Ya os hemos comentado en otros post, la dificultad de entender la estructura y dinámica de los ecosistemas. Por mucho que os digan lo contrario, debéis saber que se trata “aún” de una disciplina en su infancia. Por ejemplo, vimos en otra nota, como la fertilidad de un bosque depende de una cadena trófica que incluye hasta el krill y plancton marino. Del mimo modo narramos las repercusiones de la caída de un árbol sobre sus ensamblajes de suelos. Se ha escrito mucho sobre los ecosistemas, eso es cierto. Pero la inmensa mayoría de los trabajos son redundantes en su información, cuando no espurios. Ya oigo a algún ecólogo bramando. ¡Tranquilos! He venido reiterando que un ecosistema es mucho más que su biota, por cuanto incluye también a su hábitat físico (no biológico). Este último, por su parte, constriñe las posibilidades que en “teoría” tendría el bosque de auto-estructurarse. En este post seguiremos hablando de la estrecha interacción que existe entre árbol y suelo. Tradicionalmente, se ha hecho mucho hincapié sobre las relaciones químicas, bioquímicas y biológicas entre la biota y los suelos, empero los efectos biomecánicos son de suma importancia, aunque poco explorados. Por tanto en este post abordaremos el último tema mentado.

 

 

 

 

 Los suelos bajo un árbol parecen

ser distintos de los que se dan en

los claros del bosque: Fuente Aquí   

 

Efectivamente, los efectos biomecánicos son tan importantes como cualquier otro. Desde muchos puntos de vista, este post es continuación de otro precedente. Del mismo modo, la información que os expongo abajo también procede del mismo autor. Se trata del otro “perdido” que investiga sobre edafodiversidad, allá por Kentucky. Me refiero a Johnatan D. Phillips. Este autor junto con Marion, publicaron en 2004 un paper en la revista (Forest Ecology and Management) que me parece un ejemplo extraordinario de la interacción entre los componentes bióticos y abióticos de los ecosistemas.  

 

Biocenosis y Hábitat

Cuando los ecólogos hablan de hábitat se refieren a dos aspectos muy distintos, que de hecho son tres. Por un lado parte de la biota actúa como hábitat de otra parte (como un árbol en el anidamiento de ciertas especies de aves). Del mismo modo, la biota modifica el hábitat físico “acomodándolo” a sus “necesidades” (no me gustan los antropomorfismos, pero es la mejor manera de que me entendáis a la hora de hacer divulgación). En definitiva, en eso consiste esa cosa que llamamos suelo. Finalmente, el ambiente abiótico, que es mucho menos inerte de lo que pudiera aparentar, restringe el espacio de posibilidades que tiene la biota de un ecosistema a la hora de adquirir una estructura y generar una dinámica concreta. Hoy nos centraremos en el segundo aspecto mentado: como la biota modifica el medio físico.

 

Efectos Biomecánicos de la Vegetación     

Como vimos en el post mentado, cuando un árbol de un bosque primigenio cae (enfermedad, un rayo, etc.) sobre la superficie del suelo, aflora su entramado radicular llevando consigo una enorme cantidad de suelo (dependiente del tamaño del individuo arbóreo), por lo cual queda un agujero en la cobertura edáfica. Posteriormente, este último es rellanado por nuevos materiales procedentes de la superficie. Sin embargo, tal hecho trunca la horizonación natural del perfil, devolviendo a su superficie tanto nutrientes. como los materiales depositados en profundidad. En otras palabras este proceso rejuvenece el suelo, a la par que evita parcialmente la pérdida natural de fertilidad (lavado o por percolación de aniones y cationes por las aguas pluviales hasta que alcanzan la zona saturada y/o emergen por los manantiales). Jonathan, debió preguntarse si tal proceso ocurría: (1) al azar o (2) se generaba en enclaves determinados reiteradamente. En el primer caso, se generaría un rejuvenecimiento periódico, aunque anisótropo (heterogéneo) de la estructura morfológica del suelo, evitando su evolución edafogenética más allá de cierto límite. Sin embargo, de acaecer la segunda posibilidad, una parte de los edafotaxa renovarían su estructura de la forma mentada (bajo el árbol), mientras que los restantes continuarían su evolución natural hacia suelos muy maduros, en ausencia de otras perturbaciones. Si bien ambos escenarios dan lugar a un mosaico de edafotaxa bajo el bosque, en el segundo, el contraste (suelos jóvenes versus viejos) sería mucho mayor. Pues bien, Phillips y Marion se pusieron manos a la obra y diseñaron un trabajo de campo e implementaron modelos de simulación con vistas a detectar cuales de las dos conjeturas era la más plausible. Objetivo: los bosques de las Montañas Guachita en Arkansas.

 

De acuerdo a sus resultados, la segunda alternativa mentada era corroborada por las evidencias: los árboles nacen, crecen y se instalan preferentemente en ciertos microhábitats, que volverían a ocupar una y otra vez (recordemos que hablamos de bosques primigenios, es decir los no explotados por las “manazas” del hombre).  ¿Qué propiedades tienen tales enclaves. Al parecer eran los más ricos en nutrientes y menos pedregosos, es decir, los que tenían más “alimento” y espacio para desparramar sus raíces en busca de este los nutrimentos y el agua. La cuestión es que tales características se dan preferentemente en donde ya ha caído un ejemplar arbóreo con anterioridad. Por tanto, el árbol, renueva su lecho como un pájaro el nido de sus poyuelos, echando fuera del último  el material que no le parece adecuado o se ha deteriorado.  Pues bien, el árbol expulsa a las piedras, mientras que la descomposición de la biomasa radicular de su antecesor (él que ocupó el mismo sitio años o siglos atrás), junto con la devolución mentada de los nutrientes a la superficie mejoran sus propiedades físicas y químicas.  Del mismo modo Jonathan argumenta que los suelos bajo el árbol son más profundos que los que acaecen en los claros del bosque.

 

 

 

La Teoría de Phillips sobre los

efectos biomecánicos de la caída de

un árbol en la heterogeneidad de los

suelos forestales

 

Claros y Sombras

Phillips dice que esta es la razón de que los bosques primigenios o poco intervenidos estén compuestos de un mosaico de zonas ricas en madera y umbrosas, alternando con otras en donde el sol llega al suelo con mayor facilidad para hacer un camping y los árboles crecen más espaciados. Sinceramente no creo haber visto un bosque primigenio, por lo que cierro mi “boquita”.

 

 

La Teoría de Phillips sobre los efectos biomecánicos

de la caída de un árbol en la heterogeneidad de los

suelos forestales (ver Galería «Gráficos de Suelos»)

 

Los árboles contra el edafólogo:

 Al primer árbol que encuentre a mi paso le voy a dar una patada que se va a acordar de Juanjo durante toda su prolongada vida (si visito un bosque primigenio, que en Europa son “habas contadas”). ¿Por qué? Las enormes raíces del árbol impiden que se pueda cavar una calicata, so pena de matar al árbol, y eso con maquinaria, porque con azada es imposible. Por tanto, los edafólogos nos solemos ver obligado a cavar en las zonas más aclaradas. Obviamente este hecho a dificultado detectar el patrón mosaicista mentado. Gracias Jonathan por esta instructiva clase acerca de la estructura y dinámica de los suelos forestales.   Como veis no nos ha hecho falta hoy apelar a la química más que de pasada. Salva ya le entrará al bosque por otro lado y aprehenderéis más de esos temas.  ¿Me entendéis ya cuando, lamento que la mayor parte de los ecólogos se despreocupen del suelo? Ellos se lo pierden.

 

Como analizaremos en otro post se trata de caso palmario de “edafogénesis divergete”.

 

En cualquier caso reiteramos, como ya lo hicimos en el post precedente, que la tala de un bosque impide la dinámica natural descrita. En “teoría”, al no remozarse el suelo, por el efecto de la surgencia de las raíces hacia la superficie, los nuevos brinzales deberían crecer en enclaves edáficos menos favorables. En cualquier caso se trata de un tema que aún no ha sido investigado. Si fuera el caso, la estructura y dinámica de los suelos en los “cultivos madereros”, diferiría en gran medida de la de los bosques prístinos.

 

 

Juan José Ibáñez

(a la sombra de un árbol virtual)

Compartir:

6 comentarios

  1. Juanjo, creo muchos forestales deberían reflexionar esta situación. La mención de bosques primigenios me recuerda a la pureza racial, no solo es labor ardua encontrarla, es una extravagancia contranatura. Debo aceptar que nunca había reflexionado sobre esta situación y sobre todo el llenado natural de dichas cepas (También naturales) con materiales orgánicos superficiales. Nuestro recordado maestro Efraim Hernandez Xolocotzin, nos enfatizaba que antes de hacer cualquier actividad en el campo, siempre observarmos la vegetación, su generalidades y particularidades. Lógicamente enfatizaba la chifladura que era trasladar la agricultura de climas templados a los trópicos. Recordaba que a los genetistas se les olvidaba que los genes estaban en las plantas y que estas se desarrollan <generalmente> en el suelo y bajo la atmósfera y así hasta el infinito. Seguramente si pudiera verme esbozaría una sonrisa peculiar de él

  2. Muy interesante, creo que es una contribución a la ciencia forestal. felicitaciones.

    Atte.

  3. HOLA!:

    les queria comentar que yo les proponeria hacer graficos sobre los bosques nativos y artificiales ya que en la escuela nos solicitan un poco de ello y no e podido encontrar pagina alguna que lo contenga.

    muchas gracias

    ATTE. JOSEFA CABALLERO.

  4. es muy bueno que se hable sobre la relacionde suelo y arbol, pero me quedan dudas, quisiera saber mas sobre como esta esta relacion suelo arboles en cuanto a su nutrientes, alguien me podria orientar. principalmente si se tratan de arboles tropicales.

    saludos

Deja un comentario