La ciencia, por su propia naturaleza, no puede realizar profecías. En el mejor de los casos da lugar a predicciones, que pueden cumplirse o no. Sin embargo, muchos de sus actores si lo hacen. ¿Qué valor tienen las mismas? ¡Ninguno! Hasta los grandes mitos de la ciencia fallan estrepitosamente en tales aventuras. Julio Verne podría dar lecciones, incluso a algunos investigadores que pasaron a la historia por sus grandes descubrimientos. Debemos discernir entre los asertos de los científicos y la propensión de algunos a profetizar sobre el futuro de sus respectivas disciplinas científicas.

 

 

 

Michel de Nostradamus. Fuente: Blogenemigable

 No se trata de un tema nuevo. No es consecuencia de la bobalización, aunque se esté incrementando con ella.  El científico es un ser humano, y por lo tanto falible. Sus aportaciones deben medirse en función de sus descubrimientos, aunque hablemos de conjeturas e hipótesis y no de teorías o leyes bien establecidas. Cuando traspasan tales  fronteras, podrán ser más o menos geniales, pero tan falibles como cualquier mortal.  Si uno analiza la historia de la física, constatará que hasta sus grandes mitos espetaban frases de la siguiente guisa: ¡en treinta años la física dejará de existir ya que habrá descubierto todas las leyes universales que rigen el universo!. Obviamente, el devenir de la ciencia les contradice una y otra vez. Sin embargo perseveran. Tales asertos suelen confundir a los lectores profanos en la materia e incluso a muchos colegas cándidos. La cuestión pues es como “separar el grano de la paja”. En el caso de los investigadores no debería haber ningún problema, por cuanto tenemos capacidades para discernir los argumentos científicos de los que no lo son. Sin embargo en el caso de los ciudadanos el tema es más complicado.

 Nadie duda que los expertos atesoren más conocimientos para hablar del futuro de la ciencia, de la que son actores, que otros ciudadanos. Sin embargo, no es inusual que disparaten al inmiscuirse en otros asuntos. Estamos ya muy lejos de los saberes enciclopédicos de los sabios de la ilustración del siglo XVIII. La ciencia se ha especializado hasta tal punto que uno a penas puede estar al corriente de los avances en su propia disciplina. Pocos investigadores, por desgracia, se instruyen más allá, de los temas que son propios de sus competencias, aunque algunos quedan. Empero ni aun así. ¿Por qué siguen pues profetizando? Hagamos una primera criba, ya que existen dos tipos de “profecías” bien distintas, las interesadas y las que no lo son.

 La sciencebusiness o la ciencia chunga

La sciencebusiness ha nacido en la era de la imagen y la bobalización. Cuanto más mediocre es uno tanto más desea obtener fama y gloria mediática, con el propósito de promocionar sus productos y que se le concedan más pasta y jóvenes lacayos. Así, por ejemplo, tras escribir un paper en la que los “toca genes” y expertos afines dicen haber descubierto algo, los gabinetes de prensa de sus instituciones divulgan la noticia a bombo y platillo, como si hubieran encontrado el Santo Grial. Rara es la ocasión en la que alguno de los autores no indique que “nuestro estudio puede servir para detectar nuevas dianas terapéuticas”. En este caso, la frase “puede servir” lo dice todo. ¡Nada! En el 99% de los casos, aquél artículo caerá pronto en el olvido, con más pena que gloria. El mismo síndrome aqueja también a los investigadores de las ciencias ambientales, por cuanto las noticias de prensa señalan al autor (o autores) alegando “tal investigación nos muestra la necesidad de incluir tal o cual aspecto en los modelos de predicción del cambio climático. ¡Más de lo mismo!. Pero en este caso estamos en las manos de patanes, aunque son tantos….. Lo que me desagrada, especialmente en el caso de los estudios de las ciencias biomédicas, deviene en que numerosos lectores afectados por la enfermedad o sus familiares, comienzan a tener falsas expectativas, terminando por desengañarse de las bondades de la ciencia. Una cuestión es que un determinado tratamiento pase todos los ensayos preclínicos pertinentes y se divulgue el tipo de enfermedades a las que “debería” hacer frente, y otra bien distinta que hablemos de resultados iniciales obtenidos en el laboratorio. Si los segundos pueden fracasar, ¿que podemos decir de los primeros? ¡Mejor no hablar!

 Sin embargo, este post no tiene como intención abordar casos como el precedente. Lo que me intriga es la propensión de proclamar profecías de  profesionales que han alcanzado un merecido prestigio (a menudo han sido o son mitos legendarios). Reiteremos que en el caso de las ciencias físicas son legión. Del mismo modo, cuando se habla de inteligencia artificial, por citar tan solo un caso, entre otros muchos, algunos ya ponen fecha al advenimiento del primer robot que atesorará propiedades cuasi-humanas. Afortunadamente existen muchos científicos más responsables, o menos “cabezas locas”, que dejan las cosas en su lugar. Sin embargo, lo que vende es lo primero, no lo segundo. Antaño, la mayor parte de las profecías quedaban en el seno del mundillo de comunidad científica a la que habitaba el Mesías, pero con la llegada de la sciencebusiness todo ha cambiado. Cuando más descabellada sea la profecía tanto mejor, para la prensa, claro está.

 Los genios engreídos o con el síndrome de Peter Pan

No debemos escarbar mucho con vistas a averiguar las causas de este último modo de proceder. De hecho, las razones son de lo más simples. Los investigadores nos entusiásmanos como niños con nuestros propios juguetes (teorías, descubrimientos). A menudo, caemos en estados de euforia que nos impelen a realizar tales profecías, que de hecho son poco reflexivas. Diríamos que una pizca del “síndrome de Peter Pan no es un mal ingrediente para ser un científico creativo. El problema deviene cuando mezclaos la ciencia seria con nuestros deseos, más emocionales que racionales. No suelen darse, en muchos casos, segundas intenciones. Sin embargo, el ciudadano debería ser informado “de alguna manera”, con vistas a que entienda que estamos mezclando el agua con el aceite. Nótese que el primer caso, el que deviene de la sciencebusiness, es reprochable, pero este último no.

 


 

El síndrome de “Peter Pan”. Fuente: El Mundo Según Bei

 

Terminamos hoy con una breve nota de prensa que acabo de leer y que no sé si calificarla dentro del primer o segundo grupo. Craig Venter es venerado por muchos biólogos moleculares. Particularmente, es un personaje que me produce una cierta desconfianza, por no decir antipatía. No obstante, pueden ser prejuicios personales.  El inefable Craig profetiza, por no decir «amenaza” que dentro de un años la vida artificial será una realidad. Sospecho que el Sr. Venter ya tiene guardado un “as en la manga”.  Habría mucho que discutir a cerca de lo que el denomina “crear vida artificial”. Pero tampoco es materia para tratar en este post. Eso si, la siguiente frasecita debería ser materia de reflexión:

 

«Dentro de un año conseguiremos que estas células hagan lo que nosotros queramos, ya no habrá excusas sobre la carencia de agua, medicinas, o recursos limpios»

 ¿De verdad Sr. Venter? ¿Usted acabará con los males de la humanidad en un año o menos?. ¿Quién no tendrá excusas?, ¿el capital, los políticos, los aláteres de la globalización, los propios científicos? Con toda seguridad Venter nos sorprenderá, no lo dudo. Ahora bien pregúntenle dentro de un año, si sus descubrimientos y progresos llevarán a cabo todo lo que profetiza. Ya me imagino su respuesta: “no quería decir lo que dije” o “ustedes me malinterpretaron” “eso si, no me digan que ¿no estamos en los albores de una nueva época para la humanidad?» También nos señala que en un año la tecnología no será un obstáculo “para nada”. No puedo más que reírme ante una afirmación tan estúpida. Recordemos que la secuenciación del genoma humano también se estaba llevando a cabo por laboratorios con apoyos gubernamentales. El se adelantó utilizando la fuerza bruta de la computación. En su ausencia se hubiera tardado un poco más, tan solo eso. ¿Profeta, vendemotos, megalómano?. Ustedes deben formarse su opinión. Personalmente permaneceré expectante para disfrutar del edén prometido, ¡en un año!. Eso si, sin quererlo, la frase del Señor Venter, que finaliza la nota de prensa se me antoja como una verdad incuestionable en ciencia, pero no a partir de él (no sea usted bufón), sino desde siempre:

 (…) los límites del hombre no estarán determinados por los instrumentos a disposición, sino por su capacidad de imaginación

 ¿O en los albores fue la tecnología y solo tras ella devino la creatividad?.

 

Juan José Ibáñez

 

 

 

La vida artificial será realidad en un año

Dentro de un año la vida artificial será realidad. No se trata del argumento de una película de ciencia ficción, sino que es la afirmación que ha lanzado el biólogo estadounidense Craig Venter en Venecia, durante la quinta conferencia mundial sobre el «Futuro de la Ciencia». El proyecto parece ir con retraso, ya que el propio Venter anunció el pasado mes de mayo en España que los primeros resultados se ofrecerían antes de diciembre.

 FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 26/09/2009.

 

Venter es un apasionado del ADN, como demostró cuando en 2000 efectuó el primer mapa del genoma humano. En su conferencia sobre «La revolución del ADN», el científico estadounidense ha explicado que «hasta ayer nos esforzábamos por leer el genoma, hoy hemos aprendido a escribirlo», es decir, el equipo de Venter ha conseguido «pasar el software de la vida de una célula a otra, cambiando un organismo en otro». Hasta ahora Venter se ha centrado en organismos unicelulares, pero como bromeó el propio científico, «así se inicio la vida en el planeta».

 ADN EN UNA BACTERIA


El experimento parte de la inserción de una porción de ADN en una bacteria. Seguidamente, el genoma de la bacteria se clona en un fermento, extrayéndolo después para trasplantarlo en una célula «huésped». El genoma clonado viene tratado de modo que la célula «huésped» no lo rechace. En esta fase, la célula se «reaviva» como si fuera un organismo diferente del precedente. «Dentro de un año conseguiremos que estas células hagan lo que nosotros queramos, ya no habrá escusas sobre la carencia de agua, medicinas, o recursos limpios», ha asegurado el biólogo.

Venter ha hablado también de cómo afrontar el calentamiento global. «Estamos intentado capturar CO2 no sólo de la atmósfera, sino también de los grandes productores de CO2, como las centrales termoeléctricas», ha anunciado, especificando que «estamos a un paso de la posibilidad de hacer que donde se produce CO2 se utilice como energía». Y sobre la energía limpia ofreció también una solución anunciando que a través de la inserción de unas instrucciones específicas en el ADN de las bacterias, «iniciaremos a producir carburantes limpios hasta conseguir sustituir el petróleo como fuente de energía. A partir de ahora los límites del hombre no estarán determinados por los instrumentos a disposición, sino por su capacidad de imaginación».


Autor:   Verónica Becerril

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