Stephen Gay Gould es uno de mis escritores científicos favoritos. Muchos colegas han denostado sus “artimañas” para saltarse las revistas de impacto y publicar sus tesis en libros, muchos de ellos de divulgación. Si en este país nos lo permitieran, yo imitaría su ejemplo; quiero decir que al menos lo intentaría (claro está). Pero la patética idea de “publica en revistas indexadas o perece” lo impide. Exponer sus ideas simultáneamente al gran público y la propia comunidad científica me parece un mérito más que una estratagema. Y si encima ganas unos buenos dineros adicionales….. mejor para él. Más aun, el éxito de la paleontología entre el público general se debe a esta manera de proceder. Tengo la impresión que los heterodoxos padecen una profunda envidia hacia su persona, por cuanto a fin de cuentas le deben mucho, al menos los de su disciplina. Sus textos interesantes, agudos, divertidos, irónicos y escritos de forma coloquial, se me antojan deliciosos. El personaje también atesora otras virtudes personales enormes, como la de luchar durante decenios contra un cáncer incurable cuando se lo diagnosticaron, y llegar a fallecer a una edad bastante tardía, aunque fuera a causa de este mal. Toda esta admiración no implica que esté de acuerdo con el conjunto de su pensamiento. En muchos aspectos discrepo. Sin embargo, en contra de los que solo aprecian a los que piensan como ellos (el pensamiento único siempre es un síntoma de autoritarismos subyacentes), personalmente disfruto de la agudeza y genialidad de los científicos que defienden tesis que no comparto con tanta destreza y humor. Y al hacerlo, tienes que devanarte los sesos. Por tanto te hace más sabio y mejor informado. Tendremos que hablar de él en el futuro, ya que la abundante bibliografía del entrañable Stephen (casi todos sus libros se han traducido al español castellano con gran existo de ventas), así como su ataque la sociobiología de E. O. Wilson y aláteres (que comparten muchos neodarvinistas actuales, explícita o tácitamente) da para mucho. ¿Y que decir de su teoría del equilibrio puntuado?. ¡Fantástica!. Sin embargo, hoy vamos a hablar de cómo puso en jaque la idea convencional de que la evolución se dirige hacia un aumento de la complejidad, algunos de cuyos colegas la confunden con “progreso”. Le bastó una simple metáfora para generar una polémica científica tremenda. Hablamos del muro izquierdo de Gould.      

 

 

 

Los limites de la Complejidad biológica y el Muro de Gould. Fuente: Génesis of Eden

 

 

Reitero que no comparto todas las ideas de Gould, que tuvo muchas. Digamos que estoy de acuerdo con algunas de ellas. Y justamente la del muro izquierdo no es de mis favoritas, aunque atacarla resulta también un reto. Antes de comenzar, tan solo señalar que  en este enlace se muestra la abundante obra de Gould, mucha de la cual se encuentra en acceso abierto. En el Blog Doble Hélice se expone de forma sencilla y clara la conjetura de Gould (la puede entender cualquier ciudadano, y no solo sesudos investigadores con su indescifrable jerga) que dio lugar a la controversia mencionada. Veréis la sencillez y clarividencia de la que Stephen hacía gala. Me remitiré pues a este buen texto para ir, párrafo por párrafo ofreciendo mi propia opinión “deconstructiva”. 

 

Blog Doble Hélice:


 (…) La idea de que a lo largo de la evolución existe una tendencia al aumento en complejidad está bastante arraigada en el pensamiento evolutivo de muchos biólogos, presentándose así en numerosas ocasiones filogenias que muestran una evolución claramente direccional. Esta tendencia dirigida ha hecho pensar a muchos en el aumento de complejidad como sinónimo de progreso evolutivo, siendo así la evolución el proceso de cambio dirigido cuya meta es la perfección. No obstante, en nuestros días, esta visión progresista ha sido dejada un poco de lado, de modo que se considera dicha tendencia al aumento de complejidad como resultado de los procesos evolutivos (¿predecible?), no como motor de éstos, quedando el dilema de si esta tendencia es pasiva o dirigida.

 

Que el ser humano se encuentra en la cúspide de la escala evolutiva es un pensamiento excesivamente arraigado entre los evolucionistas neodarvinistas. Honestamente, pienso que sí actualmente tal idea ha decaído (más a la hora de exponerla en público que de abrazarla en privado), no se debe tanto a los argumentos de Gould como al pánico que muestran aquellos frente a la versión sofisticada del creacionismo, es decir a la conjetura del diseño inteligente, como ya expusimos en un post previo (Ciencia, Religión y Filosofía: Evolución, Creacionismo, Teoría del Diseño Inteligente y las Elucubraciones de Científicos y Filósofos). No sólo los evolucionistas en biología, si no muchos físicos con su conjetura del principio antrópico, han intentado defender que el cosmos es como es para que nosotros emergiéramos de él en un momento determinado. Tal concepción egocéntrica y a antropomórfica impregna el pensamiento occidental, como analizamos en el post “El Perverso Encanto de la Naturaleza –y de los Virus –y de los Hombres”. Se me antoja que los neodarvinistas, con su empanada mental, se contradicen en exceso, atesorando un Alzheimer selectivo que les impide olvidar lo que no es pertinente en un momento dado. Abajo os muestro, “actualizada”, la maniquea y reiterada imagen “ad neusean” que han venido mostrando los libros de texto escolares y científicos. ¿Y ahora que? El que los creacionistas se apuntaran a ella o no, ya es otro asunto mucho más reciente. El concepto de progreso es un termino que arrastra una visión teleológica (la naturaleza tiene propósitos) que jamás debiera tener cabida en el pensamiento científico.  Ahora bien, este último enlace nos remite a la versión que ofrece la Wikipedia Española, que muy a mi pesar, se encuentra impregnada acríticamente de la ideología neodarvinista más rancia. Durante muchas décadas del siglo XX, la idea de progreso ha impregnado tal punto de vista dominante. De ahí que Gould atacara su relación con los conceptos  de complejidad y evolución, usando su conjetura del muro izquierdo. Resulta lamentable observar como las miserias del neodarvinismo han dado lugar a que actualmente se intente borrar todo aquel desbarre del mapa, de una manera tan zafia como en el texto de Wikipedia (y que me perdonen sus “hacedores” ya que tengo un gran respeto por la mayor parte de los contenidos de la enciclopedia libre).  Pero en este caso……..

 

 

 

Progreso y Evolución. Fuente: Blog Biotay

 

Si aceptamos que la tendencia es activa, se carga de razón a los creacionistas, por tanto, había que desterrarla del mapa. Empero en formato papel es más difícil y la asociación entre progreso y evolución se puede leer por doquier. Obviamente, no puedo estar más de acuerdo en que, mientras no se demuestre lo contrario (tarea harto difícil, por no decir imposible), la evolución no puede ir ligada a la idea de progreso, lo cual, como analizaremos más adelante, no implica que sea necesariamente “producto del azar con mayúsculas”, como defiende Gould.  Pero continuemos……. 

 

S. J. Gould en su libro «La grandeza de la vida» ya propone un modelo teórico que intenta explicar el aumento de complejidad en las distintas formas de vida. Él se decanta por una tendencia pasiva, pues analizando la distribución en complejidad en distintos taxa se observa que la variación en complejidad de los distintos taxones presenta una distribución normal. Por otro lado, analizando la complejidad de la biodiversidad actual en su totalidad se observa que esta sigue una curva dextrocúrica, estando la moda en la complejidad de los organismos considerados más simples, es decir, las bacterias. Esta curva dextrocúrtica se debe a que existe un límite de complejidad mínima para la vida (al que Gould llama “muro izquierdo”) que impide la variación en ese sentido. Así, el aumento en complejidad biológica a lo largo de la evolución se explica como el resultado de una tendencia pasiva a partir de un nivel de complejidad mínimo.

 

En efecto, Stephen señala que si una bacteria o arquea fuera el organismo que dio origen a la vida (tesis que aunque parezca lógica no ha sido avalada por evidencias empíricas –caminito que el tiempo ha borrado……) cualquier variación de vida por mutación de su genoma debería dar lugar, necesariamente, a formas igual o más complejas, nunca a otras por definición.  Pero aquí surge un problema: Todo depende de la definición de vida, así como de cual fue la forma primigenia en función de aquella ¿Podemos aseverar que las bacterias son el Adán-Eva (la sexualidad vino después) de la vida?. ¿Y que son los virus? Ya se que algunos protestaréis, por cuanto habría que discutir mucho al respecto. ¿Empero se trata de un producto de la evolución biológica? ¿No es menos compleja que una bacteria aunque fuera producto de la vida? Desafortunadamente, el registro paleontológico de la vida es muy incompleto. Sin embargo, otros autores, como Maturana y Varela, propusieron el concepto de sistemas autopoyéticos. Se trata de concepto hipotético (eso es cierto) de las propiedades que hubiera debido atesorar cualquier organismo vivo primigenio. Quizás las bacterias y arqueas no fueron las primeras formas de vida sobre el planeta, si bien son organismos que se ajustan a tal concepto. Debemos reiterar que, para que una teoría sea considerada científica, debe ser falsable o refutable. No obstante, carecemos de evidencias empíricas para poder defender científicamente nada sobre de cuales fueron los primeros organismos vivos. Más aun, la comunidad científica aun no ha llegado a una definición satisfactoria de vida. Detectamos aquí uno de los puntos débiles de la hipótesis del muro izquierdo. Pero hay más, mucho más. Sin embargo sigamos con el texto seleccionado:    

 

La evolución de la complejidad biológica resulta así, por lo menos a mi entender, un concepto esencial a la hora de entender la evolución biótica (o al menos intentarlo). Pero, ¿tenemos evidencias empíricas que nos permitan entender tal evolución? Es en este punto donde realmente comienza la odisea ya que, teniendo que seguir el método científico para la obtención de datos, en este campo no hay un consenso acerca de algo tan esencial como es la definición de complejidad. Además presenta el añadido de que tomando la definición que sea, esta debe permitir elaborar una aproximación empírica, es decir, elaborar un sistema para medir o cuantificar dicha complejidad.

 

Podría encontrarme en total sincronía con el autor de esta sentencia, si en lugar de la complejidad, hubiera cuestionado otros conceptos evolutivos. Me explico. “No se puede poner la carreta delante del burro y pretender que este animal tire de aquella con eficiencia”. Complejidad no es un término que concierna directamente a la evolución biológica y menos aun que dependa de ella. Se trata de algo más básico. Una roca es más compleja que sus minerales constituyentes y ambos que la vida. Las denominadas ciencias de la complejidad, rama de la física de la materia condensada, estudian, como su propio nombre indica, los sistemas complejos (SC). Los SC incumben al mundo orgánico y al inorgánico. Básicamente, cualquier sistema abierto a los flujos de energía y materia, tiende (lo cual no lo ha hacen necesariamente) a estructurarse con el tiempo (evolución en términos físicos) adquiriendo mayores niveles de complejidad.  Y en este sentido, la evolución de la vida, como es lógico, sigue los dictados de las leyes y regularidades físicas (jamás al revés), que en este caso son probabilísticas. Las CC. Físicas (como cualquier rama de las denominadas CC. Duras) tienen mayor potencial para alcanzar o descifrar leyes y regularidades de un modo más riguroso que las que podrían obtenerse comenzando a analizar un sistema ya de por sí enormemente complejo, como las bacterias. Si aceptamos el actual edificio de la ciencia, las leyes biológicas deben ser conformes con las físicas y no al revés. Como corolario, el muro de Gould se enfrente a su vez contra otro muro (valga la rebuznancia). ¡No es necesario el azar puro para defender la complejidad pasiva!, sino que existen regularidades formales y cuantificables que van mucho más allá del azar, y lo transcienden, aunque no lo eludan.       

 

 

 

El muro izdo de Gould. Fuente: Doble Hélice


Entonces, ¿cómo definimos complejidad? Distintos autores han propuesto definiciones que implican distintos tipos de complejidad. Destacan, McShea que plantea ejemplos en los que diferencia entre complejidad estructural y complejidad funcional, y Simmon, que habla de una complejidad jerárquica en la que se observan distintos grados de complejidad en las partes que forman un determinado nivel jerárquico de la vida. Con esto se liga al concepto de complejidad el concepto de jerarquía.

 

(…) Y aquí el autor (que conste que el texto me gusta) cae lamentablemente en un error con mayúsculas. El reduccionismo miope hace estragos. Me refiero a la superespecialización que provoca tal modo de entender la indagación científica, así como la perversión de convertir a las diversas ramas de la ciencia en “sordos” compartimentos estanco, prácticamente desconectados entre sí. Primero debe definirse la complejidad física y luego elaborar una definición de complejidad biológica que no viole la primera. Reiremos que, hoy por hoy, se trata de un precepto normativo de la filosofía de la ciencia que nadie, y digo nadie preparado, se atreve a discutir. Sería como alegar que las ciencias sociales y humanas son más formales y atesoran mayor predictivo que las físicas y matemáticas. ¿¿?? (con todos mis respetos a aquellas). Actualmente, si bien debemos reconocer que no existe un concepto universalmente aceptado de complejidad, también lo es que se dispone de una batería de algoritmos que intentan cuantificarla, con mayor o menor precisión. Si existen unas ciencias de la complejidad, de cuyos éxitos nadie duda, no podemos soslayar su presencia.   


Ante las distintas definiciones de los conceptos han sido expuestas distintas hipótesis para explicar el aumento en la complejidad biológica, como por ejemplo, las hipótesis de la entropía, de la intensificación energética o de la versatilidad, entre otras. Personalmente, la que más me llama la atención es la teoría de la entropía, que está basada en los principios de la segunda ley de la termodinámica. Dentro de esta se diferencian dos escuelas, entre ellas la escuela de la teoría de la información, basada en los postulados de Shannon. En esencia plantea que la evolución de una entidad se produce por una dispersión entrópica en los morfoespacios de dicha entidad, tal y como lo hacen las moléculas de gas en un recipiente que lo contenga. Así, en mi opinión, dado que realmente no hay un consenso acerca de la definición y de su aproximación empírica, no se puede sacar una conclusión clara acerca de la existencia de una tendencia dirigida o pasiva, aunque, cada vez más, parece que se trata de un proceso pasivo.

 

¡Tremendo!. Para empezar la entropía no es ninguna hipótesis. Seguidamente, el autor apela al segundo principio de la termodinámica haciendo uso de lo que denomina “postulados de Shannon”. ¡Todo confuso y bastante erróneo!, como también superado por avances científicos posteriores, constatados por multitud de evidencias empíricas. Para empezar, Claude E. Shannon no propuso ningún postulado concerniente a la termodinámica.  Hoy por hoy, es considerado como uno de los padres de la Teoría de la Información. Junto a sus colaboradores, este investigador formuló una ecuación que “alguien de su entorno” le recordó que era idéntica (aunque obtenida por otros caminos) a la que con mucha anterioridad propuso el padre de la mecánica estadística (termodinámica), Ludwig Boltzmann. Por esa razón la denominó, y en honor al último científico mentado, índice de entropía. Hablamos del algoritmo que nuestro añorado Ramón Margalef introdujo por primera vez en ecología para estimar la diversidad de taxa existentes en un espacio concreto o ecosistema. Sin embargo, uno de los pioneros de las “ciencias de la complejidad,” Ilya Prigogine (premio Nóbel en 1977) y propulsor de la denominada “termodinámica del no equilibrio”, proponente de los conceptos de “estructuras disipativas” y “orden por fluctuaciones”, mostró como los sistemas complejos alcanzar mayores niveles de complejidad con el tiempo a consecuencia de las propiedades los dos últimos conceptos enlazados.

 

Y es aquí en donde el Muro de Gould pierde cualquier tipo de apoyo, para desmoronarse como un castillo de naipes, al menos en lo que concierne al azar puro como motor del incremento de la complejidad biológica a lo largo de la evolución.  Con ello no quiero decir que “pudiera ser que “la chiripa” fuera la causa, sino que hoy por hoy, existe una teoría más sólida que da cuenta de la complejidad y “tendencia pasiva”, sin tener que relacionarlas con ningún tipo de progreso, término que volvemos a reiterar que por teleológico no tiene cabida en el corpus doctrinal de la ciencia.

 

Lo más lamentable de todo es que los evolucionistas neodarvinistas, por no mirarse más que el ombligo, caen una y otra vez en discusiones carentes de rigor, cuando no se contradicen para defender una teoría que no es científica, con forme a los cánones actuales de este tipo de conocimiento. ¡Qué arrogante es la ignorancia! Y lo peor es que denostan, cuando no agraden, a cualquiera que ose defender otras tesis. Lo dicho, las miserias del neodarvinismo actual.

 

Juan José Ibáñez 

 

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5 comentarios

  1. Le felicito por sus citas a Boltzmann, Margalef y Prigogine.

    En España hemos tenido la gran suerte de tener entre nosotros a D. Ramón Margalef, ejemplar en tantas virtudes, sobre todo huldad y laboriosidad.

    El tema de la biodiversidad da para mucho. Ha sido, es, y será sienmpre una línea de pensamiento que hará que nos preguntemos cómo funcionan los ecosistemas. Le recomiendo, seguro que ya lo ha hecho, los escritos de Margalef, González Bernaldez y Angel Ramos. También a García de Jalón (zoólogo de la Universidad Poliytécnica de Madrid).

    Vida, complejidad, entropía, ADN, cristal aperiódico, … conceptos que Schöeredinger (nunca he sabido con certez cómo es su nombre) manejó y propuso con soltura de iniciación, con gran humildad, en "¿Qué es la vida?"

    Le animo a que usted siga releyendo estos textos y nos los explique bien. No acabo de entenderlos.

    Muchas gracias, aunque discrepo mucho de usted, para nada me considero capaz de juzgarle. Todo lo contrario, le admiro un montón. Le felicito por todo lo que hace en este weblog, aunque no lo comparta.

    Un admirado saludo, gracias.

  2. Perdone la molestia:

    Otros dos españoles que han dicho algo en complejidad y termodinámica lejos del equilibrio son dos grandes físicos catalanes, a los que usted, tal vez, conoce:

    – D. David Jou y todo su equipo. Además de poeta en catalán, lengua que, por desgracia no entiendo.

    – D. Jorge Wagensberg.

    Ambos admiradores de Prigogine y compañeros en eventos científicos de D. Ramón Margalef.

    Estoy convencido de que usted, desde sus conocimientos de edagología y debido a su, sospecho, curiosidad sana y conocimientos amplios puede seguir escribiendo más en estos apasionantes temas de la complejidad y la biodiversidad.

    Gracias, un cordial saludo.

  3. Gracias por tus comentarios. Conocí a los tres Prigogine, Wagensberg y Margalef en pequeñas charlas de muy pocas personas, no públicas. Estoy de acuerdo contigo. Pero lee a un joven catalán "Ricard Solé", que para mi ya es mejor y más reconocido que Wagensberg. Seguiremos escribiendo sobre estos temas, pero también de suelos que es el motivo funndamental de este blog.

    No dudes que con la complejidad no hemos acabado, ni creo que lo hagamos nunca ya que trabajo en eso.

    Un cordial saludo

    Juanjo Ibáñez

  4. Muchas gracias por su pronta contestación.

    Pienso que sin suelo no hay vida y, por tanto, aunque en un correo anterior le aconsejaba que, si pudiera, nos siguiera hablando un poquito sobre la complejidad y la biodiversidad el tema de este blog es la edafología.

    Es muy importante la conservación de suelos, eso usted lo sabe mejor que nadie; pero es estupendo que se dedique a divulgarlo.

    Muchas gracias. Soy castellano y me voy de fiestas toreras pero con el tema de los suelos en la cabeza. En mi tierra, ancha Castilla, ha habido grandes edafólogos, que trabajan, por ejemplo en el CSIC de Salamanca. Seguro que usted les conoce. También trabajan como usted para defender el suelo y su permanencia.

    Un crodial saludo

  5. Gracias Marcos,

    Por supuesto que conozco a los compinches del CSIC en Salamanca y nos llevamos muy bien. Tengo allí grandes amigos.

    Un abrazo

    Juanjo Ibáñez

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