En la última  colaboración hablábamos de los mecanismos de descontaminación que se aplican en la actualidad a los suelos. Ese mismo tema lo trataba Carmen Lobo en su intervención, en este caso no hubo buena coordinación. Para que no se repita y, como la auténtica especialista es ella, yo me dedicaré a tratar otros aspectos de la Edafología.

 

Hablaremos hoy del suelo como elemento del paisaje, es decir, de cómo las formas y los colores definen un lugar e identifican una realidad personal.

El término «paisaje» se utiliza para referirnos  a ciertos aspectos, generalmente perceptivos, del mundo natural. Esta concepción está en ocasiones ampliada o matizada, cuando diferentes profesionales: geólogos, ecólogos, geógrafos, arquitectos, la utilizan. Miguel Ángel Castillo, historiador del arte, afirma que todos aludimos al paisaje y utilizamos esta expresión en ámbitos tan diversos y especializados como la geografía, la economía, el arte, la política, la arquitectura, la ingeniería, la antropología, el urbanismo o la jardinería, disciplinas y actividades profesionales desde las que se define, se estudia, se crea o se gestiona el paisaje. ¿Pero todos ellos se refieren a lo mismo?. El Profesor  Castillo, contesta: evidentemente, no.

 

Ortega y Gasset utiliza el paisaje como una expresión del carácter de los pueblos, y González-Bernáldez habla de dos vías que hemos de tener en cuenta cuando hablamos de él. Una se basa en la percepción que cada individuo tiene de un determinado lugar, es decir, el observador interpreta el paisaje desde un punto de vista estético y emocional. La otra, surge del análisis científico de los diferentes componentes: rocas, suelos, vegetación, fauna, agua, clima.

 

Ahora bien, yo creo que ambas no son antagónicas, la naturaleza tiene sus propias leyes que determinan la evolución de cada elemento. El suelo, las rocas, la vegetación, el relieve, se explican desde el análisis científico. Pero si lo dejáramos aquí, nos quedaría incompleto, hace falta analizar la  impresión que causa en el observador, porque esta depende de otros parámetros como son sus recuerdos, sus sentimientos, en resumen, sus emociones. Son por tanto, dos formas complementarias de mirar, que generalmente no se pueden comparar, pero que en ocasiones, si se pueden compatibilizar.

 

Los suelos como elementos del paisaje también tienen un doble análisis, el que surge de su estudio edafogenético, y el que surge de su estética. Todos alguna vez hemos contemplado un paraje donde el color rojo del suelo contrasta con el blando de las rocas calizas de las que en tiempos pretéritos se formó. El estudio de esos suelos es apasionante desde la óptica del investigador, los procesos de descarbonatación y la posterior rubefacción (“enrojecimiento”) implican relacionar factores climáticos con génesis antiguas, por lo que su análisis nos transporta a otras épocas con otras condiciones ambientales. La contemplación de esas rocas entre las que surge la tierra roja, y  sobre los que crece, en muchas ocasiones, un encinar o un quejigar, no es menos apasionante. Los paisajes cosidos por surcos en la base de las laderas, las tierras yermas o las vegas fértiles, junto al Río Duero que tantas veces canto Antonio Machado, nos aproxima a otra Edafología que tiene más que ver con el placer de la contemplación que con el placer de la investigación.

 

Hasta otro día

 

Antonio López Lafuente

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3 comentarios

  1. Estimado Juan José,

    Llevo acudiendo a este blog como consulta desde hace varios años, aunque esta es la primera vez que comento. En aquel entonces, yo era una alumna de Ciencias Ambientales que buscaba información para su asignatura de Suelos o de Recursos Terrestres, y hoy por hoy estoy en fase avanzada de mi tesis doctoral sobre paisaje. Y este blog siempre tan útil y tan instructivo; por mi parte agradezco el enorme esfuerzo de ti y del resto de profesores por vuestra tarea de divulgación, que seguramente será muy poco reconocida y apreciada dentro del ámbito científico convencional (ya se sabe, lo único que importa es publicar, cuanto más mejor).

    En cuanto al paisaje, me pregunto cómo sería posible hacer una clasificación de suelos que integrara la parte estética y algo de la parte química: ¿en base al color, a las características de la roca madre, la textura? Yo sigo ahí probando cómo hacerlo, pero si habéis publicado algún post al respecto (pues la web es tan ENORME que es muy difícil encontrar la información, habría que poner un google aquí dentro) 🙂 me gustaría que me lo hicieras saber.

    Quería aprovechar para hacer una pequeña crítica constructiva: como he dicho, hay tantísima información en la web que a veces la categorías tal y como están resultan poco prácticas. El otro día estuve buscando los primeros artículos de la categoría «los suelos las plantas y la vegetación» y fue un poco rollo, porque hasta que llegué a estos primeros artículos, tuve que pulsar como veinte veces la pestaña «artículos siguientes». No sé, igual podríais poner más entradas en cada página en vez de diez, para que sea más rápido llegar a los primeros artículos de cada categoría. Pero esto es sólo una pequeña sugerencia desde mi humilde posición.

    ¡Seguid así por mucho tiempo!
    Y MUCHAS, MUCHAS GRACIAS, POR ESTA LABOR DIVULGATIVA EXCELENTE QUE ESTÁIS REALIZANDO.

    j.

  2. Hola Lola,
    Se puede hacer una clasificación de cualquier recurso natural con criterios razonables. Y los que describes lo son para los suelos. Eso si no conozco ninguna clasificación así, aunque textura, color y material parental son razonables para hacer una clasificación concreta de suelos, con sus prosa y sus contras.
    Respecto a la estructura de la bitácora….. Los almacenamientos son así y entiendo perfectamente el problema pero….. Podría jerarquizarse más, eso es cierto. Sin embargo llevamos cerca de 2000 post escritos y una reorganización (que siempre mentendría la estructura temporal inversa) me obligaría a trabajar semanas a tiempo completo para reclasificar los 2000 objetos. No lo tengo lamentablemente. En cualquier caso solo se solucionaría el problema un poco.
    Un cordial saludo y gracias por tusd palabras
    Juanjo Ibáñez

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