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Las Tablas de Daimiel, el último ecosistema de tablas (Torralba de Calatrava – Ciudad Real) Fuente Ruralia

 Hubo un tiempo en donde en las llanuras de Castilla-La Mancha (el hogar de Don Quijote) numerosos humedales salpicaban el paisaje. Por desgracia, el azote del paludismo devino en que se desecaran muchos de ellos con vistas a erradicar a los mosquitos que actuaban como vectores de la enfermedad. Hace más o menos una década, cuando visitaba en un momento dramático la posible desaparición de los humedales del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, debido a la sequía, observé atónitamente indignado como en varios de los campos agrícolas que lo rodeaban el agua para el riego salía a raudales, mientras que la reliquia natural parecía avocada a fallecer de sed. Ya os comentamos en algunos post precedentes, del que el siguiente es un mero ejemplo, “El riesgo de las aguas residuales tratadas,” que los tratamientos descontaminantes al uso no eliminan todos los riesgos que suponen para el ser humano y la naturaleza la reutilización de este recurso (por ejemplo, la  contaminan los acuíferos y aguas embalsadas). Empero existen demasiados falsos brotes verdes que pretenden deliberadamente soslayar tales peligros. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel resulta ser un tipo de humedal muy singular y de gran interés estratégico para la conservación de la fauna aviar (Convenio Ramsar) en Europa. A algún político ignorante se le escurrió la deplorable idea de suplir la falta del líquido elemento que necesitan (y que en parte le es secuestrada por la política actual de este recurso y los polémicos  trasvases), con aguas residuales previamente recicladas. Y como veremos en la noticia que os mostramos hoy  (Un estudio muestra el riesgo de verter aguas residuales en los humedales) la solución propuesta puede generar un verdadero desastre ecológico. Con tal práctica se comienzan por eutrofizar las aguas, dando lugar a la anoxia de las mismas y los sedimentos lacustres subyacentes, que a su vez favorecen el botulismo aviar. Resumiendo, las aguas residuales tratadas, contaminan la cadena trófica, produciendo una gran mortandad en la fauna aviar, al margen de la indeseada eutrofización del humedal, que no deja der ser más que otro impacto ambiental indeseable por afectar negativamente al conjunto del ecosistema (vía botulismo, causado por el archiconocido  C. botulinum, a la par que una polución química que modifica la estructura de las comunidades de organismos acuáticos). La noticia que os ofrecemos hoy se encuentra lo suficientemente bien redactada como para que todos podías entender lo que sucede. Tan solo recordaros que gran parte de los sustratos de estas “Tablas” entrarían conforme a la WRB 2006/2007, en la categoría de los suelos hídricos. Espero mostraros muy pronto, en otro post, y con resultados propios, que este tipo de modificaciones de las clasificaciones edafológicas ayudarán a un mejor inventario del recurso suelo, y como corolario a dar un gran salto en la comprensión del paisaje y su biodiversidad. Os dejo pues con la noticia, que recomiendo leáis con atención.

Juan José Ibáñez

 Un estudio muestra el riesgo de verter aguas residuales en los humedales

Un estudio con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) indica que el aumento excesivo de nutrientes y consecuente sobreabundancia de algas en los humedales causados por el vertido de aguas residuales mal tratadas junto al aumento de bacterias patógenas en la zona facilitan los brotes de botulismo aviar. El trabajo se publica en la revista Applied and Environmental Microbiology.

FUENTE | CSIC 02/07/2014

Debido a la escasez de agua en el río Guadiana, se ha propuesto el uso de aguas residuales depuradas para la conservación de humedales como el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. En La Mancha es frecuente que, ante la ausencia de ríos y también para mantener niveles de agua que faciliten la cría de aves, se viertan aguas residuales tratadas en lagunas naturales. «Esta práctica puede tener consecuencias negativas para la conservación de humedales, más que favorecerla», explica la científica del CSIC Ibone Anza, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, que ha dirigido el trabajo junto con el Centro Regional de Estudios del Agua.

«El estudio revela que la presencia de bacterias patógenas para las aves es mayor en muestras de agua, sedimento y heces de aves en las lagunas que reciben aguas residuales (Navaseca en Daimiel y La Veguilla en Alcázar de San Juan) que en las Tablas de Daimiel, que no recibe aguas residuales directamente«, señala la científica.

«La aparición de un brote de botulismo en Navaseca en verano de 2010 estuvo asociada con cambios físicoquímicos en los sedimentos y en las aguas del humedal, que favorecieron la falta de oxígeno y el desarrollo de la bacteria C. botulinum en el fondo. Esta, al multiplicarse, genera una potente toxina que afecta a las aves acuáticas«, indica Anza. Estos cambios se relacionaron con la inestabilidad de un medio en el que junto con las aguas depuradas entran gran cantidad de nutrientes (nitratos y fosfatos), que conducen a la eutrofización (sobreabundancia de algas que enturbia las aguas) del ecosistema.

La C. botulinum se multiplica fácilmente y genera más toxina en los cadáveres de aves. «Necesita un medio rico en proteínas para crecer, además de calor y falta de oxígeno (condiciones que se dan en los cadáveres). Cuando las aves mueren intoxicadas con la bacteria, ésta se multiplica en sus cadáveres«, señala Anza. Después, las larvas de mosca que crecen en ellos acumulan la bacteria y su toxina. Estas larvas ‘tóxicas’ son ingeridas por otras aves que mueren y generan más alimento para el crecimiento de C. botulinum, así los brotes se propagan hasta que las temperaturas bajan.

«El estudio también ha encontrado C. botulinum en heces de aves acuáticas todo el año, lo que indica que lo pueden llevar habitualmente en el tracto digestivo. Por eso, la muerte de estas aves puede facilitar el comienzo de los brotes, ya que unos pocos cadáveres son suficientes para generar toxina que mate muchas más aves», explica la investigadora. «Dado que en los humedales abastecidos con aguas residuales hay más patógenos aviares, las probabilidades de que las aves enfermen y mueran son mayores, lo que puede explicar la recurrencia de los brotes», añade Anza.

El botulismo aviar es una de las enfermedades que mata más aves acuáticas silvestres y en los últimos años afecta también a las granjas de aves domésticas. Cuando se produce un brote pueden morir miles de aves. «En definitiva, los humedales abastecidos con aguas residuales, más que suponer un beneficio para la conservación de la biodiversidad, podrían actuar como trampas ecológicas para las aves acuáticas«, concluye la directora del estudio.

Referencia bibliográfica

Ibone Anza, Dolors Vidal, Celia Laguna, Sandra Díaz-Sánchez, Sergio Sánchez, Álvaro Chicote, Máximo Florín y Rafael Mateo. Risk factors for avian botulism outbreaks in wetlands receiving effluents from urban wastewater treatment plants: eutrophication and bacterial pathogens. Applied and Environmental Microbiology. DOI: 10.1128/AEM.00949-14 .

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