Hace ya tiempo, en un pequeño poblado de Ávila, me mostraron como el caudal del río había descendido drásticamente en los últimos años. Rápidamente alguno de mis compañeros espetó: “debido al calentamiento climático” (el chivo expiatorio de todos los males de los que se desconocen sus causas). Personalmente, reté al listo de turno a rastrear tal cauce hasta su nacimiento, no muy lejano. Y mis sospechas eran fundadas: la instalación de alguna empresas y más de una urbanización eran las causantes, que no el calentamiento climático. En el pueblo donde nació mi Madre, existía una antigua zona casi-pantanosa (marjal en valenciano) hasta que en los años treinta/cuarenta del siglo XX, se desecó. Hace ya algunas décadas, los agricultores se vieron obligados a construir pozos que alcanzaban decenas de metros de profundidad con vistas a extraer el agua que antaño alcanzaba la superficie del suelo.  Allí los cursos fluviales son efímeros/intermitentes (tan solo acarrean líquido esporádicamente), empero las aguas procedían de karst subterráneos. ¿Cambio climático?  En absoluto, seguramente explotación de los cursos subterráneos y/o superficiales que los alimentaban en otros lares. ¿Por qué? El cambio climático no daba para tanto. La noticia de hoy nos informa que el caudal medio de los Ríos en España ha descendido un “3%” de promedio en los últimos decenios. La nota de prensa apunta varias posibles razones, todas las cuales me parecen plausibles. Sin embargo, “once again” el plumillas resalta el calentamiento climático. Francamente, considero que es la menos probable de todas las razonablemente apuntadas, y que pueden variar o combinarse de formas distintas, según las regiones consideradas. Desde hace años, cuando no llueve en Madrid durante el otoño y especialmente “alrededor de noviembre”, barrunto: “sequía estival a la vista”. Casi siempre acierto. Y como este año (2012) no ha ocurrido, era de esperar que cuando el calor apretara las noticias retornaran anunciando a bombo y platillo: “otra evidencia del calentamiento de la atmósfera”. Empero un colega climatólogo, me hizo ver que (….)  

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Caudal De los Ríos en España. Fuente: Blog El Agua de José Aguado Alonso

Efectivamente, la circulación atmosférica actual induce  a que arrecie la lluvia en noviembre (otoño en España), empero hace varios decenios también la pluviosidad en primavera era más elevada que la actual. El refranero español da cuenta de ello. Cuando le interpelé por el “¿cambio climático?”, cauto, razonable y prudente respondió: “puede ser que si o puede ser que no”. Efectivamente, en el Mediterráneo existen muchos ciclos climáticos superpuestos de duración diversa, por lo que ¡a saber! Lo extraño sería que con el extraordinario aumento de los regadíos en este país, la mejora del acceso al agua, los cambios de los hábitos higiénicos de los habitantes de todo tipo, las urbanizaciones que afectan también a la alta montaña (donde nacen la mayor parte de los cauces), el abandono de tierras, y la profusión de industrias, el descenso de los caudales fluviales no dieran lugar a una disminución del 3% a nivel nacional, que tampoco resulta ser tan dramática. El estudio ha sido llevado a cabo en el IPE del CSIC (Zaragoza), en donde conozco el buen hacer de muchos antiguos y entrañables colegas. En consecuencia, confió en sus investigaciones, pero la nota de prensa (…) ¡ya es otra cosa!. No obstante, a falta de de conocer el contenido exacto del estudio, ya advierto al lector que incluir al chivo expiatorio, en el paper de turno ayuda a que te acepten el trabajo en las revistas. Pronto os expondré la escandalosa respuesta de dos editores a un estudio que nos rechazaron dos revistas de muy alto Factor de Impacto internacional. Como veréis tales contestaciones hablan por si solas.

Hace, más o menos un año, leí que, en el Reino Unido, comenzaron a preocuparse por la escasez de agua. Ahora bien, no apelaron al chivo expiatorio del cambio climático. En una nación en donde llueve sobradamente, comenzaba a escasear el líquido elemento debido a la creciente demanda de todo tipo, y como no sufren sequías recurrentes, se enfrentaban a un problema  para el que no estaban preparados.

Lo dicho, existen varias posibles razones que dependiendo del territorio, solas o en combinación, pueden dar lugar al descenso de los caudales fluviales. Las sociedades modernas despilfarramos agua irracionalmente,  aunque siempre está el cambio climático para echarle las culpas, sin que niegue que “algo” “pueda tener que ver”. El análisis de este tipo de procesos, tiene que realizarse territorialmente, en lugar de apelar a falsos tópicos impregnantes. Estos últimos oscurecen en lugar de aclarar la realidad del problema.

Juan José Ibáñez

PD. Aclaremos de paso que la mayor parte de las cuencas de drenaje que vieren sus aguas al mediterráneo, comparadas con las que lo hacen al Atlántico, en la Península Ibérica,  atesoran unos caudales que a menudo no se correlacionan con los primeros. La razón estriba en que la circulación atmosférica de la Cuenca Mediterránea se encuentra “parcialmente desacoplada” de la Atlántica, por lo que no es infrecuente que cuando llueve mucho en una pueda haber sequía en la otra, aspecto que suele omitir la prensa escrita.

Desciende el caudal de los ríos ibéricos en los últimos 60 años

Un estudio elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado las tendencias en los caudales de 187 cuencas fluviales de la Península Ibérica entre 1945 y 2005.

FUENTE | CSIC: 07/02/2012

Los resultados obtenidos muestran un descenso generalizado de los caudales anuales, de invierno y de primavera en la mayor parte de las cuencas ibéricas. En algunos casos puntuales, el caudal ha disminuido en más de un 3% respecto a la media anual de los últimos 60 años. La investigación, publicada en la revista Journal of Hydrology, señala el cambio climático como una de las posibles causas del descenso.

«El descenso generalizado de los caudales podría asociarse a la disminución de las lluvias y al aumento térmico observados en las últimas décadas, ya que la tendencia negativa se ha observado tanto en los tramos de ríos regulados como en los no regulados. Es más, el proceso podría acelerarse durante el siglo XXI de acuerdo a las proyecciones climáticas de los actuales modelos de cambio climático para la Península Ibérica», explica el investigador del CSIC Sergio Vicente, del Instituto Pirenaico de Ecología.

Además del cambio climático, existen otras posibles causas para este fenómeno. «Se apunta a que los cambios en los usos y cubiertas del suelo también están jugando un papel importante en la disminución del caudal de las cuencas ibéricas. El abandono generalizado de campos de cultivo y de pastos en las zonas de montaña durante la segunda mitad del siglo XX, así como la colonización de estas áreas por parte de matorrales y bosques, hace que aumente la infiltración, intercepción y evapotranspiración directa por parte de la vegetación, lo que disminuye la generación de escorrentía y las aportaciones a los ríos«, añade Vicente.

La expansión de las superficies irrigadas, que implican un mayor consumo de agua en zonas donde la evaporación directa y la transpiración de los cultivos son altas, el aumento de la demanda de agua para el abastecimiento de poblaciones, el mayor gasto de agua por habitante y el incremento del consumo hídrico por parte de las actividades industriales y turísticas son otras de las posibles causas que a las que apunta el estudio.

Segura y Guadiana, las cuencas más afectadas

La tónica negativa que describe el estudio no afecta a todos los ríos ibéricos por igual. Según los datos recogidos, en la cuenca del Segura y en un tramo de la del Guadiana el descenso anual del caudal ha sido superior al 3% anual respecto a la media de la segunda mitad del siglo XX. Por su parte, en el resto del Guadiana, el Júcar y la primera mirad del Tajo, el descenso anual se ha situado entre el 1% y el 3% anual respecto a la media.

De forma estacional, en primavera cerca de la mitad de la cuenca del Guadalquivir y más de un cuarto de la del Guadiana han bajado su caudal en más de un 3% anual respecto al valor medio; mientras que en otoño y en invierno zonas de Galicia, Norte de Castilla y León, baja cuenca del Tajo, este de Andalucía y nordeste de Madrid aumentaron la cantidad de agua de sus ríos entre un 1% y un 3% respecto a la media hídrica durante dichas estaciones.

«Las zonas donde el caudal ha aumentado están influidas principalmente por dos factores: un cambio en el régimen de precipitaciones, traducido en un cierto aumento de las lluvias en Otoño, y cambios en el régimen fluvial como consecuencia de la regulación de las cuencas mediante embalses«, apunta el investigador del CSIC.

Según esta investigación, desde 1945 se han producido «importantes cambios» en los regímenes fluviales. «Se ha comprobado que la regulación hídrica, mediante presas y embalses, no afecta al signo de las tendencias encontradas, pues éstas son negativas de forma generalizada, pero sí a la magnitud de los cambios, dado que son las cuencas más reguladas las que presentan los descensos más marcados. Además, durante el invierno baja el caudal de los ríos porque los embalses almacenan agua para satisfacer las demandas estivales, lo que genera grandes diferencias estacionales«, concluye Vicente.

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