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Ranking del fraude Científico por países (2012-2016)

¡Qué bárbaro!. Esto es lo que podría calificarse como la adopción de medidas contumaces contra el fraude científico. Y en el caso de que tales tecnologías novedosamente mortales basadas en resultados fraudulentos causaran víctimas, los defraudadores pueden ser condenados a pena de muerte.  ¿Sí?. ¿De verdad?. De ser el caso, que tiemblen muchas multinacionales farmacéuticas, así como las agroalimentarias que  producen pesticidas. ¡A la hogera!

Al gobierno chino le disgusta la imagen que ofrece al mundo su actividad científica, dado que aparece en el top 1 del fraude. Según la noticia Se estima que el 40 % de las investigaciones científicas realizadas en China han sido afectadas por algún tipo de mala conducta” (y reitero que conforme a la nota de prensa). Es decir no muy lejos de la mitad de sus indagaciones son tramposas “de algún modo”. Y aquí nos topamos con la primera corroboración sobre un hecho sobre el que hemos insistido durante “más de decenio” (ver nuestra categoría: Fraude y mala praxis científica). La excesiva presión de esa maldita política de “publica o perece” se encuentra dañando no solo la imagen de le ciencia, sino que atenta contra su esencia: el progreso del conocimiento. ¡Y esta vez no lo digo yo!, sino las autoridades chinas.

Pero maticemos lo que acaece en China, que el problema resulta ser mucho más complejo de lo que parece.  

Os extrañará que se hable de pena de muerte cuando tales indagaciones dan lugar a procedimientos y tecnologías que finalmente acarrean la pérdida de vidas humanas.  ¿Verdad? Cuando se lee asiduamente las notas de prensa de los boletines de noticias, uno puede percatarse de que allí, se han publicado varios casos de médicos e investigadores que “decían haber hallado formulas milagrosas para curar tal o cual enfermedad”. Los pacientes desesperados acudieron a sus clínicas y terapias, falleciendo después en demasiadas ocasiones: “el remedio era peor que la enfermedad”. Ahora nos vamos entendiendo, ¿verdad?. El título de la noticia original que analizamos hoy resulta ser el siguiente: “ China sugiere pena de muerte a investigadores científicos que cometan fraude”. La nota viene acompañada de un gráfico que hemos sustituido por el que encabeza este post basándose en los datos que proporcionaba tal ciberdocumento.

Como se puede observar, los países del SE asiático se lleva la palma con un 75% de los casos detectados. Y si sumamos los estados de la región, como La India y Paquistán…… daría lugar a pensar a que la ciencia producida por los dragones asalticos es lamentablemente engañosa.   Empero, la presencia de Irán en tercera posición es como para reflexionar seriamente. Del mismo modo, extraña por ejemplo que en USA tan solo se detectara un caso en cuatro años. En el libro la Anatomía del Fraude Científico, escrito por el historiador de la ciencia norteamericano Horace Freeland Judson, se ofrece un paisaje en USA muy alejado del idílico que se infiere de la lectura de la  noticia. Y es que como nos informa Horacio, el número de fraudes detectados no refleja la realidad, “sea cual sea”. Las cloacas de la ciencia son mucho más tenebrosas que una simple tabla. Cuanto más luche un gobierno contra la mala conducta científica, tantos más casos saldrán a flote. Y al contrario, cuanto más lo intenten ocultar los mandatarios, mejor parado saldrán en las estadísticas del momento. Sin embargo la bomba, tarde o temprano les explotará en las manos. Luego deben buscarse las fuentes consultadas para elaborar el ranquin, ya que hay verdades, mentiras y estadísticas.

Con vistas a ofrecer una imagen más clara del fraude por países, contar tan solo con el número de publicaciones, resulta ser la mejor manera de ofrecer los peores resultados. ¿Por qué no el porcentaje de fraudes por papers publicados? Uno debe tener en cuenta el número de los artículos científicos de cada país, el número total de investigadores y él de estos por 100.000 habitantes. Si se introducen todos estos datos en la ecuación, el ranking puede verse alterado por completo. De ser “serios” los datos, entonces probablemente mostrarían que Irán podría encabezar el ranking, pero es solo una conjetura que debe ser corroborada antes de acusar a un país entero.

Más aún, existen factores culturales, sociológicos, cognitivos y lingüísticos que, del mismo modo, debieran que tenerse muy presentes.

No solo a los españoles, sino a los franceses y alemanes, entre otros pueblos, nos costó sangre (en su momento) la obligación de publicar en Suajili. El proceso de aprendizaje colectivo resulta ser largo. El lenguaje determina el pensamiento, según nos informan desde las fronteras de la neurociencia. Empero nosotros expresamos nuestros pensamientos científicos con el lenguaje natural, gustos y estilos culturales y valores en los que hemos sido “cultivados”. Todo ello se pone de manifiesto a la hora de redactar un buen paper y mostrarlo con coherencia en otra lengua. Dicho de otro modo, el problema no reside tan solo en el manejo del inglés, sino en la forma que se expresan las mentes anglosajonas. He leído un buen número de artículos redactados en el idioma del imperio por los chinos con la ayuda de coautores cuya lengua madre resulta ser la de la Pérfida Albión (el inglés). En varias ocasiones he sido uno de los revisores elegidos por la revista en los que pretendían publicar. La diferencia de un artículo en cuya investigación intervinieron tanto chinos, como angloparlantes, de aquellos en los que los últimos solo tradujeron e intentaron dar algo de coherencia al “producto” los últimos es manifiestamente palmaria.  La mentalidad china es totalmente distinta de la occidental. Y así, los artículos cuyos borradores debieron ser escritos en esta lengua nos parecen a nosotros extraños y escasamente coherentes. Nos topamos, en mi modesta opinión, con el meollo de la cuestión. El lenguaje nos ayuda a protegernos (si lo dominamos a la perfección) o delatarnos (si no lo manejamos con fluidez y atesoramos conocimientos de su lógica subyacente), según sea el caso. Por lo tanto, sostengo que,  posiblemente, el fraude sea más fácilmente detectado cuanto menos se domine la lengua del imperio. Eso sí, no dudo que las diferencias culturales respecto a lo que se considera mala praxis y lo que no, también influyan. Y puedo asevéralo tras un par de conversaciones con colegas de esa nacionalidad y una estancia de varios de ellos con mi antiguo equipo de investigación. 

También debemos recordar por enésima vez que la mala conducta no concierne tan solo al fraude científico sino también a otros muchos aspectos de la indagación científica, de los que ya hemos hablado, por lo que no nos repetiremos. Tan solo os dejemos los enlaces de los dos últimos redactados poco antes de escribir este post.

Los Jóvenes Edafólogos y su Indignación (¿legítimas reclamaciones o xenofobia bajo el suelo?).

Los Cárteles de la Ciencia, Malas Conductas Científicas y la Revisión por Iguales (Un caso Reciente en las Ciencias del Suelo)

Respecto a la cárcel y la pena de muerte, me conformo con advertir que reglas o decisiones sencillas pueden generar resultados muy complejos e inesperados, como nos muestran las ciencias de la complejidad. Cuidado con el resultado y más aún cuando ciertos investigadores denunciados por fraude no lo hicieron, al contrario que los denunciantes.

Supongo que es la imagen del país lo que irrita a las autoridades Chinas. Pero como ellos mismos reconocen, y nosotros defendemos, el exceso de competitividad y su manifestación en el lema del “publica o perece” es un mal a erradicar. La ciencia necesita calidad, no cantidad que deviene en contaminación de la literatura científica. No atisbamos más que a vislumbrar la punta del Iceberg de los males a los que nos conduce el sistema actual de diseminación de los resultados científicos.

Os dejamos pues con esta justiciera noticia….. Continua…….

Juan José Ibáñez

China sugiere pena de muerte a investigadores científicos que cometan fraude

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 Diez años de prisión, o incluso pena de muerte, fue el castigo sentenciado en abril por las cortes chinas a investigadores y fabricantes de medicamentos que hayan afectado o causado la muerte de algún paciente.

La Justicia china contempla una medida radical ante la falsificación de investigaciones científicas: los autores podrían pagar cárcel y, en circunstancias extremas, ser ejecutados.

“Se estima que el 40 % de las investigaciones científicas realizadas en China han sido afectadas por algún tipo de mala conducta”. Ese fue el resultado de una encuesta que midió la percepción de biomédicos chinos, quienes aseguran que la masiva producción de artículos se debe a la exigencia del gremio por publicar. El asunto ha llegado a preocupar a las cortes del país, tanto que los jueces contemplan una medida radical frente a la falsificación de investigaciones científicas.

La situación es preocupante, ya que en abril las cortes habían hecho una advertencia: tomar represalias severas. En ese momento la rama judicial hizo una nueva interpretación del código de policía y sentenció que los investigadores y fabricantes de medicamentos que hayan causado la muerte de algún paciente serían condenados a cárcel, o incluso, a la pena de muerte.

En esa línea, las sanciones que involucran al gremio parecen apuntar hacia el mismo fin. El último escándalo que involucra a los científicos, la gota que rebasó el vaso, apareció en abril: 107 artículos tuvieron que ser rectificados. El hecho sucedió pese a que los esfuerzos por combatir el fraude yp or recuperar los recursos para las investigaciones se han intensificado durante los últimos años.

La revisión por pares ha sido una de las principales causas del problema. Este método es aplicado a todos los manuscritos a fin de aprobar su publicación en revistas académicas o para evaluar las solicitudes de financiaciones. Los puntos que se tienen en cuenta son la calidad, originalidad, rigor científico, factibilidad, antes de la aparición del texto a la luz pública.

En efecto, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de China se pronunció al respecto con una posición de cero tolerancia frente a la falsificación y fraude de los investigadores. Pero el comentario no deja claro las sanciones que el Gobierno tomará. Según el periódico londinense Financial Times, el ministerio dice que la cantidad de rectificaciones que se reciben representan un serio daño para la reputación del país en cuanto a la investigación científica y la dignidad de los científicos de larga data.

Investigaciones científicas que han tenido que ser rectificadas por falsa “revision por pares” desde 2012 a 2016: 

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