En 2004 fui invitado por la Junta de Andalucía a dar la conferencia inaugural en el: Seminario sobre «La Desertificación en Andalucía»  (Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía; Parque de las Ciencias, 14 Junio 2004, Granada). La charla que daba por finalizado el evento la impartió mi colega e íntimo amigo, José Luis González Rebollar, de la Estación Experimental del Zaidín (CSIC, Granada). Para sorpresa del público y los organizadores, les hicimos el «efecto pinza»: término que acuñamos José Luis y yo en un artículo para referirnos a como los bosques caducifolios de las montañas ibéricas han ido reduciéndose a lo largo de la historia como consecuencia de la erosión, siendo sustituidos en cotas bajas por planifolios exclerófilos como la encina, y en las altas por los pinares u otras confieras de alta montaña. No creo que nos vuelvan a invitar jamás, pero a saber: la política hace extraños compañeros de cama.

Yo comencé comparando en dos diapositivas las «highlands» escocesas con los cuasi-desiertos del sudeste y preguntando a los asistentes ¿Qué paisaje está más degradado? Sabía la respuesta de antemano. El desafortunado asistente al que señalé con el dedo comentó lo obvio y le espeté, más o menos, pues va a ser que no.

 

Y comencé a explicarles que esas hermosas diapositivas de las tierras altas de escocia muestran paisajes tan degradados como nuestras «presuntas» áreas desertificadas. Les expliqué que la fascinación de los habitantes del norte de Europa por los paisajes áridos es equivalente a la nuestra por su verdor y abundancia de lagos. ¡Que hermosura!

 

Polvo versus barro. Esa es la explicación. Los idílicos paisajes salpicados de lagunas de las montañas escocesas son producto de la deforestación y erosión, por mucho que a algunos de vosotros os parezca mentira.

 

Bajo climas frescos o fríos con abundante precipitación, deforestación y erosión producen que el retorno de agua a la atmósfera vía evapotranspiración se reduzcan drásticamente. En las zonas con fisiografías que no permiten un buen drenaje el agua se acumula, generándose así turberas, lagos, suelos con rasgos hidromórficos, espesos horizontes orgánicos con materia orgánica obscura poco descompuesta, etc. Cabría decir que los paisajes se encharcan.  Impacto ambiental equivale a agua, barro y turba.

 

En los climas más cálidos con tendencia al déficit hídrico estacional, el impacto ambiental, fomenta, a demás de la erosión, la pérdida de materia orgánica (horizontes superficiales claros denominados ócricos), salinización en zonas mal drenadas y una vegetación dispersa. Es decir «aridificados«. A este últomo proceso se le suele denominar desertificación.

 

Se trata de las dos caras de una misma moneda (símbolo jánico): la degradación ambiental. Cuando se analiza el mapa de suelos de Europa, a escala continental, con la antigua clasificación (Leyenda) de la FAO, se observa que hacia el sur abundan los suelos típicos de las zonas áridas, mientras hacia el norte incrementan drásticamente los suelos con rasgos gleycos y las turberas. Paisajes verdes, ricos en esfagnos, brezos, helechos  y pastizales hidromorfos.

 

Un hombre llega a casa tras trabajar en un paisaje seco y desolado del SE. Sus ropas y sus caras impregnadas por el polvo son testimonio de lo que denominan desertificación. Un paisano que retorna a su hogar tras una dura jornada de trabajo en las montañas escocesas, empapado, con sus ropajes y cara impregnados de barro, lo que pone de manifiesto su andadura por un paisaje encharcado. Algún día, a este último proceso alguien le dará un nombre nuevo y la comunidad científica creerá a ciegas en un nuevo tipo de degradación ambiental. 

 

Mi amigo José Luis, finalizo el susodicho Seminario mostrado como la revegetación natural en Andalucía genera pérdida de biodiversidad. Como yo encuentra claras evidencias de que los «pretendidos» bosques cerrados mediterráneos no eran la regla (salvo en zonas montañosas), sino la excepción. Como yo, considera que las dehesas (o mejor dicho los paisajes adehesados) son testimonio de una antigua «sabana mediterránea» que se cerró cuando se extinguió su fauna repleta de grandes mamíferos. Finalmente espeto que la conservación de nuestra rica biodiversidad, solo podría alcanzarse de llegarse a un compromiso entre conservación y explotación. Ya hemos hablado de estos temas e contribuciones anteriores y lo seguiremos haciendo. Hay que erradicar ciertas aseveraciones e imágenes míticas. Los bosques cerrados mediterráneos en ambientes de llanura parecen ser más un nuevo experimento de la naturaleza, que nuestras prístinas comunidades vegetales. Público y Organizadores quedaron desconcertados.  Empero las nuevas evidencias empíricas y un riguroso análisis paleontológico y palimnológico de los yacimientos arqueológicos corroboran nuestras posiciones, aunque hay otras evidencias adicionales.

 

No tomo partido, por ahora, sobre si la desertificación es un mito o una realidad. Estos son simplemente mis argumentos, basados en la experiencia de 27 años de investigación.

 

Juan José Ibáñez

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6 comentarios

  1. Efectivamente, aunque para muchos es contra-intuitivo, las tierras altas de Escocia estan tanto a más degradadas que nuestras ramblas del SE (Murcia, Granada, Almería…). En ambos lugares hay datos que lo corroboran, pero curiosamente, las evidencias geológicas-paleontológicas no siempre son bien comprendidas, incluso por los propios arqueólogos.

    En Almería vivían hace 6000 años tantos mamíferos de climas húmedos (topillos acuáticos, ciervos, gamos…) que ningún habitante de Los Millares tuvo que preocuparse nunca por los recursos hídricos. Abundaba la caza, los bosques y el agua para alimentar a una gran población y sus necesidades alimentarias, agrícolas y metalúrgicas. Y sin embargo se han hecho y enseñado interpretaciones equivocadas, basadas en la situación actual de extremo desierto, como si hubiera sido la misma entonces.

    En Escocia hay muchas y asombrosas fortalezas vitrificadas (estudiadas por el geólogo sueco Peter Kresten) cuyos constructores, hace unos 3000 años, llegaron a fundir rocas silíceas para formar paredes sólidas, a base de madera de robles que tenían 600 años de antigüedad (diferencia entre la edad del Carbono 14 de los restos del carbón y de la roca fundida). Aún no se ha conseguido imitar ni con lanzallamas la técnica empleada en fundir paredes de roca.

    ¿Os imagináis Escocia cubierta de robles de 600 años de edad? ¿Os imagináis Almería verde y encharcada como los bosques del valle del Lozoya (por cierto, hoy también muy disminuídos )? Pues también llegaron a la Península Ibérica los constructores de fortalezas vitrificadas: el geólogo Enrique Díaz (IGME) descubrió una en El Gasco (Extremadura), que antes se había interpretado como ¡un volcán natural! Si tuvimos aquí a estos celtas tan incendiarios, debe ser que teníamos entonces mucha más madera.

  2. Nieves menciona algo que hemos deducido de la sorprendente abundancia relativa de fortificaciones vitrificadas en el oeste y suroeste de la Península Ibérica (Salamanca, Cáceres, Huelva, sur de Portugal), y aparentemente destruidas entorno al Bronce final, hace unos 2.800 años. Hace falta un gran volumen de madera, y de elevado poder calorífico, para que un muro de empalizada múltiple relleno de rocas permita con su combustión que la roca llegue a fundir. Las temperaturas que hemos identificado llegan a superar los 1200 grados. Si este tipo de edificaciones fueron frecuentes en la época de convulsión y cambios que supuso el final de la Edad de Broncen (obviamente, no todas ardieron), significa que el paisaje de la zona estuvo cubierto de grandes árboles de buen porte que lo permitieron. La cultura celta llegó aquí con una tradición secular adquirida en el centro de Europa, donde la tasa de regeneración y renovación del recurso utilizado como material de construcción es muy diferente. Evidentemente, las nuevas condiciones de la península no permitieron mantener la misma ténica durante mucho tiempo. En otros países de Europa se mantuvo durante la Edad de Hierro, e incluso hasta la Edad Media (vikingos).

    Enrique Díaz, IGME

  3. Sunpongo que la aportación de un arqueólogo puede ser determinante en esta cuestión.

    E.Diaz Martinez, presupone una cronologia cercana a la Edad del Bronce, lo cual dista mucho de ser cierto a la luz de los datos arqueológicos que se conocen para ese periodo tanto en el sur de Salamanca, como en el Norte de Cáceres. Arqueológicamente y culturalmente no existena una "cultura celta" en la Peninsula Ibérica, si acaso en el poblado de Cortes de Navarra a orillas del Ebro, pero no mas allá. No hubo aportes de población durante la edad del bronce en la Meseta, lo que se produjo fue un avance demográfico ocasionado por el descenso paulatino de las poblaciones desde las áreas topográficas mas elevadas durante el Neolítico Final y el Calcolítico, lo que se tradujo en nuevas técnicas agrícolas que permitieron una mejor roturación de los suelos con el consiguiente aumento productivo y por ende demográfico.

    Es durante la Edad del Hierro (II) cuando se produce de forma sistemática la fortificación de los poblados, debido a la inestabilidad política general que se vive en la Península,por el avance militar romano. Hay que recordar que en el caso del "Volcan" de el Gasco, los trabajos de prospección arqueológica que hemos desarrollado nos han permitido observar como la ocupación castreña de las Hurdes está en relación con una serie de explotaciones mineras auriferas (de cronología similar a las salmantinas de Las Cavenes) que originaron tanto la fortificación de los poblados como la aparición de nuevas tipologias de asentamiento. Un fenómeno que desde la Arqueología del Paisaje se conoce como Jerarquización del espacio y que es facilmente observable a través de los grabados rupestres de la zona.

    Por lo tanto mientras no lleven a cabo los sondeos valorativos o excavaciones arqueológicas pertinentes que nos permitan atribuir a un momento cronológico preciso estas fortificaciones (al menos las de Salamanca y Cáceres) no estaremos en condiciones de aportar mas que meras suposiciones.

    Por último el recurso a la analogia con otras áreas geográficas y por lo tanto culturales, como poner en relación fortificaciones vitrificadas en España y Portugal con casos escoceses o del norte de Europa, ha demostrado desde hace mas de tres décadas que no es una vía de análisis y fue prontamente abandonada por la disciplina arqueológica (veasé cualquier manual universitario actualizado).

    Miguel A. González

    ADGEA Estudio de Gestión del Patrimonio. s.l.

  4. me gustan los programas de naturalismo ya que esto previene las desertificacion aunque ya sabemos que esto seria imposible ya que esta ya esta pasando

    gracias por la informacion¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

  5. […] paisajes de suelos en los ambientes en los que la precipitación excede a la evaportranspiración induce un encharcamiento, al contrario que en los más áridos, en los que la desertificación hace acto de presencia. Lo […]

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