Percepción Individual, Social y Cultural de la Realidad, Según Bruno Latour
Como vimos en nuestro último post sobre Bruno Latour, este autor va narrando, paso a paso, el problema de cómo alcanzar una propuesta razonable del dilema mente-realidad exterior, es decir de como deberíamos concebir esta última. De acuerdo a Latour, la substitución del ego individual por una visión social y cultural, a la hora de dar cuenta de que es la realidad no resulta ser un avance respecto a las posiciones de filósofos precedentes como las de Descartes y Kant, sino que por el contrario, nos alejó aún más de entender el mundo que nos rodea. Por tanto, según él, tal visión colectiva respecto a la individual fue contraproducente. En este sentido, el mencionado autor señala que entre el individuo y la naturaleza que nos rodea:
La cultura influye en la manera en que percibimos el mundo.
(…) la sociedad interpone sus filtros. Su parafernalia de tendencias, teorías, culturas, tradiciones y puntos de vista se convirtió en una ventana opaca. Nada del mundo podía pasar a través de tantos intermediarios y llegar hasta la mente de los individuos. Ahora la gente no sólo estaba ?encerrada en la prisión de sus propias categorías sino también en la construida por sus grupos sociales. En segundo lugar, esta misma “sociedad” se compone simplemente de una serie de mentes en-sus-vasijas -muchas mentes y muchas vasijas sin duda-, habitada cada una de ellas por esa extrañísima bestia: una mente aislada mirando fijamente un mundo exterior. ¡Menuda mejora! Los prisioneros ya no están en celdas separadas sino confinados en la misma mentalidad colectiva. En tercer lugar, el siguiente giro, el que desde el Ego nos lleva a las múltiples culturas, puso en peligro la única cosa buena de Kant, es decir, la universalidad de las categorías a priori, único sucedáneo de la certeza absoluta que había sido capaz de retener. No todo el mundo estaba ya encerrado en la misma prisión, ahora había muchas prisiones, inconmensurables y aisladas. No sólo la mente estaba separada del mundo, sino que cada mente colectiva, cada cultura, se hallaba desconectada de las demás.
Pero quedaba aún una cuarta razón, todavía más dramática y más triste, que hizo que este giro hacia la “sociedad” se convirtiera en una catástrofe que rápidamente pisaba los talones de la revolución kantiana. Las exigencias de conocimiento de todas esas pobres mentes, prisioneras (…) pasaron a formar parte de una historia aún más extraña, quedando asociadas a una amenaza mucho más antigua, el miedo al imperio de las masas (…): La realidad depende de cualquier cosa que la masa considere verdadera en cualquier momento dado. Es justamente la reverberación de ambos miedos, la pérdida de todo acceso cierto a la realidad y la invasión de las masas (…).
Bruno alega que lamentablemente tal proceso significaba que:
“(…) es posible adentrarse aún más en el camino equivocado, siempre pensando que alguna solución más radical resolverá los problemas que se arrastran desde la última decisión”. Una solución, o, más exactamente, otro inteligente juego de manos, es mostrarse tan complacido con la pérdida de la certeza absoluta y los universales a priori que uno se alegra de haberlos abandonado. Cada uno de los defectos de la posición ?anterior pasa a considerarse ahora como una de sus mejores cualidades. Sí, hemos perdido el mundo. Desde luego, nos hemos convertido para siempre en prisioneros del lenguaje. Jamás recobraremos la certeza”. Ahora los prisioneros amordazan incluso a los que les piden que miren por los ventanucos de su celda. Están dispuestos a «deconstruir», como dicen -lo que significa destruirlo lentamente-, a cualquiera que les recuerde que hubo un tiempo en que eran libres y en que su lenguaje era portador de un vínculo con el mundo.
Laour se lamente pues, el retroceso más que avance que significo cada paso dado desde Descartes y Kant en la búsqueda de una posición razonable del individuo respecto al mundo exterior, por lo cual la mente permanecía aislada del exterior por el cuerpo que le aprisiona, unos valores sociales y culturales que la alejan y aíslan más aun de alcanzar una certeza de lo que ocurre ahí fuera.
A nivel personal pienso que a Latour le preocupa en demasía conectar al mundo con la realidad vía filosófica. Reiteramos que atesoramos una serie de aparatos sensoriales que nos informan de ciertos aspectos del mundo, pero no de todos. Es obvio que de haber dispuesto de otros sentidos diferentes sería posible que nuestras percepciones fueran bien distintas, y por tanto también nuestros valores individuales y culturales. ¿Y si dispusiéramos de un utópico sistema sensorial completo conceptual “completo”?. Para mi se trata de una pregunta que no merece la pena plantearse, y por lo tanto menos aun ser respondida. El mundo seguramente sea demasiado rico para que podamos alcanzar una percepción al menos relativamente fiable de su estructura y naturaleza. Fijémonos en los propios avances de la ciencia. Imagínense que lográramos resucitar a Kant y Descartes para informarles de que la materia es energía, que está casi totalmente hueca y que se compone de ladrillos cada vez menores según ampliamos nuestro “zoom” para intentar analizar cuales son sus últimos ladrillos. ¿No nos dice, hoy por hoy, la mecánica cuántica de que algunos de esos ladrillos se comportan de manera diametralmente opuesta (la dualidad honda partícula), según que experimentos realicemos con vistas a desvelar sus secretos? Resulta pues que es la propia ciencia la que también nos aleja de esa realidad mostrándonos “realidades” extrañas que apenas alcanzamos a entender con vistas a entender un mundo coherente. Más aun, por la propia naturaleza del progreso científico, es esperable y deseable que generaciones futuras alcancen visiones de la “realidad” que hoy ni tan siquiera podemos concebir.
¿Qué le preocupa realmente a Bruno Latour?: ¿Vivir en la certidumbre? Hasta aquí, el discurso de Latour, aun siendo comprensible no me dice nada en absoluto. De hecho, todo apunta a que su búsqueda parte de unas premisas que la propias ciencias cognitivas están refutando. Hoy sabemos que la mente modeliza más que recibe incólume la información que sensorial que recibe del mundo. Por tanto, parte de lo que vemos está filtrado por nuestro aparato cognitivo. Del mismo modo las neurociencias parece que comienzan a corroborar que diferentes culturas perciben “efectivamente” el mundo de diversas maneras, activándose diferencialmente ciertas regiones del cerebro ante los mismos estímulos. Así por ejemplo, los asiáticos se encuentran menos incómodos por lo colectivo y, mientras que los occidentales con los juicios absolutos y la individualidad, aspectos que avalan los hechos diferenciales del misticismo oriental respecto a los que dimanan las tradiciones monoteístas de occidente y el mundo árabe. Pero sigamos analizando el discurso de Latour:
“Sin embargo, en nuestro siglo, se ha propuesto una segunda solución, una solución que ha hecho trabajar a muchas mentes brillantes. Esta solución consiste en sacar sólo una parte de la mente fuera de la cuba y realizar después lo más obvio, es decir, ofrecerle de nuevo un cuerpo y volver a poner ese conjunto reunificado en contacto con un mundo que ha dejado de ser un espectáculo que contemplamos para convertirse en una extensión vivida, autoevidente e irreflexiva de nosotros mismos. Aparentemente, el progreso es enorme y el descenso a los infiernos queda suspendido, ya que hemos dejado de tener una mente enfrentada a un mundo exterior y logrado un mundo experiencial al que se une ahora un cuerpo semiconsciente e intencional”.
?“Desgraciadamente, y para que tenga éxito, esta operación de urgencia se ve obligada a trocear la mente en pedazos aún más pequeños. El mundo real, el que conocemos a través de la ciencia, queda enteramente librado a sí mismo. La fenomenología trata sólo con el mundo-tal-como-aparece-a-una-conciencia-humana. Nos enseña mucho acerca de cómo jamás nos distanciamos de cuanto vemos, cómo no estamos nunca contemplando un lejano espectáculo y cómo nos hallamos siempre sumergidos en la rica y viva textura del mundo, pero, por desgracia, este conocimiento será incapaz de decirnos cómo son realmente las cosas, dado que nunca podremos escapar del estrecho ámbito de la intencionalidad humana. En vez de indagar los modos en que podemos pasar de un punto de vista a otro, nos condenamos a permanecer siempre atados al humano (…) pero todo eso no bastará para amortiguar el ruido (…) La razón es que, pese a todas las pretensiones de superar la distancia entre el sujeto y el objeto -¡como si esa distinción fuera algo que puede superarse! ¡Como si no hubiera sido diseñada para no poder ser superada!-, la fenomenología nos enfrenta a la más dramática división de toda esta triste historia: un mundo de la ciencia enteramente abandonado a sí mismo, completamente frío, absolutamente inhumano; y un rico mundo vivido de actos intencionales totalmente limitado a los seres humanos, absolutamente divorciado de lo que las cosas son en y por sí mismas.
¿Por qué no escoger la solución contraria y olvidar por completo la mente-en-la-cuba? ¿Por qué no dejar que el “mundo exterior” irrumpa en el escenario, haga añicos la vasija, (…) y transforme la mente en un cerebro, en una máquina neuronal inserta en un animal darwiniano que lucha por su vida? (…) En vez del complejo “mundo de vida” de los fenomenólogos, ¿por qué no estudiar la adaptación de los humanos del mismo modo que los naturalistas han estudiado todos los demás aspectos de la “vida”? Si la ciencia puede invadirlo todo, seguramente puede poner término a la duradera falacia de Descartes y hacer de la mente una blanda y cimbreante porción de la naturaleza. ¡Expresiones como inhumano, reduccionista, causal, sujeto a leyes, cierto, objetivo, frío, unánime, absoluto, no pertenecen a la naturaleza como tal, sino a una naturaleza contemplada a través del prisma deformante de un recipiente de cristal!
Y aquí, efectivamente, creo que Bruno tiene toda la razón, aunque de nuevo le ha sobrado hasta ahora una buena dosis de retórica. Somos materia viva y debemos obedecer sus mismas leyes, del mismo modo que estas deberían conformarse a las de la química y las últimas a su vez a la de la física. Las ciencias de la complejidad nos han mostrado que no existe tanta diferencia (a veces ninguna) entre la estructura y comportamiento del mundo no biológico, el biológico, el de los artefactos culturales, y sociales, el de la economía, el de Internet, etc., etc. Empero la tradición judeo-cristiana e islámica nos ofreció un universo construido por una deidad para el disfrute razonable de los humanos, esos ¡individuos!. De ahí parte de nuestra tendencia a separar el yo del exterior, el objeto del sujeto, la mente del cuerpo, etc. Ninguna religión panteísta siguió los pasos aludidos por Latour sobre la civilización occidental. Aquellas siempre se concibieron como una parte integral de la naturaleza, diosa, madre y omniabarcante a la vez. Siempre tengo la sensación de que suele soslayarse un hecho tan simple en una buena parte de los discursos de los filósofos occidentales. ¿Cuál es la razón? Cabría quizás recordar a Latour, que al sacar la mente de la cuba individual, nos topamos siempre con lo social, ya que también forma parte de la naturaleza que nos rodea. Y lo social enraíza en las tradiciones y cosmologías en las que hemos sido “cultivados”. No podemos sustraernos tan fácilmente de tal hecho, y menos aún en épocas pretéritas en la que no se cuestionaba la inmutabilidad del mundo, la fe ciega en que el hombre occidental se encontraba ensalzado ante las culturas inferiores de los pueblos “bárbaros” a los que habíamos doblegado sin mucha dificultad. Siempre recomiendo ante este tipo de debates que uno torne a leer “La Rama Dorada”, cuyo texto completo de más de 800 páginas os lo podéis bajar de aquí. Sir James George Frazer, considerado por algunos como uno de los padres de la antropología cultural. Con independencia de los comentarios e interpretaciones de esta obra, que data de 1890, lo que más me impresionó fue como el autor narra muchos detalles de las culturas aborígenes desde su pedestal de hombre culto occidental. Numerosos casos que expone como ejemplo del barbarismo de los pueblos que realizaban ciertas prácticas “mágicas” resultan ahora hechos comprobados científicamente como verídicos. Vamos, que lo que el consideraba superchería no lo era. Y lo peor es que la mayoría de la población occidental contemporánea sigue pensando de la misma forma. Hasta aquí llega la impregnación de las –mentes en una cuba- de la cultura en la que se desarrolla. Más aún, un ejemplo palmario de que somos en buena medida un producto culturalmente heredero de la tradición judeo-cristiana se puede entender en el debate sobre la evolución darviniana versus teoría del diseño inteligente.
Pero continuemos con las elucubraciones de Bruno Latour:
¡Si hay algo inalcanzable, es el sueño de tratar la naturaleza como una unidad homogénea con el fin de unificar los diferentes puntos de vista que la ciencia tiene sobre ella! Eso nos exigiría ignorar demasiadas controversias, demasiada historia, demasiados asuntos pendientes, demasiados cabos sueltos. Si la fenomenología había abandonado la ciencia a su destino limitándola a la intención humana, el movimiento contrario, consistente en estudiar a los humanos como «fenómenos naturales», habría producido peores resultados: habría abandonado la rica y controvertida historia humana de la ciencia, ¿con qué propósito? ¿El que persigue la ortodoxia media de unos cuantos neurofilósofos? ¿O un ciego proceso darwiniano que limitase la actividad de la mente a una lucha por la supervivencia para conseguir que “encajara” con una realidad cuya auténtica naturaleza se nos escaparía para siempre? De ninguna manera, estoy seguro de que podemos hacerlo mejor. No hay duda de que podremos (…) volver sobre nuestros pasos, conservando a un tiempo la historia de la implicación humana en la realización de los hechos científicos y la implicación de las ciencias en la realización de la historia humana (…) Por desgracia, no podemos hacerlo; aún no (…). Lo que nos detiene es la amenaza del imperio de las masas.
¿Y entonces cual es tu propuesta Bruno? La analizaremos en nuestro siguiente post sobre Latour? Ya estamos a punto de desvelar la verdadera propuesta de Latour. En cualquier caso, anticipar que es interesante. Lo que más me ha preocupado hasta aquí del discursó de este autor es que, como otros, da la impresión de considerar la cultura occidental como único centro de su debate. Y al hacerlo incurre en parte en los mismos errores que sus predecesores. En mi modesta opinión, de haber tenido en cuenta otras tradiciones, podría haber sido menos crítico con los ilustres filósofos a las que viene criticando con extremada dureza. Del mismo modo, nuestras visiones del mundo no pueden separarse de nuestras fuentes culturales-religiosas, por mucho que nos empeñemos. Y el caso aludido del debate entre neocreacionistas y científicos ortodoxos es una buena muestra de ello.
Juan José Ibáñez
Continuará…….
Sumario de los post editados en “Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia hasta este post (pinchar en los números para desplegar los post)
¿Qué es esa cosa llamada Ciencia?
Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia
Ciencia e Inducción [1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13,]
El Círculo de Viena y el Positivismo Lógico [41]
Filosofía de Karl Poper: El Falsacionismo [14, 15, 16, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26]
Filosofía de la Teoría de la Evolución y Sociedad [17, 18],
Naturaleza y enseñanza de la Ciencia [22]
Las Teorías Científicas Como Estructuras Complejas
La Filosofía de Imre Lakatos [28, 29, 30, 31, 32]
La Filosofía de Thomás Kuhn [33, 34, 35, 36, 37]
Filosofías Radicales de la Ciencia: Feyerabend y más [38]
Filosofía de la Ciencia versus filosofías científicas [39]
¿Es la mente fractal? [40]
¿Filosofía Cuántica? [42]
Seredipidad o Serendipia y la Lógica de los Descubrimientos Científicos [43]
El Dudoso Estatus de los Ciencia Modelos de Simulación Predicativos [44]
Filosofía de la Tecnología y Ortega y Gasset [45]
Los Conceptos y Sus Limitaciones: Vivir en la Incertidumbre [46]
Nominalismo, Realismo y Conceptualismo: Sobre el significado de concepto [47]
Pensamiento Analógico y Pensamiento Digital: Acerca de lo Continuo y lo Discreto [48]
El Discurso Científico, Conceptos Contrarios y Jean-Marc Lévy-Leblond [49]
Sobre Ciencia, Filosofía de la ciencia y religión : [50]
Clasificaciones, la Percepción del Mundo y el Progreso Acumulativo de la Ciencia [51]
El Concepto de Especie, Tipos de Suelo y la Filosofía de la Ciencia: Realismo Promiscuo [52]
Números mágicos [53]
Bruno Latour y los Estudios Sociales de la Ciencia [54, 55, 58, 59]
Reduccionismo epistemológico y ontológico (las teorías del todo) [56]
Sobre lo continuo y lo contiguo [57]
buscar percepcion de la sociedad
[…] Percepción Individual, Social y Cultural de la Realidad, Según Bruno Latour var addthis_pub = ''; var addthis_language = 'en';var addthis_options = 'email, favorites, digg, delicious, myspace, google, facebook, reddit, live, more'; Etiquetas: democracia participativa, Democracia Real Ya, democracia representativa Curso Básico Sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia, Documentos sobre Edafología + Instituciones + Enlaces, General, Notas Breves de Prensa, Prensa y Política Científica […]
interesante
[…] Percepción Individual, Social y Cultural de la Realidad, Según Bruno Latour […]
[…] Percepción Individual, Social y Cultural de la Realidad, Según Bruno Latour […]