El Progreso de la Ciencia Según Karl Popper (Un Ejemplo Sobre el Cambio Climático)
El progreso de la ciencia tal y como lo entiende el falsacionista se podría resumir del siguiente modo. La ciencia comienza con problemas que van asociados a la comprensión de la estructura, dinámica o evolución de algunos aspectos de la naturaleza. Los científicos proponen hipótesis falsables como posibles soluciones con vistas a resolver tales retos. Las hipótesis conjeturadas son entonces criticadas y comprobadas. Algunas serán eliminadas rápidamente. Otras alcanzan más éxito, por lo que deben someterse a críticas y pruebas más rigurosas. Cuando finalmente queda falsada una hipótesis, que había superado en el pasado una gran variedad de pruebas exigentes, surge un nuevo problema. Sin embargo, afortunadamente, este último se encuentra muy alejado del original al que había dado una solución provisional. El nuevo reto exige la proposición de nuevas hipótesis, seguidas de nuevas críticas y pruebas. Y de este modo, el proceso mentado continúa indefinidamente. Nunca se puede decir de una teoría que es verdadera, por mucho que haya superado todas las pruebas rigurosas a la que ha sido sometida hasta un momento dado. Sin embargo, por fortuna, sí es lícito afirmar que la teoría actual es superior a sus predecesoras, en la medida en que fue capaz de superar los tes que falsaron a aquellas.
Modelos obre cambio climático
Fuente: Aquí y Karl Popper
Antes de continuar explicando la concepción falsacionista del progreso científico, habría que comentar algo acerca de la siguiente afirmación: “el punto de partida de la ciencia son los problemas”. Al insistir en este aserto, ¿no sucederá acaso que para el falsacionista, al igual que sucedía con el inductivista ingenuo, la ciencia comienza con la observación? La respuesta a este interrogante debe ser un rotundo “no”. Las observaciones consideradas como problemáticas, tan solo deben serlo a la luz de alguna teoría. La afirmación de que el origen de la ciencia está en los problemas es perfectamente compatible con la prioridad de las teorías sobre la observación y los enunciados observacionales. La ciencia no comienza con la pura observación.
Un punto inquietante de la ciencia moderna es que algunos científicos y muchos periodistas parecen dar igual valor a la simulación de un modelo numérico que a los resultados de un experimento basado en observaciones. Se trata de un gravísimo error. Un modelo genera escenarios, como los del cambio climático, no observaciones u hechos. Tan solo puede decirse que se encuentra corroborado cuando se presentan evidencias empíricas que respaldan los resultados de sus predicciones. Sin embargo, para que esto ocurra, deberá esperarse el tiempo necesario, como para que al menos cierta parte de los susodichos escenarios puedan cotejarse con las observaciones realizadas en la naturaleza. A más corroboraciones directas e indirectas, mayor posibilidad de que el modelo acierte a largo plazo. Certeza ninguna. En el caso del cambio climático habrá que esperar a que, con el transcurso del tiempo, los primeros escenarios sean respaldados por las observaciones realizadas a tal respecto.
Hoy (17/febrero/2006), en el Boletín de Noticias MI+D, el encabezamiento de la ciencia rezaba así: “Las precipitaciones en España se reducirán un 40% a finales de siglo”. Se trata de los resultados de un informe realizados por expertos, mediante modelos de simulación numérica. ¿Resulta legítima tal aseveración? Debemos decir: rotundamente ¡no! Sin embargo, más adelante, se cita textualmente: “Se puede afirmar, con un alto grado de probabilidad, que a lo largo del siglo XXI los incrementos de temperatura en España se situarán aproximadamente en el doble de lo estimado en el último informe de Naciones Unidas sobre cambio climático», aseguran los expertos”. El vocablo afirmar en este contexto queda matizado por el de “un alto grado de probabilidad”. Del mismo modo, se afirma “tácitamente” que las previsiones del mentado informe de la ONU, eran erróneas. Lo mismo podría ocurrir con las que ahora muestra el informe elaborado para el MIMAN. Este último debería mostrar las pruebas teóricas y evidencias empíricas suficientes que avalen la superioridad de la nueva predicción respecto a la previa. ¿Se ha tratado explícitamente tal cuestión? Sinceramente no lo sé. Ahora bien, no se puede ni debe afirmar con rotundidad nada. Tal informe va sugiriendo escenarios cada cierto intervalo de años. Si por ejemplo, los datos avalan las predicciones a corto plazo (de aquí a cinco o diez años) más confianza tendremos de que “den en el clavo” a largo plazo. Debemos reincidir, so pena de aburrir al lector, en que las predicciones basadas en modelos no deben afirmar nada. Este tipo de argumentaciones son falaces, atentan contra el método científico y confunden al público, por el mero hecho de equiparar observaciones empíricas con escenarios probabilísticas. En tales situaciones se debería haber escrito. “De acuerdo a los Modelos Numéricos Actuales (las mejores herramientas de las que disponen los científicos en la actualidad) las precipitaciones deberían reducirse a un 40% a finales de siglo. De aquí no se deriva inmediatamente que se cumplan, sino que es lo único que podemos decir con los conocimientos actuales.
No pretendo plantear en este post la veracidad o falacia de tales predicciones. Tan solo sostengo la ilegitimidad lógica de expresarse en los términos en que lo hace la citada nota de prensa. Entiéndase que mis afirmaciones, no como un ataque al documento en sí, sino a la manera en que la prensa (desconozco el documento) trata de divulgar el mismo, o en el peor de los casos a los expertos, si realmente se han expresado en tales términos.
El status científico de las simulaciones numéricas, resultan ser un reto para los actuales filósofos de la ciencia. Sin embargo, los investigadores consideren que, hoy por, es lo único o lo mejor que puedan hacer. Y de aquí que el principio de precaución sea válido socialmente. Ahora bien, este no tiene nada que ver con la ciencia en si misma. Versa sobre que medidas debe tomar la sociedad, en caso de incertidumbre, ante un problema concreto de repercusiones que puede poner en riesgo su futuro.
Juan José Ibáñez
Grosso modo, el problema de la climatología (como el de la astrofísica), es que es prácticamente imposible diseñar un experimento para falsar sus modelos, ya digan que el cambio climático está en buena medida causado por nuestras actividad industrial o lo contrario.
¡Necesitaríamos reproducir el planeta entero para diseñar tal experimento!
Juanjo por ahí alguien dijo que no está mal hacer modelos numéricos, sino que los demos por verdaderos.
La filosofía, perdió su hegemonía, cuando se dejó llevar por los conocimientos físicos del principio del siglo XX, quedando desorientada por el experimento de Michelson y Morley, sin analizar que tenía este experimento dos soluciones, de las cuales los físicos rechazaron una de ellas, que era la de que la masa arrastraba a su medio, pues no se sabía explicar como sucedia este fenómeno, lo que implicaba la supresión del eter y aceptar hechos contradictorios, como que la luz podia ser onda y corpúsculo. De esta interpretación de la luz, surgen las teorías modernas, con las que se dan explicaciones a gran parte de los fenómenos físicos que estaban pranteados, y la filosofía pierde el raciocineo de la lógica. Hay que volver a la lógica del raciocíneo, lo que se logra, simplemente, al cosiderar, que existe un medio ideal en agitación, donde las partículas que lo constituyen, son de dimensiones inferiores del nucleo del átomo, a la vez que, se considea que, en ese medio, hay remolinos,y que ellos son los que constituyen las partículas elementales. Así se determina porque la materia es cuántica, a la vez que es ondulatoria, y así mismo relativista, pues la propagación está limitada a la de agitación del medio.
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