como la biomedicina, entre otros.
Podemos añadir otro ejemplo adicional para no aburriros. Principales desarrollos de la Inteligencia Artificial (IA) dependen hoy en día de las tecnologías derivadas de la investigación militar (siempre dependientes, en ultimo término, de los fondos estatales) y de los videojuegos desarrollados por empresas privadas. ¿Se imaginan como se desarrollaría esta rama del conocimiento si tan solo fuera llevada a cabo por las últimas?. Por definición, la tecnología privada o sirve al bien común sufragada por los fondos que proceden de nuestros impuestos ciudadanos o es desarrollada para su puesta en práctica con la mayor inmediatez que les sea posible. Las multinacionales, tal como funcionan en la actualidad, tan solo consideran al ciudadano como un potencial consumidor (fuente de ingresos), desinteresándose de cualquier otro aspecto que concierna a los últimos, es decir los más esenciales.
Parece ser, que nuestros gobiernos neoliberales no se percatan de que interrumpir o ralentizar, reducir plantillas y objetivos, etc. de las aludidas instalaciones públicas, a la larga, tan solo puede generar una ralentización del progreso tecnológico. Francamente, se trata de una ideología que inherentemente tan solo puede acarrear el colapso del sistema actual y del bien del procomún. Un escenario alternativo en manos de las compañías multinacionales daría lugar a que esos terribles films de ciencia ficción (como el de “Repo Men”), entre otros muchos), que nos muestran un futuro despiadado,desuhamizado.
Os dejo pues con la mentada noticia de la NASA (siempre avispada a la hora de publicitarse) y extraer vuestras propias conclusiones.
Juan José Ibáñez
La Tecnología del Espacio que Revoluciona la Tierra
Los transbordadores espaciales han pasado a formar parte de los museos tras el último vuelo del Atlantis el pasado julio, que marcó el fin de una era espacial en Estados Unidos. Pero muchas de las tecnologías que la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, en sus siglas en inglés) ha desarrollado para sus misiones en el espacio tienen una aplicación práctica aquí en la Tierra.
FUENTE | Público 22/02/2012
Y es que muchas empresas han desarrollado productos derivados de tecnologías que han tenido sus orígenes en la industria aeroespacial y de las que se están beneficiando los consumidores, la mayoría de ellos sin saberlo. Con motivo de la celebración del 35 aniversario del anuario Spinoff de la NASA, la revista ha hecho una recopilación de productos derivados de tecnologías desarrolladas por la agencia espacial.
A lo largo de su historia, Spinoff ha documentado 1.750 ejemplos de productos derivados de tecnologías de la NASA que no sólo han mejorado la vida de las personas, sino que han creado empleos y generado beneficios económicos para las empresas que los han comercializado. La NASA no fabrica ni comercializa directamente estos productos, pero muchas empresas públicas y privadas adoptan estas tecnologías de la agencia espacial para desarrollar productos comerciales en áreas como la medicina, el transporte, la seguridad, la energía, el medio ambiente, la tecnología de la información y la producción industrial.
Por ejemplo, muchas de las tecnologías que ha desarrollado la NASA se han utilizado para mejorar la seguridad de aviones civiles y militares, fabricar detectores de calidad del aire más eficientes, sistemas de tratamiento de agua o instrumental de alta precisión para el tratamiento de enfermedades.
«Mientras buscamos formas de suministrar agua limpia y energía a los astronautas para una próxima misión en Marte, también buscamos formas de facilitar esos recursos tan necesarios a las comunidades aquí en la Tierra», explica en el anuario Joseph Parrish, responsable de tecnologías de la NASA. «Mientras exploramos nuevas formas de ofrecer cuidados médicos al personal de la estación espacial, también exploramos nuevos métodos para diagnosticar los problemas de salud de personas en la Tierra que viven a cientos de kilómetros del médico o del hospital más cercano», añade Parrish.
Desde los inicios de la NASA, las tecnologías desarrolladas para llevar a cabo sus misiones han tenido aplicaciones prácticas en otros terrenos. Por ejemplo, el lanzamiento en abril de 1981 del primer transbordador espacial marcó no sólo una nueva era en la exploración espacial, sino que fue el embrión de una serie de innovaciones: desde la utilización de células de combustible como fuente de energía hasta sistemas de tratamiento de agua más eficaces para la tripulación de los cohetes espaciales.
En 1990 el Discovery puso en órbita el telescopio espacial Hubble, un proyecto de la NASA y la Agencia Espacial Europea que ha permitido explorar el universo de una forma que no había sido posible hasta entonces y obtener imágenes de alta calidad de planetas, estrellas y galaxias. En los 30 años que ha durado el programa espacial de transbordadores, la NASA ha llevado a cabo 135 misiones. Su avanzada tecnología ha servido de embrión para al menos 120 productos. Y todavía hay terreno para más innovaciones.
«Todavía somos líderes en exploración espacial», aseguró el presidente Barack Obama en julio de 2011 en un encuentro con usuarios de Twitter. «El transbordador hizo un extraordinario trabajo en la órbita baja terrestre. Pero lo que ahora necesitamos es el próximo avance tecnológico. Vamos a invertir en investigación básica sobre nuevas tecnologías que nos puedan llevar a lugares de forma más rápida y que permitan que los vuelos espaciales humanos duren más tiempo», añadió.
ROBOTS HUMANOIDES
La Estación Espacial Internacional (ISS, en sus siglas en inglés) también ha servido de plataforma para la creación de nuevos productos. En agosto de 2011, llegó a este laboratorio un pasajero muy especial, el androide Robonaut 2, el primer robot humanoide que ha viajado al espacio. R2, como se le conoce, fue desarrollado por la NASA y General Motors con el objetivo de crear un robot que pudiera realizar tareas en el espacio que podrían ser peligrosas para el ser humano. Ahora General Motors quiere utilizar ese robot en las pruebas para mejorar la seguridad de los coches que fabrica.
Los investigadores y científicos que trabajan en la Estación Espacial Internacional han realizado más de 550 experimentos, que permitirán lograr avances en la lucha contra enfermedades y desarrollar nuevos materiales que puedan ser utilizados en el espacio y en la Tierra.
Spinoff también destaca en su último número algunos de los productos derivados de tecnologías de la NASA que han servido para salvar vidas, reducir costes para las empresas y sus clientes, crear empleos y aumentar el beneficio de las compañías que los fabrican. Por ejemplo, la empresa estadounidense MicroMed Cardiovascular ha diseñado un dispositivo para asistencia ventricular (VAD, en sus siglas en inglés) basado en tecnología de la agencia espacial. Esta bomba mecánica ayuda a un corazón demasiado débil a bombear sangre al cuerpo. Esto ayuda al paciente a sobrevivir hasta que le puedan realizar un trasplante de corazón. Este dispositivo ha salvado la vida de al menos 450 personas, según datos de la revista de la NASA. Y el fabricante Givens Marine Survival vende balsas salvavidas basadas en un diseño de la NASA originalmente realizado para el programa Apolo. Estas balsas han salvado la vida de al menos 400 marineros.
Corremos serio peligro de llegar al lugar al que nos dirigimos. Lo que está ocurriendo contradice la mas elemental sensatez. Parece que en este país sustituiremos ciencia por religión, directamente y sin anestesia. No hay mas que ver lo que se gasta en promocionar una u otra.
[…] conocimientos antiguos, otros antiguos, como advertí hace más de diez años en el post: “Tecnologías de Primera y Segunda Generación (Un Riesgo Social en Ciernes)”. No debe extrañarnos que, como se ha publicado en varios estudios y la propia revista Nature, […]
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