Con independencia de la consabida coletilla sobre el cambio climático y el secuestro de carbono que acompaña a este tipo de noticias durante las últimas décadas, la nota de prensa que os ofrecemos hoy puede ser de considerable interés, con vistas a mostrar los efectos indeseados de la agricultura industrial basada en monocultivos, el arado, fertilización mineral generosa (a la larga  también contaminante) y, a menudo sembrando plantas modificadas genéticamente (transgénicos). Básicamente, el estudio llevado a cabo muestra la respuesta del suelo con pastizales extensivos ante la sequía y las mentadas prácticas agronómicas.  Los resultados parecieron ser contundentes: mientras el medio edáfico y su biota bajo la agronomía industrial era afectada negativamente, siendo emisora de carbono a la atmosfera, en los pastizales permanecía secuestrando CO2 y reciclando debidamente los nutrientes. En otras palabras, la resiliencia del sistema suelo resultó ser muy superior en la segunda, al compararla con la primera. Los análisis de biología del suelo llevados a cabo por los investigadores mostraron, que “laboreo + fertilización” cambian la composición biológica de las comunidades del suelo, disminuyendo/perjudicando lo que hoy algunos denominan calidad y funciones del suelo, respectivamente. Más concretamente los científicos implicados constataron un abrupto descenso de especies y biomasa fúngica en los suelos,  “industrialmente cultivados”, así como los invertebrados que se alimentan de ella, mientras que aumentaba el rol de las bacterias y sus consumidores. Los hongos prosperaron mal bajo la sequía en as parcelas aradas, resistiendo sus efectos en los pastizales extensivos (baja carga ganadera, no fertilizados y obviamente sin encontrarse sujetos a la remoción del suelo por el laboreo). Si bien no se investigó que podía ocurrir bajo agricultura ecológica sin labranza, resulta lógico interferir que el patrón esperable esperarse fuera más semejante al del pastizal que al del campo de labranza industrial. Resumiendo, la gestión industrial del medio edáfico debilita la resistencia del ecosistema frente a los impactos de la sequía, como también ocurre al disminuir su biodiversidad, permitiendo que la producción ganadera continuara, aunque, lógicamente cabe esperar un descenso en la producción de la biomasa consumible por la cabaña ganadera. Cabe así inferir que la perturbación de la cadena trófica, al descender el rol de los hongos del suelo, pudiera ser la responsable de tal pérdida de rendimiento por perturbación ecológica. Ahora bien, no puede descartarse que se trate de una correlación indirecta y como corolario espuria (tras la cual es esconde la verdadera importancia de variables no analizadas). Por lo tanto, debería continuar investigándose con vistas a corroborar/refutar la hipótesis fúngica. Extraña que no se mente la remoción de la los centímetros superficiales del suelo por el arado, por cuanto expone materiales edáficos a las repercusiones de las inclemencias climáticas, siendo lógico que incrementara la mineralización de la materia orgánica y, por consiguiente, las emisiones del aludido gas de invernadero. Posiblemente, en el trabajo original se hable de este último asunto.

Juan José Ibáñez

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La diversidad del pasto también amortigua los efectos devastadores de la sequía. Fuente: carbon-based-ghg.blogspot.com.es

Grasslands Soils Offer Some Insurance Against Climate Change

ScienceDaily (Jan. 26, 2012) — The earth beneath our feet plays an important role in carbon storage – a key factor in climate change – and new research published in Nature Climate Change this week shows that in times of drought some types of soil perform better than others.

Research led by Dr Franciska de Vries of Lancaster University, showed that in drought conditions soil under agricultural grasslands was able to continue doing its job of containing carbon rather than releasing it into the atmosphere. Soil under intensively managed wheat fields, however was not so efficient.

The grasslands in the study also retained their nutrients better under drought conditions, when compared with wheat fields. The grassland soils did their job better because the soil biota in them consisted mainly of fungi, and the small animals which eat fungi, whereas in the wheat field they were mainly bacteria and bacterial-eating animals. Less fungi died because of the drought, so they could continue performing their functions.

The study, which set out to compare the stability under drought of soil biota of two common land use systems, was conducted in labs at Lancaster University and field studies in the south of England, near Reading.

Extensively managed grasslands are agricultural grasslands with low grazing densities. No fertiliser is added to the fields and they are not tilled. Wheat, however, is tilled every year, and receives a lot of fertiliser.

Dr Franciska de Vries of Lancaster University’s Environment Centre said: “These results show land use strongly affects the resistance of soil food webs to drought.

“As drought is widely predicted to increase as a result of climate change, it would be worth wile to promote these fungal-based soil food webs that are found under grasslands, because they can continue to perform their functions better under climate change, and prevent carbon and nitrogen losses, which can cause problems.

In that sense fungal-based soil food webs are almost like an insurance against the effects of climate change.”

Land use alters the resistance and resilience of soil food webs to drought, De Vries F.T., Liiri M., Bjørnlund L., Bowker M., Christensen S., Setälä H. & Bardgett R.D. (2012), is published in Nature Climate Change, 29 January .

Lancaster University’s research partners were the University of Helsinki in Finland Biologisk Institut, Terrestrisk Økologi in Denmark, and Southwest Biological Science Center, US Geological Survey, in Arizona, US.

Story Source: The above story is reprinted from materials provided by Lancaster University.

Journal Reference: Franciska T. de Vries, Mira E. Liiri, Lisa Bjørnlund, Matthew A. Bowker, Søren Christensen, Heikki M. Setälä, Richard D. Bardgett. Land use alters the resistance and resilience of soil food webs to drought. Nature Climate Change, 2012; DOI: 10.1038/

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