Continuamos ofreciéndoos un minicurso sobre periodismo científico Así pues, editamos hoy nuestro cuarto post sobre este tema. La mayor parte de las noticias sobre la actividad investigadora contemplan a los expertos como entes casi aislados en sus torres de marfil (es decir en sus laboratorios), cuyos estudios  hacen progresar a la empresa científica. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Quizás en el pasado esta percepción estuviera justificada, o al menos fuera válida en “algunos aspectos”. Sin embargo, con el devenir del tiempo, no se puede sostener una perspectiva tan prosaica. La comunidad científica conforma una intrincada red de relaciones entre los diversos agentes interesados, dentro de los cuales, los científicos son uno más. En consecuencia, obcecarse en atender tan solo a sus publicaciones y notas de prensa, nos impiden de alcanzar una visión global y, como corolario, se confunde al ciudadanoBruno Latour y Michell Callon, entre otros, defienden que la ciencia en acción debe analizarse mediante la teoría de redes. Ahora bien, dentro de la última, contemplan tanto el rol de los agentes humanos como la incorporación de los no humanos. Nadie puede dudar del interés que nuestra actividad despierta en los organismos gubernamentales, empresas, etc. Sin embargo, no debería soslayarse el papel de la información e instrumentación que, de acuerdo a los autores mentados deben formar parte de la red. Solo así, el periodismo científico pueda dar cuenta de su objeto de estudio, dando lugar a noticias más profundas y acertadas del quehacer indagador de estos ciudadanos. No cabe duda, de que  la incorporación de lo no humano se convirtió en uno de los aspectos más polémicos  de la Teoría-Actor Red. Sin embargo, los investigadores sabemos sobradamente que sin una instrumentación de vanguardia y el acceso a la literatura reciente, difícilmente podemos llevar a cabo indagaciones de interés. Y tales agentes no humanos (entre otros muchos) se encuentran al alcance de muy pocos individuos y países.

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Redes. Fuente: Natalia V. Katenja

Nos vemos obligados a recordar, una vez más, que partiremos del material proporcionado en el artículo en acceso abierto denominado Let’s follow the actors! Does Actor-Network Theory have anything to contribute to science journalism? (International for Advanced Studies Journal of Science Communication, cuyos autores resultan ser Carlos Fioravanti, Lea Velho). No obstante, también incidimos en que hemos llevado a cabo una traducción muy libre. Si bien tal modo de proceder podría ser criticado desde un punto de vista ortodoxo, también es cierto que en el contexto de la Web 2.0 y haciendo uso de las TIC, tal actitud no resulta ser reprobable, en absoluto, como ya os comentamos en el post precedente.  Se trata de partir de un texto original para enriquecerlo, ya sea por un colega o muchos, sincrónica o secuencialmente. Continuaremos pues con la narración adaptada que nos ofrecen Fioravanti y Velho.

I. El actor y Teoría de Redes: Información general

El enfoque tradicional del periodismo científico ha consolidado ante la opinión publica la imagen de los científicos como sacerdotes de la sabiduría instalados permanentemente en su Torre de Marfil (es decir asentados y semi-ausentes del mundo en el seno de sus laboratorios). En otras palabras, el periodista muestra un panorama a cerca de la producción de los conocimientos científicos y tecnológicos, en los que los actores exclusivos de los descubrimientos científicos e innovaciones tecnológicas se reducen a los expertos que las generan. De acuerdo con este punto de vista, existe escasa interacción entre los expertos y los restantes grupos de actores, por lo que la asimetría de poder resulta evidente. Los usuarios del conocimiento son vistos como seres pasivos, no creativos, que asimilan las nuevas ideas y productos, aparentemente sin ningún tipo de cuestionamiento, de resistencia o conflictos. Este punto de vista es lineal y unidireccional, desde los científicos a los usuarios, segrega a la ciencia de la sociedad: los científicos siguen en el interior de sus laboratorios, ajenos al mundo exterior, mientras que fuera existen políticos, abogados, periodistas, colegas académicos y usuarios de sus conocimientos. Desde tal punto de vista, actualmente imperante, los científicos y las instituciones científicas, suelen anunciar los resultados de una ciencia, cuya continuidad y el éxito, parece incuestionable.

Todos sabéis de sobra como se armó el equipo de grandes investigadores que dio lugar a las primeras bombas atómicas. Hablamos del proyecto Manhattan. Nadie discutirá que fuera del contexto de una conflagración mundial, la historia de la energía nuclear hubiera sido bien distinta. Del mismo modo hoy asistimos esperanzados a los resultados que produzcan los experimentos que se llevan a cabo en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el cual resulta ser uno de los instrumentos más onerosos y poderosos que jamás construyera el ser humano. Tal iniciativa fue fruto de numerosas y arduas negociaciones en la que entraron en juego numerosos países y sus intereses respectivos. Hagámonos pues una pregunta. ¿Tal ingente cantidad de dinero hubiera sido destinado al LHC, si este tan solo pudiera proporcionar conocimiento científico a largo plazo? ¿No fue la posibilidad de obtener una fuente inagotable y barata de energía una de las prioridades que permitieron alcanzar tal acuerdo?. Hablamos de la energía de fusión. Ahora bien, si se le pregunta a algunos de los numerosos físicos de partículas involucrados en el tema, ellos podrán declarar que el principal interés estriba en averiguar la existencia o no del famoso bosón de higgs (ver por ejemplo la siguiente entrevista). Por tanto, si tan solo se entrevista a los investigadores, en la mayoría de los casos (no solo en este), el ciudadano quedará desconcertado: ¿miles de millones invertidos para esto?. Se trata tan solo de un simple ejemplo. Más aun, como en este caso, existen otros en los que los investigadores que trabajan en un tema concreto, no llegaran a alcanzar ningún renombre, de no poder acceder a la instrumentación adecuada, por mucho talento y creatividad que atesoren.

Cuando entre a formar parte del CSIC, mi director de tesis de licenciatura trabajaba en un proyecto europeo con vistas a la cartografía en Europa de los nemátodos fitoparásitos que causan grandes estragos en la agricultura. Tal estudio era subvencionado por la  OTAN (NATO). ¿Por qué? ¿Mecenas de la Ciencia? Lo dudo.

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Aproximación ANT. Fuente: Mohamed Amine Chatti’s ongoing research on Knowledge and Learning

Sin embargo, una aproximación alternativa estriba en examinar la producción investigadora desde el punto de vista constructivista de la sociología de la ciencia (estudios sociales de la ciencia, pero ver también las obras de Bruno Latour y Michell Callon), que considera  a la ciencia como un proceso colectivo. La  Teoría-Actor Red es una de las maneras de proponer el enfoque constructivista. Básicamente, parte de la premisa de que la producción de conocimientos tiene lugar como resultado de la interacción entre los diferentes grupos de actores (no sólo los científicos), con intereses diferentes. La ciencia se convierte pues en una actividad social, colectiva, que puede surgir, avanzar o sucumbir como resultado de las negociaciones, callejones sin salida y los conflictos entre las partes interesadas. En la ciencia, la construcción «de un hecho es un proceso colectivo”. Un científico, por si solo  tan solo construye sueños, las reivindicaciones y sentimientos, pero no los hechos en si mismos». No existe una separación insalvable entre la ciencia y la sociedad, por cuanto los diversos actores sociales pueden influir en el curso de la ciencia y la tecnología.

Si la ciencia es una red de relaciones, quien esté mejor ”conectado “se llevará el gato al agua. Dicho de otro modo, como en el ámbito de la literatura, el arte o la cinematografía (por citar tan solo tres ejemplos), muchos grandes creadores se quedan por el camino, sembrando el sendero hacia la fama de cadáveres. Del mismo modo, los que logran subir a la cumbre, lo hacen en buena medida por acertar o ser más avispados en sus relaciones sociales, no por ser auténticos talentos. Obviamente, quienes atesoren buenas dosis diplomáticas, gocen de ingenio y alcancen múltiples conexiones con otros miembros de la red bien conectados, poseen todas las ventajas para llegar a ser afamados científicos en su época. Por el contrario, un genio, torpe en sus relaciones sociales y/o con mal carácter, deberá enfrentarse a grandes obstáculos, a menudo infranqueables.

No debe extrañar por tanto, que los jefes de los grandes laboratorios se asemejen más a verdaderos empresarios que a la imagen estereotipada del científico en su torre de marfil. Pasan buena parte del tiempo en congresos (aumentando su conectividad), grupos de expertos (ídem) o en actividades con vistas a alcanzar nuevos fondos de financiación. En este sentido, llevarse bien con el poder deviene en una imperiosa necesidad. ¿Qué tiene todo esto que ver con la creatividad de un genio?. Como corolario, y a sabiendas que la historia la escriben los triunfadores, el actual periodismo científico deviene en eco de resonancia de los mejor conectados, que no de los mejores científicos.

Si tal red, como otras muchas, funcionara conforme al patrón de mundos pequeños, como suele ocurrir con gran parte de las redes, la aparición de escuelas invisibles (lobbies en el seno de una comunidad de intereses) surge espontánea e inevitablemente. Aquellos investigadores (como este impresentable administrador) que osen enfrentarse a estos grupos de poder padecerá de numerosos obstáculos (y a menudo ataques maliciosos) con vistas a que su trabajo sea finalmente reconocido. Estas escuelas invisibles suelen dominar los comités editoriales de las revistas científicas, etc. Ya hablaremos de este asunto en otros post.  Resumiendo, que el periodismo tradicional ofrece una imagen distorsionada y decimonónica de la indagación científica en lugar de buscar la “verdad” en el intrincado mundo de las redes complejas. Y como corolario tales profesionales se transforman en grandes aliados de los poderes fácticos, tan abundantes en ciencia como en cualquier otra actividad. Quienes quieran saber como se estructuran estas redes pueden y deben leer los siguientes post.

Redes Complejas: Redes Sociales y Redes Ecológicas (Los Mundos Pequeños)

Conectividad, Redes Sociales y Redes Ecológicas

Transmisión de la información, Conectividad y Redes Sociales: El Número Mágico 6 o ¿7?

Los Mundos Pequeños y los Seis Grados de Separación: Una Conjetura Corroborada ¿Y la Regla de Miller?

Dos conceptos clave de la ANT son, obviamente, el actor y la red. «Cualquier acción o suceso que modifique el estado o rumbo  resulta ser un actor, por derecho propio». En esta perspectiva, defendida por  Latour, uno de los puntos más polémicos de la aproximación ANT consiste en que tales actores también pueden ser no-humanos (un texto, un instrumento, una institución). En un artículo seminal, John Law describió cuan importantes resultaron ser los barcos de vela para el portugués a la hora de colonizar las zonas tropicales en el siglo XVI. El concepto de red social «se refiere a los flujos, las circulaciones y  alianzas», así como a la «la capacidad de cada actor para inducir que otros actores actúen de forma inesperada. En otras palabras, transciende la idea de una estructura como una mera red física estructurada en base a una serie de muchos nodos (agentes) conectados.

Francamente, desconozco la polémica suscitada en torno a integrar a los agentes no humanos en el sistema conformado por la red de relaciones. Ya hemos esbozado más arriba el poder que alcanza quien logre atesorar un instrumental sofisticado. Cuando se analizan otro tipo de redes, como las ecológicas, observará que la importancia del mundo abiótico es tan esencial como la del biótico en la estructuración de los ecosistemas. Podrán mostrarse cientos de otros ejemplos de la misma guisa.

La aproximación  ANT evalúa la interacción de los seres humanos entre sí, y/o entre los actores humanos y no humanos. Un famoso jugador de fútbol no sería famoso sin un uniforme, una pelota y un campo en el que pueda jugar y ser observado por los organismos de radiodifusión, televisión, y en resumen lleve su imagen y acciones a una amplia audiencia. De la misma manera, un ejército difícilmente ganaría una batalla sin tanques, misiles, armamento ligero, documentos y uniformes. Por tanto, los actores no-humanos puede determinar el poder el actor humano y sus límites. Ambos actores humanos y no humanos son agentes interdependientes.

Personalmente no lo dudo, como pienso que será el caso de la mayoría de los colegas que se atrevan a expresar libremente sus ideas. No es lo mismo, por ejemplo, fichar por una gran universidad norteamericana que por otra mal dotada, y con escaso poder. No es lo mismo integrarse en el mundo anglosajón que trabajar desde una pequeña institución provincial, y más aun si uno no domina la lengua del imperio, aspecto sobre el que deberemos incidir más adelante.

Como cualquier actor, los no humanos no atesoran cualidades inherentes, «adquiriendo forma y atributos a consecuencia de sus interrelaciones con los demás». Como consecuencia de la estrecha interdependencia de los actores, al menos en teoría, no existe una separación radical y taxativa entre los seres humanos y no humanos, sujeto y objeto, grandes y pequeños, micro y macro, locales y globales, lo particular y lo universal, la actividad y la pasividad, el conocimiento y el poder, el antes y el después, el contexto y el contenido, la materialidad y la sociabilidad. Tales divisiones y distinciones se consideran como los efectos o resultados, pero no forma parte del estado de las cosas en si mismas. Una consecuencia importante de diluir las fronteras comentadas reside en que nos podemos mover libre y rápidamente entre puntos de la red antaño consideradas lejanos e irrelevantes. Murdoch insiste en que sólo tomando distancia atesoraremos la perspectiva adecuada con vistas a analizar la dinámica de la actividad científica y nuestros cambios en la percepción de lo que nos rodea. De no hacerlo así, nuestros análisis y conclusiones serán discriminatorios, impidiendo narraciones periodísticas más sofisticadas, profundas y precisas. Dicho de otro modo, en el periodismo científico actual, “los árboles nos impiden observar el bosque”.

Sobran las palabras, aunque podría escribirse un libro francamente voluminoso al respecto. Por ejemplo, si Darwin (bien conectado con el lobby de poder de su época) no hubiera dispuesto de la complacencia del establishment, posiblemente se atribuyera a Wallace (mal conectado) la mal denominada “teoría de la selección natural”. Muchos grandes héroes de la ciencia fueron denostados en su época por la sencilla razón de que sus rivales, con menor talento, se encontraban mejor conectados que ellos.

Historias de científicos: rivalidades y algo más

Antes de la construcción del actual Gran Colisionador de Hadrones, en Ginebra se ubico otro que contribuyó mucho al progreso de la física experimental. Sin embargo las potencialidades de tal instrumento  se agotaron. Durante algunos años se dudó en construir el LHC debido a su enorme costo. Permítanme que les narre una historia un tanto oscura, sin ofrecer demasiados detalles, con vistas a evitar mal entendidos. Personalmente, me encontraba en una reunión reglada de una gran institución española. El gobierno planteó a esta última si podía hacerse cargo del grupo de físicos experimentales que debían dejar Ginebra visto que su papel allí había terminado. Una autoridad en física se negó en aquel evento a que tal iniciativa se llevara a cabo. De acuerdo a aquél sesudo científico, la física de partículas había muerto, tras ofrecer todo lo que podía dar de sí (se refería al antiguo acelerador de partículas). También alegaba que aunque la mayoría de aquellos físicos habrían publicado muchos artículos en revistas prestigiosas, estos últimos venían firmados por muchos expertos a la vez, por lo que, además, la promoción de los investigadores  de aquella institución saldría perjudicados dado que sus trabajos eran “menos colectivos” (menor número de coautores). Aunque no soy experto en el tema, me llevé las manos a la cabeza, entablando una agria discusión. Personalmente defendía que si la capacidad de aquellos físicos experimentales se encontraba fuera de toda duda, su situación se debía a la carencia de una gran instrumentación con vistas a seguir progresando, no a su incompetencia.

Finalmente, aquella iniciativa fue rechazada. Cuando era joven, uno de mis amigos físicos fue fichado para llevar acabo su tesis doctoral con un Premio Nóbel de origen chino (sino recuerdo mal) que trabajaba sobre unas partículas denominadas mesones en la Universidad de Hamburgo. Años después partió para Ginebra. Cuando regresaron muchos años después, y aun atesorando una formación encomiable y un CV aun mejor, ninguna institución española parecía dispuesta a acogerlos. Una noche cenamos juntos varios antiguos camaradas de juventud y aquél físico me explicó la dura situación económica que padecían todos aquellos que no eran aun funcionarios, así como su lúgubre futuro que  vislumbraban. Afortunadamente, poco tiempo después la construcción del LHC fue aprobada y aquél portentoso físico debió comerse sus palabras. Ahora bien, aunque le telefoneé en un par de ocasiones, mi antiguo colega jamás contestó. Quizás hubiera quedado fuera de juego. Así nos las gastamos los científicos, esos a los que les gusta que les denominen “sacerdotes de la ciencia”. Y hasta aquí llega el poder de los no humanos (en este caso el instrumental, una institución y el defensor de una escuela invisible) en el devenir de la ciencia.

Post Previos del Mini-curso sobre periodismo científico

1. Curso breve para un nuevo periodismo científico

2. La crisis actual del periodismo científico

3. Los Errores del Periodismo Científico a la luz de los Estudios Sociales de la Ciencia

Juan José Ibáñez

Continuará………

Otros post de nuestro Curso Breve sobre Periodismo Científico

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4 comentarios

  1. […] Continuamos ofreciéndoos un minicurso sobre periodismo científico Así pues, editamos hoy nuestro cuarto post sobre este tema. La mayor parte de las noticias sobre la actividad investigadora contemplan a los expertos como entes casi aislados en sus torres de marfil (es decir en sus laboratorios), cuyos estudios  hacen progresar a la empresa científica. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Quizás en el pasado esta percepción estuviera justificada, o al menos fuera válida en “algunos aspectos”. Sin embargo, con el devenir del tiempo, no se puede sostener una perspectiva tan prosaica. La comunidad científica conforma una intrincada red de relaciones entre los diversos agentes interesados, dentro de los cuales, los científicos son uno más. En consecuencia, obcecarse en atender tan solo a sus publicaciones y notas de prensa, nos impiden de alcanzar una visión global y, como corolario, se confunde al ciudadano.  Bruno Latour y Michell Callon, … [Seguir leyendo…] Compromiso social por la ciencia Master Site Feed Posts […]

  2. Un interesante enlace:
    http://www.badscience.net/2011/03/why-dont-journalists-link-to-primary-sources/#more-1997

    En mi opinión, en la red hay más plagios que documetos originales. Hay quien ni siquiera se cuida en cambiar algunas comas!!!

    El artículo del link anterior lo deja bien claro, periodismo científico?, cuando se dirige a personas a las que se le supone poco o ningún conocimiento sobre el área. Debe haber mayor control y exigir responsabilidades a quién se comporte de manera no ética. Hay mucho en la red. Lo más reciente sobre la vacuna del sarampión y un estudio médico manipulado.

    Saludos
    Hipatia

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