Abundando Sobre el Problema de la Medida de las Superficies terrestres (2): ¿Cuánto mide un metro cuadrado de suelos? ¡Pues no! No me estoy quedando con el navegante que lea estas líneas.  Todo lo contrario. La respuesta incorrecta sería un metro cuadrado. La respuesta correcta: sería depende de la escala de resolución y del objetivo del estudio. ¿Cómo? ¡Si, sí! No se alarmen. No he perdido la cordura (todavía). Un metro cuadrado de suelos no tiene una medida precisa. Depende del observador y sus propósitos. Y esto no es mecánica cuántica. Simplemente la pregunta esta mal formulada.  Las repercusiones son científicamente serias. Veamos porqué.

En primer lugar, como ya mentamos en la comunicación anterior, las superficies de la naturaleza no son euclidianas, sino rugosas. Como corolario, miden más que sus proyecciones en un plano. A mayor detalle, es decir al incrementar el nivel de la resolución, aumentará también la superficie estimada. Tal cuantificación, en términos relativos puede obtenerse mediante el auxilio de una dimensión fractal.  En términos prácticos depende del instrumento de la medida. A escalas muy finas, puede llevarse un metro cuadrado de suelo al laboratorio, sin perturbar y hacer uso de un perfilómetro láser. Si nuestra «vara de medir» llega a la resolución del angstrom  (1x 10-10 metros). un metro de superficie de suelos podría medir cientos o miles de metros. Depende de la rugosidad de cada tipo de superficie suelo a esta escala. Obviamente, una bacteria y un caballo poseen percepciones distintas del espacio y del hábitat.   Para la primera un metro cuadrado es una superficie inmensa, para el segundo prácticamente una claustrofóbica. Para la primera es un recurso enorme por explotar y en donde reproducirse, en cambio en el segundo caso (.). Con la relatividad métrica hemos topado. Si quisiéramos medir lo que le puede ocurrir a un microorganismo o a un elefante deberíamos utilizar varas de medir muy diferentes.

 

Pero el problema es mucho más grave. La superficie planimetría de un suelo no corresponde en otro aspecto con la superficie de un suelo. ¿Confundente? Pues si, pero relevante también. En suelo es un medio poroso heterogéneo, por lo que todas sus partículas están expuestas a la atmósfera-hidrosfera. No solo las que aparecen en su superficie, sino también las que se encuentran en profundidad. De este modo, la superficie «real» de un suelo mide muchísimo más que la planimétrica.  ¿Cuánto? Dependerá de la composición textural (porcentajes de materiales gruesos, arena, limo, arcilla y materia orgánica), así como de su empaquetamiento. Debido a que el número, tamaño y otras propiedades de los agregados del suelo varia con la estacionalidad, etc., lo mismo ocurre a su superficie, esta cambia constantemente.

 

100 gramos de arcilla tienen una superficie muchísimo mayor que 100 gramos de limo y esta que la de la misma cantidad de arena. Por lo tanto, cuando un metro cuadrado de suelo en su proyección planimétrica puede albergar superficies que incluso difieren en órdenes de magnitud. En consecuencia, el espacio que exploran las raíces de las plantas, la capacidad de un suelo para almacenar agua, los metros cuadrados que expone a su alteración por los agentes hidro-atmosféricos, la capacidad de captación o retención de nutrientes y pesticidas, o el potencial de un determinado suelo para albergar biomasa, entre otras variables, tienen poco que ver con un metro cuadrado de su superficie, tal como solemos utilizar el vocablo y mediarla convencionalmente. Esta es la idiosincrasia de los medios porosos heterogéneos. Extraña por tanto que pocos expertos tengan en cuenta este hecho al analizar la ecología del suelo.  Y nos lleva a un concepto nuevo: la Capacidad de Carga biótica de un suelo. Veremos sus repercusiones en la próxima contribución sobre este tema.

 

Finalmente mentar que existen ciertos instrumentos para estimar, al menos con un cierto grado de adecuación la superficie de un suelo. Uno es el análisis digital de imágenes de secciones finas micromorfológicas (láminas delgadas en el argot edafológico). Otro más reciente y novedoso es la tomografía, que nos ofrece imágenes tridimensionales, en lugar de bidimensionales como el primero.

 

Pues bien vemos que el problema de la medida aparece a todas las escalas y es irresoluble. Los matemáticos han encontrado en ellas un filón difícil de explorar, al menos cuando responden con las denominadas superficies no rectificables. Se trata de una línea de investigación que en muchos aspectos tiene que ver con los fractales.

 

Así pues, ¿Qué queremos decir normalmente cuando comentamos que un metro cuadrado de suelo tiene (.)? Sorprendentemente nada. Las implicaciones teóricas y prácticas son realmente serias. Expondremos un ejemplo al hablar de la capacidad de carga biótica de un suelo.  

 

Juan José Ibáñez (el relativista)

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