¿Vivimos en un mundo afectado por Alzheimer en fase terminal? ¿Seguimos creyendo que este tipo de Cumbres sirven para algo? ¿Cuando se han cumplido los compromisos allí adquiridos? ¿Alguien cree de verdad que la palabra de los diplomáticos sirve de algo? Pues entonces vivimos en el universo de Alicia en el país de las maravillas. Hoy sábado (11/12/2010) comienzo a desayunar. Enciendo la TV. Le doy al comando del teletexto y comienzo a leer las noticias. Y (…) voilà (…): que triunfalismo. ¡Cómo si se hubieran acabado los males que aquejan a este mundo! ¿Hay razones para tanta euforia? Sinceramente ninguna. Tan solo pueden alegrarse los propios diplomáticos, que han limpiado su imagen, por lo que no se la lavarán la cara hasta la próxima cumbre. ¿Cumplirán China, India, etc. sus compromisos? Ni de lejos (…), pero otros tampoco. ¿Pesimismo o realismo? Veamos sobre que pilares sostengo mis argumentos. 

Requiem por el Clima 

Un Réquiem por el Clima

 

Hoy seré breve y os dejaré una abundante información (aparecida hoy mismo) para vuestro horror. Empero si la leéis el terror aumentará. Según la compilaba, el alma se me caía a los pies. Y se trata tan solo de la “cumbre” del iceberg. Realmente, en la “cumbre” de Cancún, como todas las precedentes, se habla de política pura y dura, al cobijo de un tema tan mediático como el calentamiento del clima. Desde que en la “Cumbre de Río” en 1992 se lanzaron las convenciones de cambio climático y biodiversidad, en este planeta seguimos con la calefacción a tope y menos “bichos” encima de la mesa (¿dónde están?). Y lo que es peor aun: “lo acordado en la “cumbre” de una convención”, es decir la del clima, daña a la otracumbre”, es decir la de biodiversidad. Y de cumbre en cumbre nuestros avispados políticos han logrado subir a todos los 8.000 del planeta varias veces, dejando la gesta de nuestra Edurne Pasaban (a pesar de una asiática de por medio, que al parecer, hacía trampas: ¡como no!) en mera anécdota pueblerina. Para que nos sirve una cumbre, detrás de otra, cumbre y detrás de otra cumbre? ¿Cuál será la última cumbre? (supongo que la del Monte Carmelo: ¡el más santo de todos los montes!). Pues francamente la desconozco: de “cumbre en cumbre y tiro por que me toca”, como en el juego de la Oca. Y con esta cumbre ya he logrado subir mis 14 8.000, sin levantarme de la silla. A eso sí le llamo yo alpinismo de salón. Bueno pues en realidad a eso se dedican los políticos: parecer que se afanan que todo cambie para que todo sigua igual. Negociaciones de chichinabo. Ya se que comenzaréis a pensar, Juanjo ha querido ser gracioso y ha alcanzado la cumbre de su estupidez. Tal vez si o tal vez no. Veamos.

 Al margen de la utilidad de las cumbres (¡otra vez más no!, “por dios”) resulta mucho más fácil y esclarecedor analizar como funciona el comercio mundial entre “una cumbre y otra” (¡cállate de una vez: por el amor hermoso!).

 China, India y otros comienza a ganarnos en todo, a los occidentales, y como no, también en emisiones de CO2 a la atmósfera. China basa gran parte de su producción energética en el carbón que, como sabéis, resulta ser mucho más contaminante que el petróleo. Resulta difícil practicar un juego en el que si uno falla los demás también incumplen sus promesas ¿muy disgustados? Y ese es el caso. Pero la verdad se esconde en los acuerdos bilaterales entre países. Si leéis las noticias de los últimos años en los noticieros científicos del tipo Terradaily, Sciencedaily o EurekAlert, comprobaréis, como no, que China (entre otros Estados) se encuentra comprando todas las reservas de petróleo que puede. África ya está en el bolsillo. Ahora ha puesto su punto de mira en Latinoamérica (cuidadito, cuidadito, compadres que estos son peores aun que los “otros” que ya padecéis). Empero este país no es el único, ni el crudo su exclusivo deseo (lo mismo ocurre con el uranio, entre otras piezas codiciadas). Como veréis abajo, los países del este de Europa también hacen uso masivo del carbón. ¿Por qué entonces la Unión Europea acaba de ratificar un compromiso para ampliar su extracción minera? Y aquí viene la pregunta del millón: ¿Si todos quieren cumplir sus compromisos ante el cambio climático, porque adelantar un dineral que a la postre no les serviría de mucho? Y uno suma y sigue, suma y sigue (…) Una de dos, o son tontos de remate o no tienen la menor intención de acatar sus propias decisiones públicas. ¿Queréis otro ejemplo? Vale, pues uno más.

 Dejemos pues las cumbres y vayamos a los tratados. Y así podemos leer sobre el tratado ártico: Cinco países van por petróleo en el Ártico (¿Guerra por el ártico?), entre cientos de miles de noticias al respecto. Esta era simplemente la primera que he encontrado. Pero démosle otra vuelta al asunto, es decir cambiemos de Polo. Escribamos en nuestro motor de búsqueda “tratado ántártico y petróleo” (pero quitar las comillas, simplemente estos vocablos tal cual). Como comprobaréis, más de los mismo. Por ejemplo, ya en la primera página de Google se puede leer: “El ártico se ahoga en Petróleo”, o también “Reino unido va por Malvinas, Antártida, petróleo y gas”. ¿Por qué creen ustedes que tantos países han instalado bases en la Antártida, incluida España? ¿Han leído el Tratado Antártico?. Sencillamente háganlo y comprueben que estas bases científicas eran necesarias para adquirir el “derecho” a comerse un trozo de la tarta, es decir de los recursos naturales, y entre ellos el petróleo”. ¿Pensaban que era por el amor a la ciencia? ¿Desde cuando el capital se preocupa por tales pequeñeces? Con los seres humanos y la naturaleza se puede jugar, con la pasta ¡no!. Suma y sigue (…), suma y sigue (…). Y que conste que podría seguir ad nausean, lo más difícil es saber cuando parar. Y si no vean los estragos del capitalismo bobalizante.

 Como bien dice el refrán: por sus hechos les conoceréis, porque desde luego por sus promesas, cumbres, convenciones y tratados no. La batalla contra el cambio climático se perdió hace tiempo, por mucho que los grupos ecologistas y algunos científicos escondan la cabeza como el avestruz. ¿Qué podría revertir la situación?. Como los niños pequeños, hasta que no metemos el dedo en el enchufe (y sufrimos la descarga eléctrica) no descansamos. Tan solo pues el calambrazo nos hace desistir (ni mamá ni papá). Tan solo vislumbro una posibilidad y me produce pavor pronunciarla: Una verdadera catástrofe mundial y fulgurante, de esas que se dicen sin precedentes. Mejor no pensarlo.

 Juan José Ibáñez

 Y naranjas de la china

 

Información Adicional de la Prensa de hoy

 La ONU arrolla a Bolivia y aprueba un acuerdo del clima

La cumbre de Cancún rechaza el veto de Evo Morales y pone por primera vez a EEUU y China a controlar sus emisiones de CO2

 MANUEL ANSEDE Cancún (México) 11/12/2010 10:50 Actualizado: 11/12/2010 12:45

 Cuando parecía inverosímil, EEUU, China y Japón, principales escollos en la negociación de 194 países, se pusieron de acuerdo en el último minuto en la cumbre del clima de Cancún. El pacto, aprobado de madrugada como una apisonadora sobre el veto de Evo Morales, confirma la creación de un fondo de 100.000 millones de dólares anuales para los países pobres y ancla por primera vez en Naciones Unidas el objetivo de evitar una subida de más de dos grados de la temperatura media del planeta hacia 2100. Para España, significa evitar hasta cinco grados más en verano a final de siglo e impedir que la mitad sur de la Península se transforme en Almería.

 En el texto, los países reconocen que hay una brecha entre los actuales compromisos para reducir las emisiones de CO2 -un recorte del 14% en 2020 respecto a 1990 en el mejor de los casos- y lo que pide la ciencia. Los 194 países se comprometen a duplicar su esfuerzo y alcanzar un tijeretazo de entre el 25% y el 40%.

 Pese al consenso, Bolivia intentó boicotear la cumbre y votó no en el plenario final. Sin embargo, los otros 193 países arrollaron a la delegación de Evo Morales y aprobaron el Acuerdo de Cancún pese a que las normas de Naciones Unidas exigían en principio unanimidad. El embajador boliviano, Pablo Solón, tachó lo sucedido de “atentado” y anunció que su gobierno recurrirá “a todas las instancias internacionales”. La presidenta de la cumbre, la mexicana Patricia Espinosa, abofeteó verbalmente a Solón: “La regla del consenso no significa la unanimidad, ni que una delegación intente imponer un derecho de veto. Yo no puedo ignorar a 193 estados”.

Solón llegó a asegurar que el acuerdo era “un genocidio” para los países más afectados por el cambio climático, pero se quedó solo. Bangladesh y Maldivas, dos de los países más amenazados por la subida del nivel del mar, respaldaron el texto. “Todo lo que apoyamos está reflejado aquí, de una manera u otra. No perdamos más el tiempo, porque tenemos 12 meses más para seguir negociando”, había espetado a Bolivia el delegado de Maldivas a las doce de la noche. África también apoyó el acuerdo como base para obtener un tratado jurídicamente vinculante para todos en la próxima cumbre en Durban (Suráfrica) en diciembre de 2009. Hasta sus socios bolivariano –Venezuela, Cuba y Nicaragua- abandonaron a Bolivia y votaron con EEUU. “Estos papeles están llenos de esperanza”, aseguró tras la aprobación del acuerdo la delegada venezolana, Claudia Salerno, que el año pasado en Copenhague golpeó su mesa hasta que se hizo sangre cuando protestaba por el fracaso de las negociaciones.

 Brasil e India se comprometen por primera vez a mitigar sus emisiones. Hasta ahora, solo 37 países industrializados, entre ellos los de la UE, Japón, Rusia y Australia, pagaban su responsabilidad histórica en el calentamiento global, mediante el protocolo de reducción de emisiones aprobado en Kioto en 1997. El principal culpable del cambio climático, EEUU, y el actual mayor emisor del planeta, China, estaban fuera de este tratado. Gracias al acuerdo alcanzado en Cancún, las dos potencias, junto a otros emisores emergentes, como Brasil e India, se comprometen por primera vez a mitigar sus emisiones en el marco de la ONU.

 EEUU consiguió doblegar a China, que aceptó sentar las bases para garantizar la transparencia del sistema. Hasta Cancún, el gigante asiático se negaba a aceptar que otros países verificaran sus emisiones de CO2, un indicador de su verdadero desarrollo económico.

 Un acuerdo «positivo»

«La presidencia mexicana hizo encaje de bolillos para sortear un obstáculo que a punto estuvo de hacer estallar la cumbre: la prórroga del protocolo de Kioto, que caduca en 2012. Ante una posible recesión en su país, la delegación de Japón llegó a Cancún con el mandato de su primer ministro, Naoto Kan, de sepultar Kioto, a menos que sus máximos rivales económicos, China y EEUU, hicieran compromisos de reducción de emisiones equivalentes. El acuerdo impulsado por México crea una especie de Frankiotostein, como lo define una analista argentina presente en la cumbre. Congela la decisión sobre la prórroga y abre la puerta para que Kioto se renueve o se tumbe en el cónclave de 2011.

 El acuerdo impulsado por México crea una especie de Frankiotostein.

 Para la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, es un acuerdo “positivo”, en el que “nadie se siente reconocido y nadie se siente ausente”. La ministra abandonó Cancún a las nueve de la noche, antes del plenario definitivo, para poder asistir a una reunión sobre la merluza en Bruselas. Durante la cumbre, Aguilar fue una de las principales defensoras del concepto, finalmente incluido, de transición justa, una reivindicación de los sindicatos para garantizar la reconversión de los trabajadores de los sectores más contaminantes.

 Con apenas un mes en el cargo y sin experiencia en las negociaciones climáticas, Aguilar estuvo en un segundo plano y la canciller Patricia Espinosa llegó a pensar que la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, era la ministra española.

 La organización ecologista Greenpeace cree que “los gobiernos han tomado la decisión correcta” en Cancún y “han empujado al mundo hacia el acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante que el clima necesita”.

 “Cancún ha salvado el proceso de Naciones Unidas, que muchos daban por muerto, pero queda todavía mucho camino por recorrer para salvar el clima”, opinó el director del equipo político de Greenpeace Internacional, Wendel Trio

 Van Rompuy Copenhague fue un desastre. Las cumbres del clima no funcionarán

Los cables diplomáticos estadounidenses recogen los choques registrados en última gran cita contra el cambio climático y el enorme pesimismo con el que se llega a la de Cancún

 RAFAEL MÉNDEZ – Madrid – 03/12/2010

 La frustración por el fracaso de la Cumbre del Clima de Copenhague recorrió las Embajadas de toda Europa. Pese a que el discurso oficial de los delegados europeos era que el acuerdo alcanzado allí tenía elementos positivos, los cables confidenciales de la diplomacia de EE UU obtenidos por Wikileaks y analizados por este diario revelan lo contrario: decepción por el pacto, enfado con EE UU y con China y poca fe en que la negociación internacional contra el cambio climático en la ONU llegue algún día a buen puerto. El más claro es el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy. Este, según un cable confidencial de la Embajada de Bruselas a Washington fechado el pasado 4 de enero, confesó al embajador en Bruselas que Copenhague fue «un desastre increíble», y añadió: «Las cumbres multilaterales no funcionarán».

 Cable en el que Francia afirma que Copenhague fue un error

Cable en el que el Vaticano ofrece apoyo a EE UU para impulsar el Acuerdo de Copenhague

Cable sobre la posición de Arabia Saudí sobre el cambio climático

Cable sobre las alianzas y estrategias en la Cumbre sobre el Clima

Cable en el que Van Rompuy opina sobre la cumbre de Copenhague

Rafael Méndez:»Los cables sobre las negociaciones del cambio climático muestran muchas contradicciones»

 VIDEO – EL PAÍS – 03-12-2010

Este redactor de EL PAÍS analiza el papel del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy en la pasada cumbre del clima de Copenhague – EL PAÍS

Otros vídeos

 El jefe de gabinete de Van Rompuy, sobre la Cumbre de Cancún: «Será ‘Pesadilla en Elm Street II» EE UU consideró «buenos compañeros» a los países del Este de Europa, reacios a limitar emisiones La UE se ve «maltratada» y no cree la versión de Washington de que no quiso excluirla en Copenhague.

«El rey de Arabia está interesado en evitar ser señalado como el malo en asuntos ambientales». La comisaria europea pidió un acuerdo vinculante y Francia dijo que eso era un gran error. Van Rompuy tomó posesión del cargo el 1 de enero y días antes, el 23 de diciembre, tomó un café durante una hora con el embajador Howard W. Gutman. Asistió también el jefe de Van Rompuy, Frans van Daele, al que el cable confidencial define como «proamericano». Según la nota, el embajador conocía de antes a sus interlocutores, por lo que la conversación fue distendida y comenzó por la familia, las vacaciones y la mudanza de oficina. «Como era fiesta, el edificio de la UE estaba vacío y ambos parecían tener tiempo libre». El primer tema serio que sacó Van Rompuy fue la Cumbre del Clima Copenhague, que había concluido el 19 de diciembre, solo días antes. Pese a que acudieron más de 150 jefes de Estado y de Gobierno y a la expectación mundial, los países únicamente fueron capaces de alcanzar un pacto de dos folios en el que los países acuerdan enviar voluntariamente a la ONU compromisos de limitación de emisiones. El texto se cerró en una reunión nocturna a puerta cerrada entre el presidente de EE UU, Barack Obama, y los líderes de China, India, Brasil y Sudáfrica. La ausencia de los representantes europeos irritó a la UE.

 Van Rompuy, siempre según el cable del embajador, calificó la cita como «un desastre increíble» en el que Europa fue «totalmente excluida» y «maltratada». El embajador describe el tono de Van Rompuy: «No estaba enfadado porque nunca parece enfadado, pero nunca lo había visto tan frustrado». Gutman explica a Washington que lo único positivo que veía el presidente del Consejo era que no había acudido a la cumbre: «Si hubiera estado allí, mi presidencia habría acabado antes de empezar». No asistió porque aún no había tomado posesión y consideró que la suya había sido «una sabia decisión».

 Cumbre caótica

El embajador restó importancia a la ausencia de Europa en la última reunión y dijo que se debió a lo «caótico» de la cumbre. Washington sostiene que todo fue muy rápido, que Obama salió de la mesa en la que 28 jefes de Estado y presidentes del Gobierno representativos buscaban un acuerdo y se coló en la reunión de los grandes emergentes para sacar a China de su negativa a hacer públicas sus emisiones de CO2. «Van Rompuy no dio mucho crédito a esa explicación y replicó: ‘Podría haber llamado a Europa y decirnos que acudiéramos», aunque también achacó parte de la culpa a Europa: «Nadie sabe a quién llamar: Merkel, Barroso, quién sabe a quién».

 El desencanto de Van Rompuy va más allá y afirma, siempre según el embajador, que «se ha rendido» sobre la Cumbre de Cancún, que empezó el pasado 29 de noviembre y en la que, durante dos semanas, los negociadores de 193 países intentarán reconducir la situación, aunque ya nadie espera un tratado legalmente vinculante que pueda sustituir en 2012 al Protocolo de Kioto. El jefe de gabinete de Van Rompuy fue muy gráfico, y calificó la reunión como: «Pesadilla en ‘Elm Street II», y añadió: «¿Quién quiere ver esa película de terror otra vez?».

El propio presidente del Consejo mostró su poca fe en el formato de negociación en la ONU: «Las cumbres multilaterales no funcionarán«. No era la primera vez que Van Rompuy se desmarcaba ante un representante estadounidense. El 7 de mayo de 2009, cuando era primer ministro belga, le dijo al embajador en Bruselas sobre la política del clima: «Europa es buena poniéndose metas, pero no alcanzándolas» (documento 205918).

 El discurso oficial de la UE -y de EE UU- es que la ONU es el lugar adecuado para proseguir la negociación. Incluso si el sistema de aprobar todo por unanimidad crea situaciones como la de la última noche en Copenhague. Allí, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Guatemala se opusieron a que la asamblea hiciera suyo el texto consensuado por el resto de los países. El estéril debate se prolongó durante horas hasta que la ONU encontró una solución: la conferencia «tomó nota» del acuerdo, por lo que no es un texto de la ONU. Parte del esfuerzo para Cancún intenta convertir en oficial ese Acuerdo de Copenhague, aunque no se llame así para no irritar a Hugo Chávez, Evo Morales o Fidel Castro.

 Van Rompuy opina en ese encuentro con el embajador que hay que buscar grupos de negociación más pequeños y realistas -opinión compartida por muchos analistas-. El presidente del Consejo pide un acuerdo entre la UE y EE UU para luego acercarse juntos a China.

 Los gases de efecto invernadero

Los gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono (CO2) producto de la quema de combustibles fósiles, retienen parte del calor que emite la Tierra y calientan el planeta. Desde la revolución industrial, con la quema de carbón y petróleo, su concentración en la atmósfera se ha multiplicado y alcanza los mayores niveles en al menos 650.000 años, lo que ha acelerado el deshielo de los glaciares, la subida del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos. Limitar la emisión de CO2 requiere una nueva revolución industrial, con energías limpias, coches eléctricos, ahorro energético y eficiencia. La UE tiene en marcha leyes que obligan a recortar las emisiones, pero EE UU se niega a asumir un compromiso internacional vinculante si China, que en 2008 se convirtió en el mayor emisor del planeta, no limita sus emisiones (no quiere decir que la reduzca, sino que ponga fecha a cuándo tocarán techo) y deja que la comunidad internacional las audite. Pekín replica que sus emisiones por habitante son la mitad de las de Europa y la cuarta parte que las de EE UU, y que si se tiene en cuenta lo emitido los últimos dos siglos, su contribución al calentamiento global es aún menor. Además, se niega a hacer públicas sus emisiones, un dato del que se puede inferir la política energética y económica.

 Las reuniones para calibrar lo ocurrido en Copenhague se suceden los siguientes meses (los cables publicados por Wikileaks concluyen en marzo de 2010, por lo que no hay grandes revelaciones sobre Cancún, pero sí apuntes). El representante de la Casa Blanca, Michael Froman, se reunió el 27 de enero en Bruselas con 25 cargos de la UE. Entre ellos estaban el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y la recién elegida comisaria de Cambio Climático, Connie Hedegaard, que, como anfitriona, había dirigido la cumbre semanas antes. Froman expuso, según un cable confidencial a Washington, que en Copenhague la UE y EE UU no se habían entendido. y afirmó que la política de los líderes de la UE en su intento por extender la política de recorte de emisiones de la UE «no funcionó con la Administración» de Obama (documento 249182). Hedegaard confió en que Washington «se hubiera dado cuenta de cómo la UE estaba callando sus críticas hacia EE UU para ser constructivos».

 Ahí comienza un debate entre Froman y Hedeggard sobre hacia dónde debe ir la negociación. Froman reclamó a sus colegas europeos que tomaran nota de cómo el grupo del Basic (Brasil, Sudáfrica, India y China) se había unido «para impedir las iniciativas» conjuntas de la UE y EE UU y cómo había conseguido enfrentarlos. «Los países del Basic tienen intereses muy diferentes, pero los han subordinado a su interés común a corto plazo para bloquear iniciativas occidentales«.

 La comisaria europea, conocida como muy enérgica y decidida en la lucha contra el calentamiento, insistió en que deberían buscar una forma para sortear a «los países poco constructivos» como Venezuela o Bolivia. Froman coincidió en que habría que «neutralizarlos, captarlos o marginar a esos y a Nicaragua, Cuba y Ecuador«. Hedegaard consideró «una ironía que la UE sea un gran donante de esos Estados».

 Ahí acaban las coincidencias, porque pasan a ver qué se debe esperar de la cumbre de Cancún. Hedegaard afirma: «Debemos tener un reconocimiento universal de que el mundo no puede permitirse no conseguir un acuerdo vinculante». Es decir, que aunque no haya un tratado en Cancún, que al menos todos los países admitan que debe haber un tratado internacional que fije un recorte de emisiones en 2012, cuando expira el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto. Froman en cambio pide que haya avances en el sistema para verificar las emisiones de China, algo mucho menos ambicioso.

 En otra reunión entre Hedegaard y el negociador de EE UU Jonathan Pershing tras Copenhague, este le explica que lo importante es avanzar con China en el sistema de transparencia. Para EE UU es clave que China permita a la ONU auditar sus emisiones, pero Pekín considera eso una injerencia en su soberanía. «¿Pero acordasteis con China la transparencia, o no?», pregunta la comisaria, porque en teoría ese fue el gran logro de Obama en Copenhague. «La duda es si cumplirán», responde Pershing, que abunda en el temor de EE UU de que China se intenta desmarcar del acuerdo.

 La división de la UE

Los cables sirven para detallar la división en la UE. El 27 de febrero, el embajador en París, Charles H. Rivkin, se reúne con el entonces ministro francés de Desarrollo Sostenible, Jean-Louis Borloo, figuras relevante durante años en la negociación del clima. Borloo, destituido hace semanas en la crisis de Gobierno de Sarkozy, afirma que es un error europeo insistir en el concepto de «legalmente vinculante», justo lo contrario de lo que había dicho la comisaria una mes antes. El ministro consideró que Copenhague había fallado porque el tema se había tratado de forma «demasiado occidental y demasiado europea», enfocado por países que sí están dispuestos a ceder soberanía como lo hicieron los europeos tras la Segunda Guerra Mundial con la creación de la UE. El ministro considera impensable eso para grandes economías emergentes y reclama un grupo de ocho países que llegue a un acuerdo. Borloo sugiere «Alemania y Francia, EE UU, China, India, Brasil, Argelia, Etiopía (y posiblemente Sudáfrica)». Deja fuera en su lista a la UE y revela uno de los grandes problemas europeos en Copenhague: la lucha de egos. En otro encuentro en Portugal, los delegados lusos culpan a la presidencia danesa del caos de la cumbre.

 En la reunión de ministros de Medio Ambiente de la UE tras la cumbre, que se celebró a puerta cerrada en Sevilla, los ministros intentaron pactar una estrategia a seguir. Uno de ellos pidió la palabra y afirmó: «Eso es imposible. En cuanto acordemos algo enseguida lo sabrá EE UU». Los países del Este, muy dependientes del carbón, e Italia no ven con buenos ojos el liderazgo europeo en reducción de emisiones. Aceptaron a regañadientes la legislación de Bruselas para reducir sus emisiones un 20% en 2020 respecto a 1990 y se oponen frontalmente a elevar el objetivo al 30% como quiere la Comisión, Reino Unido, Francia, España y Bélgica. Europa anunció que si el resto de potencias industrializadas hacían «un esfuerzo comparable» -nunca precisó el concepto- ampliaría su recorte al 30%, y EE UU considera que eso fue un error, que la UE se ha arrinconado y se ha quedado sin capacidad de maniobra (documento 218469).

 La división europea es bien conocida en Washington. El 28 de julio de 2009, otro despacho confidencial de Bruselas a Washington señala la fractura: «La UE continúa dividida sobre cómo desarrollará una estrategia de negociación (…) El Este de Europa apoya mucho más los esfuerzos que ya ha hecho Estados Unidos, y si esos países solidifican su bloque en la UE, podrían ser unos compañeros productivos en la negociación. Mientras Francia y Alemania aprecian los pasos dados por las Administración, siguen pidiendo más». EE UU se ha comprometido a recortar sus emisiones un 17% en 2020 respecto a 2005, y hay países europeos que consideran que debería ir más allá.

 Sin embargo, la principal crítica de los líderes europeos no es hacia EE UU, sino hacia China. Barroso, según un cable confidencial, «criticó la falta de compromiso de China e India y su poca ambición negociadora«, y añadió que esto había «creado un problema de confianza que perduraría».De hecho, la Embajada en Pekín detalla en una nota confidencial de febrero cómo «la agresiva diplomacia china» les lleva a «perder amigos por todo el mundo«. El consejero político de la Embajada de Reino Unido, Peter Wilson, cuenta a sus colegas estadounidenses que el comportamiento de los negociadores chinos en Copenhague «fue realmente chocante» y que «su actitud hacia otras delegaciones fue ruda y arrogante, hasta el punto de que las Embajadas de Francia y de Reino Unido recibieron órdenes de quejarse formalmente del tratamiento que recibieron sus líderes, especialmente por el viceministro de Exteriores, He Yafei».

 La posición de bloqueo de China

Participantes en la cumbre cuentan que China mantuvo una posición de bloqueo durante las dos semanas de la cumbre y que incluso se negó a que el acuerdo incluyera objetivos de reducción de emisiones a largo plazo para los países desarrollados. Según fuentes presentes en las reuniones, China solía enviar a las discusiones a representantes de segundo nivel sin capacidad de negociación. Cuando el resto estaba de acuerdo, el representante de Pekín salía, telefoneaba -presumiblemente a algún superior- y al poco volvía a la sala para decir que no podía aceptar aquello. Esta situación, unida a la mala presidencia danesa, convirtió los primeros 10 días de la cumbre en una pérdida de tiempo. Cuando los últimos dos días llegaron los jefes de Estado ya no había tiempo para arreglarlo. La diplomacia de EE UU atribuye parte del problema a la falta de coordinación entre la Comisión Nacional de Reformas para el Desarrollo, la poderosa agencia que lidera la política económica y energética, y el Ministerio de Exteriores.

 Los dos primeros meses de 2010, las embajadas de EE UU hacen una ronda por decenas de países para ver si van a suscribir el Acuerdo de Copenhague. EEUU ofrece ayuda y dinero para conseguir apoyos. Se sucede una serie de consultas en la que cada país revela sus verdaderos intereses y temores en la negociación. Entre los más interesantes están los cables que envía la Embajada en Riad (Arabia Saudí, el mayor productor de crudo). Los países petroleros se oponen a la negociación pero rara vez explican abiertamente sus temores. Sí lo hizo el 6 de febrero el asistente del ministro del Petróleo, el príncipe Abdulaziz Bin Salman. Este detalla que consideran que la demanda de gasolina en EE UU tocó techo en 2007 y que el mercado europeo «lleva años muerto». El mandatario saudí recalca que «en 2009 EE UU consumió por primera vez más etanol que petróleo saudí» y teme que la política verde eche a Arabia del mercado estadounidense. Así que Arabia busca clientes en Asia y el príncipe deja claro a sus interlocutores estadounidenses que «conforme cambian los mercados del petróleo también lo hace la política«. La embajada saca conclusiones: «Arabia Saudí quiere unirse al mundo más verde, pero no lo hará de forma cómoda hasta que sienta que es alguien bienvenido y que no es quien tiene que pagar la factura».

 Unos días después, en otra nota confidencial resume «la esquizofrenia de Arabia Saudí» con el cambio climático: «Por un lado, el principal negociador saudí de cambio climático ha criticado el Acuerdo de Copenhague en público y en privado (…); por otro, los responsables saudíes están deseando conseguir inversiones y créditos de Captura y Almacenamiento de CO2 y otros proyectos de transferencia de tecnología que solo podrían conseguir con el acuerdo». Según este cable, Arabia está buscando una forma poco dolorosa de bajarse de su postura de bloqueo en la negociación internacional e intenta conseguir que no «se demonice al petróleo». «El rey está particularmente interesado en evitar que Arabia Saudí sea señalada como el malo en asuntos ambientales», concluye el cable.

 Un alto cargo saudí les cuenta que «el ministro del Petróleo Al-Naimi apoya decididamente la energía solar, porque cree que desplazará el petróleo usado actualmente para generar electricidad y permitirá aumentar las exportaciones». Es notorio el interés que demuestran en los cables los países del Golfo por las renovables, y la intensa negociación del emirato de Abu Dhabi para conseguir la sede de la Agencia Internacional de Energías Renovables.

 Los intereses de EE UU se dirigen también a los países que bloquearon que el Acuerdo de Copenhague. La legación en Bolivia resume (documento 247943) la situación en el país: «Bolivia ya sufre daños por los efectos del cambio climático, pero Morales parece preferir apuntarse tantos retóricos que contribuir a la solución». Los diplomáticos destacados en La Habana tienen idéntica opinión: «El cambio climático es el último proyecto piloto de Castro, en el que los países pobres y socialistas son las víctimas y toda la culpa es de los capitalistas. El cambio climático le da a Castro la oportunidad perfecta para actuar como hombre de Estado con poco riesgo para dañar su credibilidad en casa». Sin embargo, admite que hay miembros del Gobierno cubano que ven el problema como una preocupación real, pero sobre ellos se ve el tema como «una mina propagandística».

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 La Opinión de Evo Morales

 Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra

 Construyendo el Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra

 Inicio; Derechos Madre Tierra; Acuerdo Pueblos; Adhesiones; Bolivia denuncia la adopción del Acuerdo de Copenhage II sin consenso

 Diciembre 11, 2010 in Negociaciones cambio climático ONU |

 Comunicado de Prensa

Diciembre 11, 2010 (Cancún, Mexico).- El Estado Plurinacional de Bolivia cree que el texto de Cancún es una victoria vacía y falsa que fue impuesta sin consenso, y su costo será medible en vidas humanas. La historia juzgará severamente.

 Solamente existe una manera de medir el éxito de un acuerdo climático, y esto se basa en que si es o no efectivo para las reducciones de emisiones para prevenir el cambio climático. Este texto claramente falla, pues permite elevar la temperatura global en más de 4 grados, a niveles desastrosos para la humanidad. Recientes reportes científicos muestran que 300.000 personas ya están muriendo cada año por los desastres relacionados con el cambio climático. Este texto amenaza con el aumento de muertes anuales a un millón. Eso es algo que nosotros nunca aceptaremos.

 El año pasado el mundo reconoció que Copenhague fue un fracaso tanto en contenido como en proceso. Este año, una campana deliberada para reducir las expectativas y la desesperación por cualquier acuerdo ha dado lugar en substancia a lo que es el Copenhague II.

 La llamada ‘victoria’ para el multilateralismo es realmente una victoria para las naciones ricas que intimidaron y forzaron a otras naciones a aceptar un acuerdo en sus términos. Las naciones más ricas no ofrecieron nada nuevo en reducción de emisiones o de financiación, y en lugar han buscado en dar marcha atrás a los compromisos existentes, e incluir todas las escapatorias posibles para disminuir su obligación de actuar.

 Mientras que las naciones en vías de desarrollo – las que se enfrentan las peores consecuencias del cambio climático – abogaron la ambición, nos han ofrecido en lugar el “realismo” de gestos vacíos. Propuestas por parte de los países poderosos como los EE.UU. fueron tratadas como sacrosantas, mientras que las nuestras eran desechables. Los acuerdos fueron siempre a expensas de las víctimas, en lugar de los culpables del cambio climático. Cuando Bolivia dijo que no estaba de acuerdo con el texto en las últimas horas de conversaciones, la objeción fue rechazada. Un acuerdo en el que sólo los poderosos llegan a la victoria no es una negociación, es una imposición.

 Bolivia llegó a Cancún con propuestas concretas que traen esperanza para el futuro. Estas propuestas fueron acordadas por 35.000 personas en una histórica Conferencia Mundial de los Pueblos de Cochabamba en abril de 2010. Estas buscan soluciones justas a la crisis climática y abordar sus causas profundas. En el año transcurrido desde Copenhague, estas propuestas se integraron en el texto de negociación de las partes, y sin embargo el texto de Cancún excluye sistemáticamente estas voces. No pueden convencer a Bolivia de abandonar sus principios o los de los pueblos que representamos. Vamos a seguir luchando junto a las comunidades afectadas en todo el mundo hasta lograr la justicia climática.

 Bolivia ha participado en estas negociaciones de buena fe y la esperanza de que podamos lograr un acuerdo climático efectivo. Estábamos dispuestos a ceder en muchas cosas, salvo la vida de nuestro pueblo. Lamentablemente, eso es lo que las naciones más ricas del mundo esperan que hagamos. Los países pueden tratar de aislarnos de nuestra posición, pero hemos venido aquí en representación de los pueblos y movimientos sociales que quieren una acción real y eficaz para proteger el futuro de la humanidad y la Madre Tierra. Sentimos su apoyo como nuestro guía. La historia será el juez de lo que ha sucedido en Cancún.

 Discurso de Bolivia en Cancun 10 Diciembre 2010

Diciembre 11, 2010 in Negociaciones cambio climático ONU |

Discurso del Embajador Pablo Solon del Estado Plurinacional de Bolivia
10 diciembre 2010; COP16, Cancun, México.

 Muchas Gracias señora presidenta. Queremos claramente resaltar la posición del Estado Plurinacional de Bolivia sobre este texto que se nos ha presentado, éste no es un texto que refleje la convergencia de todas las partes, incluyendo las posiciones de nuestro Estado. Leer el resto de esta entrada »

 Países más afectados por el cambio climático realizan llamado final para un acuerdo ambicioso en Cancún; Diciembre 10, 2010 in Negociaciones cambio climático ONU | COMUNICADO DE PRENSA (Ver en formato PDF). Cancún, México (10/12/10) – A tiempo de que las horas finales de la Conferencia COP16 se acercan, los representantes de los países más afectados por el cambio climático se reunieron para hacer un llamado a los países desarrollados “para hacer lo que es correcto” a través del cumplimiento de un ambicioso segundo período de compromisos del Protocolo de Kioto y proporcionando ayuda nueva y adicional para la adaptación y mitigación al cambio climático. Leer el resto de esta entrada »

Cancún: aprueban acuerdos contra cambio climático objetados por Bolivia

Publicado por Solange Garrido La información es de Agencia AFP

 Más de 190 países reunidos en la Conferencia del clima de la ONU en Cancún (México) aprobaron en la madrugada del sábado, con la objeción de Bolivia, los acuerdos contra el cambio climático, que incluyen un paquete de medidas y un Fondo Verde para ayudar a los países en desarrollo.

 En medio de ovaciones y emocionados aplausos, y tras dos semanas de pesadas reuniones, la presidenta de la conferencia, la mexicana Patricia Espinosa, proclamó hacia las tres de la madrugada la aprobación de los documentos.

 Bolivia fue el único país que se opuso, alegando que los documentos no responden a las necesidades de la lucha contra el calentamiento global del planeta y que tampoco acogen las propuestas de la conferencia de los pueblos organizada en su país en abril.

 “Acaba de romper las reglas (…) La regla para la adopción -de los documentos- es el consenso”, le objetó el negociador boliviano, Pablo Solón, a la presidenta de la conferencia. “La regla del consenso no significa la unanimidad, ni mucho menos la posibilidad de que una delegación pueda pretender imponer un derecho de veto sobre la voluntad que con tanto trabajo hemos alcanzado” 193 países, le respondió tajante Espinosa. Los documentos aprobados por la Conferencia del Clima crean el Fondo Verde Climático, para administrar la ayuda financiera de los países ricos a los más desfavorecidos.

 Hasta ahora, la Unión Europea, Japón y Estados Unidos prometieron aportaciones, que deberán crecer hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares anuales en 2020. También fue comprometida una ayuda inmediata de 30.000 millones de dólares, parte de un fondo a corto plazo. En el paquete de medidas de lucha contra el clima aprobado por la conferencia, consta también un mecanismo de protección de los bosques tropicales del planeta, cuya masiva deforestación provoca el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.

 La conferencia de Cancún consiguió superar fuertes escollos de posiciones que parecían irreductibles entre países ricos y emergentes, así como el fantasma de la conferencia de 2009 en Copenhague, que no llenó las enormes expectativas levantadas por falta de consenso entre los países

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