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El Colapso de las Civilizaciones. Fuente: Collapse of the Modern Civilization by Jay Simons

Se habla muy alegremente sobre el ocaso de las antiguas civilizaciones apelando al cambio climático, salinización de los suelos, mala gestión, desastres naturales, etc. Sin embargo mirar retrospectivamente, a la luz de nuevas evidencias científicas, sin otear nuestros ombligos es adoptar la postura del avestruz. Resulta que nuestra civilización se encuentra cometiendo los mismos errores y aún otros más graves que las que le precedieron. En lugar de vanagloriarnos de nuestros avances tecnológicos, deberíamos comparar los datos de que disponemos y percatarnos que, como seres humanos no hemos avanzado nada. ¡Nada de nada!. Dicen los ¡sabios!, por ejemplo, que la salinización de los suelos pudieron ser la causa de la decadencia de Mesopotamia. Otros apuntan a que los cambios climáticos y una sobrepoblación propiciaron el colapso de la Maya. Y así podíamos seguir “ad nauseam”. Nuestro mayor pecado estriba en solernos considerar ajenos a aquellos ¿errores o vicisitudes?, cuando en realidad vamos avocados en la misma dirección a pesar de que debiéramos haber aprendido del pasado. Si los pueblos antiguos salinizaron sus suelos, nosotros también. Si ellos fueron presa de cambios climáticos naturales, nosotros además los propiciamos, aunque no estemos preparados para afrontarlos. Si antaño se sobreexplotaron los recursos naturales a escalas regionales, el ser humano moderno tropieza en la misma piedra, pero con una furia inusitada y dimensiones globales. Cuando se argumenta que algunos imperios sobrepasaron la capacidad de carga humana (sobre-población) con las tecnologías que empleaban, nadie puede dudar que actualmente tal problema persiste y aumenta. La mayor estupidez del ser humano reside en considerar siempre que lo que sucedió, no puede volver a ocurrir ya que atesoramos una tecnología portentosa. Empero los riesgos son aún mayores y por nuestra “sabiduría,” menos justificables. A penas queda suelo fértil por explotar, mientras que nosotros lo sepultamos bajo las ciudades, contaminamos, erosionamos, salinizamos, acidificamos, etc. Peor aún más, si en la antigüedad aquellos esquilmadores hubieran podido desplazarse a otros lares tras alguno de estos problemas, resulta que ya no. Incluso como indicaremos más abajo, la sobreexplotación de los acuíferos tampoco resulta ser un problema moderno.

Mientras que la evolución cultural conduce a la complejidad social, esta última padece tantos problemas como resuelve. Sin embargo fue el propio incremento de la complejidad sociocultural la que marcó tanto el auge de aquellas culturas como su propio declive. Cuando una cultura crece, puede hacerlo de forma sustentable, si, y solo sí, sus estructuras socioculturales y de poder son también responsables, es decir sustentables, ya que sin la una no puede darse la otra. Cualquier (o al menos muchos) cambio brusco e importante en la sociedad actual puede acarrear su colapso. Un poblamiento humano pequeño y sencillo puede maniobrar más rápida y flexiblemente (por ejemplo, emigrando y cambiando de hábitats) que otro enorme y complejo, repleto de estructuras sociales en sempiternos conflictos y ansias de poder desmesuradas.

La evolución biológica nos muestra que somos un mero ejemplo de unos patrones repetitivos. Tras cada gran extinción, en general los organismos complejos fueron los más mermados en su biodiversidad, mientras que los simples evolucionaron e incrementaron su adaptación con vistas a ocupar aquellos que quedaron vacíos.

No podemos recriminar a civilizaciones que duraron milenios o siglos viviendo, más o menos sustentablemente para a la postre sucumbir por falta de resiliencia y flexibilidad, por cuanto nosotros si hemos subido, en este sentido, a la cumbre la pirámide de la soberana estupidez.

Se habla de desarrollo sostenible, dos vocablos que en manos de las culturas humanas se antojan antónimos. La sostenibilidad estriba justamente en permanecer dentro de unos límites que garanticen que la capacidad de carga humana de una cultura no se sobrepase, respetando unas estructuras y conductas que garanticen no transgredir la línea roja que asegure la renovabilidad de los recursos, es decir evitando su expolio. Civilizaciones como la Maya o la Mesopotámica, por citar tan solo dos ejemplos, pudieron vivir sustentablemente durante siglos o milenios, mientras que en nuestro caso aún está por ver.

Cuando las estructuras complejas humanas alcanzan un cierto crecimiento, hasta ahora ineludiblemente surgen la codicia, las luchas despiadadas por el poder, el sometimiento de los ciudadanos a condiciones de existencia cada vez más inhumanas, una política mal entendida que termina tomando decisiones avocadas al desastre. Y al final, son dos los principales mecanismos que corrigen nuestros desatinos, las guerras y las epidemias. Y así el exceso de población se autorregula, destruyendo la civilización que la indujo. Eso sí, siempre puede caer un gran meteorito o abrasarnos un cometa como castigo divino.

No son el manejo de los suelos, el cambio climático, o muchos desastres naturales (algunos efectivamente si son imprevisibles y cataclismos, pero no tantos) los responsables de la decadencia de las antiguas civilizaciones, sino sus dirigentes y estructuras sociopolíticas. Y lo dicho, incapaces de aunar esa compleja asociación progreso/sostenibilidad, no echemos la culpa a los “antiguos”, de sus colapsos cuando nosotros, con todo nuestro acervo cultural y tecnológico, también somos incapaces y lo que es peor aún, creamos problemas de difícil solución como alterar nuestro propio clima, gestionar irresponsablemente los recursos y crecer más allá de unos límites razonablemente sustentables. Aquellas civilizaciones perdidas apelaron a algún Dios y sufrieron sus desaires, nosotros lo hacemos al desarrollo tecnológico y también nos vamos hundiendo poco a poco en el cenagal. Os dejo algunos enlaces Web cuyos contenidos abundan en el tema, así como parte del contenido de un post que al respecto del cambio climático se editó en la bitácora “El Agua”.

Juan José Ibáñez

EL RIEGO EN LA AMÉRICA PREHISPÁNICA (página Web muy Interesante que recomendamos visitar)

POBLACIÓN, SUBSISTENCIA Y EL COLAPSO DE LOS MAYAS DEL CLÁSICO en el que se cita la siguiente frase: “Considero que existe un paralelo escalofriante que hace más relevante el caso Maya con respecto al mundo moderno

Los cambios climáticos pueden influir en la caída de civilizaciones

Publicado por José Aguado Alonso el 23 abril, 2014

Los cambios climáticos a menudo ejercen importantes impulsos para el ascenso y caída de las civilizaciones en el mundo, siendo en muchos casos su causa principal.

En los últimos cinco años, nuevas herramientas y nuevos datos para los arqueólogos, climatólogos e historiadores han llevado al comienzo de una nueva era en el estudio del cambio climático global y hemisférico y sus impactos culturales.

Hasta ahora se sabía que los períodos de altas precipitaciones provocaron la expansión de la población maya. A esta etapa le siguió una tendencia a la sequía que duró cuatro siglos, marcada por una serie de sequías que provocaron la disminución de la productividad agrícola y al colapso de su sociedad.

El colapso de la civilización maya tiene por tanto su origen fundamental en una sequía devastadora que duró nueve años, la más severa en un periodo de siete mil años.

El agua es fuente de vida, y de alimento. Las lluvias del monzón en Asia, por ejemplo, aportan alimento a casi la mitad de la población mundial. Si esas lluvias faltan, el hambre amenaza a pueblos enteros. La historia nos ha dado multitud de ejemplos. (…)

En los últimos cinco años, nuevas herramientas y nuevos datos para los arqueólogos, climatólogos e historiadores han llevado al comienzo de una nueva era en el estudio del cambio climático global y hemisférico y sus impactos culturales. (…)

A partir del estudio de los anillos de los árboles, los investigadores, han publicado en la revista Science el registro más detallado hasta el momento de al menos cuatro sequías épicas: desde la que pudo haber ayudado a la caída de la dinastía Ming en 1644 hasta otra que provocó la muerte de decenas de millones de personas a finales de la década de 1870.

Un debilitamiento de las lluvias del monzón entre 1756 y 1768 coincidió con el colapso de los reinos de lo que ahora son Vietnam, Myanmar y Tailandia (…).

No obstante, la peor sequía que han encontrado los científicos es la «Gran Sequía» de la era victoriana entre 1876 y 1878. Sus efectos se sintieron en todo el trópico y, según algunas estimaciones, las hambrunas resultantes mataron a 30 millones de personas. De acuerdo a las evidencias aportadas por los anillos, los efectos fueron especialmente graves en la India, pero se extendieron también a China y la actual Indonesia.

Los mayas habitaron una gran parte de la región denominada Mesoamérica, en los territorios actuales de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador con una historia de aproximadamente 3.000 años. (..).

Hasta ahora se sabía que los períodos de altas precipitaciones provocaron la expansión de la población maya. A esta etapa le siguió una tendencia a la sequía que duró cuatro siglos, marcada por una serie de sequías que provocaron la disminución de la productividad agrícola y al colapso de su sociedad.

(…) Un equipo de investigación, liderado por Doug Kennett de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU), ha estudiado la cueva Yok Balum (Belice) para medir la composición de los isótopos de oxígeno en sus estalagmitas y crear un registro de las lluvias durante este período. Los hallazgos indican que el cambio climático jugó un papel clave en la desintegración de los complejos sistemas políticos de estas poblaciones. La sequía ayudó a desencadenar la guerra entre los centros políticos, lo que provocó una inestabilidad global de la sociedad, su fragmentación y colapso final.

Las estalagmitas de la cueva Yok Balum son muy particulares debido a que (…)

El registro de lluvias incrustado en las estalagmitas ofrece más pruebas de que hubo dos períodos climáticos extremos que provocaron el colapso de los mayas. Una primera etapa, de alta precipitación pluvial, provocó la expansión de la población maya y la prosperidad general durante los años 440 al 660 d.C. A este período le siguieron una serie de sequías que provocaron una disminución de la productividad agrícola y contribuyeron a la fragmentación social y el colapso político. La segunda etapa fue más tardía entre los 1020 y 1100 años d.C., durante una sequía más grave y extensa. (…)

Los mayas a menudo se conciben como si hubieran vivido en la selva, pero técnicamente, vivían en un desierto estacional ya que no tenían acceso a fuentes estables de agua potable. Los logros excepcionales de los mayas son aún más notables considerando la forma en que respondieron al desafío puesto por el medio ambiente que les obligaba a confiar en el agua de las lluvias estacionales en lugar de fuentes permanentes de agua. Los mayas lograroncrear una civilización en un desierto estacional mediante la creación de un sistema de almacenamiento y de gestión de agua que era totalmente dependiente de las lluvias. La permanente necesidad de agua mantuvo los mayas al borde de la supervivencia. Teniendo en cuenta este precario equilibrio de las condiciones húmedas y secas, incluso un pequeño cambio en la distribución de la precipitación anual podía tener graves consecuencias.

Durante la primera mitad de los años 80 se postuló por primera vez la hipótesis de que ocurrieron cambios climáticos, consistentes en el establecimiento de condiciones más áridas y secas en las tierras bajas mayas y que estos cambios causaron el abandono de la vida civilizada. Sin embargo, las evidencias más concretas al respecto se obtuvieron hace unos cinco años, cuando fueron publicados los resultados de los análisis de sedimentos tomados de los fondos de varios lagos de la región maya. Los indicadores más sensibles de cambios climáticos, como son los restos de polen y las proporciones de oxígeno en las conchas de cientos moluscos (ostrácodos y gastrópodos), indicaron que las peores sequías de los últimos 8000 años sucedieron justo cuando las ciudades mayas de Guatemala comenzaron a declinar. (….)

El colapso de la civilización maya tiene por tanto su origen fundamental en una sequía devastadora que duró nueve años, la más severa en un periodo de siete mil años.

Día de la Tierra 2014 Los retos del planeta azul en cifras

El 22 de abril de 1970 el senador estadounidense Gaylord Nelson propuso la creación de una agencia medioambiental, la Environmental Protection Agency (EPA). Por eso cada 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Tierra. Repasamos algunas de las cifras de nuestro hogar.

UN PLANETA SUPERPOBLADO (…)

UN PLANETA CONTAMINADO (…)

UN PLANETA DEFORESTADO (….)

RIESGO DE DESERTIZACIÓN y SEQUÍA:

La desertificación cuesta casi quinientos mil millones de dólares cada año. Durante el mismo periodo, además, se produce la degradación de un área cuya superficie triplica la de Suiza (41.285 km2). Las causas de la desertización son variadas, aunque la sequía, el cambio climático, la mala gestión del agua y la agricultura intensiva son siempre las más citadas por los expertos. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) estima que la demanda de comida se incrementará en un 60% en 2050. «El mundo requerirá 120 millones de hectáreas adicionales para destinarlas a la agricultura». La producción de alimentos, por supuesto, conllevará deforestación, entre otros impactos negativos, acabando con los beneficios que aportan los ecosistemas (sumideros de carbono y reservas de agua) y agravando el problema de la desertificación

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4 comentarios

  1. Excelente su nota. Estaba buscando exactamente algo esto, para despertar a mis alumnos de «Gestión Ambiental», materia «Problemática ambiental agroepcuaria». Me lo llevo impreso, para leérselos. GRACIAS!!

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