Mientras los ciudadanos siguen atentos las Noticias que ofrece la NASA con suma Curiosity”, sobre las evidencias de vida en el regolito marciano, desconocen que muchos científicos terrestres y terrenales desearíamos atesorar esa valiosa tecnología con vistas a averiguar de una vez por todas, la biodiversidad que albergan los suelos de los ecosistemas terrestres (ya sean naturales, agrarios o pastorales). Sin tal información jamás entenderemos cómo funciona la biosfera en el planeta azul. Es lógico entender el interés que despierta la existencia de la vida en otros planetas. Sin embargo, resulta más extraño que enviemos aparatitos robóticos a Marte sin testar su capacidad en una buena parte (amplia variedad de condiciones) de los humildes suelos terrestres. Recordemos que no existe ni tan siquiera un solo sitio en la Tierra en el que se haya analizado la diversidad potencial de todos los organismos que alberga. Se han comercializado algunos “aparatitos”, aunque de capacidad muy limitada, dudosos resultados y altos precios. Empero un ingenio potente, como el que desean construir dos magnates, en una loca carrera por su propia vanidad, se encuentra tan lejos del resto de los mortales terrestres como Marte. ¿Curioso no?. De disponer de la instrumentación mentada, la ciencia progresaría tanto en su comprensión de la estructura y dinámica de la biosfera, como en lograr una agricultura sustentable y ecológicamente respetuosa con el medio ambiente que nos ayudara a paliar sin agroquímicos venenosos (incluidos el masivo uso de fertilizantes que contamina tierras y aguas de todo tipo),  la creciente demanda de alimentos por parte de una población mundial cada vez más numerosa. Este último problema, día a día resulta ser más acuciante. No obstante, me temo que, incluso si esos ingenios tuvieran éxito en el Planeta Rojo, tardaríamos decenios en disponer de los mismos para llevar a cabo tales tareas en nuestro planeta patrio. Todo este asunto, da cuenta de cómo funciona la política científica, en nuestros tiempos. No debemos olvidar, en ningún caso, que una secuenciación genética (códigos de barras) no cuantifica la biodiversidad de taxones sino el pool de genes distintos de una muestra. Pero desde luego,  más vale algo que nada. Digamos que los multimillonarios que compiten («a la carrera»), Venter y Rothberg, quizás lleven razón en el argumento que esgrimen, respecto a otras posibilidades que podría tener prevista la NASA, como podéis leer abajo en el extracto que he elaborado de una noticia más extensa que publicó hace poco tiempo el Diario ABC. En este humilde Planeta llamado Tierra, los científicos no somos capaces de aislar y hacer crecer (en el laboratorio) todos los microrganismos que cohabitan en una muestra del suelo de esas que pisamos todos los días, por lo que la secuenciación in situ se me antoja, hoy por hoy, una opción más razonable, al margen de la posibilidad de contaminación terrestre de las que proceden de Marte.  Obviamente, a menudo, la ciencia no funciona por prioridades, sino por modas y vanidades. Y el tema que os mostramos hoy resulta ser una evidencia palmaria. La agricultura sustentable, y un  mejor conocimiento de nuestros ecosistemas parecen carecer de interés ante la posibilidad de que exista vida en Marte.  Personalmente soy muy aficionado a leer todo lo relacionado con la astrobiología y ciencias a fines. Considero que se trata de líneas de investigación apasionantes. Ahora bien, se me escapa la razón, de porqué el instrumento mentado se encontrará (eso seguro) fuera del alcance los biólogos del suelo, por cuanto a la larga, también redundaría en desarrollar otros más potentes y eficientes para detectar la vida en lejanos cuerpos planetarios. La vida de millones de personas y la salud de nuestro planeta azul, se encuentra pues eclipsada por los microbios del planeta rojo, debido a la vanidad y codicia de unos magnates borrachos de vanidad, que desean inmortalizar sus nombres a golpe de talonario. No hablemos ya del desinterés de nuestros gobernantes. ¡Qué lástima!. Y mientras se testan estos instrumentos en desiertos terrenales, otros científicos “dicen descubrir” que los minerales de los regolitos marcianos se asemejan mucho a los de los suelos de Hawái que, dicho sea de paso, distan considerablemente de ser desérticos. Lo que ocurre es que en ambos casos se han analizado suelos, regolitos y rocas, de naturaleza volcánicas. Y claro está, si muestreas en materiales que proceden de rocas similares, poco intemperizadas biogeoquímicamente (…),  los resultados eran más que previsibles. Prefiero no blasfemar sobre la segunda noticia que os expongo hoy. Os dejo con un extracto de ambas noticias y me «voy a la carrera».

Juan José Ibáñez 

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Buscando vida en Marte Fuente Times live & Reuters Empieza la carrera para encontrar ADN en Marte

Craig Venter y Jonathan Rothberg, dos auténticos magnates de la biotecnología, están desarrollando (cada uno por su cuenta) versiones ultraportátiles de máquinas secuenciadoras de ADN. El objetivo de ambos es llevarlas a Marte y probar, de una vez por todas, que el Planeta Rojo es capaz de albergar vida.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 26/02/2013

 Según detalla Technology Review, podríamos estar ante una auténtica carrera por conseguir el primer genoma extraterrestre. Ambos magnates, en efecto, están convencidos de que en Marte sigue habiendo vida en la actualidad. Y la única forma de detectarla es llevar hasta el planeta rojo un secuenciador de ADN, algo que no se ha hecho hasta ahora.

Por eso Craig Venter, el hombre que (…), se ha empeñado ahora en ser el primero en conseguir una muestra de material genético extraterrestre. Y por eso, Jonathan Rothberg, fundador de Ion Torrent y uno de los «padres» de los métodos actuales de secuenciación genética, se ha empeñado también en conseguir lo mismo. «Queremos estar seguros -dijo Rothberg a Technology Review– de que Ion Torrent vaya a Marte».

Venter asegura que los investigadores de su equipo ya han empezado a hacer pruebas en terrenos muy parecidos a Marte, en el desierto californiano de Mojave, uno de los lugares donde la NASA testea sus futuros vehículos y experimentos en el planeta rojo. Y que está a punto de conseguir el objetivo de poner a punto una máquina que sea capaz, de manera completamente autónoma, de aislar microbios de las muestras de terreno, secuenciar su ADN y enviar después los datos a un ordenador lejano.

Por su parte, la «Máquina Personal de Genoma» de Rothberg ya está siendo adaptada a las condiciones de trabajo en Marte, como parte del programa SET-G, Search for Extraterrestrial Genomes, del MIT y la Universidad de Harvard y financiado por la propia NASA.

Ahora bien, ¿cómo llevarán los dos magnates (o uno de ellos) sus máquinas hasta el planeta rojo? Tras el aterrizaje del Curiosity el pasado mes de agosto, no está prevista otra misión a Marte por lo menos hasta 2018 (…), y por ahora nadie ha dicho que en ella vaya a viajar también un secuenciador de ADN. Al contrario, las intenciones de la agencia parecen orientarse a la posibilidad de llevar a cabo una misión de «ida y vuelta». Es decir, una que sea capaz de obtener muestras de Marte y de traerlas después a la Tierra para analizarlas a fondo en las grandes instalaciones científicas.

Pero Venter y Rothberg están convencidos de que ese no es el mejor método, ya que existe el riesgo de que esas muestras se contaminen con material biológico terrestre e invaliden los resultados. En caso de ser positivos, las dudas de contaminación suscitarían una polémica interminable y la cuestión de si hay o no vida en Marte seguiría estando abierta. Por eso, ambos creen que lo mejor es analizar ese posible ADN in situ, sobre el propio terreno marciano, lo que despejaría todas (o casi todas) las dudas sobre los resultados.

Los detractores de la idea, por su parte, subrayan las limitaciones de estas máquinas. Por un lado, deberían ser capaces de realizar una tarea muy compleja de forma totalmente autónoma, algo que aún no está plenamente conseguido. Pero por otro, y esto es lo importante, sólo tendrían éxito en su cometido si el ADN marciano fuera exactamente igual al de la Tierra. Un material genético diferente no podría ser detectado.

VIDA RESISTENTE

(…) otras evidencias apuntan a que el ADN marciano, de existir, tiene muchas posibilidades de ser el mismo que hay en nuestro planeta. Se ha calculado, por ejemplo, que durante los últimos cuatro mil millones de años y gracias a un gran número de colisiones e impactos de meteoritos, ambos mundos han intercambiado, por lo menos, mil millones de toneladas de rocas. Y la Ciencia sabe que la vida puede viajar en esas rocas y desplazarse así de un planeta a otro.

Por otra parte Venter y Rothberg, cada uno por su lado, creen firmemente que la vida puede haber resistido en Marte después de que el planeta perdiera las condiciones favorables que se dieron en él al principio de su existencia. Y si bien es cierto que la intensa radiación a la que está sometida la superficie de Marte hace inviable cualquier forma de vida, también lo es que ésta podría haberse refugiado a varios metros bajo tierra. En nuestro planeta, por ejemplo, se han llegado a encontrar organismos vivos a varios kilómetros de profundidad. (…)

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Mars’ soil similar to Hawaii’s: Nasa

In the first inventory of minerals on another planet, Nasa’s Mars rover Curiosity found soil that bears a striking resemblance to weathered, volcanic sand in Hawaii, scientists say.

The rover uses an X-ray imager to reveal the atomic structures of crystals in the Martian soil, the first time the technology, known as X-ray diffraction, has been used to analyse soil beyond Earth.

(…) Curiosity found the Martian sand grains have crystals similar to basaltic soils found in volcanic regions on Earth, like Hawaii. Scientists plan to use the information about Mars’ minerals to figure out if the planet most like Earth in the solar system could have supported and preserved microbial life. “The mineralogy of Mars’ soil has been a source of conjecture until now,” said Curiosity scientist David Vaniman of the Planetary Science Institute in Tucson, Arizona. “This interest isn’t just academic,” he added. “Soils on planets’ surfaces are a reflection of surface exposure processes and history, with information on present and past climates.” Specifically, scientists want to understand what conditions existed to allow the particular minerals to form. The first Martian soil scoop is mineralogically similar to basaltic materials and comprised primarily of feldspar, pyroxene and olivine. About half the soil is non-crystalline materials, like volcanic glass, that form from the breakdown of rocks.

 Several processes can account for this weathering, including interaction with water or oxygen, similar to how rust forms on iron-metal surfaces. Brute force, such as sandstorms or meteorite impacts, also could account for the soil’s weathered components, said chemist Douglas Ming of NASA’s Johnson Space Center in Houston.

 The Curiosity rover landed inside a giant impact crater near the Martian equator in August for a two-year, $2,5-billion mission, Nasa’s first astrobiology expedition since the 1970s-era Viking probes. (..) The rover is scouting a site where three types of rock intersect (..).

 “We’re hopeful that once we get into the truly ancient materials on Mount Sharp, we will find minerals that suggest there was a habitable environment of some kind there. (….).

 While X-ray diffraction has been around for a century, using the technology on Mars required years of work to (…) The miniaturised, low-power instrument is used in the mining, oil and gas industries and is being evaluated by the US Food and Drug Administration to screen for counterfeit pharmaceuticals.

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