Ciencia, Credos y Religiones (sobre el Climagate y el Creacionismo)

La actividad científica es una de las empresas humanas más encomiables. Esta se rige por un método científico que, aunque difícil de definir con exactitud, debiera ayudar a separar el grano de la paja en mayor medida que otros cuerpos de conocimiento de nuestra cultura. Yo no lo dudo. Empero, tal hecho no significa que la ciencia, tal como la conocemos, no deje de ser un constructo social. Los investigadores son humanos y sus sociedades científicas responden también a las sociologías imperantes en un momento dado de la historia. Recientemente el climagate ha levantado sospechas sobre la praxis científica en lo concerniente a las investigaciones sobre el cambio climático. Nada nuevo bajo el sol, por cuanto la corrupción y la mala praxis están a la vuelta de la esquina en cada rama de la ciencia, como en cualquier otro aspecto de la sociedad actual (léase los estudios llevados a cabo sobre la farmaindustria, agroindustria, biomedicina, etc., etc.,). Cuanto mayor interés o repercusiones económicas despierta un tema, tanto más factible resulta ser que nos topemos con prácticas deshonestas. Sin embargo, el debate montado entorno al climagate resulta ser de lo más ridículo. Y la responsabilidad recae en casi todos los agentes implicados. De nuevo, como en el caso del affaire neodarvinismo-creacionismo, surgen aquí la pseudo batalla entre los climaescépticos versus  climafervientes. Se trata de una soberana estupidez, cargada de perversas intenciones por ambos bandos. Desde sus trincheras, no espetan más que sandeces. Veamos si soy capaz de desflorar la margarita, ya que aquí se juntan churras con merinas y nadie parece interesado en que los ciudadanos se aproximen a las “múltiples realidades” de la actividad investigadora. El IPCC no es más que un grupo de investigadores, que se encuentra tan lejos de poseer la verdad como otros muchos. Existen climaescépticos tendenciosos y climaescepticos honestos. Respecto a estos últimos, deberíamos enfatizar que muchas de sus argumentaciones son tan dignas de tenerse en cuenta como las de los expertos del IPCC. De nuevo, esto me recuerda a las acusaciones de los neodarvinistas hacia las opiniones vertidas por otros “evolucionistas” que no lo son, y que por tal motivo son denominados maquiavélicamente “creacionistas” y punto. Si los heterodoxos son confundidos con aquellos que niegan las bondades de la ciencia, en verdad que vamos por muy mal camino. Veámoslo.

climagate. Fuente: Libertad-Digital

¿Quieres fondos para investigar?. Fuente: Los verdaderos Climaescépticos de Libertad Digital, pero en lo que concierne a la financiación de la ciencia, la foto hace justicia.

Cuando se otorgó al IPCC el premio Nóbel, me quedé horripilado (por no hablar ya de Al Gore). No quería más debates, como los que sufro con los neodarvinistas por cuento estoy convencido que mis opiniones generarían controversias. Todos aquellos que estamos acostumbrados a la “ciencia por consenso” sabemos que sus resultados finales son agridulces, es decir no satisfacen a muchos de los implicados (por no hablar de los que no lo están). Si uno lee los diferentes informes públicos escritos por el IPCC, constará que ha ido cambiando de opinión con el tiempo. No podía ser de otra forma, por cuanto se han ido descubriendo nuevos hechos que rebatían tesis anteriores. Pero lo que más me indigna de todo este asunto deviene que se interpreta como la Biblia una información elaborada por “expertos”, la mayor parte designados pos sus respectivos países, que no por méritos propios. Desde entonces, la prensa científica no deja de publicar artículos que contradicen, con razón o sin ella, las opiniones del IPCC, de una forma u otra.

Debemos distinguir esa ciencia oficial, de aquella que se escribe en las revistas oficiales, aunque esta última también se encuentra sesgada, en mi modesta opinión por el poder que ejerce el establishment, ya que este dicta lo que debe publicarse y lo que no. Pero hasta aquí, nada nuevo bajo el sol (al margen de la polémica sobre si las manchas solares afectan al clima o no, y algún que otro tema adicional).

Sin embargo, existe un lado oscuro del establishment que merece ser mencionado. Como en el caso de los debates entre los neodarvinistas y los evolucionistas “no darvinistas”, el maniqueísmo de los que ostentan el poder tiende a tildar de “negacionistas” o climaescépticos (¿niegan que el clima existe?) a todos aquellos científicos que no sumen “todas y cada una de las premisas del IPCC”. En el primer caso, la estulticia de las escuelas invisibles (lobbies, se mire como se mire) acusan a investigadores que no comulgan con las “ideas oficiales” de creacionistas, aserto rotundamente falso. Pues bien, lo mismo ocurre con los considerados transgresivos respecto a las tesis del IPCC, es decir muchos de los denominados “negacionistas” o climaescépticos, por mucho que sus argumentos se basen también en pruebas científicas dignas de ser seriamente debatidas por la comunidad científica. Y es que muchos disidentes “en alguna medida” de las tesis del IPCC son tildados como tales, a pesar que afirmen que asistimos a un cambio climático antropogénicamente inducido.

De este modo, castramos la ciencia de la manera más tendenciosa que uno pueda imaginar. Recapitulemos, existen “creacionistas”, que rechazan la evolución en base a creencias religiosas, como “negacionistas” que niegan la existencia del cambio climático, en base a intereses muy oscuros, como pudieran ser los de las multinacionales del petróleo (entre otros).  Nadie duda que tales hechos, en un contexto científico, resulten más que reprochables. Ahora bien, existen evolucionistas no darvinistas y climatólogos que rechazan algunas tesis del IPCC, que son acusados de climaescépticos (¡pero si los primeros no niegan la evolución!; ¡pero si los segundos no niegan el cambio climático actual!). Simplemente, se trata de expertos que discrepan de “algo” que sustentan las tesis oficialistas. Se trata de científicos que, en base a sus evidencias y tesis, disienten de la ortodoxia “en un momento dado”. Ellos merecen todo el respeto, tanto como el que más. Por tanto, el establishment alimenta falacias en base a argumentos peregrinos y tendenciosos que dañan la credibilidad de muchos investigadores honestos. Simplemente amenazan: “estás conmigo o estás contra mi”. Y a esto se le llama “pensamiento único”. Una forma intolerante (por no decir fascista) de entender la ideas de los demás. ¿En que se distingue tal práctica de la inquisición? Se trata de un hecho que el ciudadano debe saber y entender. Separemos el grano de la paja.

La historia de la ciencia demuestra que los grandes avances en la indagación científica suelen proceder de librepensadores (léase aquí heterodoxos) cuyas tesis chocaban frontalmente con las defendidas por el establishment.  Que cada uno extraiga sus propias consecuencias.

Como veréis en las noticias que os ofrecemos al final del post, el climagate surge de una forma estúpida en base a unos intercambios de e-mails hackeados de la Universidad de East Anglia. La polémica generada no se encuentra justificada, desde ningún punto de vista. Si a todos nosotros nos  hakearan los mails, en los que hablamos de manera informal, seríamos sospechosos de delictivos. En principio, no atisbo mala praxis alguna en todo este asunto. Que los verdaderos negacionistas (los vendidos a algún tipo de intereses comerciales) intenten aprovechar esta oportunidad, con vistas a sembrar dudas, era de esperar. ¡Ni caso! Empero que, como veréis en la noticia de abajo cuando defiende que, “los 3.000 principales climatólogos del mundo….”, cabría preguntarse si son todos los que están, y si están todos los que son. ¿Se trata exclusivamente de los que conforman el IPCC?.  Y si no, ¿no pueden ser tanto o mejores investigadores que los que avalan las posturas oficialistas? Recordemos que al calor del poder se cobijan todo tipo de arrivistas, a lo que les importa un pepino la veracidad o falsedad de las afirmaciones de los primeros. Muy por el contrario, ser heterodoxo suele acarrearte serias consecuencias negativas.

Pero hay más, el escrito del periodista que firma la noticia, se encuentra repleto de contradicciones lamentables. Por ejemplo, que el cambio climático pueda alterar la Corriente del Golfo (lo que acarrearía un enfriamiento de Europa occidental) es una hipótesis que defienden muchos expertos, incluso algunos que forman o han formado parte del IPCC. Ninguno de ellos discute el calentamiento de la atmósfera. ¿Porque se les llama climaescépticos?. ¡Hace falta ser ignorante, o tener muy mala leche!.

Resumiendo, sabemos aun muy poco del sistema climático, y apelamos al uso de modelos numéricos cuyos resultados cambian conforme avanzamos en nuestros conocimientos y modificamos algunos aspectos de los primeros. La tangana que podéis leer abajo mezcla todo en un mismo potaje, confundiendo al ciudadano de la manera más perniciosa y perversa.

Estos colectivos de consenso ofrecen documentos “oficiales” en un momento dado, que jamás deben interpretarse como la verdad científica, y menos aun como la Biblia. Personalmente, fui un miembro del equipo redactor del Plan Nacional del Clima que se elaboró en España, a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado. Yo, defendía que las alteraciones bruscas podían ser más la norma que la excepción, que se soslayaban las posibles retroalimentaciones negativas “potencialmente inherentes” al sistema climático, que aumentaría la variabilidad inter,  e intranual, de muchos eventos, etc. Por aquél entonces, el establishment era gradualista hasta límites exasperantes. Hoy, parte de mis tesis son asumidas por el IPCC y parte no, aunque sí lo son por otros climatólogos de prestigio.  En otras, ciertamente, me equivoqué: ¡Como todos!.

Finalicemos señalando que la prensa y los ultra-defensores de las posturas oficialistas son tan tergiversadores como muchos de nuestros políticos o los verdaderos climaescépticos. Si habláramos de los errores del discruso de Al Gore……. A mí, personalmente, todos estos embrollos y Biblias, me producen una profunda tristeza e indignación. ¿En donde quedan los ideales de la objetividad científica? ¿Por qué sale victorioso el pensamiento único en un tema con tantas incertidumbres insoslayables? ¿Porque se descalifica a científicos honestos por el mero hecho de discrepar del poder? Cuanto más se habla de ciencia y mayor poder se la intenta otorgar, da la impresión que más se corrompe.

Malos tiempos para la lírica de los librepensadores (que debían ser todos los investigadores) y buenos para las corrientes fascistas defensoras de que existe “una única verdad”: la de aquellos que consideran que siempre se encuentran en posesión de la verdad. La historia de la ciencia nos informa que generalmente hierran.

Juan José Ibáñez

Salvemos la libertad científica (que cara más dura)

 

El climagate se está calentando. Los escépticos que niegan el cambio climático han encontrado algunos errores científicos en la investigación sobre el calentamiento global. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) incluyó unos resultados que predecían que los glaciares del Himalaya se iban a fundir 2035, y que se han demostrado falsos, según admite el propio panel.

FUENTE | El País 04/02/2010

También han aflorado posibles errores en unos datos de medición tomados por las estaciones meteorológicas chinas, e incluidos en el mismo informe del IPCC.

Pero también la Tierra se está calentando. Nada de lo anterior modifica las conclusiones generales del IPCC, que siguen contando con el respaldo mayoritario de los científicos. Pero sí revela que la presión ambiental y política sobre la cuestión del cambio climático ha llevado a los investigadores a unas prácticas de comunicación científica discutibles, o al menos discutidas. La duda es si esta situación perturba la libertad intelectual que debe regir en el debate científico.

El propio presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, está recibiendo presiones para dimitir. El centro científico que dirige, el Instituto de Energía y Recursos de Nueva Delhi, tiene conexiones con algunas empresas que pueden beneficiarse del impulso a las energías renovables. Estos lazos, según los climaescépticos, constituyen un conflicto de interés.

El climagate empezó en noviembre, cuando unos hackers colgaron en la Red 10 años de correos electrónicos internos del Centro de Investigación del Clima de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Un correo del entonces director de la unidad, Phil Jones -que luego dejó el cargo a causa del escándalo-, decía: «Acabo de completar el truco de Mike en Nature de añadir la temperatura real a cada una de las series para los últimos 20 años, y desde 1961 para las de Keith para ocultar el descenso».

El diario The Guardian afirma ahora que la revisión de miles de correos electrónicos ha revelado «graves errores» en los datos de medición tomados por las estaciones meteorológicas chinas. Los científicos de East Anglia habían incluido estos resultados en un trabajo publicado en 1990, que después fue usado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) en su informe de 2007, para apoyar su tesis de un rápido calentamiento de la superficie terrestre durante las últimas décadas.

El climaescéptico Douglas Keenan requirió a Jones los resultados tomados por las estaciones meteorológicas chinas. Según Keenan, Jones no facilitó los datos. La Universidad de East Anglia lo niega, y asegura que la unidad del clima sí aportó «los datos de temperatura y la localización de las estaciones meteorológicas». Pero esto sólo parece ser cierto para 10 de los 105 requerimientos que hizo Keenan.

Hay más puntos denunciados por los climaescépticos. Según éstos, el IPCC sostiene que el calentamiento global ha causado un incremento de las pérdidas económicas debido a los temporales y otros fenómenos extremos, algo que, a su juicio, no está demostrado. El panel, sin embargo, rechaza esta acusación por basarse en una cita «fuera de contexto». También plantean dudas sobre la validez de las predicciones respecto a la reacción de la Amazonia a los cambios ambientales.

Jones sigue sosteniendo que sus resultados son válidos, y niega que su grupo ocultara datos relevantes. «El trabajo que hacemos en esta universidad sólo es una pequeña parte de la ciencia del clima, y hay miles de científicos en todo el mundo que apoyan nuestros resultados», ha declarado Jones a la BBC. Pero también admitió su preocupación por estos escándalos, y dijo: «Cualquier trabajo que hagamos a partir de ahora será sometido a un examen muy minucioso».

La revista Nature, que publicó buena parte de los estudios ahora cuestionados, no ha encontrado motivos para revisarlos. Las conclusiones del IPCC se basan en miles de resultados, que incluyen fenómenos tan evidentes como el retroceso de los glaciares, el acelerado deshielo del Ártico o el cambio en la migración de las especies. Los 3.000 principales climatólogos del mundo coinciden en que el cambio climático existe, y respaldan las conclusiones del IPCC.

«El asunto se está saliendo de madre«, dice Manuel de Castro, climatólogo de la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo. «Yo no puedo saber lo que ha hecho Phil Jones con los correos, ni si ha retenido información relevante o no; lo que es obvio es que hay mucha gente que está radicalmente en contra del IPCC y del calentamiento global, y que se han agarrado a un clavo ardiendo».

De Castro no cree que el climagate afecte en nada a las conclusiones del IPCC sobre el calentamiento de la superficie terrestre, y ofrece dos argumentos. Primero, que el artículo de Jones de 1990 «es sólo uno de los 15 trabajos que usa el IPCC para sustentar sus conclusiones sobre el calentamiento de la superficie terrestre; y las conclusiones son prácticamente las mismas en el estudio de Jones y en todos los demás. Hay miles de científicos del clima. Todo el mundo no puede hacer trampa».

El segundo argumento es más técnico, pero afecta justo al fondo del asunto: los datos de las estaciones meteorológicas chinas. El climaescéptico Keenan los cuestiona porque algunas de esas estaciones estaban junto a grandes núcleos urbanos, y por tanto podían estar reflejando el incremento de temperatura local, debido a la ciudad, y no una tendencia general de la superficie terrestre.

De Castro señala, sin embargo, que el calentamiento de origen urbano sólo se refleja en las temperaturas mínimas. Y que, desde 1980, éstas han evolucionado en paralelo con las temperaturas máximas, que no son de origen urbano. «Por tanto, si hay un efecto de origen urbano en las medidas del calentamiento de la superficie terrestre, es muy pequeño«. De modo que, aun cuando las acusaciones de los climaescépticos fueran ciertas, el fondo de la cuestión no tendría mucha sustancia.

Miguel Ángel Losada, de la Universidad de Granada, es un científico muy crítico con una de las conclusiones más importantes del último informe del IPCC: que la principal causa del calentamiento global son las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero. Pese a ello, no ve el menor indicio de mala práctica en los científicos de East Anglia.

«No hay ningún truco en la presentación de los datos por Jones y su equipo», dice Losada en referencia al mensaje electrónico de Jones que causó el escándalo (Acabo de completar el truco de Mike…). «Los investigadores juegan con los datos para ver cómo responde el modelo; y esto no sólo es buena práctica científica, sino que es imprescindible en un sistema tan complejo como el clima».

Losada explica que las conclusiones del IPCC sobre el calentamiento de la superficie terrestre se basan en miles de datos tomados en condiciones distintas. Es precisamente el hecho de que algunas estaciones estén cerca de las ciudades y otras no lo que fuerza a dar distinto peso a unos datos u otros. Y esto no se hace de forma arbitraria, sino con técnicas estadísticas muy consolidadas. No hay truco en el mal sentido.

Michael Schlesinger, climatólogo de la Universidad de Illinois, ha dicho a este diario: «Lo peor que podríamos hacer es tomar un enfriamiento natural, a corto plazo, por una refutación de que la Tierra se está calentando a largo plazo por la actividad humana. Y que esto nos llevara a abandonar el principal objetivo, que es superar la era de los combustibles fósiles tan pronto como la economía lo permita». Schlesinger añade que renunciar a esas políticas «dejaría un legado de calentamiento global a nuestros hijos, nuestros nietos y muchas generaciones más, que probablemente no podrán revertir, y por el que probablemente no nos podrán perdonar».

Las incertidumbres son parte de cualquier actividad científica, y más en un sistema con tantas variables como el clima. Por ejemplo, algunos científicos -entre ellos el propio Schlesinger- discrepan del IPCC en que, según ellos, la corriente del Golfo será una de las primeras víctimas del calentamiento global. La razón es el deshielo de los casquetes polares y de los glaciares de Groenlandia, que vierten caudales de agua dulce en el Atlántico Norte. La salinidad del agua allí es necesaria para que el agua superficial de la corriente del Golfo (que procede de zonas tropicales) se hunda y vuelva a viajar hasta los trópicos bajo la superficie del Atlántico, cerrando el ciclo.

Schlesinger cree que el comportamiento futuro de la corriente del Golfo dependerá del ritmo de fusión de la hoja de hielo de Groenlandia. «El bloqueo de la corriente del Golfo se ha considerado hasta ahora como un suceso de grandes consecuencias pero escasa probabilidad», dice. «Pero nuestro análisis, incluso descontando las incertidumbres, indica que se trata de un suceso de grandes consecuencias y alta probabilidad«.

Según los resultados de Schlesinger, la hoja de hielo de Groenlandia no sobrevivirá al tercer milenio, «o no mucho, según el futuro escenario de control de emisiones que uno elija».

La NASA publicó en 2004 unas mediciones por satélite que apoyaban la tesis de que el flujo de la corriente del Golfo puede haberse aminorado ya como consecuencia del deshielo. «El sistema de circulación oceánica del Atlántico Norte se ha debilitado notablemente en los últimos años noventa respecto a las dos décadas anteriores», concluyó en la revista Science el equipo del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA. «Ignoramos si esta tendencia forma parte del ciclo natural o se debe a factores relacionados con el calentamiento global».

Pero los datos de la NASA han sido muy discutidos por otros científicos del clima. La posición del IPCC en su último informe es que no cabe hablar del «bloqueo» de la corriente del Golfo en un plazo previsible. Si acaso podría darse un «debilitamiento» de su flujo, pero «incluso en los modelos en que la corriente del Golfo se debilita, la predicción sigue siendo que Europa se calentará».

Pero otras discrepancias recientes se mueven en sentido contrario al deseado por los climaescépticos. Por ejemplo, los climatólogos creían hasta el año pasado que todo el planeta se estaba calentando con la excepción de la Antártida, y que la mayor parte de este continente se estaba enfriando. Pero científicos de la NASA y la Universidad de Washington mostraron, combinando los datos de satélites y estaciones en tierra, que no es así. Durante los últimos 50 años, la Antártida se ha estado calentando a un ritmo parecido al del resto del mundo. «Pero la gente estaba calculando de cabeza«, explicó entonces Eric Steig, director del Centro de Investigación del Cuaternario de la Universidad de Washington. «Nosotros hemos hecho las matemáticas con cuidado, en vez de usar el reverso de un sobre, y añadiendo los datos del satélite». Con esto, resulta que la Antártida Occidental se ha estado calentando una décima de grado centígrado por década desde 1957, o medio grado de promedio en los últimos 50 años.

Las polémicas y las hipótesis refutadas son cotidianas en la ciencia. Hablar de trucos en un correo electrónico no es, probablemente, la mejor forma de presentarlas en público. Habrá que buscar otras.

Autor:   Javier Sampedro

Pachauri en Albacete

Publicado por Fernando Gómez Hermoso el 12 Febrero, 2010

Para aquellos que no sepan quien es este científico y premio nobel, Rajendra Pachauri es el jefazo del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), el cual ha estado hace unos días en Albacete en la Convención sobre el Cambio Climático, hablando de los peligros de mantener el ritmo de emisiones que la actividad industrial produce, en un periodo de tan sólo unas décadas.

Pachauri explica como “La acción contra el cambio climático ha sido demasiado lenta, por algún motivo que no es difícil de entender”. Me imagino que se refiere a que la acción ha sido demasiado lenta debido a la generación de “complots” que han sido creados por aquellas industrias que producen energía a partir de fuentes fósiles y que han tratado de desvirtuar los diferentes informes del IPCC. Y es que recientemente ha habido una batalla científica y dialéctica entre los escépticos de las teorías del IPCC y sus defensores.

Según Pachauri «No ha habido errores en el informe del IPCC, sólo un error respecto a los glaciares que ya ha sido reconocido ». Y es que el escándalo del CRU (más conocido como climategate) parece haber hecho mella en el centro ideológico del IPCC. Desde entonces, una gran cantidad de artículos, la mayoría internacionales (tan sólo la blogosfera nacional se ha hecho realmente eco del asunto, además de un periódico de corte “liberal”), han sacado a la luz posibles errores de los informes presentados por el IPCC.

Desde el IPCC se alaba la situación e iniciativas que España ha desarrollado en el ámbito de las energías renovables y se hace un llamamiento a los empresarios para que centren sus miras en los próximos 25 años y no sólo al próximo trimestre.

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2 comentarios

  1. Existen algunos personajillos que se dedican a ir de listos, cuando lo único que hacer es tocarse las narices. En el comentario de abajo veréis, la mala intención del clásico anónimo que ataca «ad hominem» por que has cometido dos pequeñas faltas de ortografía. En realidad puse “excéptico” en dos ocasiones entre muchas más que escribí la palabra correctamente “escéptico”. Cuando genera conocimientos y escribe post a diario es frecuente que no se puedan revisar los post con el detenimiento adecuado. Y eso ocurre hasta en las mejores familias y magníficos blogs de humanidades. Pero existe mucho bajo y maleante que, al margen de tocarse las narices, solo husmea en la web para esto.

    Quite el comentario porque no permito estupideces, pero tras reflexionar os lo dejo con vistas a que sepáis del ganado que deambula por el ciberespacio.

    Hubiera valido con mentar el error y lo hubiera agradecido. Pero con esta gentuza (…).

    Sobre lo de desojar o desflorar lleva razón, pero como es una metáfora lo pongo como me da la gana.

    Que lástima de personal.

    Juanjo Ibáñez

    Comentario:
    Convendría que el señor Juan José Ibáñez hiciera gala de la cultura que se le supone a un científico: No se escribe ‘excéptico’ sino ‘escéptico’, a no ser que estuviera anteriormente casado con un ‘céptico’, en cuyo caso sí que cabría admitir el neologismo ‘ex-céptico’.
    Por otro lado, las margaritas no se desfloran, señor Ibáñez, sino que se deshojan. A no ser, nuevamente, que mantuviera usted relaciones carnales con una margarita (con minúscula)inexperta.
    Atentamente

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