Las taxonomías de suelos inciden, lógicamente, sobre los rasgos y propiedades que suelen ser más permanentes. Las denominadas transitorias, no son contempladas y suelen concernir a los procesos de monitorización. Este hecho, soslaya que ciertos suelos poseen ciertas capas u horizontes que, aunque no sean de diagnóstico, forman parte del perfil en un momento dado, o de forma permanente. Un caso palmario lo constituyen los horizontes orgánicos de muchos suelos forestales. Efectivamente, bajo ciertas condiciones, una buena parte de la materia orgánica (SOM) que va a ser incorporada al suelo sufre una serie de transformaciones previas antes de formar parte del horizonte orgánico mineral “A”. Se generan de este modo una serie de horizontes y capas en las que la SOM va descomponiéndose paulatinamente. Tales estructuras (L, F y H) yacen sobre el susodicho Horizonte A y son fácilmente reconocibles morfológicamente. Más aún, ofrecen una interesante información sobre el microclima del bosque estudiado. Veamos cuales son y que procesos se presentan en ellas de forma concisa.

Antaño, estas estructuras eran descritas en la mayoría de los libros de texto. Me ha sorprendido que en la red sea muy difícil rastrearlas. Resulta lamentable que las clasificaciones de suelos, y especialmente los manuales actuales para la descripción de los perfiles edáficos, no aporten mucha información al respecto. La presente nota esta pensada fundamentalmente para su lectura por estudiantes, no para profesionales, por cuanto estos suelen saber de sobra de que estoy hablando. Por tanto, la descripción que haré de ellas será bastante elemental, aunque no por ello menos interesante para los jóvenes y profanos en la materia.

 

Suele pensarse que los restos vegetales se incorporan rápidamente al suelo. Y podríamos decir que es así. Ahora bien, cuando vemos un cadáver animal, reconocemos inmediatamente que tardará en formar parte de los materiales edáficos. Previamente debe descomponerse en un  proceso que, por su mal olor, denominamos putrefacción. Se suceden, en tal tarea, la sucesión de una serie de comunidades de organismos descomponedores, que paso a paso, dan cuenta de la susodicha necromasa. Pues bien, con los restos vegetales, exceptuando los más hábiles y/o solubles ocurre lo mismo, así como con los más recalcitrantes en su descomposición (este es el caso, por ejemplo, de los troncos de árboles muertos). La diferencia estriba en que estos últimos se distribuyen más o menos homogéneamente por toda la superficie del suelo, dando lugar a lo que vagamente denominamos un tapiz hojarasca.  Empero la hojarasca no es una capa u horizonte homogéneo. Pueden distinguirse en ella varios horizontes o estratos, en función de su grado de descomposición. Su estancia sobre la superficie del suelo no debe sobrepasar de promedio un año. De no ser así, los restos mentados se irían acumulando paulatinamente sobre la superficie del bosque dando lugar a espesísimos horizontes orgánicos. No suele ser el caso, salvo que el bosque, por algún evento sea anegado de agua, generándose condiciones de hidromorfía. Este último hecho ocurre en algunos enclaves del bioma al que denominamos la taiga. Así se generan ciertos tipos de turberas que terminan por sustituir a los bosques de este bioma en las últimas fases de la sucesión ecológica.

 

En condiciones menos extremas que las arriba mentadas, pero en las que el déficit hídrico no es muy acusado (ambientes áridos y semiáridos), se suceden las tres capas que describiremos a continuación. Su presencia nos indicará que la superficie del suelo no ha sido perturbada. Generalmente, en ambientes mediterráneos que no sufren una gran aridez, la presencia de tales estructuras suele ir ligada a lo        que hemos en otra contribución anterior denominamos ambiente nemoral. Es decir a verdaderos bosques con un microclima propio y condiciones de umbría (sombra) que afecta a la composición de las especies que conforman el sotobosque. Estas deben estar adaptadas a la umbría del arbolado (no son pues plantas heliófilas o amantes del sol), requieren sombra, por lo que desaparecen tras la tala del bosque. Algunas de ellas indicadoras de lo que es un genuino bosque se llaman especies prevernales.  

 

Los matorrales arbolados mediterráneos, a los que algunos califican como bosques, carecen de tales especies y por lo general también de los mencionados horizontes orgánicos. Por tanto, en nuestros ecosistemas, las estructuras que a continuación expondremos nos aportan información sobre la ecología del suelo (subaérea) y del vuelo (aérea). Tampoco se ha reparado mucho en que la aridificación de los ambientes mediterráneos ha ido acompañada de una gran pérdida de materia orgánica no incorporada a los horizontes orgánico-minerales, sino también a estos estratos u horizontes genuinamente orgánicos. Del mismo modo, resulta sorprendente que muchos estudios sobre el secuestro de carbono y biodiversidad del suelo no den cuanta de estos horizontes, subestimando tanto el papel de los bosques para almacenar el susodicho elemento, como su biodiversidad.  Describamos pues tales horizontes, que suelen ser fácilmente identificados por un profano en edafología.     

 

Horizonte F: Está constituido mayoritariamente por los restos vegetales recientemente desprendidos por la vegetación (hojas secas, frutos, pequeñas ramas, trozos de corteza, etc.). La morfología y procedencia de tales restos es reconocible a simple vista. Su humedad depende de las condiciones meteorológicas, mientras su espesor suele estar condicionado con la facilidad-dificultad con la que se descompone la hojarasca. Por estas razones suele ser más espeso en los bosques de coníferas que en los de frondosas. En algunos manuales modernos para la descripción de perfiles suele denominarse horizonte Aoo. Se trata de la genuina hojarasca.

 

 

Horizonte L: En el los restos vegetales se encuentran troceados. Tal acción suele ser realizada por la fauna del suelo (generalmente invertebrados). Su origen y procedencia es también discernible, aunque obviamente con mayor dificultad que en la capa anterior. Suele estar más humedecido que el Horizonte F, el cual actúa de tampón frente a las fluctuaciones meteorológicas. Alguna hifa de hongos (hilos blanquecinos) se encuentra presente, así como coprolitos (heces) de la fauna descomponedora. Ciertas guías para la descripción de perfiles los denominan horizontes Ao1

 

 

Horizonte H: Lo componen restos vegetales cuya procedencia y origen son imposibles de identificar. Es decir, el material no solo ha sido troceado por la fauna del suelo, sino también parcialmente descompuesto como consecuencia de la acción microbiana. A menudo posee un color muy oscuro, desprovisto o con escasos granos minerales. Las hifas blanquecinas de los hongos descomponedores son muy abundantes, indicando un ataque de éstas y de la microflora del suelo (bacterias, etc.), como ya hemos apuntado. Pululan en su seno muchos elementos de la meso y microfauna. En resumen la actividad biológica es muy intensa. La humedad suele ser mayor (en ausencia de precipitaciones recientes) que en las capas u horizontes precedentes. Ciertas guías para la descripción de perfiles los denominan horizontes Ao2.

 

Bajo estas capas subyace el genuino horizonte A, que ya es una estructura esencial para la clasificación de los suelos y cuyo color dependerá del contenido de materia orgánica y su grado de descomposición.

 

Debemos advertir que los horizontes F y H pueden estar ausentes, ya sea porque el viento redistribuye la hojarasca diferencialmente, porque en laderas pendientes la última se concentra en ciertas localizaciones preferentes, porque el clima es lo suficientemente árido para impedir la emergencia de tales estructuras, o porque el suelo ha sido perturbado (por ejemplo tras la acción perturbadora de un incendio). En consecuencia, no basta con agacharse y observar en un solo enclave. Es necesario hacerlo en varios con vistas a detectar su presencia.

 

Finalmente indicar, que aunque tales estructuras no aparecen recogidas y/o bien estudiadas en muchos textos de edafología actuales, sí lo son en los que conciernen a los suelos forestales.

 

Juan José Ibáñez

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14 comentarios

  1. Hola necesito saber si existe una tabla de valores en porcentaje de materia organica para clasificar suelos

  2. Necesito toda la informacion sobre la hojarasca y su descomposicion mediada por microorganismos

  3. Muy acertadas las definiciones, sólo creo que donde explica la capa F, en realidad está la definición de la capa L, y viceversa.

  4. manden info y imagenes sobre los horizontes que estan constituyentes en bosques de coniferas, si puede ser antes del 16/05/08 mucho mejor, gracias, xoxo 🙂

  5. Me gustaria conocer mas sobre suelos forestales, tierras forestales, criterios para definir suelos o tierras forestales. si me puede facilitar esta información por favor, gracias

  6. […] los Podzoles tiene una capa superficial de materia orgánica parcialmente descompuesta (Horizontes L, F y H, conocidos conjuntamente también bajo el término de H) de entre 1 y 5 cm de espesor, y con una […]

  7. […] o mor, dependiendo de la naturaleza de la vegetación que crece sobre ellos (ver nuestros post Clasificación de los Horizontes Orgánicos o Capas de los Suelos Forestales y Humus y la Clasificación del Humus de los Suelos).  La materia orgánica se acumula […]

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