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Gabinetes de Prensa Científica. Fuente: Barcelona Alternativa

Desde finales de la década de los 90 del siglo XX, decidí no volver a entrar en el juego de la prensa, ya fuera científica ya de ámbito general. La misma postura adopté respecto a las entrevistas de radio y televisión. Tan solo si se me permiten revisar y corregir si hay errores en lo que van a publicar, radiar o televisar acepto. Y claro está, para mi satisfacción, lo que yo denomino objetividad es considerado por muchos periodistas como inquisición. Entendían que yo era una especie de Tomás de Torquemada. Mi déspota pretensión estriba en pretender que al público le llegaran noticias fidedignas, entendiendo en este contexto como tales, aquellas en las  que se reprodujeran al pie de la letra lo que personalmente había respondido a las preguntas de los entrevistadores. Es frecuente que en radio y TV graben varios minutos y luego emitan unos pocos fragmentos de la entrevista. Y al hacerlo, muy a menudo, desvirtúan el mensaje que deseaba transmitir, al cortar y pegar fragmentos, soslayando el contexto. En la prensa escrita, cuando el periodista desconoce por completo el tema sobre el que versa la noticia, las barbaridades que escriben son muy a menudo enormes. Pues bien, a veces cedes creyendo que esa vez será diferente, pero desgraciadamente no es así. Y como en los últimos años la imagen lo es todo y el contenido lo de menos, con tal de que llame la atención del público, la mala praxis de buena parte de los profesionales alcanza cotas indignantes y/o hilarantes, según se mire.

Los reportajes de revistas como Science y Nature

En principio cabría pensar que las notas de prensa de los gabinetes de prensa institucionales (es decir los que publican las universidades y organismos científicos), fueran más objetivas que las de la prensa general. Pero resulta que tampoco es así.   Ni tan siquiera se libran los reporteros de revistas de tan ¿sublime? prestigio como Science y Nature. En 2015 un periodista que trabaja para la revista Science (un tal Michael Tennesen) contactó con cuatro expertos en edafodiversidad con vistas a entrevistarnos sobre el tema de la extinción de ciertos tipos de suelos. La nota de prensa la he encontrado en acceso abierto en la Universidad de Duke y podéis leerla vosotros mismos bajo el estúpido título de Rare Earth (Tierra Rara).  Pues bien, o Michael no se entera de nada o alguien fue bastante mentiroso, me imagino que Alex (aunque no lo puedo asegurar) ya que  el reportero pone en su boca, es decir entrecomilladas, una enorme sarta de mentirasEl título resulta por otra parte esperpéntico, si tenemos en cuenta que lo que se entiende por “tierras raras” no tienen nada que ver son la edafodiversidad y la extinción de suelos, pero “debe vender más”. Para aquellos que lean esta noticia, garantizarles, como queda atestiguado en mi Researchgate,  y más concretamente en este artículo, que lo que yo publiqué acerca del tema, y lo que comenta Alex, todo según el Sr. Tennesen, no fue en lengua española sino en inglés,y además en esas revistas denominadas de impacto. Otro colega norteamericano entrevistado también se tiró de los pelos al leer el reportaje. Por lo tanto ya ni de una revista como Science se puede uno fiar, ya sea por los errores y/o tergiversaciones de los reporteros, ya por las falsedades de las opiniones vertidas por algunos de los entrevistados. Es el deber de estas editoriales corroborar los contenidos que publican, aunque a menudo, no lo hacen, poniendo en duda su profesionalidad y credibilidad.  No se trata de una rareza, sino de un modo de proceder que ya ha suscitado numerosas críticas por parte de bastantes científicos.

Gabinetes de Prensa Institucionales

Pero meses después me quedé aún más anonadado cuando un amigo y colega (llamémosle «Pepe», para abreviar, aunque no sea su verdadero nombre) perteneciente a una de las más importantes Universidades Politécnicas de España fue telefoneado por el gabinete de prensa correspondiente al objeto de lanzar otra nota de prensa sobre los hallazgos que habíamos publicado recientemente en una revista, de alto prestigio en nuestra especialidad, pero que desde luego que no alcanza el renombre de Science.  Obviamente, huelga decir que  mi amigo era también coautor del estudio. Ambos acordamos redactar el contenido juntos, remitiéndolo  a la postre al periodista del mentado gabinete de prensa.  Pero a este último no debió satisfacerle nuestro escrito.

El mentado gabinete de prensa consideró que todo o la inmensa mayoría del protagonismo debía recaer sobre el profesor de su universidad. Y así nos reenvío nuestro documento profundamente modificado que debiera enmarcarse y situarlo en un lugar de honor en el ranking de la antología de los mentirosos/tramposos/fuleros. En el escrito que proponía publicar el mentado gabinete, mucho más breve que el enviado (algo usual) de mala manera (es decir escogiendo fragmentos insustanciales y ordenándolos a su ¿conveniencia?), entrecomillaba frases del texto que eran mías poniéndolas en boca de mi colega. Realmente no se trataba de una entrevista sino que nos habían solicitado una síntesis de los hallazgos, pero lo retorcieron todo, para que a la postre, pareciera lo que no era: una falsa/farsa entrevista. Así se ahorran pagar a un reportero ¿verdad? Obviamente yo era mentado de pasada, como un coautor de importancia secundaria, a pesar de figurar el primero. Pepe desconcertado me envió el documento que deseaban publicar preguntándome que debíamos hacer. Fueron más de tres propuestas y contrapropuestas las que tuvimos que padecer hasta que el texto fue aceptado. Era paupérrimo de solemnidad. ¡Aceptado debe entenderse como rechazado, ya que no volvimos a saber nada de ellos, como tampoco del simulacro de entrevista a publicar!. Si la estrella rutilante en el firmamento no era de esa institución, nada de nada. 

Lo que resulta palmario es que, como mínimo, el lector no debe fiarse de los contenidos que publican muchos gabinetes de prensa, a los que la objetividad científica no les interesa en absoluto, tan solo dar publicidad de su institución, y si hay que mentir descaradamente, pues se miente y ya está.  Personalmente estuve tentado de decirle a Pepe que no modificara ni una coma de su primera contrapropuesta para luego denunciar el hecho, exponiendo lo finalmente publicado y lo que remitimos. Seguidamente lo hubiera colgado en este post y enviado a un rotativo nacional, por si querían dar cuenta de ello y abrir la caja de pandora. Sin embargo, tal modo de proceder habría perjudicado mucho a mi amigo Pepe, que no era en absoluto responsable de este proceloso modo de proceder, sino todo lo contrario.   

Para mostraros que no se trata de una rabieta personal, os expondré otros dos casos en los que yo no estoy implicado. Pero recordar que existen cientos o miles como los aquí narrados. Yo no paso de ser una víctima más, un mero ejemplo. Hará un  par de años tres gabinetes de prensa, de otras tantas instituciones científicas españolas publicaron noticias sobre el mismo artículo en el que habían intervenido investigadores de las mismas.  Pues bien, al margen de que los títulos inducían a pensar que el peso del estudio había recaído en los expertos de sus respectivas instituciones, ocurría lo mismo: entrecomillaban como frases textuales de los “presuntamente entrevistados” comentarios que.…. mejor me callo. Una de ellas pertenecía a una nación o comunidad autónoma histórica que comentaba algo así como “investigadores de esta nación publican en   Science o Nature. Flaco favor hacían estos nefastos plumillas a sus naciones o CC.AA., ya que parecía que fuera el primer artículo que lograban publicar sus investigadores de la misma en una de estas fabulosas revistas, lo cual resultaba ser rotundamente falso, por fortuna. Pero como este tipo de periodistas son unos catetos…, y tan fiables como los políticos…

Finalmente os comentaré que un investigador que conquistó un premio nobel, juro no volver a publicar enScience o Nature, tras ver que en un artículo que remitió, tras de ser aceptado, la editorial habían modificado, sin aviso alguno, el título y alguna frase del resumen, para hacerlo más llamativo, pero que en opinión del afamado científico, distorsionaba la verdadera naturaleza del estudio.

Resumiendo, al margen de nuestros propios pecados, los científicos nos encontramos indefensos ante tanta tropelía de la prensa general, gabinetes de prensa, pero también de los caprichos y veleidades de los responsables de las revistas que con consideradas “divinas” como lo son Science o Nature.

¿No queda ni un atisbo de decencia, decoro o ética en el mundo de la actividad científica?. Vivimos tiempos convulsos en donde los políticos e Instituciones Internacionales engañan a los pobres ciudadanos, una vez sí y otra también. Defiendo en este blog que el comportamiento de los miembros de la comunidad científica es un mero reflejo, de los valores que atesora la sociedad en un momento dado de la historia. ¿Pero a que valores nos referimos?.

Sinceramente no logro entender a muchos colegas que se matan por salir en la prensa a pesar de poder poner en riesgo su prestigio. ¿Y a mí que me importa lo que piensa mi vecina?.  

Nos dirigimos a un futuro, que de no cambiar, la  decencia, decoro, moralidad y ética, brillarán por su ausencia, estando como ciudadanos en manos de personajes que recogen de la mala praxis, el fraude y la mentira, sus nuevos valores y modos de vida. Posiblemente a esto también lo denominen ¡enprendimiento!. No sigo porque…….

Juan José Ibáñez  

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