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Rachel Carson y su mítico libro La Primavera Silenciosa. Fuente: Ecología verde

 Cuando era casi un adolescente, comencé a interesarme por la ecología y a la postre por el ecologismo. Por aquel entonces, el libro publicado por Rachel Carson, en 1962, y que llevaba por título Primavera silenciosa, era considerado como una biblia del ecologismo por muchos compañeros de fatigas. Cuando lo leí, llegué a la errónea conclusión de que, incluso para jóvenes concienciados como yo, resultaba excesivamente alarmista, ¡exagerado!. Y para desgracia mía y de todos los moradores de este desdichado Planeta, tal primavera, por no decir gélido invierno, se encuentra ya entre nosotros.  Rachel falleció menos de dos años después. Parece ya, fatalmente cansino, traumático y enigmático, que gran parte de las mentes visionarias y creativas no vivan para disfrutar del éxito. Obviamente, si a mí personalmente se me antojaba un texto apocalíptico, imagínense que opinaba la mayoría del establishment de la época. Se trata de una pesadilla convertida en realidad. Como botón de muestra, en este post abundaremos sobre el contenido de la noticia, aparecida en el verano de 2016, y que llevaba por título: La degradación del medio ambiente causa doscientas veces más muertes en el mundo que las guerras. Se trata de un resumen de una de esas reuniones, la segunda, organizada por  Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-2).

Según la noticia, el SE asiático es, empeorará aún en el futuro, el más afectado. No debe extrañarnos ya que la deslocalización de las empresas se ha dirigido principalmente hacia aquella región del globo. Y así, aquí pagamos las consecuencias con el incremento del paro, una reducción galopante de la calidad de vida y el problema de un envejecimiento, a todas luces insustentable. Mientras tanto, allí sufren la permisibilidad legal de sus gobiernos frente al trabajo infantil, empleo esclavizante,  exceso de población y natalidad, una vida de la población mayoritariamente precaria, así como los efectos devastadores de esos medios de producción a los que denominados “tecnológicos” que nos causan gran satisfacción ¿?. Si el precio a pagar por el progreso y crecimiento económico es este, que alguien me rebata que no vivimos en una sociedad insustentable en el que la vida de los ciudadanos no vale nada. La dictadura financiara defiende que esto es progreso sustentado en el crecimiento económico. ¿Pero progreso para que y para quién?.

No cabe defensa alguna, la economía global va en contra la Declaración Universal de los derechos Humanos, firmada por casi todos los países del mundo. A lo largo de la historia de la humanidad, los principales mecanismos de control demográfico fueron las guerras y las epidemias. Al parecer, aunque siempre presentes, tal vez ya no son ni tan siquiera necesarias, basta con que dejemos que el FMI y el banco Mundial, maquillajes de la dictadura financiera, sigan amaestrándonos como borregos que van al matadero. Porque parce que así es. Y no lo digo yo lo dice la ONU, como veréis en la nota de prensa que os mostramos hoy: La degradación del medio ambiente causa doscientas veces más muertes en el mundo que las guerras .

 En donde hay más riqueza, el envejecimiento deviene en problema, mientras que en los países en vías de desarrollo, o subsumidos en la pobreza y las guerras, los niños mueren por el hambre, las infecciones y las guerras. En los países desarrollados, se pretende aumentar la edad de jubilación, ya que el capitalismo dice que no puede asumir pagar a tanto viejo nauseabundo, mientras que en las regiones pobres, las autoridades intentan poner freno al crecimiento de la población, reduciendo sus tasas de natalidad. ¿Hay alguien que lo entienda? Y para más INRI muchos ciudadanos europeos temen perder su estado de bienestar por la inmigración hacia sus fronteras de los desheredados, generando un alarmante auge de los partidos xenófobos y nazis. Y así surgen los muros de la vergüenza que intentan poner coto a que los pobres vivan mejor y ellos peor, cuando en realidad su situación es el resultado de la deslocalización de las empresas inducida por los empresarios de sus propios Estados. Pronto necesitarán soldados cibernéticos (ya que los ancianos poco podríamos hacer) para defender esos asombrosos muros en un mudo en donde la rapacidad del capital ha generado desigualdades que terminarán por carcomer esa falacia a la que denominan aldea global. Por el contrario, en muchos países subdesarrollados se recluta cruelmente a los denominados niños soldados.  Puedo ser reiterativo sobre estos temas, lo reconozco. Pero lo que leo y veo duele, se me clava como una espina en el corazón, seguro que como a la mayoría de ustedes. Y mientras tanto el FMI y el Banco Mundial, echando leña al fuego, con recomendaciones que nos conducirán inevitablemente al colapso de la civilización tal como la conocemos. Si Raquel, sí, tenías razón e incluso pudiera ser que te quedaras corta. La Primavera silenciosa ya está aquí y ha venido para quedarse, ya que nadie pone remedio a tanta irracionalidad, encubierta por la nauseabunda frase de la autorregulación de los mercados financiaros.

 La cuestión no resulta ser capitalismo si, capitalismo no (existen muchos tipos de capitalismo). Las preguntas que debiéramos responder son: ¿racionalidad o irracionalidad?, ¿sustentabilidad o insustentabilidad?.

 Juan José Ibáñez

 Os dejo ya con la noticia y algunos datos sobre el libro aludido y Raquel…..

 La degradación del medio ambiente causa doscientas veces más muertes en el mundo que las guerras

 

La degradación ambiental y la contaminación causan cada año hasta 200 veces más muertes que las guerras; así lo afirma un informe hecho público en el marco de la segunda Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-2) que ha comenzado en Nairobi. El objetivo de este encuentro en el que participan delegados de más de 170 países es impulsar el apartado relativo al medio ambiente de la Agenda 2030, la hoja de ruta definida por la ONU para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico; 12/08/2016

El estudio revela que en 2012 más de 12 millones de muertes se debieron al deterioro de las condiciones del entorno. El aire que respiramos, los alimentos que comemos o el agua que bebemos suponen un 23% del total de los fallecimientos en el mundo. De hecho, las enfermedades no transmisibles provocadas por exposición a químicos, aire contaminado o estilos de vida poco saludables tienen una mayor prevalencia. Solo en el África subsahariana las enfermedades infecciosas, alimentarias o por parásitos son mayores que las no transmisibles, aunque estas últimas también estén creciendo y ya suponen en esa región del mundo el 23% de todas las muertes.

LO PEOR ESTÁ EN EL SUDESTE ASIÁTICO

Mirando el mapamundi, la mayor proporción de muertes por causas medioambientales se produce en el sudeste de Asia y en el Pacífico occidental, con un 28% y un 27% del total, respectivamente. En el Mediterráneo oriental, las muertes debidas al deterioro medioambiental alcanzan el 22% del total, mientras que en Europa suponen el 15%. El informe indica que cada año mueren 7 millones de personas por la contaminación del aire, 3,5 millones por falta de agua potable o acceso a saneamiento. Desde 1995, más de 600.000 personas han perdido la vida por desastres relacionados con el cambio climático y 4,1 millones han resultado heridas, perdido sus casas o necesitado de asistencia de emergencia. El cambio climático, dice el estudio, es el mayor multiplicador del riesgo para la salud. Según la OMS entre 2030 y 2050 podría haber 250.000 muertes adicionales cada año, sobre todo por desnutrición, malaria, diarrea y estrés provocado por el calentamiento global.

Por todo lo anterior, la ONU asegura que invertir en un medio ambiente saludable puede traer múltiples beneficios: dos millones de casos de cáncer de piel y muchos más de cataratas podrían prevenirse con la eliminación de casi 100 sustancias que destruyen el ozono, un millón de muertes prematuras se evitarían cada año por la eliminación del plomo en la gasolina y 2,4 millones de vidas se salvarían cada año con medidas de reducción de las emisiones de contaminantes climáticos de corta duración, como el hollín y el metano.

Autor:   A. Carra

Wikipedia: Primavera silenciosa (Silent Spring en inglés) es un libro de Rachel Carson publicado el 27 de septiembre de 1962 que advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas en el medio ambiente -especialmente en las aves- y culpaba a la industria química de la reciente contaminación.1 Algunos científicos lo calificaron de fantasioso,2 pero para muchas personas se trata del primer libro divulgativo sobre impacto ambiental y se ha convertido en un clásico de la concienciación ecológica.3

Se considera que Primavera Silenciosa inspiró la movilización ecologista que consiguió que el Departamento de Agricultura revisara su política sobre pesticidas,4 que el DDT fuera prohibido por la legislación de losEstados Unidos.5 y sentó las bases para la creación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).6

En 2006Primavera silenciosa fue considerado uno de los 25 libros de divulgación científica más influyentes de todos los tiempos por los editores de Discover Magazine.7 En 2015 se lo consideró como uno de los 20 libros más influyentes.8

 

Wikipedia: por Rachel Carson

Carson murió a los 56 años por un cáncer de mama, antes de ver realizadas las consecuencias que contribuyeron al cambio en la legislación y en la conciencia pública. En este último sentido, su obra marca el momento en que socialmente se comprende que la naturaleza es un todo complejo, cuyas partes están intrincadamente relacionadas y que las consecuencias indirectas de cualquier acción, también para la salud humana, son difíciles de predecir y deben ser vigiladas. La mayor crítica que ha recibido confirma precisamente este punto de vista; se refiere a que la prohibición del uso del DDT dio lugar a una recuperación de las elevadas tasas de morbilidad por malaria anteriores a su introducción. Lo cual, generó un fuerte debate mediado por intereses económicos, sociales y ambientales.

En todo caso, la obra y el testimonio de Rachel Carson fue la que ayudó a la creación, años después de su muerte, de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (Environmental Protection Agency), a controlar el uso del DDT y de otros pesticidas, a la celebración del Día de la Tierra, a las leyes que se dictaron en muchos países del planeta sobre pesticidas, insecticidas, fungicidas, rodenticidas y productos similares y al desarrollo del movimiento filosófico y político que hoy es conocido como ecologismo.

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