Si alguien dudaba que la coletilla de Ciencia + Desarrollo + Innovación + Competitividad no son más que palabras vacuas en los periodos de crisis económica, como también aquello de desarrollo sostenible, habría que reemitirle a la historia de le ciencia desde mediados del siglo XX. Por esta razón, no alcanzo a entender las continuas quejas e indignación de muchos científicos, que se llevan las manos a la cabeza. Y por mucho que nos quejemos del Estado Español, lo mismo ocurre en EE.UU. Ya veremos lo que acaece en Alemania y Francia, si las finanzas mundiales transcurren por los derroteros sinuosos que predicen los expertos. Por lo tanto, no abundaré en un tema que me aburre, aunque por ello no considere que resulta preocupante. La comunidad científica se ha tragado los eslóganes políticos sin el menor atisbo de análisis críticos y reitero que también soslayando lo acaecido en anteriores crisis. Por tal motivo, han venido comportándose como gallitos en el corral con una arrogancia derivada de su desconocimiento o falta de memoria histórica.  Su incredulidad por los recortes en materia de investigación genera la mía ante sus proclamas. Llega pues el tiempo, querámoslo o no, de priorizar. Obviamente, unas ciencias padecerán más que otras. Y en este sentido si me parece preocupante el futuro de las grandes infraestructuras científicas, aunque hoy tan solo nos refiramos a las relacionadas con la investigación espacial. Así, por ejemplo, la estación espacial internacional corre el riesgo de ser evacuada por falta de recursos económicos y más aun tras los lamentables accidentes ocurridos en las últimas fechas. Del mismo modo, la construcción del sucesor del telescopio Hubble se encuentra cuestionada por problemas económicos. Afortunadamente el Gran Colisionador de Hadrones acabó de construirse con anterioridad a las penurias económicas que padecemos, ya que de no ser así (…). ¿Porqué son tan importantes este tipo de infraestructuras?.

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Experimentos en el Gran Colisionar de Hadrones. Fuente: Psychedelic

 En general, por mucho que nos justifiquemos alegando que su puesta en marcha genera logros tecnológicos de gran utilidad práctica, aspecto que no dudo, si bien se espeta con un recalcitrante énfasis hasta la saciedad, lo que nos interesa a la mayor parte de los científicos es profundizar en la investigación básica, es decir en el conocimiento del mundo. Existen grandes instalaciones científicas de diversa índole. Sin embargo, las que más debíamos valorar son aquellas cuyos datos resultan ser de enorme importancia para un numeroso colectivo de investigadores. Todas las que he comentado, se ajustan a este criterio, entre otras. En consecuencia, su paralización, o falta de renovación por otras nuevas, cuando están llegando al fin de sus días, afectará a más de una generación de científicos. Ya os narré al final de este post el drama que supuso la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones e instalaciones asociadas, con vistas a reemplazar al acelerador de partículas de Ginebra. Una crisis económica de por medio fue el detonante. Y así, en muchos aspectos casi toda la física de partículas fue sometida a un jaque que apunto estuvo de convertirse en mate”.

En este sentido, resulta particularmente relevante y preocupante que el devenir de tales infraestructuras, al margen de los costos de construcción y mantenimiento, dependa de dos factores francamente desafortunados. Hablamos del azar y la codicia de la comunidad científica. Dicho de otro modo, ambos ítems son ajenos a la racionalidad científica.

Efectivamente, cuando la vida productiva de tales equipamientos y aparatajes coincide con un periodo de bonanza económica, su(s) sustituto(s) podrá(n) ser reemplazarlos por otros nuevos sin mayores problemas. ¡La Diosa fortuna les ha sonreído! Sin embargo de darse el caso contrario el futuro del progreso científico y la carrera profesional de cientos, cuando no miles de investigadores, corre peligro. Todo dependerá de las futuras veleidades del mercado. Resumiendo: ¡cuestión de suerte!

Del mismo modo, se me antoja frustrante, la insolidaridad de la comunidad científica en su conjunto. La mayor parte de nosotros consideramos que nuestra disciplina resulta ser la más relevante. En consecuencia, en aquellos momentos en los cuales los recursos económicos son más que limitados, nos comportamos como pirañas: ¡a por la pasta, caiga quien caiga!. No existe el menor atisbo de poder consensuar prioridad alguna que defender conjuntamente ante la clase política, a excepción de la indignación ante la precariedad.  

Por último, la aludida coletilla de los políticos: Ciencia + Desarrollo + Innovación + Competitividad sigue vigente, mientras se cierras definitivamente o dilatan proyectos de gran calado, cuando hemos podido constatar que los Bancos Centrales inyectan en siete días, más recursos económicos con vistas a salvaguardar a los estados de los especuladores financiaros, de los que pudieran ser necesarios para solventar el futuro de las grandes infraestructuras, equipamientos y programas científicos. Todo consiste pues en financiar, en la medida de lo posible,  a muchos que priorizar que resulta ser en definitiva más relevante. Y en este sentido el Telescopio Hubble (léase su sucesor el Telescopio Espacial James Webb) o la Estación Espacial Internacional tienen todas las de perder, al menos durante algunos años.  Y mientras tanto, en un juego loco, la propaganda de las Instituciones científicas que investigan sobre el cosmos alternan lo relevante con lo irrelevante (como esta: Las primeras centrales nucleares para la Luna y Marte listas en 2012), de tal modo que el ciudadano no sabe lo que se juega la emprea científica. Y así, las investigaciones espaciales acaparan hoy una gran parte de los rotativos mientras que parte de sus grandes instalaciones se debaten entre la vida y la muerte, al menos a medio plazo.

Juan José Ibáñez      

Fuente Página Web de la RTVE

El sucesor del Hubble, en grave peligro por problemas económicos

El Telescopio James Webb atraviesa serios problemas económicos. La NASA plantea un nuevo plan de financiación para el telescopio. Es una de las tres máximas prioridades de la agencia para el futuro. La NASA espera poder salvar al Telescopio Espacial James Webb, el sucesor del Hubble como principal telescopio en la órbita terrestre,  en peligro debido a los problemas económicos por los que está pasando el proyecto.

Hasta el momento, los costes del telescopio estaban totalmente financiados por la división científica de la NASA, que tenía que enfrentarse a los más de 1.000 millones de dólares de costes extras, más los 8.000 millones en los que estaba estimado el proyecto.

Ahora, la agencia espacial confía en conseguir dinero de otras secciones de la agencia para poder financiar el telescopio. De este modo la NASA deja claro su apuesta por el funcionamiento del James Webb.

«Existe un reconocimiento de que el departamento de ciencia no puede hacerse cargo en solitario de este problema», afirma Matt Mountain, director del Instituto Científico de Telescopio Espacial, en declaraciones recogidas por la revista Nature.

Este extremo quedo claro cuando a principios de agosto, el principal administrador de la NASA, Charles Bolden, dejó claro que el James Webb era una de las tres prioridades fundamentales para el futuro de la agencia.

Un futuro en peligro

Sin embargo, este nuevo plan de la NASA aún tiene que ser aprobado por la Oficina de Gerencia y Presupuesto de la Casa Blanca. Si no es así, para sacar adelante el proyecto, la NASA tendría que cancelar o retrasar futuras misiones.

No obstante, existe la posibilidad de que el proyecto del James Webb nunca llegue a llevarse al espacio si la Oficina de Gerencia y presupuesto rechaza la nueva financiación.

En los últimos meses el proyecto del James Webb se ha visto amenazado por los problemas económicos debido a los sobrecostes en la construcción del telescopio.

El 13 de julio un comité de la Cámara de Representantes estadounidenses votó por cancelar el telescopio debido a estos problemas económicos.

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2 comentarios

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