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Pesticidas: Fuente Google imágenes

Ya hemos repetido  en multitud de post las inmensas mentiras de las multinacionales del Agronegocio. Sí, esa que nos contamina con sus  pesticidas y fertilizantes. Nada nuevo bajo el Sol, excepto que la ONU se ha pronunciado y para darnos la razón. Como los sinvergüenzas de la dictadura financiera que causaron una crisis mundial de primera magnitud, estas “malas compañías” nos han intentado vender durante décadas que sin  ellos y sus productos, el hambre en el mundo sería pavorosa. La realizad es tozuda y refuta todas sus aseveraciones. Tanto la FAO como la ONU por fin se han pronunciado con rotundidad.  ¡Hay vida después de los agrotóxicos!, como también sin Smartphone, por mucho que a menudo los jóvenes se nieguen a reconocerlo.

Bajo la dictadura financiera, todo vale, con tal de amasar enormes fortunas a costa de los ciudadanos. La farmaindustria no pretende curar, ya que de hacerlo vendería muchos menos medicamentos.  La agroindustria no pretende mejorar la producción, sino vender, vender y vender. Todo vale para engatusar a la población y sus gobiernos. Y poco más os voy a decir. He seleccionado las noticia según diversos rotativos, y las críticas les llueven por todos los lados. Nadie duda de que en determinados suelos, ambientes y con alguna que otra plaga, se deba hacer uso de los agrotóxicos con moderación, ¡mucha moderación!.  Sin embargo, como en el campo de las ciencias biomédicas, nos quieren vender como indispensable la sobremedicación. Estas aves de rapiña insisten que el exceso es bueno, y como corolario, han indigestado a la biosfera y envenenado a los seres humanos. La misma trampa y el mismo discurso que los defensores de la economía neoliberal. Los mismos perros con los mismos collares y que pasean agarrados de la mano como amantes indisociables.

La abundante información que os dejo a continuación, me alivian de la pesada tarea, tanto para vosotros y para mí, de volver a repetirme como si tuviera hipo.

Vallamos a ver la somanta de palos que ha recibido la Agroindustria, lo cual, no les hará cejar en su empeño, ¡no lo duden!. Lean y reflexionen sobre la gran mentira del mundo en que vivimos.

Juan José Ibáñez

Continua………

Choque por los plaguicidas químicos

Un duro informe de una relatora especial de la ONU llama a regular y limitar el uso de pesticidas en la agricultura y denuncia graves abusos por parte de la industria que los produce

Carlos Laorden ; Roma 7 MAR 2017 – 20:33 CET

El Salvador: cuando trabajar cuesta un riñón

Los médicos ligan el cáncer de un pueblo argentino a los agroquímicos Los plaguicidas alcanzan a las lagunas y ríos de México

Responsables de muertes por intoxicación», «graves efectos para las personas y para el planeta», «contaminan y degradan el suelo», «doble rasero», «fuerte presión de la industria» sobre las autoridades… Los plaguicidas químicos y sus productores —y los Gobiernos y organismos reguladores— se llevan un buen varapalo en el informe que dos relatores de Naciones Unidas han presentado al Consejo de Derechos Humanos de la organización internacional. La asociación que agrupa a los principales productores, CropLife, ha señalado en un comunicado que colaboran con todas las agencias de la ONU para conseguir un uso responsable de estas elaboraciones y ha tachado de «infundadas» y «sensacionalistas» muchas de las afirmaciones contenidas en el estudio.

El documento, que aborda la cuestión del uso de plaguicidas químicos como un obstáculo para el respeto a los derechos humanos y en concreto a obtener una alimentación adecuada— no escatima en críticas a su uso ni a sus productores, ni en ejemplos de sus peligros consecuencias negativas. Se refiere, entre otros muchos, a casos como el uso del DCBP (un producto hoy prohibido y considerado cancerígeno) en plantaciones bananeras de todo el mundo, que dio lugar a casos de esterilidad en trabajadores expuestos en Davao (Filipinas). El comunicado de la industria insiste en que tanto los Gobiernos como los propios productores se preocupan de asegurar que no haya «efectos humanos ni medioambientales negativos» si los químicos se utilizan de forma adecuada y responsable.

También descalifica prácticas como la venta en otros países, generalmente en desarrollo, de productos prohibidos en el propio. Y cita el caso del gigante Syngenta, que según el texto vende el polémico compuesto paraquat pese que lleva años prohibido en Suiza (sede de la compañía) y otros países. «Someter a personas de otros países a toxinas de las que se sabe que ocasionan graves daños a la salud o incluso la muerte constituye una clara violación de los derechos humanos», sentencia el documento, que lamenta la falta de información y datos sobre los daños que provocan en humanos. Con todo, cita cifras como la de 200.000 muertes anuales por envenenamiento con pesticidas en base a estudios que referencian a otros estudios, o sin mencionar que gran parte de ellas se consideran suicidios intencionados.

Minimizar el uso y el riesgo

«El objetivo de la FAO es una intensificación sostenible de la producción, para aumentar la productividad sin consumir más recursos», recalca Baogen Gu, oficial senior de gestión de plagas. «Y eso supone combinar distintas técnicas, que pueden reducir enormemente el uso de plaguicidas químicos».

Por otro lado, la agencia apuesta por influir lo menos posible en el crecimiento de un cultivo sano y fomenta los mecanismos naturales de control de plagas. Desde elementos físicos, como trampas que atrapan a los causantes, hasta remedios biológicos, como microbios que acaban con la plaga, pasando por el recurso a variedades más resistentes. El objetivo, según Gu, es mantener el uso de plaguicidas químicos —»una herramienta necesaria para controlar las plagas», en palabras del experto— en niveles que se justifiquen económicamente y «minimicen los riesgos para la salud humana, animal y para el medio ambiente». Porque su abuso, como también alerta el informe de la relatora especial, genera resistencias que hacen necesarios nuevos productos y entrar así en un círculo vicioso.

Los ejemplos le sirven a Hilal Elver, relatora especial para el derecho a la alimentación —junto a Baskut Tuncak, relator de tóxicos— para censurar con contundencia el modo de actuar de las grandes compañías del sector. Tras resaltar el «enorme poder» del «oligopolio de la industria química» —tres grandes grupos (Bayer-Monsanto, Syngenta-ChemChina y Dow-Dupont) controlan más del 65% de las ventas mundiales de plaguicidas—, critica que las dos primeras se nieguen a divulgar sus propios estudios sobre los efectos nocivos de sus productos. También advierte de «graves conflictos de interés» en perjuicio de los pequeños agricultores por el hecho de que esas mismas empresas controlan el 61% de las ventas comerciales de semillas.

Al tiempo, acusa a las empresas de organizar campañas para desprestigiar a los científicos que sugieren esos peligros del uso de plaguicidas, y alerta de la existencia de «puertas giratorias» entre los organismos que elaboran las normas para el sector y la industria. «Otras prácticas flagrantes son, por ejemplo, infiltrarse en los organismos federales de regulación», señala el informe. La respuesta de la agrupación industrial CropLife asegura que toman de forma voluntaria medidas para mitigar los riesgos para la salud y medioambientales, incluyendo la retirada de productos.

La actitud de las autoridades y los países también sale mal parada. En algunos casos, sostienen los relatores, por las denunciadas presiones y en otros por falta de recursos. Avisan de que muchos Estados no tienen capacidad para controlar realmente los niveles de plaguicidas que se están usando y comprobar si cumplen con los máximos aceptados. También destacan que numerosos países en desarrollo han cambiado sus políticas agrícolas: de producir tradicionalmente para consumo local han pasado a cultivos comerciales para exportar. Eso, según el texto, obliga a los agricultores a depender cada vez más de los químicos.

¿Son necesarios?

«El argumento promovido por la industria agroquímica de que los plaguicidas resultan necesarios para lograr la seguridad alimentaria no solo es inexacto sino (…) peligrosamente engañoso», defienden Elver y Tuncak. Ambos se refieren a los cálculos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que señalan que anualmente se producen alimentos más que suficientes para todos. Las empresas del sector, en cambio, han respondido que sin herramientas como los pesticidas químicos, las pérdidas de cosechas podrían ser altísimas. El documento reitera que los plaguicidas peligrosos «se usan en exceso» y no creen que reducir su uso o buscar otros «menos peligrosos» sea una solución sostenible, sino simplemente una salida a corto plazo. Sus autores abogan por «prácticas más seguras», como sustituir productos químicos por otros biológicos, adaptar las prácticas agrícolas a entornos locales o fomentar la biodiversidad.

Precisamente Baogen Gu, oficial jefe de gestión de plagas de la FAO, admite que la agencia trabaja para que los pesticidas químicos se conviertan en el último recurso, pero añade que aún queda camino por recorrer. «Ahora mismo, los agricultores prefieren los químicos, que suelen ser el medio más barato y sencillo para proteger sus cultivos», observa. Y considera que —pese a que el objetivo final para el que trabaja la agencia es lograr una producción ecológica para todos— con los conocimientos y condiciones actuales, sería inviable prescindir inmediatamente de estos productos.

En el informe, los expertos en derechos humanos toman partido claramente por un modelo de agricultura opuesto al industrial, en el que esa producción ecológica y la diversificación —frente al uso de químicos y el cultivo intensivo de aquellas variedades de alto rendimiento— sean la vía para afrontar los retos del futuro (y presente) de la alimentación. Entre ellos, alimentar a una población creciente sin agravar el cambio climático ni consumir unos recursos (tierra, agua) cada vez más limitados. El éxito de esa apuesta, dicen, debe medirse con criterios distintos a los puramente económicos. CropLife, en este sentido, insiste en que trabaja para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y acabar con el hambre y la pobreza en 2030. «Los productos de protección de cultivos y de biotecnología en plantas son esenciales para ayudar a los agricultores a proteger, mantener e incrementar sus cosechas».

 Una agricultura rentable sin pesticidas

Hasta 30 pesticidas en el polen de las abejas

La ONU desmiente el principal mito que justifica el uso de pesticidas

Una cantinela que repiten constantemente las grandes corporaciones agroquímicas y que ahora las Naciones Unidas ponen en tela de juicio

Por: Silvia Laboreo , martes 7 de marzo de 2017

Uno de los mayores argumentos de aquellos que se encuentran a favor de los pesticidas es que sin ellos no se podría alimentar a toda la población mundial. Sin embargo, los expertos en alimentos y contaminación de las Naciones Unidas tienen una opinión muy distinta.

En un informe presentado este miércoles ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, se critica a las multinacionales que fabrican los pesticidas y se les acusa de “negación sistemática de los daños”, técnicas de marketing agresivas y poco éticas” y de fuertes presiones a los gobiernos de los países con el objetivo de “obstruir las reformas y paralizar las restricciones mundiales de plaguicidas”.

El estudio advierte de los “efectos catastróficos de los pesticidas sobre el medio ambiente, la salud humana y la sociedad en su conjunto”. Y, sobre todo, advierte sobre el mito de la “necesidad” del uso de los pesticidas.

En 2050, la población mundial alcanzará los nueve mil millones de seres humanos. Nueve mil millones de bocas que, según la industria de los plaguicidas, no podrán ser alimentadas sin el uso de agroquímicos.

Sin embargo, los autores del estudio recuerdan las predicciones de la FAO que inciden en que hoy en día ya somos capaces de alimentar a nueve mil millones de personas. “La producción está en aumento, pero el problema es la pobreza y la desigualdad en la distribución”, comenta Hilal Elver, uno de los autores del informe, según informa The Guardian . «Las empresas no están lidiando con el hambre en el mundo, están lidiando con una mayor actividad agrícola a gran escala”, incide Elver.

El estudio de la ONU advierte de los “efectos catastróficos de los pesticidas sobre el medio ambiente, la salud humana y la sociedad en su conjunto”. Y, sobre todo, advierte sobre el mito de la “necesidad” del uso de los pesticidas.

Por otra parte, el informe alerta sobre el poder de los lobbies de la industria agroquímica y de la falta de regulación sobre los pesticidas y advierte que de los países desarrollados, solo el 35% tenían una regulación acerca de los pesticidas pero aún así tenían problemas a la hora de aplicarlo.

Pero la ONU no se acobarda a la hora de advertir sobre las consecuencias reales de estos pesticidas sobre los humanos. Según el informe, “la exposición crónica a plaguicidas se ha asociado con el cáncer, el Alzheimer y las enfermedades de Parkinson, trastornos hormonales, trastornos del desarrollo y la esterilidad».

Pese a que cada vez son más las personas concienciadas acerca de los peligros de los pesticidas, que algunos como los neonicotinoides se han empezado a restringir y que otros como el glifosato cada vez se encuentran con mas oposición por parte de la opinión pública, aún queda mucho camino por andar.

Un camino que los expertos de la ONU advierten que habría empezar a recorrer cuanto antes: «es el momento de crear un proceso global para la transición hacia alimentos más seguros y saludables y una mejor producción agrícola”.

Denuncian la «extraordinaria influencia» de las multinacionales sobre los gobiernos

Naciones Unidas arremete contra la industria de los pesticidas

Por Amado Herrero 10/03/2017 13:45

Expertos de la organización desmienten la idea de que los plaguicidas sean necesarios para garantizar la alimentación mundial

Un informe advierte de las consecuencias «catastróficas» de uso y acusa a los fabricantes de «negación sistemática de daños» y «tácticas de marketing poco éticas»

Los pesticidas son una «amenaza global contra los Derechos Humanos» responsable de la muerte de 200.000 personas cada año. Así lo afirma un informe presentado el pasado miércoles ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, elaborado por la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Hilal Elver.

El documento critica con dureza a las grandes multinacionales del sector, a las que acusa de «negación sistemática de los daños derivados de estos productos» y de «tácticas de marketing agresivas y poco éticas«.

El informe también señala el impacto «catastrófico» de estas sustancias en el medio ambiente, la salud y en el conjunto de la sociedad y reclama un tratado internacional «que regule y elimine el uso de pesticidas peligrosos y avance hacia métodos agrícolas sostenibles». Durante la presentación del texto, Elver calificó de «inaceptable» la utilización de pesticidas industriales «para alimentar a ciertos sectores de la sociedad, poniendo en riesgo a grupos vulnerables».

Aunque las mediciones a nivel internacional en este sentido no son concluyentes, los expertos estiman que la utilización de estas sustancias ha aumentado en las últimas décadas, especialmente en los países más pobres. El informe, elaborado en colaboración con Baskut Tuncak, Relator sobre Productos Tóxicos de la ONU, afirma también que «pese a que los científicos han confirmado los efectos negativos de los pesticidas, demostrar su relación con enfermedades sigue siendo un desafío».

La exposición sostenida a plaguicidas ha sido relacionada con la aparición de cáncer, alzhéimer y párkinson, así como con alteraciones hormonales, trastornos del desarrollo y la esterilidad. Los relatores denuncian que las dificultades para demostrar de forma definitiva esta relación se originan en «la negación sistemática impulsada por la industria de los pesticidas sobre la magnitud y el daño infligido por estos productos químicos, así como en tácticas de marketing poco éticas».

El «mito» de los pesticidas necesarios

Los expertos de la ONU negaron categóricamente la idea de que los pesticidas industriales son necesarios para satisfacer las demandas alimentarias de la población mundial, que a lo largo de las próximas décadas pasará de siete a nueve mil millones de personas. Esta noción, que Elver calificó de «mito» en declaraciones a The Guardian, viene siendo promovida desde las agrupaciones sectoriales de la industria, como Croplife.

Sin embargo, la Relatora recordó que, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción mundial es más que suficiente para alimentar a la población en el futuro. Según la FAO, «la pobreza, la desigualdad y la distribución» son los verdaderos obstáculos.

Por otro lado, los autores señalan que gran parte de los pesticidas se utilizan en el cultivo de materias primas, como la soja y el aceite de palma, no en la producción de los principales cultivos alimentarios. «La verdad es que actualmente los pesticidas se utilizan en todo tipo de cultivos», explica Dave Goulsson, profesor de Biología de la Universidad de Sussex y autor de varios estudios sobre la exposición a pesticidas, «pero en cualquier caso la afirmación de que son necesarios, sencillamente no es cierta».

Influencia de grandes empresas

Los autores apuntan directamente a tres grandes corporaciones que acumulan dos tercios de la producción mundial -Monsanto-Bayer, Syngenta-ChemChina y Dow-Dupont- y denuncian la presión que éstas intentan ejercer en la comunidad científica. Durante la lectura del informe ante el Consejo Elver señaló también «la extraordinaria influencia de estas empresas tanto en instituciones de gobierno como en las agendas regulatorias».

Las asociaciones del sector, por su parte, consideran que el informe no es imparcial. «Es irónico que la Relatora sobre el Derecho a la Alimentación niegue al público el derecho a un análisis objetivo», declara Graeme Taylor, portavoz de European Crop Protection, una de las agrupaciones que representa a estas empresas en Europa. Para Taylor «la lista de referencias del artículo es un manual de investigadores antipesticidas» y considera que el informe ofrece una visión «simplificada».

Regiones como en la Unión Europea la legislación protege a los consumidores -aunque según los expertos no a los trabajadores agrícolas- e impera el «principio de precaución» que obliga a demostrar que un producto es seguro.

El problema, según los relatores, es que las muertes se concentran en países en vías de desarrollo, dónde sólo un 35% de los estados cuenta con alguna regulación e incluso en estas últimas «su aplicación es complicada».

UN INFORME DE LAS NACIONES UNIDAS SUBRAYA EL DAÑO DE LOS PLAGUICIDAS

Author: Darío Aranda, Página 12 (Argentina), Published on: 21 March 2017

“Un informe de las Naciones Unidas subraya el daño de los plaguicidas-El impacto de los agrotóxicos”, 20 de marzo de 2017

El impacto de los agrotóxicos

Un informe de la relatora especial sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU, Hilal Elver, responsabiliza a los agrotóxicos por la muerte de 200 mil personas al año y cuestiona la idea de que sin ellos no es posible alimentar.

Los reclamos contra el uso de agrotóxicos fueron sostenido por la ONU.

 “Hemos llegado a un punto de inflexión en la agricultura. El modelo agrícola dominante resulta sumamente problemático, no solo por el daño que causan los plaguicidas, sino también por los efectos de estos en el cambio climático, la pérdida de diversidad biológica y la incapacidad para asegurar una soberanía alimentaria”, afirmó el mayor organismo de Naciones Unidas (ONU) referido al derecho a la alimentación. En un duro informe, desmintió que los agrotóxicos sean necesarios para producir alimentos, los responsabilizó por la muerte de al menos 200 mil personas al año, denunció el lobby empresario y confirmó el impacto de los agroquímicos en la salud y el ambiente.

Las empresas y la ciencia

El Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación es el ámbito especializado de la ONU para abordar la situación del acceso a los alimentos, nutrición, modelos productivos y necesidades, desde una perspectiva de derechos humanos y multidisciplinario. Al frente está la especialista turca Hilal Elver, que presentó su último documento ante el Consejo de DD.HH.de la ONU.

La producción agrícola se ha incrementado. Ello se ha logrado a costa de la salud humana y el medio ambiente, y al mismo tiempo el aumento de la producción no ha logrado eliminar el hambre en el mundo. La dependencia de plaguicidas es una solución a corto plazo que menoscaba el derecho a una alimentación adecuada y el derecho a la salud de las generaciones presentes y futuras”, afirma el escrito de Naciones Unidas, y al mismo tiempo, desmiente que sean necesarios químicos y transgénicos para acabar con el hambre (como suelen publicitar las empresas): “Sin utilizar productos químicos tóxicos, o utilizando un mínimo de ellos, es posible producir alimentos más saludables y ricos en nutrientes, con mayores rendimientos a largo plazo, sin contaminar y sin agotar los recursos medioambientales”.

El documento (“Informe de la Relatora Especial sobre el derecho a la alimentación”) contó con la redacción del Relator Especial de Sustancias y Desechos Peligrosos, precisa que al menos 200.000 personas mueren al año por intoxicación aguda y el 99 por ciento suceden en países en vías de desarrollo.

El trabajo confirma los efectos de los agrotóxicos en la salud, hecho negado sistemáticamente por las empresas y periodistas del agro. “Las mujeres embarazadas que están expuestas a plaguicidas corren mayor riesgo de sufrir abortos espontáneos y partos prematuros, y sus bebés, de sufrir malformaciones congénitas. Estudios han constatado la presencia de diversos plaguicidas en el cordón umbilical, probando la existencia de una exposición prenatal”, afirma el trabajo y específica que la exposición a plaguicidas de las mujeres embarazadas lleva aparejado un mayor riesgo de leucemia infantil, autismo y problemas respiratorios.

Otros efectos en la salud que confirma: cáncer, alzheimer, parkinson, trastornos hormonales, problemas de desarrollo, neurológicos y esterilidad.

Los especialistas de Naciones Unidas no tienen dudas de que los agroquímicos “implican un costo considerable para los gobiernos y tienen consecuencias desastrosas para el medio ambiente, la salud humana y la sociedad en su conjunto, afectando a los derechos humanos”. Y remarca: “Las investigaciones científicas confirman los efectos adversos de los plaguicidas”. Al mismo tiempo, apunta al rol de las grandes empresas productoras: “Existe una negación sistemática, alimentada por la agroindustria y la industria de los plaguicidas, de la magnitud de los daños provocados por estas sustancias químicas, y las tácticas agresivas y poco éticas empleadas en el ámbito de la mercadotecnia”.

Toma como referencia la situación del glifosato, utilizado en la producción de soja transgénica, maíz y algodón, entre otros. “Ha sido presentado como menos tóxico que los herbicidas tradicionales pero existe una considerable división de opiniones acerca de su efecto. Estudios han señalado efectos negativos en la diversidad biológica, la flora y fauna, y el contenido en nutrientes del suelo. En 2015, la OMS anunció que el glifosato era un probable cancerígeno”. Y recuerda que los estudios de toxicidad de las empresas “no analizan los múltiples efectos crónicos relacionados con la salud (solo abordan los efectos agudos, de corto plazo)”.

El Relator de Derecho a la Alimentación es uno de los pocos espacios de Naciones Unidas que no es dominado por el lobby de las empresas transgénicas. El informe precisa que tres empresas (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina) dominan el 65 por ciento de las ventas mundiales de agroquímicos y el 61 por ciento del mercado de semillas. “Las transnacionales ejercen un extraordinario poder sobre la agenda regulatoria, las iniciativas legislativas y la investigación agroquímica a nivel mundial”, advierte.

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