El sistema suelo-planta de las ripisilvas o bosques en galería, es decir, aquellos ecosistemas que bordean los cursos fluviales por los que transcurre el agua durante todo, o casi todo el año, la depuraban de posibles contaminantes de manera natural tras pasar por los suelos cultivados (o no) retornándolas, a sus cauces más limpias. El homo tecnológicus (raramente las comunidades campesinas), desde su ceguera y falta de sentido común, ha ido arrasando o deteriorando tales ecosistemas forestales, muy singulares,  hasta eliminarlos por completo, o degradarlos de tal modo que ya no cumplen su función natural descontaminante. Las plantas depuradoras intentan ahora emular, con costos muy altos, lo que la naturaleza nos regalaba. Resulta lógico que las grandes urbes atesoren tales infraestructuras, por cuanto la ingente cantidad de basura, tóxicos y patógenos que vertimos, difícilmente pueden ser «abducidos» por unos ecosistemas que apenas se extienden, en el mejor de los casos, algunos centenares de metros a lo lago de las princiapales arterias de las cuencas de drenaje. Ahora bien, en los paisajes rurales, tales ripisilvas, que también actuaban como corredores ecológicos, entre otras funciones, deberían restaurarse. Ya os hemos comentado en otros post como, para variar, primero destruimos y luego comprendimos el valor de tales ecosistemas singulares. Y así en EE.UU., se inventas sistemas esotéricos y enormemente onerosos que llevan a cabo su rol. Pues bien, en base a tales conocimientos, la noticia de hoy nos muestra como el riego con aguas residuales recicladas, aunque difícilmente aptas para su consumo, pueden servir con vistas a alimentar sistemas de regadío, con el valor añadido de que estos últimos son sembrados de vegetales con fines agroenergéticos (producción de biocombustibles), sirviendo así para recuperar el dinero invertido en la instalación y mantenimiento de las plantas depuradoras. Tales iniciativas atesoran pros aunque padecen de contras que seguidamente analizaremos, si bien ya hemos hablado de estas materias en otros post incluidos en nuestra categoría  “degradación de suelos: contaminación”. Sin embargo, antes de mostraros la nota de prensa, precisemos que no es oro todo lo que reluce, sin restar méritos a este tipo de tecnologías, basadas, en rescatar de nuestra amnesia el valor de las ripisilvas.

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Jatropha Curcas. Ciclo de Vida. Fuente: Jatropha Curcas Oil

Varias son las dudas que nos hacen matizar la idoneidad de generalizar lo dicho en la nota de prensa. En primer lugar, como ya reconocen tácitamente los propios investigadores implicados, y hemos comentado en otros post, las aguas depuradas lo son, pero mucho menos de lo que las empresas y administraciones desean que pensemos los ciudadanos. Y por esta razón no son potables, es decir aptas para el consumo humano, extendiendo tal advertencia también al ganado y animales salvajes. No entraremos aquí en detalles. Tan solo señalar que en muchos casos, siguen acarreando tóxicos orgánicos y metales pesados diversos, así como multitud de virus y microrganismos patógenos. Se trata de un hecho constatado, aunque obviamente, no todas las plantas depuradores atesoran la misma tecnología y, como corolario, poder depurador. Tal hecho conlleva, que todo el sistema-suelo planta se vaya cargando de tóxicos indeseables. Obviamente, los contenidos de sustancias y organismos indeseables que contengan los vegetales producidos, no son “a priori” de mucha importancia con vistas a la producción de biocombustibles. Ahora bien, no podemos decir lo mismo de los suelos, cuya descontaminación podría resultar muy onerosa. La razón costos/beneficios sociales/ambientales dependerán de la cantidad y peligrosidad de las sustancias que acarrean las aguas depuradas.

En vista de los hechos aludidos, no es lo mismo hacer uso de aguas residuales depuradas de alto riesgo, ya sea por su procedencia (ciudades, zonas industriales) o por la eficacia de la planta depuradora, de las que son menos, como por ejemplo las provenientes de poblaciones de pequeño tamaño en entornos rurales asentados en paisajes escasamente poblados y pobres en industrias de riesgo contaminante. Habría mucho que decir a este respecto. Empero no se puede desaconsejar la instalación de estos sistemas en ciertos espacios geográficos.

Lo más inquietante de esta noticia resulta ser su último párrafo. Hacer uso de estas aguas residuales depuradas para cultivos forrajeros, no es generalmente aconsejable, debido al proceso de bioacumulación de los tóxicos (ejemplo: fármacos y residuos cosméticos) en la cadena trófica por el conocido proceso debiomagnificación.   Del mismo modo, la carga de patógenos que pueden hacer enfermar al ganado o a los humanos que las consumen, no deben ser soslayados nunca, por cuento no suelen ser completamente erradicados durante la depuración, aunque a menudo tal hecho tan solo se detecte demasiado tarde. Por mucho que los investigadores implicados comenten que tienen en mente tal problema, resulta tremendamente difícil resolverslo.

Tampoco puede olvidarse el hecho constatado que, al margen de otras sustancias tóxicas, muchos patógenos sobreviven en los acuíferos durante largo tiempo. En consecuencia, se deberían monitorizar también estos últimos, so pena que a la larga uno deba enfrentarse a consecuencias indeseables.

Resumiendo, la idea y tecnología descritas en la nota de prensa que a continuación ex exponemos son interesantes si se utilizan con cautela, en los enclaves y espacios geográficos idóneos, monitorizando su propio impacto ambiental en suelos y acuíferos.

Juan José Ibáñez

Aguas residuales para la producción de biodiesel

Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), junto con investigadores de las universidades de Alcalá y de las Palmas de Gran Canaria, del Centro de Nuevas Tecnologías del Agua y de la Fundación IMDEA Agua estudian el uso de aguas residuales tratadas enfocado a la producción de cultivos para la obtención biodiesel. Se trata de aplicar la reutilización del agua a un tipo del regadío de manera que se convierta en una opción viable dentro del campo de las energías renovables. Esta alternativa podría ayudar a que poblaciones pequeñas amorticen parcialmente el coste que genera la depuración de las aguas residuales.

FUENTE | URJC- mi+d; 26/03/2012

A medida que aumenta la preocupación por la disponibilidad de un recurso como el agua, la reutilización de aguas residuales tratadas en el cultivo sostenible de especies energéticas que no interfieran en la seguridad del suministro alimentario y eviten los monocultivos extensivos puede convertirse en un buen complemento para la gestión de la energía a nivel local. En este sentido, la agricultura de regadío es el principal consumidor de agua, por lo que la reutilización de aguas residuales derivadas de plantas depuradoras es una solución técnica viable para hacer frente a la creciente demanda de este recurso. Así lo considera el grupo de investigadores del Programa Consolider-Tragua y del Proyecto REAGUAM del que forma parte el equipo del Departamento de Biología y Geología de la URJC, que trabaja en el desarrollo de esatecnología de reutilización de bajo coste cuyo interés es doble: por un parte, contribuye a la conservación del recurso hídrico y, por otra parte, colabora a la generación de un combustible con un coste ambiental mucho más bajo que en el caso de los combustibles fósiles u otras alternativas energéticas.

El proyecto se localiza en el pueblo sevillano Carrión de los Céspedes donde se ubica una plantación experimental con una superficie de 300 metros donde se cultiva la especie Jatropha Curcas, un arbusto frondoso y de crecimiento rápido que genera un fruto del que se extrae un aceite dirigido a la extracción de biodiesel.La única diferencia frente a otro tipo de cultivos radica en la calidad del agua que se aplica para el riego, en este caso agua residual depurada. Los primeros resultados del proyecto reflejan quehasta ahora no hay diferencias notables en las parcelas cultivadas con riego con agua residual y la calidad del agua aplicada no afecta al crecimiento de este vegetal.Igualmente, el sistema planta-suelo constituye un sistema depurador que contribuye a la regeneración del agua que se infiltra, con lo que esta puede llegar con la calidad adecuada al acuífero.“Aquí hemos encontrado un efecto secundario beneficioso adicional para apoyar la producción de biodiesel a pequeña escala y contribuir a aliviar la presión por la disponibilidad de agua en comunidades locales”, afirma Javier Lillo, responsable del equipo de la Universidad rey Juan Carlos en este proyecto.

Algunos problemas asociados a esta tecnología radican en aspectos técnicos tales como la obstrucción que la carga orgánica del agua residual pueda provocar en el sistema de regadío o en los poros de la parte superficial del suelo haciéndola más impermeable. “Se trata de inconvenientes de solución técnica relativamente sencilla. El requisito quizás más importante es que la plantación o el cultivo se sitúe cerca de una planta depuradora ya que el traslado del agua a larga distancia no sería interesante desde el punto de vista económico”,cuenta Lillo. En este sentido, la reutilización de aguas puede ser una alternativa para que poblaciones pequeñas amorticen parcialmente los costes que generan las propias plantas depuradorasy a la vez se beneficien de las ventajas vinculadas a la producción de biocombustibles.

El grupo de investigación se plantea ahora el estudio de la viabilidad de este tipo de agua para la producción de cultivos forrajeros, es decir, alimento para ganado, una investigación que adquiere una nueva dimensión ya que será determinante que los vegetales cultivados no retengan determinados componentes del agua, de forma que estos no afecten a los animales desde el punto de vista sanitario.

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