Que Poco Sabemos del Suelo

 ¿Cuáles son los Organismos de Mayor Tamaño en el Mundo?

 

Cuando el ciudadano y la mayoría de los propios expertos intentan adivinar cuales son los organismos mayores del mundo, pensarán en ballenas, elefantes, árboles gigantes, etc. Es decir tendrán en mente especies biológicas que habitan sobre la superficie terrestre o en los medios marinos. ¿Irían bien encaminados?. ¿Serán sus conclusiones ciertas o falsas? La Respuesta es simple: van mal encaminados y sus respuestas serán erróneas. ¿Razón? Cuan poco sabemos del suelo. Resulta que los estamos pisando, están bajo nuestros pies.

Niles Eldredge, afamado evolucionista y coautor con Stephen Gay Gould de la Teoría del equilibrio puntuado, escribió en 1998 un libro de Divulgación Titulado: «Life in the Balance: Humanity and the Biodiversity crisis» (Princeton Univ. Press).  En el aparece una ilustración (Ver Galería de Los Organismos Más Grandes del Mundo), en la cual aparecen tales organismos.

 

Resulta que uno de ellos es un hongo, considerado hasta hace poco tiempo como un elemento de la «micro»-flora del suelo, cuyos cuerpos fructíferos aparecen en como «setas» an la superficie del suelo. Se trata de una micorriza denominada Armillaria.  Tal «micro» organismo pesa más de 10 toneladas, se distribuye en forma de red, como ya comentamos en la nota anterior y que sirve para expandir y quizás conectar los sistemas radiculares de los árboles de un bosque, formando una malla tupida que en nada se parece a los organismos que vemos en la superficie terrestre, y que en esta caso (en otros aún esta por ver) se expande por varias hectáreas de suelo. Probablemente se trata también de uno de los seres vivos más viejos del mundo ya que alcanza la nada despreciable edad de «1.500» años. Y resulta que al parecer en el mejor de los casos sería una subestima de su peso real. Con toda seguridad habrá otros individuos de esta especie aún más grandes. ¿Cuánto?: esta por ver. Nada se sabía hasta que un grupo de investigadores norteamericanos utilizaron sofisticadas técnicas biomoleculares.

 

Sin embargo, hay otro organismo ostensiblemente mayor. Este aparece parcialmente sobre la superficie, pero una buena parte de su biomasa se distribuye por la matriz del suelo. Si se le preguntara a bocajarro a un experto en botánica o biodiversidad: ¿Que ves? Respondería un bosquete o bosque con 47.000 chopos (los conocidos bosques de rivera (en este caso la especie denominada Populus tremuloides). ¿Verdadero o falso?. Rotundamente falso. Todos los chopos nacen de una cepa (tronco) común, están unidos (dentro del suelo) y emergen hacia la superficie como individualidades. Esta árbol singular (que no 47.000 individuos distintos) pesa 6.000.000 kilos y también se esparce por decenas de hectáreas.

 

Resulta grave, que a estas alturas, cuando hablamos de «crisis de la biodiversidad», el especialista en biodiversidad cuente 47.000 individuos en lugar de uno solo y que considere que se enfrenta a una comunidad biológica en lugar de a un solo organismo. En realidad, tal experto no tendría la culpa.

 

La responsabilidad de nuestra ignorancia aquí pivota sobre tres pilares más que defectuosos de las ciencias que versan sobre los recursos naturales.

 

  1. Cuando los suelos  dejaron de ser una línea de investigación prioritaria en la agricultura, su financiación decayó exponencialmente.
  2. A la mayor parte de la comunidad internacional de ecólogos no le4s ha interesado profundizar en la ecología del suelo.
  3. Los expertos de la biodiversidad pecan de lo que el famoso ecólogo Sir Robert May denomina «chauvinismo de los vertebrados«. O lo que yo denomino en mis publicaciones el «sesgo de lo conspicuo«.

 

Independientemente, los medios de comunicación se vuelcan generalmente sobre los tópicos de moda de una manera acrítica. Gusta alarmar (frecuentemente con razón), pero no se hacen eco de las numerosas incertidumbres que acechan a nuestras valoraciones y estimaciones de muchos recursos naturales. Dice un refrán que «solo se ve lo que se sabe«. Sin embargo en este caso sería más acertado decir «solo se sabe de lo que se ve«, de lo que aparece a primera vista». Permítanme, que les exponga un ejemplo que me afectó directamente.

 

Tras el último Congreso Nacional de Medioambiente (CONAMA, noviembre 2005), la organización invitó a ciertos periodistas a escribir artículos de síntesis con vistas a ser publicados en una monografía de divulgación. A las personas que habíamos sido los coordinadores de grupos de trabajo, mesas redondas, etc., (yo lo había sido como miembro del Colegio Oficial de Biólogos de la CAM) se nos convocó en por grupos para explicar nuestras conclusiones a los mentados  profesionales. El grupo de trabajo que yo llevaba sobre la Diversidad del Patrimonio Natural, había llegado a conclusiones sorprendentes. Expondré tan solo una: J. L. González Rebollar, investigador de la Estación Experimental del Zaidín, demostró como la revegetación natural de las áreas agrícolas abandonadas (no hablamos aquí de las repoblaciones intencionadas, generalmente con coníferas e eucaliptos)  conllevaba una pérdida de biodiversidad, en contra de lo que podía preverse, por lo que un mantenimiento de la misma debería conllevar también practicas que actualmente se consideran desertificadoras. Por mi parte yo demostré que los patrones espacio-temporales de biodiversidad que se presentan en los ecosistemas, y que son achacados a causas biológicas, aparecían también en el mundo inanimado (por ejemplo los suelos, tal como son clasificados), por lo que había que revisar ciertos fundamentos de la teoría ecológica. La periodista soslayó todos estos hechos y escribió un capítulo con los tópicos de siempre, saltándose a la torera todo lo que le había explicado. Publicaciones alarmistas con los mismos datos y estimaciones inciertas se dan ad nausean. Empero análisis rigurosos no son recogidos. Parece ser que la ciencia seria no vende: venden los «catastrofos». Vivimos en una cultura alarmista (no sin razón a menudo) secuestrando la ciencia novedosa por los tópicos (a menudo falsos, inciertos o incorrectos).

 

Y yo me pregunto: ¿Cuál es el motivo por lo que unos y otros soslayan el estudio del suelo y de la biodiversidad que este alberga? Parece ser que la ciencia, como las personas o las sociedades en general tienen prejuicios, se guían por modas, etc. Ya abundaremos más sobre los disparates de lo que se denomina «cultura científica actual», y en especial los que afectan al suelo, y como consecuencia a todo el medio ambiente terrestre (y aún a veces marinos).

 

Mientras tanto la edafología padece una crisis profunda y los que nos dedicamos a ella somos considerados científicos de tercera, por otros que hablan y prometen mucho pero después (..)

 

Juanjo Ibáñez

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5 comentarios

  1. ¿Cuál es el motivo por lo que unos y otros soslayan el estudio del suelo y de la biodiversidad que este alberga?

    Pienso,en base a un sinnúmero de artículos leidos, que uno de los motivos por los cuales se les desvia el rumbo o se les saca el cuerpo a las investigaciones relacionadas con los estudios del suelo y su biodiversida está intimamente ligado con los intereses económicos representados por las compañias fabricantes de los ya trajinados fertilizantes químicos,pesticidas,etc.

    Hemos dañado los suelos por años,inducidos por las tecnologías verdes implementadas por decádas, creo a sabiendas del perjuicio realizado en contra de los suelos.Lo digo porque hubo investigaciones ya desde los años 60 que hablaban de los microorganismos presentes en los suelos y el deterioro de esas comunidades por las famosas labores realizadas por discos de vertedera,subsoladores agrícolas,etc y luego las famosas enmiendas a dichos suelos.

  2. Alberto Tommasi, me temo que vuestra pregunta tiene varias respuestas. Así una es física conocida como la inercia, los cerebros humanos no son ajenos a ella. A eso sumale la gerontocracia, denunciada por uno de los descubridores de la Vitamina C. En la cúpula de los grupos de poder estan personas generalmente seniles y a veces aunque biologicamente sean jóvenes. Además esta lo sagrado de lo publicado y hay de aquel que opine lo contrario.

    No en balde los agricultores llaman a los agroquímicos genericamente como los "liquidos". Todo se quiere resolver con ellos y no pocos mercachifles lo prometen.

    Trabajar con la física y la biología de suelos no en balde aún esta en pañales.

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