Algunos descubrimientos científicos gozan de una inmerecida y desmesurada publicidad mediática, mientras otros de gran interés pasan desapercibidos, a pesar de que el tiempo terminará demostrando su gran calidad y calado. Como ya os comentamos al hablar de las presuntas Sabanas Mediterráneas, muy posiblemente, este tipo de ecosistemas estuvieran mucho más extendidos de lo que pensábamos, antes y después de que los humanos primitivos entraran en juego. En ellos, grandes manadas de mamíferos herbívoros y sus depredadores moraban en bosques abiertos. Los últimos se hubieran cerrado  en masas densas, de no atesorar una fauna tan abundante, rica y estructurada. Lamentablemente para la paleoecología, tales descubrimientos van muy a menudo vinculados a la búsqueda del origen y evolución de la humanidad, relegándose los paisajes que les acogían a un segundo plano.  Se trata de un hecho lamentable, ya que ambos tipos de investigaciones atesoran un gran valor intrínseco. Hoy os mostraré los contenidos de varias notas de prensa relacionadas con el tema. Una de las últimas da cuenta de una fauna glaciar encontrada debajo de la Ciudad de los Ángeles en USA. También sus paleo-ensamblajes inducen a pensar en una estructura sabanoide que daba cuenta de especies estantes y de otras migratorias que acudían allí estacionalmente. Nada nuevo que no conozcamos ya a través del estudio las actuales sabanas africanas.  La cuestión estriba en que con el devenir del tiempo, descubrimos nuevos yacimientos que dan lugar a pensar que tales estructuras ecosistémicas eran mucho más ubicuas de lo que pensábamos hasta ahora. Pero existen otros muchos matices que merecen ser considerados al margen del ya aludido. Al leer estas noticias, me he topado con mis recuerdos, así como con una charla que sostuve a mediados de la década de los noventa con el paleontólogo Bienvenido Martínez, durante el transcurso de unas oposiciones a la escala de científico titular del CSIC a la que él se presentaba. Se trata de una de las historias más oscuras que conozco de la paleontología española. Alguien debería investigar objetivamente lo ocurrido en la controversia acaecida entre aquellas dos escuelas de investigación rivales, que se enfrentaron soterradamente en una guerra en la que sí que hubo vencedores y vencidos. ¿Mala praxis científica por algunos de los contendientes? ¿Fraude científico? Hablamos del Hombre de Orce. Otro día volveremos sobre este asunto.

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 Sabanas Miocenas en Madrid (España) Hace más de 20 Millones de Años. Fuente: Dehesa de la Villa Naturaleza Viva

En este interesante documento, se muestra la distribución geográfica de las estructuras de sabana en el mundo, incluyendo las existentes en América del Sur y Centro América. No existe continente que no las atesore. Llama la atención la falta de interés que demuestra la corriente principal de la ecología por este asunto. Quizás muchas áreas que pensamos que atesoraran bosques primigenios, albergaran en realidad sabanas, en un sentido amplio del vocablo. Tal hecho cambiaría nuestras concepciones actuales  a cerca de la evolución del paisaje, la estructura de los ecosistemas y temas más en boga como el secuestro del carbono por suelos y vegetación en los ambientes de pasado. Si en las formaciones forestales el secuestro de carbono por la biomasa aérea resulta ser muy elevado, en las sabanas (o bosques parque) la fracción subaérea (bajo el suelo) resulta ser mucho más relevante. De hecho, la ecología de los suelos resulta ser muy diferente en ambos hábitats.

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 Guadix Baza (Venta Micena). Paisaje de Sabana. Fuente: Scire Ciencia y Conocimiento

Del mismo modo, se nos suele hacer pensar que en el tránsito de los humanos antiguos desde África hacia Europa y Asia debieron hacer frente a profundos cambios ambientales por la disparidad de los recursos que atesoran “actualmente” tales masas de tierra. Sin embargo, quizás tal migración no fuera tan traumática. De hacer existido sabanas en Europa, como varios descubrimientos recientes parecen mostrar, aquellos aventureros posiblemente se hubieran encontrado con una estructura de similar de los recursos naturales y, como corolario, su adaptación no hubiera sido nada trabajosa, o mucho menor de lo que pensamos.

También debemos sopesar que las sabanas cambian sus fronteras y distribución geográfica conforme lo hacen los climas. Una hipótesis que habría que descartar con sólidos datos científicos deviene de si ellos emigraban conforme lo hacía su hábitat preferido.

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 El Hombre y la Sabana: Fuente: Diario del Planeta Tierra

Una cuestión adicional, aunque no por ello menos importante, estriba de entender hasta que punto aquellos ensamblajes de fauna y flora eran estables y resilientes (resistentes a las perturbaciones). Durante el transcurso de los ciclos glaciares-interglaciares cuaternarios, los climas de muchas regiones pasaron de ser más o menos cálidos y húmedos a fríos. Sabemos, por ejemplo,  que en buena parte de Europa los árboles caducos y perennifolios interglaciares daban paso a otros en los que las gimnospermas eran mucho más abundantes. Sin embargo, las evidencias paleoecológicas y arqueológicas vuelven a inducirnos a pensar que se trataba de formaciones abiertas de tipo sabanoide, por mucho que utilicemos el concepto de estepas frías. Obviamente tanto la composición taxonómica como la biodiversidad es más elevada en las primeras que en las segundas. Sin embargo la estructura de bosque abierto permanece, así como la importancia de los grandes herbívoros. Hasta cierto punto y, desde algunas perspectivas, podría decirse que tales ecosistemas serían variantes climáticas de unas estructuras ecológicas relativamente semejantes, en las que la biomasa de herbívoros y sus necesidades demandaban tal estructura mixta de árboles y pasto.

También en Latinoamérica las sabanas ocupan grandes espacios. Hoy por hoy, se sospecha que durante los periodos fríos los boscajes de lluvias tropicales y ecuatoriales encogían en el espacio, refugiándose en ciertos enclaves, mientras que el resto pasaba a transformarse en una estructura más árida de sabana. En otras palabras el clima era más seco que el actual. Desconozco si la arqueología americana ha descubierto los suficientes enclaves arqueológicos como para conocer, más o menos, los ensamblajes de especies animales que moraban en estos ambientes, que por necesidad tenían que ser  muy dispares de los que hoy se pueden observar en esas maravillosas selvas húmedas.

También sabemos que, actualmente, muchas sabanas se transformarían en bosques secos subtropicales densos de nos ser por la acción de los elefantes (especies clave de las estructuras abiertas) y/o de los fuegos inducidos por el hombre. Aunque las sabanas preceden a la humanización del paisaje, también deberíamos investigar hasta que punto el hombre las ha mantenido e incluso extendido intencionalmente, o hecho desaparecer por extinguir a las especies clave que una estructura sabanoide demanda con vistas a que el bosque no termine definitivamente cerrándose.

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 Bosques abiertos durante Glaciaciones Cuaternarias. Fuente: Diario del Planeta Tierra

Cuando terminé la licenciatura en CC. Biológicas, poco o casi nada se sabía sobre estos temas. Se nos informaba que con anterioridad al impacto humano la vegetación de la península Ibérica debía consistir en un mosaico de extensas masas forestales mas bien cerradas. Sin embargo, como podéis observar en alguna fotografía, resulta que escribo este post desde una localidad (Madrid) en donde hace más de 20 millones de años (Mioceno) existía una variada y biodiversa sabana rica en espacios húmedos. ¿Quién me lo iba a decir!

Os dejo pues con las notas de prensa. En un próximo post, y con este mismo material, nos centráramos en puntos de vista más teóricos y epistémicos. Daremos paso de nuevo a la sociología de la ciencia. Abajo veréis de nuevo que se habla de cambios de paradigma en varias ocasiones. Sin embargo, el uso de este concepto no se corresponde exactamente con el usado en filosofía de le ciencia.  Ya hablaremos de este interesante tema.

Juan José Ibáñez

Orce y la humanización primitiva de Europa

La última década del siglo XX cambió el paradigma por el cual explicamos la primera expansión humana en nuestro continente. La ciencia que hemos generado a partir de entonces es muy distinta a la que se desarrollaba previamente. Hasta 1990 teníamos muy pocos restos, apenas ninguno, de más de un millón de años, y una explicación general y comúnmente aceptada: los humanos habíamos accedido a Europa en un momento relativamente reciente, hace en torno a 800000 años y siempre con una tecnología avanzada, el Modo 2 o Achelense. La ciencia estaba dedicada a hallar los yacimientos que esa hipótesis preveía.

Robert Sala Ramos

Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, IPHES-Universitat Rovira i Virgili. Tarragona

Esta situación se invirtió a partir de una serie de descubrimientos nuevos y la reevaluación de otros preexistentes. Tres conjuntos arqueológicos y paleontológicos han estado en el centro del cambio: Dmanisi (República de Georgia), Atapuerca (Burgos) y Orce (Granada). Desde ese momento el énfasis ya no estaba sólo en hallar los restos de la primitiva humanización de Europa, bien conocidos a partir de entonces, sino que el interés radicaba en explicar el por qué y el cómo se había producido esa expansión, ya que era evidente que la explicación antigua no servía. La investigación es ahora muy distinta: ha cambiado en objetivo e interés.

En Dmanisi se descubrió a primeros de la década de los 90 una mandíbula humana que fue sólo el primer hallazgo que ha conseguido recuperar un conjunto fósil humano extraordinario con diversos cráneos completos y numerosos huesos postcraneales. Más allá de los fósiles, la datación del conjunto ha sido quizá el dato más destacado: 1,8 millones de años de antigüedad, mucho más de lo que se esperaba en las hipótesis anteriores. En Atapuerca, conocido desde los años 80 por el hallazgo de restos de hasta 28 individuos de la especie Homo heidelbergensis en la Sima de los Huesos, se descubrieron a mediados de los 90 los primeros fósiles de la nueva especie Homo antecessor en el yacimiento de Gran Dolina, con una antigüedad de 800000 años. Este dato se completó al encontrar en 2007 un nuevo resto de la misma especie en el yacimiento de la Sima del Elefante, aquí con una datación de 1,3 millones de años. En todos los casos la tecnología que acompaña los fósiles es de Modo 1, la más primitiva de la historia humana: en ninguno de estos yacimientos tenemos restos de Modo 2 o Achelense.

También en los sitios de Orce, Barranco León y Fuente Nueva 3, los datos han permitido desarrollar el nuevo paradigma. Los dos lugares, conocidos desde los años 80, fueron excavados desde los 90 y se halló en ambos numerosos restos fósiles de grandes herbívoros con presencia antrópica por la aparición importante de herramientas de piedra. Desde inicios de los 2000 se fecharon los dos en torno a 1,3 millones de años de antigüedad, situándose como los más antiguos de la península y del occidente europeo, sirviéndonos para la investigación del por qué y el cómo de la ocupación humana primitiva de Eurasia.

Los sitios de Orce, Barranco León y Fuente Nueva 3 se fecharon en torno a 1,3 millones de años de antigüedad, situándose como los más antiguos de la península y del occidente europeo

Los dos yacimientos con actividad humana de Orce se formaron en el borde del antiguo lago de Baza, una masa de agua salobre que ocupaba toda la región entre Baza y Orce y a la que desembocaban numerosos cursos fluviales del entorno, situados sobre todo en la comarca de Guadix. El entorno rico en agua lo describimos a partir de los sedimentos y, en especial, por la riqueza en moluscos de agua dulce en los yacimientos, un hecho que los relaciona con pequeños cursos que bajaban hacia el lago formando zonas deltaicas en sus playas. La fauna, tanto la micro como la macro, en la que destaca el arvicólido de dientes de crecimiento continuo, Mimomys savini, típico de los entornos ricos en agua de la Europa anterior a los 500000 años de antigüedad, y el Hippopotamus antiquus, otra especie típica de entornos acuáticos, refuerza la conclusión sobre el entorno.

Se trataba de entornos muy ricos, con presencia de numerosos rebaños de grandes herbívoros, como el Mammuthus meridionalis, Stephanorhinus hundsheimensis, Equus altidens, Megaceroides obscurus, junto a los ya citados hipopótamos. Unos entornos en los que diversos carnívoros y carroñeros competían por acceder a los recursos. Entre estos carnívoros destacan el Machairodus y el Homotherium, es decir los tigres de dientes de sable, acompañados por animales omnívoros como el Ursus, y carroñeros como la Pachycrocuta brevirostris. Todos ellos configuran un medio altamente competitivo al que los humanos recién llegados se adaptaron muy bien a tenor de los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en los yacimientos de Orce y que se han reemprendido en 2010.

La tecnología aplicada por los grupos humanos que se introdujeron en la región Bética estaba basada en la talla ortogonal, es decir, en el golpeo de un bloque de sílex con un ángulo de 90º o incluso más, lo cual genera productos pequeños y para nada estandarizados y que convierte el bloque de sílex en un volumen muy cúbico que pronto se agota porque pierde los ángulos sobre los que golpear. Las cadenas operativas de producción y uso de instrumentos eran cortas, se agotaban con la producción de lascas afiladas para menesteres de uso inmediato y abandono rápido. Este extremo lo demuestra la captación de bloques de sílex en el entorno más próximo tal como atestigua el análisis de las rocas utilizadas y que ha sido publicado recientemente. El territorio en el que los humanos hallaban los recursos alimenticios, buscaban las bases para los productos que pudieran satisfacer sus necesidades y en el que llevaban a cabo la extracción de biomasa animal para alimentarse, constituía un espacio muy reducido de pocos miles de metros cuadrados. Su economía era muy básica y de corto alcance.

La excavación arqueológica de 2010 ha sacado a la luz en algunos casos conjuntos restringidos de fósiles de mamíferos, compuestos por algunos huesos, acompañados de industria lítica. Estas evidencias nos muestran actuaciones cortas y puntuales de los humanos que accedieron quizás al cadáver de un rinoceronte, elefante o hipopótamos y del que extrajeron una cantidad relativa de alimento abandonando en el mismo lugar los restos no aprovechados y los instrumentos usados. Los enclaves con presencia humana en estas épocas primitivas parecen estar constituidos por una acumulación más o menos grande de pequeñas acciones a lo largo del tiempo.

A veces se puede atestiguar la competencia directa entre humanos y otros grandes depredadores como la hiena de hocico corto, la Pachycrocuta brevirostris. Es el caso del esqueleto casi entero de elefante excavado entre 2002 y 2003 en Fuente Nueva 3 alrededor del cual se hallaron tanto instrumentos de piedra como coprolitos de hiena que inducen a proponer una competencia por los recursos, una competencia que habrá que analizar más en profundidad a lo largo de los próximos años para confirmarla. En la explicación del cómo los humanos se introdujeron y medraron en los ecosistemas de Europa occidental los datos proporcionados por Orce son clave ya que proporcionan información de cómo conseguían alimento y otros recursos a diario y de cómo los explotaban. Es importante poder demostrar de forma fehaciente si los humanos eran principalmente carroñeros de grandes presas y/o cazadores de pequeños animales y, en cualquier caso, si eran capaces de ser los primeros en acceder a las presas en beneficio propio, en competencia con los otros depredadores y frente a ellos.

Lo que recientemente se ha hallado, después de demostrar que los yacimientos de Fuente Nueva 3 y Barranco León nos permitirán hallar restos en más niveles de los que en un principio se habían detectado, debe abrirnos la puerta a poder ofrecer a la ciencia europea y mundial el cómo los humanos se introdujeron en un entorno mediterráneo completamente nuevo para ellos y muy diverso, con grandes zonas lacustres como Baza-Orce y fluviales y cársticas como las de Atapuerca y consiguieron sobrevivir con la tecnología más básica de la historia humana.

El por qué llegaron tan temprano con una tecnología tan básica requiere la conjunción de todos los datos de Eurasia para dibujar una situación de competencia extrema por los recursos en África lo cual obligó a algunos grupos a buscar nuevas geografías inexploradas y con menor competencia intraespecífica, es decir, con menor población humana. Quizá este fue el escenario de la primera expansión humana por Eurasia y de su llegada a Europa occidental.

Orce nos ha ofrecido muchos datos y nos debe ofrecer aún más para seguir adelante con el nuevo paradigma en el que la ciencia se está dedicando a esclarecer el cómo y el por qué de unos fenómenos que ya son bien evidentes y de los que nadie duda: la existencia de población humana en un lugar, en un momento y con unas características que hace veinte años, cuando estábamos empeñados en hallar los trazos de una humanidad mucho más reciente, nadie hubiera imaginado y muy pocos sospechaban.

Historia de un yacimiento malhadado

Orce pudo ser en los años ochenta la cuna del hombre en Europa, pero el potencial del yacimiento quedó hundido por la polémica, porque el fragmento de cráneo fósil hallado en Venta Micena no acabó por convencer a la comunidad científica, dividida entre los que pensaban que era homínido y los que pensaban que no, que era de un équido.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A.

01/09/2010

Casi veinte años después, un nuevo equipo investigador, una nueva excavación y un nuevo proyecto hacen soñar otra vez con la resurrección del yacimiento paleolítico de Orce (Granada) como uno de los más importantes del mundo.

Los paleontólogos acaban de anunciar el hallazgo de varios restos óseos fosilizados de grandes mamíferos, elefantes, rinocerontes o hipopótamos, con evidentes huellas de haber sido consumidos por homínidos y también han recuperado industrias líticas muy primitivas, las primeras herramientas utilizadas por los homínidos. Tan primitivas que se comparan con las de los más antiguos yacimientos de Etiopía o Kenia. No es la primera vez que esto ocurre en Orce -de hecho los huesos estaban medio excavados por campañas de hace años-, pero es importante el cambio de proyecto, responsables y objetivos. Atrás quedan las viejas polémicas por el famoso fragmento craneal del llamado «hombre de Orce» y la obsesión demostrada por su descubridor, Josep Gibert, por defender la humanidad del fósil, que acabó con divisiones y enfrentamientos entre sus discípulos y el declive de las investigaciones.

El nuevo equipo, comandado por el profesor Robert Sala, paleontólogo vinculado a Atapuerca, acaba de comenzar sus trabajos en la cuenca del Guadix-Baza y ya ha demostrado la presencia humana hace 1,3 millones de años.

También atrás queda la pugna por el fósil del «primer europeo». Atapuerca ha asombrado al mundo ya durante dos décadas y se ha consagrado como el yacimiento con la mayor colección de fósiles de homínidos, como demuestra el Museo de la Evolución Humana recién inaugurado en Burgos. Aún así, Robert Salas promete cierta competencia cuando indicó que en la Sima del Elefante de Atapuerca la ocupación humana es de más corta duración mientras que en Orce los conjuntos de esa cronología «son mucho más extensos y dan idea de una ecología y adaptación diferente». La Junta andaluza financia el proyecto. La nueva campaña se prolongará hasta el 22 de septiembre, según la información del Institut Catalá de Paleoecología Humana i Evolució Social (IPHES), al que pertenece Sala. Los trabajos se centrarán en los yacimientos de Fuente Nueva 3 y Barranco León.

Los yacimientos han estado sin investigar durante los últimos años. Ahora, una vez reactivados y si logran el apoyo financiero necesario, y la suerte acompaña a los paleontólogos y se hallan los fósiles de los homínidos que ya sabemos que cazaban y comían hace más de un millón de años, es probable que Granada pueda mostrar al mundo un segundo tesoro, comparable a Atapuerca.

JUNIO DE 1982

Josep Gibert anuncia el hallazgo en Venta Micena, cerca de Orce, de un fragmento craneal de homínido, entonces y según las primeras investigaciones, el más antiguo de Eurasia.

MAYO DE 1984

El cráneo de la pesadilla El Museo del Hombre de París afirma que se trata de un fósil equino. Gibert convirtió la refutación de esa acusación en obsesión hasta su muerte.

VERANO 1993

El fósil en el laberinto. Gibert anuncia hallazgos y convoca un congreso internacional, a la postre incapaz de convencer al mundo, por su obsesión con el cráneo.

AGOSTO 1996

El equipo se hace añicos. La polémica sigue al congreso e importantes científicos señalan un fraude. El equipo de Gibert salta en mil pedazos. En 2007 Gibert muere.

SEPTIEMBRE 2010

Atapuerca llega a Orce

El paleontólogo de Atapuerca Robert Sala dirige el nuevo equipo, dispuesto a investigar a fondo y poner Orce de nuevo en el mapa de la paleontología.

Autor:   J. G. Calero

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1 comentario
De Orce | 27/09/2010  Orce, Granada, España

Este artículo está poco contrastado. Falta a la verdad, así no ocurrió la historia. El profesor Gibert era un hombre muy honrado y la culpa de que no se siga excavando en Venta Micena la tienen unos mediocres personajes, con intereses particulares, entre los que se encuentran los que forman parte del equipo que trabaja ahora, que siempre han negado la valía de Gibert. El profesor Gibert ha sido el que desde hace más de 30 años ha dado a conocer nuestro pueblo. Basta de mentiras. Que les den permisos ya al equipo de Gibert y pidan perdón a la familia.

Yacimiento paleontológico de dos millones de años Guadix Baza

El Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Organismo Público de Investigación perteneciente al Ministerio de Ciencia e Innovación, lidera desde el año 2001 las investigaciones paleontológicas en la Hoya de Guadix (Granada).

FUENTE | IGME – mi+d. 28/02/2011

El IGME lidera desde el año 2001 las investigaciones paleontológicas en la Hoya de Guadix (Granada), centradas en el excepcional yacimiento de grandes mamíferos de Fonelas P-1 de una antigüedad estimada en dos millones de años.

Estación paleontológica «Valle del Rio Fardes»

La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía apoya las investigaciones paleontológicas del yacimiento y el plan científico-cultural asociado. El objetivo de ambas instituciones es preservar los valores naturales y proteger este singular patrimonio paleontológico.

El yacimiento Fonelas P-1, presenta una gran riqueza paleontológica y en el se han reconocido más de 30 especies, tales como tigres de dientes de sable, bóvidos, suidos, elefantes, hienas, etc., en un extraordinario estado de conservación. Este yacimiento ya es un Lugar de Interés Geológico (LIG -«Geosite» VP 14- que forma parte del Inventario Andaluz de Georrecursos Culturales) y en un breve plazo será declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

Al final de 2010, tras un largo proceso en el que se han puesto en valor las singularidades científicas y patrimoniales de este yacimiento, el IGME ha adquirido la finca de 25 hectáreas que contiene tanto al yacimiento de Fonelas P-1 como a su contexto geológico inmediato, convirtiendo al IGME en el primer Organismo Público de Investigación de España que adquiere Patrimonio Geológico y Paleontológico para su explotación científica y cultural, y para la gestión de sus valores patrimoniales.

Panorámica de la finca adquirida

Durante la ejecución del proyecto, que ha contado con la financiación de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía de 2004 a 2007, se han realizado trabajos sistemáticos de excavación del yacimiento y la prospección del entorno del río Fardes, en los que se han reconocido 47 puntos de interés paleontológico.

El IGME pretende proteger el patrimonio paleontológico registrado en dicho yacimiento (miles de huesos fósiles de mamíferos excepcionalmente conservados que representan a un ecosistema continental desaparecido hace dos millones de años) y al conjunto de rocas que contienen la información científica sobre la historia geológica y ambiental de la Cuenca de Guadix durante el Pleistoceno inferior (entre 2,5 – 0,8 millones de años de antigüedad).

La adquisición de los terrenos busca facilitar y potenciar su excavación sistemática e investigación permanente, conservar dicho patrimonio paleontológico «in situ», en el ámbito del propio yacimiento, para divulgar y difundir en la sociedad la importancia y el significado de los recursos científicos que albergan las rocas de este territorio. Otro de los objetivos que se persiguen con la adquisición, es el desarrollo en estos terrenos de distintas actividades relacionadas con la investigación, la divulgación y la docencia relacionadas con las ciencias de la Tierra y de la vida en el contexto del Cuaternario, con la creación y puesta en marcha de la Estación Paleontológica Valle del Río Fardes que será una infraestructura pionera en su campo.

Los Ángeles vuelve a la Edad de Hielo

Antes de que las bandas, los coches de lujo y las estrellas del cine se asentaran en Los Ángeles, en las colinas de Hollywood habitaba una fauna todavía más peligrosa. Aunque cueste creerlo, hace cerca de 30.000 años, las soleadas playas y llanuras de la megaurbe californiana eran un territorio congelado, hogar de mamuts, mastodontes, jaguares gigantes, fieros tigres dientes de sable e incluso una especie de camello pariente directo de las llamas suramericanas.

FUENTE | Público 15/03/2011

Todos ellos murieron cuando terminó la última Edad de Hielo y sus restos descansaron bajo tierra hasta que, en 2006, a la mano del hombre se le ocurrió la brillante idea de construir un aparcamiento subterráneo en el centro de la ciudad angelina.

Las máquinas excavadoras que participaban en las obras de ampliación Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA) descubrieron por casualidad uno de los mayores tesoros arqueológicos de EE.UU.: 16 depósitos de fósiles, con decenas de miles de restos de plantas y animales de entre 10.000 y 40.000 años de antigüedad, que vivieron en la última glaciación.

Los expertos del vecino Page Museum, conocido por sus pozos de alquitrán en los que se han encontrado más de tres millones de fósiles, se pusieron manos a la obra con las tareas de recuperación. El tesoro arqueológico se dividió entonces en 23 enormes contenedores de madera, responsables de que la excavación recibiese el misterioso nombre de Proyecto 23.

Desde entonces se han empleado más de 30.000 horas para desenterrar 16.097 restos fósiles, entre ellos el esqueleto completo con más de 90 huesos de un mamut adolescente, bautizado como Zed. «Uno de los rasgos poco comunes del Proyecto 23 es que hemos encontrado varios esqueletos completos, algo que con anterioridad sólo había sucedido en contadas ocasiones», explica John Harris, comisario jefe del Page Museum.

CLIMA HÚMEDO

Según Harris, el afortunado descubrimiento de estos restos «permitirá duplicar nuestra colección de fósiles, además de hacernos una mejor idea de cómo fue la Edad de Hielo en Los Ángeles». De momento, sólo tienen la certeza de que, a diferencia del actual, el Hollywood prehistórico tenía un clima húmedo y era lugar de migración de numerosas especies.

Además del pequeño Zed, los investigadores y voluntarios del Page Museum han encontrado atrapados en el alquitrán los restos de hasta 80 especies de animales y plantas, entre ellos una rama de enebro junípero que se conserva en perfecto estado y de la que las pruebas del carbono afirman que cuenta con más de 29.600 años de antigüedad.

Sin embargo, la tarea de extracción de los restos no es sencilla. Cuando los únicos aliados de los arqueólogos son pequeños instrumentos como un explorador como el que utilizan los dentistas, cinceles, martillos, brochas y un chorrito de disolvente, la tarea de rescate de los fósiles «se convierte en un ejercicio de paciencia», según reconoce Carrie Howard, jefa de campo en la excavación.

Para Howard, su trabajo es como hacer un puzle. «Es necesario identificar qué huesos sacar primero para no romper el resto», reconoce esta licenciada en Antropología de la Universidad de Santa Cruz (California), para la que «encontrar piezas que nadie más ha visto antes» es la verdadera recompensa.

En ocasiones, el premio llega enseguida, pero a veces la recuperación de un fragmento de hueso se puede demorar hasta dos meses, 60 largos días arrodillados sobre pequeñas almohadillas frente a una maraña de fósiles atrapados en chapapote. Una incómoda rutina que los voluntarios que acuden a las instalaciones del Page Museum realizan durante ocho horas y siete días a la semana, y que ya han bautizado como «el yoga del pozo».

«Lo primero es identificar la parte que estamos desenterrando para compararla con los restos que tenemos en la colección y descubrir a qué especie pertenece», explica la voluntaria Michelle Tabencki, mientras se afana en pescar un pequeño hueso del alquitrán. De momento, Tabencki y sus compañeros ya han rescatado los restos arqueológicos de cinco de las cajas del Proyecto 23 aunque, según advierten, la investigación no ha hecho más que comenzar: «Aún tenemos décadas de trabajo por delante entre la excavación, la limpieza, la identificación y la catalogación de todos los fósiles».

Autor:   Roberto Arnaz

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