Hoy vamos a hablar de nuevas evidencias sobre las maravillosas e ingeniosas prácticas anteriores al eufemísticamente denominado “intercambio precolombino”, es decir la colonización Europea de las Américas. Tal evento significó un antes y un después en los paisajes de Mesoamérica y Sudamérica. Os mostramos hace ya un par de años las primeras evidencias de como se manejaban suelos y plantas cultivadas en las sabanas inundables de la Cuenca Amazónica. El manejo de los suelos mediante los denominados campos elevados se extendía desde Mesoamérica hasta el Amazonas, dando signos de un intercambio cultural entre distintos pueblos indígenas, por no hablar de una posible unidad cultural entre lo mismos. Antes de la colonización, estos territorios ni eran reductos de salvajes, ni se encontraban tan repletos de bosques como ahora, ni sufrían un uso intensivo de la práctica denominada de tala y quema. Muy por el contrario, el manejo de los suelos daba lugar a Antrosoles y Tecnosoles altamente sustentables bajo sistemas de policultivos e incipientes manejos agrarios que incluían peces y tortugas. Todo en el mismo tiempo y lugar. La fertilidad física, química y biológica de tales medios edáficos daba lugar a productividades agropecuarias elevadas y sostenibles. Empero llegó el “hombre blanco” destruyéndolo todo. Y así al margen de incorporar sistemas agrarios típicos de climas templados y mediterráneos, poco aptos para los ambientes tropicales y subtropicales, secos y húmedos, desorganizaron los saberes precolombinos hasta que aquellos pasaron al olvido que hoy intentamos recuperar. El resultado fue un descenso de la población, reforestación de paisajes agrarios ancestrales y el incremento de las chamiceras. Muy probablemente, como explicó Jared Diamond en su best seller Armas, Gérmenes y Acero, el descenso de la población nativa se debió esencialmente al a transmisión de enfermedades euroasiáticas, más que al exterminio intencionado de los seres que allí moraban, si bien nadie duda que matanzas las hubo. Tal retroceso demográfico sería el detonador de la deforestación, mientras que el abandono de las mentadas prácticas sustentables fue el resultado de poblaciones dispersas, desconectadas y des-a-culturizadas. Ya os comenté un tipo especial de estos sistemas en nuestro post “Hombre y Naturaleza: La Unión Hace la Fuerza: Geo-Biotecnología Indígena y Sostenibilidad”. Empero la nota de prensa que os mostraremos hoy, así como el artículo original (en acceso abierto) que dio lugar a la primera profundizan, y explican con más detalle tanto aquellos manejos de suelos como su dispersión por vastos territorios de América en ambientes difíciles de manejar incluso con la tecnología moderna, haciendo uso exclusivamente del ingenio y utensilios de madera. Hablamos de las Sabanas inundables, caracterizadas por estaciones sometidas a intensas lluvias en alternancia con otras de sequía.

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Campos Elevados en ambientes inundados; agricultura precolombina en las sabanas sudamericanas. Fuente. PNAS, Iriarte et al. 2012.

Al elevar los campos los preservaban de las inundaciones, mientras que por los canales aprovechaban peces y tortugas como alimento. Del mismo modo, recogían los limos que transportaba el agua y lo incorporaban para mejorar la fertilidad de unos suelos viejos y pobres en nutrientes. Hoy los científicos reclaman imitar la sabiduría precolombina, más sustentable y altamente productiva, ya que las recetas tecnológicas modernas no dan los frutos deseados. Y así nuestra ingenua idea de la Amazonía prístina, va siendo remplazada por espacios agrarios ancestrales adecuadamente gestionados, dignos de culturas que rivalizaban y/o superan a las que allí exportamos los europeos. Dado que al artículo se encuentra acceso abierto no nos extenderemos mucho más.

La mención de las tortugas me hace recordar los consejos vertidos por el afamado ecólogo E.O Wilson. Conforme a este investigador, la cría de tortugas, en lugar del ganado de origen europeo, podría proporcionar sistemas sustentables que paliaran la deficiencia en proteínas animales el hambre, aumentando la soberanía alimentaria indígena. Y eso es lo que hacían los pueblos precolombinos hasta que irrumpimos despiadadamente en aquellos lares quebrando su evolución cultural. No hay civilización que se salve de tales espeluznantes arrogancias culturales que a la postre devienen en devastaciones de toda índole.

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Campos Elevados en ambientes Inundados Agricultura Precolombina en las Sabanas sudamericanas. Fuente. PNAS.Iriarte et al. 2012.

Juan José Ibáñez

Aprender del pasado para proteger el futuro

Científicos de Francia, Reino Unido y Estados Unidos han descubierto que el hombre moderno puede aprender sobre cómo mejor gestionar mejor el suelo estudiando el pasado. Su trabajo, publicado en la revista PNAS y dedicado a la zona amazónica, revela que sus primeros habitantes gestionaron sus zonas de cultivo de forma sostenible. Los datos sugieren que los indígenas que vivían en las sabanas alrededor del bosque amazónico roturaban las tierras sin emplear el fuego.

FUENTE | CORDIS: Servicio de Información en I+D Comunitario 08/05/2012

Bajo la dirección del Colegio de Humanidades de la Universidad de Exeter (Reino Unido), investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y de laUniversidad de Montpellier (Francia), la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) y la Universidad de Utah (Estados Unidos) afirmaron que sus hallazgos podrían aportar información nueva para el aprovechamiento y la conservación de uno de los ecosistemas más importantes del planeta. En todo el planeta se están estudiando formas de salvar estos ecosistemas para evitar su rápida destrucción. En la sabana amazónica a la tierra se le está dando un uso en la cría de reses y la agricultura industriales.

Los investigadores encargados del proyecto evaluaron registros de polen, carbón y otros restos vegetales como fitolitos de más de 2 000 años. De esta manera lograron obtener una imagen precisa del empleo de la tierra en las sabanas amazónicas de la Guayana Francesa que ofrece una nueva perspectiva del terreno anterior y posterior a la llegada de los europeos en 1492.

Los datos apuntan a que los primeros colonos de esta zona utilizaron técnicas agrícolas de campo elevado. Este tipo de actividad implica la construcción de montículos pequeños mediante herramientas de madera que aumentan el drenaje, la aireación del suelo y la retención de humedad. Esta práctica se produjo sobre todo en la sabana, una zona proclive tanto a las sequías como a las inundaciones.

Según los investigadores el limo recogido de los fondos inundados entre montículos y depositado en la base de las plantas aumentó también la fertilidad de estos campos. El escaso empleo del fuego realizado por los agricultores les permitió conservar los nutrientes del suelo, su materia orgánica y su estructura.

«Utilizamos datación mediante radiocarbono para establecer la edad de los bancos elevados», informó el Dr. Mitchell Power de la Universidad de Utah, uno de los autores del estudio. «Concluimos que el polen de maíz encontrado tenía 800 años mediante la datación de depósitos de carbón situados tanto encima como debajo de la capa de sedimentos en la que se encontraba el polen.»

Este estudio contribuye a desechar la teoría de que los indígenas utilizaban el fuego como método para roturar las sabanas y gestionar la tierra. Los resultados apuntan a un aumento intenso de los fuegos tras la llegada de los primeros europeos, mencionada en algunas fuentes como el ‘Intercambio colombino’.

En alusión a los resultados de este estudio, el Dr. José Iriarte de la Universidad de Exeter, primer firmante del artículo, afirmó: «Este empleo de la tierra prehistórico, comprobado y sin fuego podría dar paso a una implementación de la agricultura de campos elevados en zonas rurales del Amazonas. La agricultura intensiva de campo elevado podría suponer una alternativa a la quema de bosque tropical para artigar el terreno mediante la ocupación de ecosistemas de sabana abandonados o nuevos creados por deforestación. Posee la capacidad de reducir las emisiones de carbono y al mismo tiempo generar una seguridad alimentaria en las poblaciones rurales más vulnerables y pobres

Por su parte, el profesor Doyle McKey de la Universidad de Montpellier indicó: «La sabana amazónica es uno de los ecosistemas más importantes del planeta y da cabida a una enorme variedad de plantas y animales. Además son esenciales en la gestión del clima. Hoy en día las sabanas están asociadas con incendios frecuentes y un elevado nivel de emisiones de carbono, pero los resultados obtenidos muestran que esto no siempre fue así. Debido al calentamiento global es más importante que nunca que demos con un método sostenible de gestionar las sabanas. La información sobre cómo lograrlo podría estar en los 2 000 años de historia que acabamos de sacar a la luz

Artículo Original en Acceso Abierto

Fire-free land use in pre-1492 Amazonian savannas

http://www.pnas.org/content/109/17/6473.full.pdf+html?sid=feb9106a-2cb0-4f6a-b6be-07054953f67a

http://www.pnas.org/content/109/17/6473.full.pdf+html?sid=feb9106a-2cb0-4f6a-b6be-07054953f67a

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http://www.pnas.org/content/109/17/6473.full.pdf+html?sid=feb9106a-2cb0-4f6a-b6be-07054953f67a

Algunos párrafos del artículo original

Mounting archaeological and paleoecological evidence indicates that societies of considerable size and complexity emerged in some regions of Amazonia and began to transform landscapes at an unprecedented scale during the late Holocene (1–4).Anthropogenic dark-earth soils associated with intensive agriculture developed along the bluffs of major rivers in forested areas of Amazonia and its periphery, and large expanses of previously uncultivated seasonally flooded savannas were reclaimed for intensive raised-field agricultural systems (5, 6).

Many seasonally flooded tropical savannas of South and Central America, such as the coastal belt of the Guianas (7), the Mompos depression in Colombia (8), and the Beni in the Bolivian Amazon (9), were reclaimed into vast agricultural landscapes through the construction of raised fields by pre-Columbian farmers during the Late Holocene. Early European chronicles illustrate the practice of raised-field agriculture by the Otomac in Venezuela (10) and by the Tainos in Hispaniola (11), who constructed small mounds using wooden tools similar to the Arauquinoid shovel found in Surinameand dating to around A.D. 1240 (12). Raised-field agriculture provided pre-Columbian farmers with better drainage, soil aeration, and moisture retention (important for these environments subjected to a long rainy season and a severe dry season), increased fertility, and possibly easier weeding and harvesting. In addition, channels between raised fields can be used for fish and turtle farming, and their muck and aquatic vegetation can provide a renewable source of nutrients for the soil. Modern raised-field experiments show that raised fields can be very productive, yielding between 2 and 5.8 t ha−1 of maize (Zea mays L.) and up to 21 t ha−1 of manioc (Manihot esculenta Crantz), and could thus have supported large and concentrated populations (13).

The A.D. 1492 “Columbian Encounter” (CE) (14, 15) set in motion dramatic changes in land use that significantly affected these landscapes shaped by pre-Columbian intensive agriculture. Previous studies show a late-Holocene surge in anthropogenic burning attributed to pre-Columbian agricultural intensification, both through a more intensive practice of slash-and-burn agriculture and through a more sedentary type of agriculture that led to the formation of charcoal-rich, dark-earth soils (16–22). This surge was followed by a sharp post-Columbian (post-A.D. 1492) decline in anthropogenic burning, and subsequent reforestation, attributed to indigenous population collapse resulting from the arrival of European diseases (16–19, 21, 22). However, these studies are from tropical forest contexts. Both fire history in neotropical savannas and the impact of the CE on these ecosystems remain poorly understood. Furthermore, lake-sediment records located in Amazonian savanna contexts lack the temporal resolution necessary to detect changes induced by either climate or humans before and after A.D. 1492.

(..)Vegetation History. Between ∼200 B.C. and A.D. 1200 (zone KVIII-1), the landscape was a seasonally flooded savanna, dominated by Cyperaceae and Marantaceae, with negligible charcoal abundance and low percentages of grass (Poaceae) pollen.

Our dates for initial construction of raised fields are broadly contemporaneous with the presence of Arauquinoid raised-field farmer groups, which originated in the Middle Orinoco around A.D. 450, reached western coastal Suriname around A.D. 650, and spread eastward to the vicinity of Cayenne (28). In our study area the Arauquinoid tradition is represented by the Barbakoeba and Thémire cultures, which began approximately A.D. 950 and 1150, respectively (4, 28)

Resumen del Trabajo Original

The nature and scale of pre-Columbian land use and the consequences of the 1492 “Columbian Encounter” (CE) on Amazonia are among the more debated topics in New World archaeology and paleoecology. However, pre-Columbian human impact in Amazonian savannas remains poorly understood. Most paleoecological studies have been conducted in neotropical forest contexts. Of studies done in Amazonian savannas, none has the temporal resolution needed to detect changes induced by either climate or humans before and after A.D. 1492, and only a few closely integrate paleoecological and archaeological data. We report a high-resolution 2,150-y paleoecological record from a French Guianan coastal savanna that forces reconsideration of how pre-Columbian savanna peoples practiced raised-field agriculture and how the CE impacted these societies and environments. Our combined pollen, phytolith, and charcoal analyses reveal unexpectedly low levels of biomass burning associated with pre-A.D. 1492 savanna raised-field agriculture and a sharp increase in fires following the arrival of Europeans. We show that pre-Columbian raised-field farmers limited burning to improve agricultural production, contrasting with extensive use of fire in pre-Columbian tropical forest and Central American savanna environments, as well as in present-day savannas. The charcoal record indicates that extensive fires in the seasonally flooded savannas of French Guiana are a post-Columbian phenomenon, postdating the collapse of indigenous populations. The discovery that pre-Columbian farmers practiced fire-free savanna management calls into question the widely held assumption that pre-Columbian Amazonian farmers pervasively used fire to manage and alter ecosystems and offers fresh perspectives on an emerging alternative approach to savanna land use and conservation that can help reduce carbon emissions.

Freely available online through the PNAS open access option

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