Mapas de Suelos + Mapas de Vegetación = Mapas de Estado Ecológico
A menudo he visto discutir a varios colegas acerca de si los mapas de vegetación y los de suelos aportan información mutua para predecir propiedades de uno de los recursos en función del otro. Os mostraré pronto, en otro post, como el potencial de un mapa de vegetación con vistas a predecir los tipos de suelos deviene en una polémica espuria, por cuanto todo depende del tipo de clasificación utilizada para discernir y cartografiar las comunidades vegetales. Lo que siempre he tenido muy claro es que no se puede entender un ecosistema sin estudiar sus suelos. Se me antoja, metafóricamente, que tal sesgo se asemeja a entender el cuerpo humano analizando tan solo la anatomía y fisiología desde la cintura hasta la cabeza. Sin embargo, antes de entrar a debatir el tema que nos preocupa hoy, adelantemos que en los ecosistemas pastorales, más de la mitad de la biomasa de la vegetación tiende a encontrarse bajo el suelo.
Pues bien, en extensas zonas de EE.UU. (sus famosas praderas) muchos pastizales extensivos se matorralizan, ya sea por la aparición de plantas invasoras, ya por subpastoreo, ya por degradación del suelo, o alguna combinación de estos procesos. El producto resultante consiste en unas comunidades vegetales repletas de plantas leñosas, perdiendo gran parte de su capacidad productiva. Obviamente tal impacto ambiental preocupa a las autoridades de aquel país, siendo estudiado con suma atención. Hoy mostramos los resultados de investigaciones yanquis que muestran como elaborando cartografías que incluyen datos de suelos y vegetación con vistas a producir una leyenda basadas en categorías “as hoc” de lo que denominarán «mapas del estado ecológico« de los ecosistemas, puede comenzar a combatiere tal degradación con eficacia. Al parecen esta aproximación está siendo éxitosa, ayudando a la restauración de los paisajes previamente afectados. La noticia que os ofrecemos hoy, tomada en préstamo del Noticiero del ARS resulta ser lo suficientemente clara para no tener que abundar más en el tema.
Eso sí, debemos enfatizar, que tales cartografías necesitan ser “ad hoc” por definición. Las relaciones suelo-pasto son idiosincrásicas por naturaleza, es decir, dependientes de las condiciones ambientales de cada lugar. La mera invasión de un pasto por el matorral no nos conduce necesariamente a la degradación del suelo. A menudo, tal desplazamiento de unas biocenosis por otra es el simple resultado de la subexplotación del pasto y, como corolario la aparición de la siguiente fase de la sucesión ecológica. La matorralización puede ser debida a causas muy dispares. De no entenderlo así, pueden llegar a defenderse barbaridades como la que les narro brevemente a continuación.
Hace un par de años, un equipo de investigación perteneciente a una universidad madrileña publicó un artículo en el que se defendía que la matorralización de un pasto no conduce necesariamente, al menos en el SE del territorio que abarca la Comunidad de Madrid, a la degradación del suelo, sino que por el contrario aumenta la mal denominada calidad del mismo. De ahí los autores inferían que las ideas sobre este tema que pueden leerse en la literatura estadounidense no son de aplicación universal. El problema de estos ecólogos estriba en que se formaron en universidades de USA y no tienen ni la más remota idea de lo que ocurre en los ambientes mediterráneos de su propio país. Tal “aparentemente grandioso hallazgo” fue explicado hace ya más de 50 o sesenta años por naturalistas españoles (el subpastoreo de un pastizal, pobre y escasamente productivo, denominado atochar, que se desarrolla sobre materiales yesosos y/o margas, al ser desplazado por arbustos como la coscoja mejora la fertilidad de los horizontes superficiales del suelo). Queridos amigos, sabréis mucho de lo que ocurre en el sur de EE.UU. pero tal bagaje es muy pobre con vistas a entender la estructura y dinámica de las biocenosis ibéricas. El considerar que es irrelevante lo que nos narraban los grandes naturalistas locales, y/o haberse olvidado de la lengua materna, tan solo manifiesta vuestra su ignorancia, así como que publicar por publicar en buenas revistas ¿? lo justifica todo: “el fin justifica los medios”. Eso me lo enseñaron a mi cuando era estudiante de segundo curso de carrera, a primeros de la década de los años setenta del siglo pasado ¿vale?. ¡Qué lástima!, y luego se creen muy listos.
Juan José Ibáñez
Nuevos mapas demuestran una nueva manera de manejo de las tierras de pasto
Por Ann Perry
29 de julio de 2013
Una nueva herramienta para guiar las decisiones sobre el manejo de la restauración de las tierras de pasto ahora está disponible como resultado de innovaciones desarrolladas por científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS).
Científico Brandon Bestelmeyer y sus colegas con el ARS usaron una variedad de datos ecológicos para mapear los factores ambientales que afectan los esfuerzos de restauración del paisaje.
ARS es la agencia principal de investigaciones científicas del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés), y esta investigación apoya la prioridad del USDA de responder al cambio climático global.
El grupo dirigido por Bestelmeyer combinó datos sobre suelos y mapas de la vegetación con modelos del estado actual y los cambios en un área para generar evaluaciones basadas en ciencia sobre las condiciones a través del paisaje. Estos modelos, conocidos como «STMs», describen los tipos de comunidades de plantas que pueden ocurrir en un tipo específico de suelo.
Algunas veces las comunidades de plantas beneficiosas han sobrevividos a pesar de los desafíos ambientales. Pero en otros casos, las plantas beneficiosas han sido afectadas negativamente por plantas invasoras, la degradación del suelo, u otros procesos hasta tal punto que las tierras requieren acciones tales como plantación de nuevo, tratamientos con herbicidas, cambios en el apacentamiento, y otros enfoques para lograr la restauración del área, si es posible.
El grupo usó aproximadamente 6 millones de acres en el sudoeste de Nuevo México para los estudios. El área incluye extensiones grandes de praderas, sabanas y arbustos. Pero los arbustos nativos se han extendido en áreas previamente cubiertas por los pastos perennes, y la erosión ha degradado los suelos en partes grandes de la región.
Los investigadores usaron variaciones en la densidad de plantas leñosas, pastos perennes, y erosión del suelo para desarrollar categorías generales del «estado ecológico» de comunidades de plantas. El grupo luego recopiló información sobre las categorías del «estado ecológico» en el área del estudio que varían en productividad potencial debido al clima y los suelos.
Combinar estas clasificaciones produjeron ocho categorías distintas del «estado ecológico« usadas por los investigadores para producir nuevos mapas, utilizando los mapas digitales actuales, las imágenes aéreas, y datos del campo. Estos mapas se pueden usar para evaluar la condición ecológica de un sitio específico y el potencial de restauración de ese sitio.
Los mapas finales delinearon áreas de «estado ecológico» que varían en tamaño de pocos acres a 10.000 acres por todas partes del sudoeste de Nuevo México. Estos mapas están siendo usados para comunicación y el desarrollo de planes por la Oficina de Manejo de Tierras (BLM por sus siglas en inglés) de EE.UU.
Bestelmeyer, quien trabaja en la Pradera Jornada Experimental mantenida por el ARS en Las Cruces, Nuevo Mexico, publicó los resultados de este estudio en el 2012 en la revista ‘Rangeland Ecology and Management‘ (Ecología y Manejo de Tierras de Pasto).
Lea más sobre esta investigación en la revista ‘Agricultural Research’ de julio del 2013.
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