El día 5 de octubre de 2011, la prestigiosa revista Nature escupió un artículo advirtiendo que nuevos resultados obligaban a repensar lo que se sabía sobre el secuestro de carbono en los suelos. Como corolario, debían mejorarse los modelos climáticos actuales de acuerdo a los “descubrimientos y sugerencias” de los autores del citado trabajo. No hace falta ni leer el artículo original. El estudio se encontraba firmado por algunos de los “mejores expertos” en la especialidad. Francamente uno ya no sabe que pensar sobre estas revistas de relumbrón y de algunos colegas que, de vez en cuando, escriben en ellas. Tanto Nature como Science, para cualquier científico que tenga actualizado sus conocimientos, deberían comenzar a recodarles a las revistas del corazón, o como mínimo sensacionalista, por cuanto en lo que concierne a novedades, a menudo (como en este caso), nada de nada. Más aun, casi todo lo que apuntan los autores como original se conoce desde hace más de ¡30 años!. Cuando realizaba mi Tesis Doctoral, allá por el paleolítico, sabíamos perfectamente lo que esta sublime inteligentia proclama como suyo, con algunos matices. Más aun, gran parte de lo que defienden los “sabios” incluidos en esta sublime inteligentia lo defendimos aquí desde 2006. Es decir que el Blog Universo Invisible se ha adelantado varios años a las ¿primicias? que ahora se espetan como el último grito en la materia. Pero el asunto no termina aquí. Nosotros mostramos mucho más, de tal modo que tan sublime inteligentia vuelve a dejare fuera de la ecuación un factor esencial con vistas a mejorar la cuantificación del secuestro de carbono, como seguidamente os mostraremos. En pocas palabras, en Nature y Science, al margen de encabezar los primeros puestos del ranking del retration index, no publican ni los mejores expertos, ni se promocionan los estudios más novedosos de determinadas materias, sino tan solo aquello que interesa a los que ostentan el poder en ciencia, es decir su establishment, algunos invitados por ellos, lobis, etc. ¡Esto es un cachondeo! ¿Sublime inteligentia?. Permítanme que me carcajee.

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Materia Orgánica de u perfil del suelo acumulado fundamentalmente a dos profundidades (las capas oscuras). Fuente Connexions

Si comenzamos, utilizando un vocablo suave y hablamos de, presuntas novedades, tan solo señalar que cuando mis estudios tenían en cuenta la bioquímica del suelo, esta se clasificaba por tipos de sustancias húmicas. Es decir de acuerdo a los conocimientos de hace treinta años se trabajaba con una clasificación del humus que daba cuenta de la cantidad de carbono orgánico que era clasificado en las categorías de aquel constructo taxonómico. Obviamente, tras tres décadas, la indagación científica ha puesto en duda la idoneidad de seguir utilizando algunas de aquellas fracciones húmicas (como varios tipos de las antiguamente denominadas huminas), aunque no de otras (como la materia orgánica libre, ácidos húmicos, ácidos fúlvicos, etc.). También ha comenzado a darse relevancia a la materia orgánica disuelta en la solución del suelo, que antaño apenas despertaba interés. Por tanto, hasta aquí cabría pensar que se trata de un problema clasificatorio. Empero como sospechaba que no era así, nos hemos puesto en contacto con nuestro asesor en el tema y entrañable amigo,  Gonzalo Almendros, y que debía haber publicado el artículo del que os damos noticia hoy, con mucha mayor sensatez y claridad. Ya me avisó sobre algunos de estos asuntos hace algún tiempo. El dos de abril, hablamos largo y tendido sobre el tema. Para mi asombro el problema era aun más escabroso. Analicemos lo increíble de este asunto.

Al parecer como en el caso de las taxonomías de suelos, algunos bioquímicos vuelven a poner en duda la bondad de utilizar taxonomías, defendiendo que las sustancias húmicas conforman un continuo. Ya os hemos hablado hasta la saciedad de esta actitud epistémica (que no atesora novedad científica alguna). Se trata pues de dos maneras de enfocar el estudio de la naturaleza, fraccionando el objeto de estudio (suelos, organismos vivos, modelado terrestre, tipos de vegetación, etc., etc.,) en clasificaciones o trabajar intentado descifrar las propiedades de su continuo. De nuevo, nos enfrentamos, “once again”con dos falsas antonimias continuo/discreto y naturalia/artificialia. Nada en la naturaleza es puramente discreto o plenamente continuo. Del mismo modo, todas, y afirmo todas, las clasificaciones son artificiales en “algún grado”. Si esta sublime inteligentiaatesorara unos mínimos conocimientos de filosofía de la ciencia, no espetarían tales sandeces. Las dos visiones no resultan ser antagónicas sino complementarias.

Estos autores defienden que no existen tales clases de sustancias húmicas. Reiteremos que se mire por donde se mire, se trata de una posición epistemológica. Ni más ni menos. Pero ¿que razones aportan? Veámoslo.

Según estos autores para cuantificar debidamente el secuestro de carbono en el suelo, así como entender la dinámica subyacente, resulta imperativo reconocer que distintos tipos de compuestos húmicos, u orgánicos en general, poseen tasas de residencia en el medio edáfico muy dispares, desde días hasta milenios. Sin embargo, los modelos actuales para cuantificar el secuestro de carbono tratan todo este asunto de una manera ramplona. ¡No lo dudo!. Ahora bien, el problema deviene en que los “vendemotos” del cambio climático han elaborado tales deplorables constructos, ya que desde hace más de 30 años se sabía lo que ahora proclaman como novedad, implícita o explícitamente. Al fraccionar la materia orgánica del suelo, cada una de las clases obtenidas puede datarse mediante métodos isotópicos archiconocidos. Y al hacerlo, ya hace más de tres décadas se sabía que sus respectivas tasas de residencia “media” en suelo eran muy diferentes. Por lo tanto, (re)descubren la dinamita, o como solemos decir aquí ¡vino viejo en nuevas botellas!.

Debemos aclarar que nuevas metodologías como la resonancia magnética (ya criticada para estos fines), etc., permiten indagar más acerca de la naturaleza química de las sustancias húmica del suelo. Empero tal hecho no significa que se preserven distinciones como las anteriormente mentadas (materia orgánica libre, ácidos húmicos, ácidos fúlvicos, etc.), por cuanto siguen siendo relevantes a la luz de los conocimientos actuales.

El único acierto del estudio

Como venimos defendiendo en el Blog Un Universo Invisible bajo Nuestros Pies desde hace muchos años, estimar el secuestro de carbono obliga a analizar sus contenidos hasta tres metros de profundidad. ¡Que curioso!, coincidimos hasta en la cifra: mínimo tres metros. Sin embargo, este asunto en nada se asemeja a la existencia o inexistencia de las sustancias húmicas.

El Fallo más grave del estudio

No puedo más que acordarme de nuestro añorado Enrique Barahona . Ya os conté en el post que lleva su nombre y en otros que incluyo abajo, como a esta divina inteligentia, se les olvida que existe otro sumidero para el secuestro de carbono cuya presencia parece inducir un inusitado Alzheimer generalizado, es decir colectivo. Nos referimos a la acumulación de este elemento químico en forma inorgánica, como lo son los carbonatos que abundan en muchos suelos (proceso especialmente activo en los ambientes áridos y semiáridos del Planeta, que resultan ser 2/3 de su superficie terrestre emergida, sin contar los ambientes marinos en donde es aun mucho mayor). Empero desconocemos a que tasa, tiempos de residencia media etc. etc. Y al parecer a casi nadie le importa, por supuesto a los bioquímicos que desconocen la edafología……

Resumiendo: Otro artículo que debía enrojecer de vergüenza (sacar los colores) la cara de los editores y autores. Obviamente, si estos son los contenidos de una de las revistas más prestigiosas del mundo, mejor leer un blog de divulgación científica como este. Y para dejar constancia de la veracidad de todas mis aseveraciones, tan solo tenéis que comparar el contenido de la nota de prensa con el de los post que hemos editado acerca de este asunto. Sin ser exhaustivos, abajo os dejamos algunos como botón de muestra.

Los Suelos y el Ciclo del Carbono: Las Cifras

El Secuestro de Carbono en el Suelo y el Cambio climático: Retos e Incertidumbres

Los Suelos y el Ciclo del Carbono

La Distribución de la Materia Orgánica del Suelo en Profundidad por Climas y Tipos de Vegetación y Textura (1)

La Distribución de la Materia Orgánica del Suelo en Profundidad por Climas y Tipos de Vegetación (2)

Secuestro de Carbono Orgánico de los Suelos del Mundo: Mapa Mundial de Distribución

Secuestro de Carbono Inorgánico de los Suelos: Mapa Mundial de Distribución

Mas post sobre el tema en nuestra categoría Biología y Ecología del suelo

Juan José Ibáñez

Rethinking Connection Between Soil as a Carbon Reservoir and Global Warming

ScienceDaily (Oct. 5, 2011) Soils store three times as much carbon as plants and the atmosphere. Soil organic matter such as humus plays a key role in the global carbon cycle as it stores huge amounts of carbon and thus counters global warming. Consequently, the Kyoto Protocol permits the signatory countries to count soils and forests against greenhouse gas emissions as so-called carbon sinks. Exactly why some soil organic matter remains stable for thousands of years while other soil organic matter degrades quickly and releases carbon, however, is largely unknown. The explanatory models used thus far assume that the degradation rate depends on the molecular structures of the soil organic matter.

An international team of 14 researchers headed by Michael Schmidt, a professor of soil science and biogeography at the University of Zurich, has now revealed that numerous other factors affect the degradation rate of soil organic matter in an article published in Nature.

Soil environment determines degradation rate of humus

«The degradation speed isn’t determined by the molecular structure of the dead plant debris, but by the soil environment in which the degradation takes place,» says Schmidt, summing up the new results. For instance, the physical isolation of the molecules, whether the molecules in the soil are protected by mineral or physical structures and soil moisture influence the degradation rate of soil organic matter. Furthermore, the researchers are able to show that, contrary to the scientific consensus, there is no humic matter in the soil and this should therefore not be used for models.

New experiments and models needed

As Professor Schmidt explains, the findings need to be used for new experiments and models. In doing so, it is not only the first few centimeters of the soil that should be examined, as has been the case up to now, but rather the full top two to three meters. In their article, the researchers make various suggestions as to how the models for forecasting the response of soils to changes in the climate, vegetation and land use might be improved.

Moreover, the new results cast a critical light on bioengineering experiments with plants containing high amounts of lignin or plant charcoal (biochar), with which more carbon is supposed to be stored in the soil in the long run.

Story Source: The above story is reprinted from materials provided by University of Zurich. Note: Materials may be edited for content and length. For further information, please contact the source cited above.

Journal Reference: Michael W. I. Schmidt, Margaret S. Torn, Samuel Abiven, Thorsten Dittmar, Georg Guggenberger, Ivan A. Janssens, Markus Kleber, Ingrid Kögel-Knabner, Johannes Lehmann, David A. C. Manning, Paolo Nannipieri, Daniel P. Rasse, Steve Weiner, Susan E. Trumbore.Persistence of soil organic matter as an ecosystem property. Nature, 2011; 478 (7367): 49 DOI: 10.1038/nature10386.

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2 comentarios

  1. Juanjo según el colega Ortiz Solorio los materiales carbonatados tanto superficales como los submarinos tambien debieran ser considerados en un balance del C

  2. Régulo,
    Y tiene razón. Nosotros ya lo hemos dicho en esta bitácora. Mi primera publicación defendiendo esta tesis es de 2002. Ya en 1993 presentamos un proyecto sobre el secuestro de carbono terrestre en forma de carbonatos y el tribunal dijo que estábamos demenciados. En 2005 aproximadamente el Gobierno Norteamericano financió generosamente al AMT de Texas (o algo así) para que comenzara a llevar a cabo estos análisis. Enrique Baraona (lamentablemente fallecido) insistió en aquel proyecto y tiene un interesantísimo artículo con cálculos en la Revista Geoderma. Y así los latinos siempre a la cola por unos gestores de política científica deleznables.

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