En estos momentos me encuentro preparando una conferencia para un congreso, en la que intento proponer los cimientos de una teoría cuantitativa  que de cuenta de la edafogeografía o pedogeografía insular. Aprovecho la ocasión para hablar de la enorme importancia del área y relieve de las islas, en lo que respecta a los paisajes de suelos y vegetación que atesoran. En un post anterior ya expusimos una clasificación de los sistemas insulares. Este nos servirá como punto de esta contribución y otras que le sucederán.

 


 

Relación Área-relieve en el archipiélago de Hawai.

Fuente: metrotown.info

 

En la citada conferencia propondré una aproximación al tema arriba mentado. Mientras la Teoría de la biogeografía insular devino en el núcleo central de la biología de la conservación, y de la propia biogeografía, en su acepción más amplia, en el ámbito de la edafología no existe ningún constructo teórico semejante. Veamos si podemos ayudar a rellenar tal hueco. Esbozo pues aquí la importancia de estas dos variables, si bien también existen otras relevantes que dejaremos para otros post.

 

Desde hace tiempo, se sabe que la biodiversidad de los sistemas insulares incrementa conforme al área de cada isla conforme a una ley potencial cuyo exponente ronda el valor de 0.25. De hecho, también se conoce, desde hace muchas décadas, que tal ley también da cuenta del número de islas en función de su extensión, si bien, el exponente no tiene porqué ser el mismo. Hablamos de la conocida Ley de Korcák, que ya inspiró la Teoría de los Fractales de Mandelbrot. Dicho de otro modo, en un archipiélago lo suficientemente grande, existen muchas islas de escasas dimensiones, descendiendo su número conforme aumenta su tamaño, según una ley de escala. Pues bien, nosotros hemos comprobado que lo mismo ocurre con el relieve. Existe una clara vinculación entre el relieve (máxima altitud) y al área de cada isla de un archipiélago, de tal modo que al aumentar la segunda, también lo hace la primera, conforme a la mencionada función matemática.

 


 

Islote en Islandia. Fuente: Música y vino

 

Cuando se analiza el número de especies de cada isla de un archipiélago en función del área, las primeras incrementan conforme lo hace la segunda. Pero lo mismo ocurre con el número de edafotaxa (tipos de suelos), y lo que es más sorprendente, siguiente una ley potencial que mantiene su exponente en el valor de 0.25, como en el caso de los biotaxa mencionados. Ya os hablemos de este tema en varios post, como por ejemplo en este: “Edafodiversidad y Biodiversidad 14: Relaciones Taxa-área (SPARs), la teoría de la biogeografía insular”. La pregunta del millón sería ¿por qué? Vemos como se puede explicar.

 

 

 

Relación Área-Relieve en las Islas Galápagos.

Fuente: Arid Ocean Maps

 

La superficie de la Tierra es cualquier cosa menos isotrópica. Es decir al incrementar el área vamos capturando más heterogeneidades de diverso tipo (rocas, relieve, suelos, especies, etc., etc.). Digamos que este sería el principio físico fundamental que sirve de punto de partida con vistas a dar cuenta de la biodiversidad y edafodiversidad insular, entre otras. Del mismo modo, con vistas a que se despliegue un sistema geomorfológico rico en unidades deposicionales (terrazas, deltas, glacis, marismas, albuferas, etc.) se necesita que los sistemas de erosión fluvial puedan acarrear una gran cantidad de materiales y depositarlos hacia su desembocadura, en el mar. Tal hecho demanda extensiones considerables, y a ser posibles relieves pronunciados. Justamente, en donde Korcák detectó su denominada ley testamos nuestra hipótesis, publicando los resultados en la revista “Ecological Modelling”. Y al hacerlo observamos que, efectivamente, la relación área-relieve era muy significativa: al incrementar la extensión de una isla también lo hace su altitud máxima. Por tanto, como mínimo se requiere una extensión que supere un cierto límite con vistas a generar un rico modelado deposicional que de lugar a diferentes tipos de suelos, pero también de vegetación. Del mismo modo, al aumentar estas últimas, es decir el número de comunidades vegetales, lo hace también la fauna que se nutre de aquellas. Sin embargo hay algo más.

 

Un relieve pronunciado (imaginaros una alta montaña con sus cubres blancas) determina que se desarrollen una serie de catenas altitudinales que dan lugar a diferentes pisos de clima, vegetación y suelos. Resulta curioso que fuera Alexander von Humboldt quien se percatara de tales catenas, justamente en las Islas Canarias, otro de los archipiélagos que forma parte de nuestro estudio (en total son cuatro ya que también analizamos las Islas Británicas y las de Hawai). Resumiendo, a mayor área, mayor relieve, diversidad de organismos, suelos, comunidades y tipos climáticos. Por tanto, el área y el relieve determinan en gran medida las diversidades de los sistemas insulares.  Las repercusiones de esta cadena de relaciones son relevantes. Imaginaros que debierais muestrear un archipiélago con numerosos islotes e islas. Pues bien, “estadísticamente” bastaría con analizar la unidad de mayor tamaño para dar cuenta de la inmensa mayoría de las diversidades mencionadas, por cuanto las unidades menores resultan ser ensamblajes anidados de las mayores.  Se trata de lo que se denomina teoría de los conjuntos anidados, que ha demostrado ser la regla en los ensamblajes biológicos, mostrando nosotros que lo mismo ocurría para los paisajes de suelos (resultados publicados en  otro artículo de la misma revista, es decir “Ecological Modelling”). Podéis encontrar un resumen de este tema en nuestro post: “Biodiversidad, Edafodiversidad y Teoría de los Subconjuntos Anidados”.

 

Obviamente los tipos de suelos presentes, como también ocurre con la flora y fauna, dependerán del clima, el cual suele estar condicionado por la latitud en la que se ubica el archipiélago. Pero no es así para la estructura de los ensamblages de organismos vivos y de suelo, cuyo número y proporciones dependen, en gran medida, de variables tan simples de estimar como el área y el relieve.  

 

Más aun estudios realizados por Jarred Diamond, constatan que el área de una isla condiciona la evolución tecnológica y cultural, así como también del número de tipos diferentes de plantas y ganados que los aborígenes neolíticos explotaban (diversidad agropecuaria). Pero recordar siempre que se trata de regularidades estadísticas que funcionan mejor en los archipiélagos grandes que en los pequeños, pudiendo existir “excepciones que confirman la regla”.

 

Juan José Ibáñez

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Un comentario

  1. […] Sistemas Insulares”, abundando a cerca de algunos aspectos concretos en los siguientes post: “Ecología y Suelos en Sistemas Insulares: Área y Relieve”, “Biogeografía y Edafogeografía de Islas: El Efecto de las Islas Pequeñas (Small Effect […]

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