La Evanescencia de la Verdad Científica, Dogmas Religiosos y las Enseñanzas de los Místicos

Este último Jueves, 15 de septiembre de 2010, me encontraba en el Ateneo de Madrid para atender a la presentación del libro “Juan de la Cruz. Símbolo y espiritualidad», cuyo autor resulta ser de Carlos Mengod”, un buen amigo mío. La declamación corría a cargo de mi prima Irene Mira Sempere, bajo un magnífico acompañamiento musical. Por mi mente retornaba fugazmente la espuria pero interesada polémica sobre el contenido del libro escrito por físico  Stephen W. Hawking, que ha acaparado durante varios días la atención de los medios de comunicación. Y recordé este pasaje espeluznante”: Lo que sí hay ahora son científicos, de prestigio, que no solo se declaran creyentes, sino que consideran que hacerlo es casi un acto de rebeldía ante lo políticamente correcto en ciencia (ser ateo). Para otros, en cambio, ser un investigador de primera fila es simplemente incompatible con creer en Dios”. No cabe duda de que muchos científicos, por desgracia, desconocen por completo los límites de la ciencia y la evanescencia de sus “verdades”, siempre efímeras por definición, ya que de no ser así no existiría progreso científico. Y en supina ignorancia que, parece ser tan acusada como su arrogancia, algunos incluso pretenden que el ciudadano la entienda como una nueva religión, siendo los investigadores sus sumos sacerdotes (fundamentalismo científico, puro y duro). Esta actitud es totalmente incompatible con la indagación científica. Como ya explicamos en nuestro post anterior, la ontología no es miscible con la epistemología y la ciencia. Son dos aspectos culturales inconmensurables entre sí.

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Imagen de un franento del Universo. Fuente: Hubble Gallery

 Hay quienes creen que la ciencia les guiara por las veredas que culminan en la “verdad absoluta”. Están los que creemos en la maravillosa e irreductible complejidad del mundo, imposible de ser aprehendidas por mentes tan limitadas y arrinconadas en un pequeño planeta perdido en el inmenso universo. Nos conformamos pues con arrancar, pedacito a pedacito, algunos de sus innumerables secretos, con humildad. ¿Son mejores los primeros que los segundos, o simplemente más ingenuos?  

 Este post puede considerarse como continuación de otro anterior que sobre el mismo tema escribimos hace un par de semanas: Los Científicos, la Religión, la Prensa y el Marketing, aunque pueden entenderse individualmente.

 Hace ya unos años, hablando distendidamente con un vicepresidente del CSIC (ya próximo a su “jubilación oficial”) en su despacho, me comentaba algo así como: “al final del camino la única conclusión a la que puedo llegar respecto a mis aportaciones científicas, consiste en la ilusión de que algo aporten a las humanidades”. Se encontraba triste y cansado. No eran buenos tiempos. Otra crisis económica afectaba a la ciencia española. Aquel año no se realizó (o fue testimonial) convocatoria de concurso-oposición a la escalas de los cuerpos de  investigación del CSIC. Pero su comentario iba algo más allá. Intentaba dar un “significado” a toda una trayectoria científica, que resultaba ser muy fructífera y en el contexto de un área genuinamente tecnológica. Todos lo hacemos, tarde o temprano.

 Que las verdades científicas son efímeras, reiteramos que es algo consustancial a la ciencia.  Y tal hecho se constata al comparar los contenidos e ideas de las dos obras de divulgación del ínclito Hawking (el lamentablemente y provocador título del libro: “El Gran Designio”, dice mucho, como sus anteriores comentarios de pretender entender la mente de Dios). Mientras en la primera se encontraba ilusionado como un niño por la “Teoría del Todo”, al parecer en la segunda da marcha atrás y defendiendo que las Ciencia del Caos abrirán muchos caminos (algo que eché en falta en aquella, por cuanto su interpretación termodinámica del universo me pareció muy pobre y un tanto obsoleta). Sí Hawking, en este sentido, también considera que posiblemente no se alcance una “teoría del todo”. Y tal hecho, en la mente de un científico que aborda temas tan profundos (otra cosa es que lo haga con acierto) sí es un cambio sustancial. Empero mientras tanto, otros colegas suyos siguen afanándose por descubrir tal constructo, que de conseguirlo, crearía un antes y un después en la historia de la ciencia. Y “creer o no creer” en su existencia, resulta ser, hoy por hoy, “un acto de fe”, también.

 Lo que realmente resulta espeluznante, es que algunos comenten que un científico de prestigio debe ser políticamente correcto, y por tanto ateo.  Tan aserto se me antoja sublimemente estúpido, digno de la incultura más espantosa. Fundamentalismo puro y duro. Ya os comenté que soy agnóstico, pero ni la ciencia puede desmentir la existencia de Dios, ni las religiones inmiscuirse en la praxis científica. Desde la famosa frase de Laplace, de la que hablamos en el post anterior, casi nadie debería discutirlo. Ahora bien, las creencias íntimas de los científicos no forman parte de su quehacer profesional. Como veremos más abajo, en varias notas de prensa, algunos colegas lo entienden perfectamente y otros en absoluto.

 Empero como veremos después, el 40% de los investigadores “confiesan” que practican alguna religión. Mutitis mutandis,  de criterios mentados no “son de excelencia”. ¿Y que más hace falta para alcanzar tal distinción?, ¿ser de raza aria, hablar y escribir inglés correctamente? (punto de vista más o menos defendido por un antiguo editor de una afamada revista médica) Dejémoslo, por cuanto estos ayatolás de la ciencia, son simplemente eso, seres fanáticos y se descalifican por si mismo. Sin darse cuenta (o sí) abrazan las posturas radicales que tanto les ofenden cuando otros se inmiscuyen en su actividad. ¿Comprendéis ahora porque me indigna que se sientan tan ufanos cuando se les califica de “sacerdotes de la ciencia” y defienden cosas tales como “el dogma central de la biología”?. Hace unos años, su “verdad” residía en que una buena parte del genoma era “basura”, mientras que ahora reconocen que tiene una gran importancia. “Esas son “las verdades científicas”, las que significan cambio y progreso. Por tanto, lo que es verdad hoy mañana puede ser mentira. Y que así sea, ya que es uno de los más maravillosos tesoros de la indagación que llevamos a cabo los investigadores, bajo unas “reglas o métodos” aceptados por todos, aunque por lo que parece malinterpretados por muchos.          

 No vendría mal recordar a algunos colegas aquellos párrafos de un poema de Antonio Machado, por cuanto, de alguna forma” pueden interpretarse como apropiados a la hora de explicar que es la ciencia y que ocurre cuando las religiones intentan imponer sus criterios a los investigadores. Empero lo mismo podría decirse de la situación inversa, cuando esta última pretende convertirse en religión. Eso sí, nuestra comunidad de intereses reclama a voces mucha humildad, ya que los avances de la ciencia, “sin unas normas éticas de alguna forma” pueden aplicarse para el bien o para el mal de la humanidad. El famoso principio de precaución puede entenderse como un mero ejemplo de esta imperiosa necesidad. Seguidamente os recordaré un poema o cántico de nuestro místico Juan de la Cruz, aunque sospecho que muchas mentes obtusas no lo entenderán. Eso sí, como señalaba Carlos Mengod, el propio Juan de la Cruz (nótese que se le ha extraído el calificativo de santidad ya que hablamos de mística, no de una religión concreta), defendía que cada uno podía interpretar sus versos “a su manera”, negándose a explicitar significado concreto alguno. Comenzaremos pues con Antonio Machado, seguiremos con las notas de prensa, y como colofón terminaremos con Juan de la Cruz. Si un científico considera que el significado de su vida termina cuando deja el laboratorio, no puedo más que pensar que sus vivencias no han sido muy enriquecedoras.  

 Os recomiendo también la lectura de la opinión de Jordi Wagensberg: El Gran Designio

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Cristo De Salvador Dalí vs. Cristo pintado por Juan de la Cruz

 

Juan José Ibáñez (en estado de levitación mística) ¿¿??

 Gracias Carlos e Irene.

Antonio Machado

 Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

 Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

 Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse…

 Nunca perseguí la gloria.

 Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

 Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

 Caminante no hay camino
sino estelas en la mar

 Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

 Golpe a golpe, verso a verso…

 Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

 Golpe a golpe, verso a verso

 Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

 Golpe a golpe, verso a verso.

  Si lo dice un científico va a misa

 Antes de decidirse a hacer el primer trasplante de órganos entre humanos, en 1954, el cirujano Joseph E. Murray, Nobel de Medicina en 1990, consultó a varios líderes religiosos: «Parecía lo natural», ha dicho Murray.

FUENTE | El País Digital; 07/09/2010

 Es solo uno de los múltiples ejemplos del vínculo entre religión y ciencia. Un nexo tan vigente aún hoy como encendidos han sido los debates sobre la investigación con células madre o la enseñanza de la teoría de la evolución -no en España pero sí en Estados Unidos-. Para muchos, estos asuntos trazan una frontera clara entre los científicos, que buscan respuestas con un método en teoría blindado a las propias creencias, y otra parte de la sociedad. La comunidad científica -vienen a decir- crece y se desarrolla al margen (a salvo) de la fe; la ciencia va a lo que va y no se ocupa de eventuales conflictos entre hechos demostrados experimentalmente y la religión. Pero entonces llega el físico Stephen W. Hawking, escribe que no hace falta Dios para explicar el Universo… y se produce una tormenta mediática. ¿Por qué? ¿No se consideraba este tema una prueba superada?

Parece que no. La muralla entre Dios y la ciencia es permeable, la comunidad científica no es un reducto social libre de religión. Tampoco hay algo así como una postura científica oficial respecto a la cuestión religiosa. En 1997, un artículo en la revista Nature recogía los resultados de una encuesta sobre creencias religiosas de científicos: el 40% de los biólogos, físicos y matemáticos consultados dijo creer en un dios al que uno reza «a la espera de recibir respuesta». El trabajo, de Edward J. Larson (Universidad de Georgia), reproducía otra encuesta similar de 1914, que daba cifras muy parecidas. No todo el mundo acepta estos resultados, pero tampoco hay, o no se citan, estudios más recientes a este respecto en publicaciones de renombre.

Lo que sí hay ahora son científicos, de prestigio, que no solo se declaran creyentes, sino que consideran que hacerlo es casi un acto de rebeldía ante lo políticamente correcto en ciencia (ser ateo). Para otros, en cambio, ser un investigador de primera fila es simplemente incompatible con creer en Dios. También es animada la siguiente cuestión: ¿tiene la ciencia algo que decir sobre la necesidad de Dios para explicar el mundo? O esta otra: ¿hasta qué punto el subconsciente religioso de una sociedad influye en las conclusiones a las que llegan sus científicos?

«Dado que hay una ley como la gravedad, el Universo puede crearse de la nada y lo hace», escribe Hawking. «La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada (…) No es necesario invocar a Dios para que encienda la luz y eche a andar el Universo». En realidad, la postura de Hawking no es nueva. En el prólogo de la primera edición de su obra superventas Breve historia del Universo, publicada en 1988, el astrónomo Carl Sagan escribe: «Hawking está intentando, como él mismo afirma, entender la mente de Dios. Y esto hace que sea aún más inesperada la conclusión de este esfuerzo: un Universo sin frontera en el espacio, sin principio ni final en el tiempo, y en el que un creador no tiene nada que hacer».

La postura de Hawking tampoco es nueva en la ciencia. Lo recuerda el cosmólogo británico John Peacock, participante en un reciente congreso sobre cosmología organizado en Benasque por Juan García Bellido y financiado por la Fundación BBVA: «Hace 200 años, el físico francés Laplace fue criticado por Napoleón por excluir a Dios de su explicación sobre cómo se formó el Sistema Solar; la famosa respuesta de Laplace fue: ‘No necesito esa hipótesis’. Hawking está aplicando la lógica de Laplace a todo el Universo, en lugar de solo al Sistema Solar, pero la cuestión de fondo es la misma».

Ahora bien, Hawking no dice que Dios no exista. «Es fácil imaginar una prueba de la existencia de Dios», dice Peacock. «Si mañana viéramos que las estrellas se han movido para escribir en el firmamento el mensaje de que Dios existe, para mí sería bastante convincente. Pero una prueba de la no existencia de Dios es mucho más difícil de imaginar».

Sea o no difícil demostrar que Dios no existe, ¿compete eso a los científicos? «La existencia de Dios queda fuera del ámbito de la ciencia», dice Josh Frieman, investigador implicado en las misiones espaciales que exploran la radiación de fondo del Universo -una energía que llena todo el cielo y cuya existencia prueba que el Universo que conocemos empezó a expandirse tras un Big Bang hace 13.700 millones de años-. Por eso mismo, «las creencias de los cosmólogos no son relevantes para su trabajo como investigadores; muchos cosmólogos tienen intensas creencias religiosas, y muchos otros no».

Esa visión es compartida por Evencio Mediavilla, que investiga sobre galaxias en el Instituto de Astrofísica de Canarias: «A lo largo de la historia ha habido grandes pensadores y científicos creyentes y no creyentes. Parece que ahora en la comunidad científica hay una mayoría que se declararía indiferente o no creyente, pero no pienso que sea incompatible ser un buen científico y creer en Dios. Son asuntos separados».

Ahora bien, que la ciencia no pueda o deba buscar a Dios no significa que no pueda o deba investigar qué ocurrió antes del Big Bang, por ejemplo. El único límite para la ciencia es el propio método científico; toda pregunta que pueda ser sometida a este método es territorio científico: «Lo importante es que la ciencia descansa sobre fundamentos que se pueden poner a prueba experimentalmente», dice Frieman. «Es legítimo que los cosmólogos analicen qué pasó en torno al tiempo del Big Bang. Hawking y otros han explorado teorías en las que el Universo se crea a partir de la nada; es una posibilidad difícil de poner a prueba, pero viable. Por desgracia, nuestro conocimiento hoy en día sigue siendo insuficiente para dar esta cuestión por cerrada«.

Pero el debate no acaba aquí. Para algunos la necesidad de Dios emerge de la propia ciencia, y es perfectamente lícito que esta intente responder a cuestiones religiosas. «Hoy parece que hablar de Dios [entre los científicos] es una especie de herejía, pero lo cierto es que la cosmología siempre ha sido, y sigue siendo, una ciencia muy cercana a los límites, a las preguntas fundamentales que todos nos hacemos«, comenta Eduardo Battaner, astrofísico de la Universidad de Granada y autor de obras de divulgación como Un físico en la calle: fluidos, entropía y antropía. «La postura que afirma que la ciencia no puede responder a si Dios existe no me parece sincera. De hecho, hoy se sigue discutiendo si la cosmología apoya una creación en el principio, o no. El Big Bang no demuestra ni refuta la existencia de Dios, pero es un debate interesante y pertinente; no estoy de acuerdo con eso de que la ciencia y la religión van por caminos distintos, lo considero una pose: la cabeza es una sola, y todo, Dios y la ciencia, pasan en la cabeza».

Battaner ve a Dios «como una especie de razonamiento que puede salir de la ciencia«. «Tengo, desde luego, muchas dudas, pero me parece vislumbrar una necesidad racional de Dios. No un dios que castiga a los malos y recompensa a los buenos, sino un dios como una necesidad científica. Me convence el argumento de lo contingente: el Universo podría no existir, yo podría no existir… es decir, todos somos contingentes; debe de haber algo que no lo sea».

Francis Collins, director del Instituto Nacional de Investigación en el Genoma Humano estadounidense, cristiano declarado, tiene una opinión similar. «Este no debería ser un tema tabú, pero a menudo lo es en círculos científicos», ha declarado a The New York Times. Collins no cree adecuado mantener completamente separados el trabajo como científico y las creencias religiosas. Pero esto no implica que dude de hechos ya establecidos por la ciencia, como la evolución: «Pedir a alguien que rechace [las evidencias a favor de la evolución] para demostrar que realmente ama a Dios… ¡Qué elección más horrible!». En su opinión, Dios hace falta para comprender al ser humano; sin él «no entenderíamos por qué estamos aquí». «La ciencia no tiene poder para abordar estas preguntas. Y ¿no son, al fin y al cabo, las más importantes que nos hacemos?».

Es cierto, dicen los historiadores de la ciencia, que el trabajo del científico debió de nacer de la misma curiosidad que hizo germinar la religión. Pero en cierto momento la ciencia labró su propio camino. «En época de Newton no se podía pensar en cuestiones científicas sin, tarde o temprano, llegar a la cuestión de Dios», explica José Ferreirós, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Sevilla. «La cosa dejó de ser así en el siglo XIX, antes de Einstein. ¿Por qué cambió? Porque ‘Dios ha muerto’ en la sociedad, como dijo Nietzsche. El desarrollo de la ciencia y de la filosofía moderna tuvo mucho que ver con esa muerte, pero también la Revolución Francesa, el fin del Antiguo Régimen». Para Ferreirós, «el tema religioso es hoy más que nada un asunto privado».

No deja de ser curioso que la teoría del Big Bang la propusiera precisamente un sacerdote. En 1927, el belga Georges Lamaitre postuló que el Universo está en expansión y que, por tanto, debió de haber un comienzo -describió su teoría como «un huevo cósmico explotando en el momento de la creación»-. Pocos años después, el astrónomo Edwin Hubble observó que, efectivamente, las galaxias se alejan entre sí. Pero durante la mayor parte del siglo XX, y hasta que hace unas décadas las pruebas a favor del Big Bang empezaron a considerarse irrefutables, la idea de que hubo un tiempo cero fue muy discutida -entre otros por el prestigioso físico Fred Hoyle, precisamente el autor del término Big Bang, que defendía un Universo sin principio ni fin y que vinculaba el éxito del Big Bang precisamente a su buen encaje con la idea religiosa de creación-.

En cualquier caso, no es la cosmología la única rama de la ciencia que roza la frontera con la religión. La vida y su origen son otro frente abierto. En una obra reciente el Nobel de Química Christian de Duve, La vida en evolución: moléculas, mente y significado, explica cómo ha llegado a la conclusión personal de que «el diálogo entre ciencia y religión es imposible», dado que la segunda rechaza los descubrimientos de la primera.

Quizás, sorprendentemente, la matemática es otra de las áreas donde el debate ciencia-religión es más activo. «Los matemáticos discrepan sobre si las matemáticas son un constructo humano o si se descubren porque ya estaban en la naturaleza (¿dadas por Dios?)«, señala Manuel de León, director del Instituto de Ciencias Matemáticas. «Creo que las descubrimos aunque les demos una determinada forma que puede diferir de unos a otros, y las descubrimos porque son al final las leyes que rigen el Universo; esa física que Hawkings aduce como causa de la creación del Universo se expresa en términos matemáticos«. Y está la simple admiración ante lo que los matemáticos llaman belleza, «esa sensación estética que a algunos les lleva a considerar las matemáticas como la verdad última», dice De León.

Y, cómo no, a la cuestión ciencia-religión no le falta un toque irónico: ¿Qué pasa cuando los científicos ocupan en la sociedad el papel de… sacerdotes? O sea: ¿Por qué lo que dice Hawking va a misa? «La opinión de un científico acerca de este tema no tiene por qué ser a priori más interesante que la de cualquier otra persona», dice Evencio Mediavilla. «Sería infantil crear una iglesia de científicos no creyentes».

Autor:   Mónica Salomone

 Noticias relacionadas: Hawking: «Dios no creó el Universo»

 In saecula saeculorum

 Oriol Domingo ; Periodista; Benedicto XVI responde a Stephen Hawking (Viaje papal 2); Oriol Domingo | 18/09/2010 – 00:17 horas

 (…) Referencias a Dios, la fe, el agnosticismo, el ateísmo, la ciencia. El creyente Benedicto XVI, ante líderes de otras religiones, responde, sin citarlo, al ateo Stephen Hawking y su teoría contraria a la creación y a la existencia de Dios. Lo hace con respeto y elegancia.

He aquí la reflexión de Benedicto XVI: «Las ciencias humanas y naturales proporcionan conocimientos asombrosos sobre algunos aspectos de nuestra existencia y enriquecen nuestra comprensión sobre el funcionamiento del universo físico. De esta manera se pueden aprovechar para el mayor beneficio de la familia humana. Aun así, estas disciplinas no dan, ni pueden dar, una respuesta a la pregunta fundamental, porque su campo de acción es otro. No pueden satisfacer los deseos más profundos del corazón del hombre. No pueden explicar plenamente nuestro origen y nuestro destino, por qué y para qué existimos. Ni siquiera pueden darnos una respuesta exhaustiva a la pregunta: ¿Por qué existe algo en vez de nada?«.

¿Por qué? «Las religiones -según el Papa- dan respuesta al interrogante más importante: el relativo al sentido último de nuestra existencia humana». Explica: «El anhelo por lo sagrado es la búsqueda de la cosa necesaria y la única que puede satisfacer las aspiraciones del corazón humano». Ello sintoniza con lo que san Agustín, tan apreciado por Joseph Ratzinger, afirma en sus «Confesiones»: «Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».

En esta línea, el pensamiento y la fe del Papa teólogo descubren huellas de Dios en la realidad de la condición humana. «La dimensión espiritual de nuestras vidas es fundamental en nuestra identidad como seres humanos. El hombre no sólo vive de pan».

A partir de una lectura católica y, por tanto, no fundamentalista del Génesis bíblico, el Papa sostiene: «Dios nos confió la tarea de explorar y aprovechar los misterios de la naturaleza al servicio de un bien superior. ¿Cuál es este bien superior? En la fe cristiana se expresa como amor a Dios y amor al prójimo».

  

Nicola Cabibbo figura de la gran tradición italiana de física

El pasado 16 de agosto fallecía en Roma, a los 75 años, uno de los físicos teóricos más relevantes en el campo de la física de partículas.

FUENTE | El País ; 12/09/2010

 Su contribución más importante fue la explicación de por qué las desintegraciones de las partículas en las que hay un cambio del número cuántico llamado extrañeza son menos probables que las desintegraciones en las que no hay cambio de extrañeza. Para ello, supuso que los quarks intervinientes deberían estar mezclados mediante un ángulo que fijaba la proporción, el ángulo bautizado posteriormente con su nombre.

El artículo, publicado en 1963 en Physical Review Letters, fue el más citado de los 350.000 publicados en todas las revistas de la Sociedad Americana de Física desde 1893 hasta el año 2003. Su idea, implementada de una manera elegante, fue extendida a otra generación de dos quarks y, posteriormente, en 1973, permitió a los físicos japoneses Makoto Kobayashi y Toshihide Maskawa formular la existencia de al menos tres generaciones de quarks, generalizando la idea del ángulo de Cabibbo. Por ese trabajo los físicos japoneses recibieron el Premio Nobel en 2008.

Muchos físicos de la comunidad internacional se extrañaron de que Cabibbo no estuviese entre los premiados, esperando que fuese galardonado en los próximos años. Sin embargo, ya no podrá ser así; tampoco recibirá la prestigiosa medalla Dirac, galardón concedido por el Centro Internacional de Física Teórica de Trieste (Italia) una semana antes de su fallecimiento.

La aportación de Cabibbo con las tres generaciones de quarks quedarán como piezas fundamentales del llamado modelo standard de la física de partículas. Su actividad científica se enmarca dentro de la gran tradición italiana en física subnuclear iniciada por Enrico Fermi en la década de los treinta y proseguida por la escuela que él formó, entre los que se encontraba Edoardo Amaldi, uno de los profesores de Cabibbo. Este mismo es cabeza de toda una serie de prestigiosos físicos teóricos como Guido Altarelli, Giorgio Parisi, Lucioano Maiani, Roberto Petronzio y Guido Martinelli, varios de los cuales fueron doctorandos suyos en la Universidad de Roma. En la década de los setenta, esta universidad estaba muy masificada y con muchos problemas, con lo que es muy difícil pensar que pudiese germinar tanta calidad científica a no ser que existiese alguien con la capacidad investigadora y creativa de Cabibbo.

Esa faceta de profesor la pudimos constatar al final de los años sesenta los doctorandos españoles en un curso que impartió Cabibbo en Madrid, donde se esforzaba porque se le entendiese el alcance de sus ideas.

La mayor parte de la vida de Cabibbo transcurrió en la Universidad de La Sapienza en Roma, aunque estuvo diversos años en otros centros, como el Laboratorio Nacional de Frascati, Princeton, Harvard, Universidad de París VI, Universidad de Roma Torre Vergata, CERN y el Laboratorio Lawrence de Berkeley, donde escribió el famoso artículo.

Cabibbo también tuvo importantes responsabilidades en la política científica italiana e internacional, siendo durante nueve años director del Instituto Nacional de Física Nuclear Italiano, institución que coordina y apoya la actividad de las universidades y centros de investigación en física de partículas, y delegado científico de Italia en el CERN [Laboratorio Europeo de Física de Partículas, Ginebra], del que fue vicepresidente durante tres años.

Era presidente de la Academia Pontificia de Ciencias, siendo un católico declarado, y frecuentemente participaba en debates sobre ciencia y religión. Hace un año participó en Roma en un debate conjuntamente con Arno Penzias, premio Nobel de Física, sobre si la ciencia podía llegar a excluir o probar la existencia de Dios, y en particular sobre la teoría de los multiuniversos. La posición de Cabibbo era que Dios y la ciencia no solo no eran incompatibles, sino que para un cristiano la búsqueda del conocimiento del universo era un imperativo que no tenía limitaciones, aparte de las de índole ética. Penzias, respecto a la teoría de los multiuniversos, fue escéptico, indicando que para ser física primero tenía que predecir algo medible y verificable.

Autor:   Carlos Pajares (delegado científico de España en el CERN y catedrático de la Universidad de Santiago

  

La vacante de Dios

 Fernando Sabater; 10/09/2010

 Supongo que la resonancia que suele darse a las opiniones del sabio Stephen Hawking se debe en parte a la espectacularidad tecnológica con que lucha, tan animosa como eficazmente, contra su terrible minusvalía física. Se ha convertido en una especie de Doctor Strangelove de la física y la cosmología, lo cual fascina a los medios de comunicación hasta el punto de obstaculizarles a veces comprender exactamente el alcance de sus comentarios más populares. Así ha ocurrido ahora, cuando en un avance de su último libro El gran designio advirtió que no hace falta la hipótesis de un Dios creador para explicar el origen del universo.

Tal advertencia es, claro, una obviedad. La ciencia, que trata de explicar el funcionamiento de los seres naturales, no necesita ni puede recurrir en ningún caso a un ser sobrenatural para dar cuenta de la realidad. Ni cuando se trata del origen del universo ni cuando habla de la función fanerógama de las plantas. Si hiciera tal apelación dejaría de ser ciencia y se convertiría en teología o nigromancia. Los científicos procuran comprender lo que ocurre en la naturaleza hasta donde pueden y a veces incluso un poco más allá, pero siempre aplicando criterios ligados a la experiencia y la deducción racional. Si de pronto invocasen a Dios no aclararían nada sino que confesarían paladinamente que ya no saben más, porque como bien dijo Spinoza, la voluntad de Dios no es sino el asilo de la ignorancia. En este punto, por cierto, también la gente sencilla que no somos sabios (incluidos los creyentes más fervorosos), compartimos su criterio: prueben a decir a los pasajeros de un avión a punto de despegar que se han sustituido las revisiones técnicas de rigor por rociar los motores con agua bendita y ya verán la que se organiza en las salidas de emergencia.

 Dios no «explica» nada en el orden de lo material, ni la evolución de los seres vivos, ni el origen del universo, ni la polución de los océanos o el calentamiento global. Por supuesto, tampoco la ciencia puede «explicar» por qué lo que hay existe y si tiene algún «sentido» comprensible para nosotros. Los científicos metidos a teólogos -aunque sean negativos- son tan risibles como los teólogos que intentan hacer ciencia… ficción. Entonces, ¿qué pensar de la polvareda levantada por las afirmaciones de Hawking, magnificadas y distorsionadas por el sensacionalismo? Pues que su libro, de pronta aparición, va a venderse… divinamente.

 

La ciencia va más allá

 Hawking prescinde de Dios para explicar el Universo. Los teólogos admiten que «la ciencia es atea» y que sería «un milagro» probar la existencia o inexistencia del Creador. isabel Urrutia; Día 11/09/2010

 «Dios se ha convertido, para algunos, en una vaca de la que se puede sacar leche y queso ». No se asusten, que no es una blasfemia. Lo decía un místico alemán, Eckhart de Hocheim, un dominico simpático y con buena pluma que nació en la Edad Media y ha inspirado a un sinfín de filósofos, creyentes y no creyentes. El bueno de Eckhart se quejaba simplemente del tan traído y llevado concepto del Sumo Creador, al que se exprime hasta la última gota cuando «por definición se escapa a nuestra comprensión». Pero no importa, siempre hay excusa para entrar al trapo y engolfarse en dimes y diretes con motivo de Dios. En pleno siglo XXI, sigue dando mucho juego a la hora de vender libros. Ver para creer.

 El último capítulo lo ha escrito Stephen Hawking junto a su colega Leonard Mlodinow en «The Grand Design» («El gran designio»), que ha hecho correr ríos de tinta antes de que nadie haya tenido oportunidad de leérselo de cabo a rabo. ¿De verdad Dios es una idea superflua? Si lo afirma Hawking, alguna credibilidad habrá que darle. ¿O no es para tanto? Toda la tormenta mediática, que va creciendo por momentos, tiene ese punto de partida. Y muy posiblemente se recrudezca con motivo de la primera visita de Benedicto XVI a Reino Unido —el próximo jueves—, ya que no faltará quien saque a colación el tema de marras en un país que cuenta con varios científicos obsesionados con el Más Allá.

 El catedrático emérito de Cambridge se reafirma en una idea que lleva años defendiendo a machamartillo: Dios no es necesario para explicar el origen del Universo. Es una hipótesis que encaja a la perfección en su forma de pensar, modelada en su infancia por una madre apasionadamente comunista que más tarde le sirvió en bandeja las obras completas del filósofo Bertrand Russell, un ateo militante que dejó clara su posición en «¿Por qué no soy cristiano?». En aquel ensayo, Russell sostenía que «(…) la religión cristiana organizada como Iglesia ha sido y es aún la principal enemiga del progreso moral en el mundo». Y le habrá dado mucho que pensar a Hawking.

 Ya en «Breve Historia del Tiempo», su «best-seller» de 1988, coqueteaba con el concepto de Dios para en última instancia dejarle poquísimo margen de acción. Hoy por hoy, ni eso; lo borra del mapa. Algunos colegas —como el catalán Daniel Arteaga— ya le auguran un gran número de ventas pero, al mismo tiempo, chasquean la lengua. «Ay, este tipo de polémicas le hacen un flaco favor a la Cosmología… ¡Este debate sobre Dios se sale del marco científico! Normal que muchos digan que la ciencia se ha convertido en la religión del siglo XXI¡Y no es así! Nosotros no estudiamos la naturaleza intrínseca de las cosas ni el sentido de la vida», aclara este doctor en Física Teórica.

 Lo propio de la ciencia es la cautela. Pisar sobre suelo firme. No obstante, para abrir camino hacen falta hipótesis que luego se confirman o descartan. Pues bien, como recordaba recientemente Jorge Wagensberg, profesor de Teoría de los Procesos Irreversibles en la Universidad de Barcelona, «la no necesidad de Dios es una hipótesis, ¡no una tesis!». O sea, se trata de una conjetura, nada que esté probado. Y eso no hiere la sensibilidad de nadie: baste recordar el caso emblemático del biólogo molecular y genetista Francisco José Ayala, un ex dominico que se define como «neodarwinista». En su trabajo prescinde de Dios tranquilamente y, a la hora de posicionarse más allá de la ciencia, no duda en defender su existencia.

 ¿Religión y ciencia son, por tanto, compartimentos estancos? «Nosotros nos ocupamos de la mente, vosotros del cerebro», solía repetir Juan Pablo II a los científicos, apelando a la típica distinción cuerpo-alma. Una separación que, como es lógico, trae de cabeza a los neurólogos: ¿puede haber mente sin cerebro? En fin, ahí queda el debate. Nada que escandalice al jesuita Juan Antonio Estrada, catedrático de Filosofía de la Religión en la Universidad de Granada: «La ciencia es metodológicamente atea». Estrada está convencido de que los «multiversos burbuja» y el «Big Bang» no hacen sombra al inspirador del cristianismo. Seguro que le haría gracia el chiste que una vez soltó el premio Nobel de Física Leon Lederman: «¿El origen del mundo? Puuuf, qué difícil. ¡Dios sabe lo que pasó!».

 Coplas Hechas Sobre Un Éxtasis de San Juan de la Cruz

 Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

 Yo no supe dónde entraba,
porque, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

 De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad,
entendida vía reta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

 Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado;
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo
.

 Cuanto más alto se sube,
tanto menos entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo
toda ciencia trascendiendo
.

 El que allí llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece;
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

 Este no saber sabiendo
es de tal alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

 Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan comprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

 Y si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal Esencia.
Es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

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6 comentarios

  1. Wakins vive y respira por la ciencia.Se alimenta de ella y tiene todo el derecho de expresar sus hipotesis y mas si tiene fundamentos cientificos para ello Estamos de acuerdo en que no existe un creador de este Universo,Todo debe explicarse materialmente-Se dice que siempre hay algo en vez de nada,pero, de donde salió ese algo? La nada que es? El cero absoluto?Lo absoluto parece no existir-Entonces la nada es algo?Materia desconocida? Parece que todo en el universo pulsa, como lo es el pulso orgánico,algo se contrae y luego se expande.El Big Bang seria la expansion de algo que se contrajo?Un Macroagujero negro?Cabría pensar que el universo o los universos existentes podrían pulsar,contraerse y expanderse y producir Big Bangs a repetición?Vivimos nosotros en un Agujero negro?

  2. Has llegado a tu mejor conclusion,,(?) No tienes idea quien eres,..pero al mismo tiempo sabes la respuesta. No eres nada, ni seras nada, y volveras a la nada. Yo personalmente soy algo, y sere algo y volvere a ser algo.De donde sali de el Big Boooommb,lo dicen los tales cientificos,,no Dios aunque ellos mismos se contradicen de Un universo creado por la enrgia creadora Universal,,Ademas si no existia DIOS, ya lo hemos creado y le hemos creido, ..Es mejor que creer en los humnaos, falsos, torturadores, de la humanidad. Ademas al Dios mio tambien le tengonombre, sin importar la farsa y falsa doctrina de la palabra RELIGON.
    DIOS.. aun sigue jugando a los dados, mientras los cientificos se revientan los pomulos de la parte de atras del sentadero,. Infaliblemente elocuente,Uni-Miles, Versos, o Universos, como los quieran llamar,,seguiran dentro de el lente humano y las manecillas, de un reloj, al cual no se le da merito si debe funcionar hacia atras, o hacia adelante,,Nadie lo sabe, no hay Nadiesss, QUE AUN CAMBIANDO EL ENFOQUE DEL LENTE,MODERNIZANDO LA HUMANA TECNOLOGIA PUEDAN GANARLE LA CARRERA A LO INVICIBLE PARA EL OJO HUMANO. DIOS ES, A SIDO Y SEGUIRA TIRANDO LOS DADOS,Y CONFUNDIENDO EL CONOCIMIENTO DE LOS SABIOS, VOLVIENDOLOS EN L QUE PRETENDEN NO SER,,,,DIOSES,,(?) NUNCA, QUE TORPES..EL DIA EN QUE UN SER HUMANO PASE SER HUMANO,NO SANGRE, NI HUESOS, Y SEPA COMO SE PRODUCE LA LECHE UNIVERSAL QUE CONTROLA UN CUERPO LA SANGRE, Y SE CONVIERTA EN INMORTAL CAPAZ QUE ESTARA , UN POQUITO CERCA A SER LLAMADO UN CASI PERO NO DIOSESITO (!!!!)> El hombre queriendo ser DIos cuando son simplemente un grano de arena en un zapato…vaya dreams, dreams. TRATANDO DE DESCIFRAR NUMEROS,,, GEROGRIFICOS BARATOS Y OBSOLETOS,,,DE UNA CREACION TANGIBLE, APUNTO DE SER DETONADA POR LA ADRENALINA DE UN PODER SUCIO.y loco COMO ES : LA CIENCIA, RELIGION, FILOSOFIA, Y LA POLITICA humana..Todos como ninos de escuela agarraditos de mano,,,tratando de copiar, o sacar la mejor nota de un test…que esta mas alla del mas alla viejo y deteriorado..o mejor dicho..Ortodoxamente hablando rayado,., El tal tema de la existencia, la expansion, el tal big big,y El quantityyyyyy (!!). uhhh todo …nada.. energia de toilet,que no TIENE CONSCIENCIA NI FACULTAd DE LA EXISTENCIA invisble…DE LA MENTE CREADORA UNIVERSAL,,…Manana habra otro cientifico pateandole el trasero al tal Wakins,…Ya que el, quizo cortar. elombligo de la inteligencia loca y despeinada del cabello blanco y nunca peinado de Albert Einsten….Para Ti, Mr, Nada,de Alguien aqui que es Algo,,,,Me gusta esta filosofia barata elocuentemente existencial,,,,tic, tic tac,,/. Mientras los viajeros Universales siguen viajando a una velocidad invicible, intangible, e invensible sin minutos en el tiempo (Espiritus. Almas. uFOS, Entidades, Seres en otro planeta etc,,) Como puede ser que los cientificos escondan esto cuando la ciencia es FICTION (!)….Ellos los cuales existen, y no se les da la real gana de hacer que un cientifico los vean…seguirran en el umbral dimensional, entre espacio y tiempo mientras, Los tales privilegiados cientificos, filosofos, etc..de una tal prehistoria humana,,se envejecen buscando atravez de numeros mal contados o mal calculados, y lentes no enfocados a:: DONDE ESTA UN DIOS?,.OH DIOS NO EXISTE….OH DIOS MIO,,Que dolor de seguro la religon le importa,,mientras recaudan hasta la ultima gota de sangre del llamado filigres, ..Y el cientifo nunca llegara a vender y a convencer que puede ganar dinero si no esta del lado de la santidad, del ritual deun DIOS barato pero caro….bueno depende de laIglesia, El filosofo, El doctor, si estan con la religion venden libros.. DIOS es la vaca que produce la mejor leche..
    Aqui no se sabe cual es mas sucio el que trata de meter el ojo enun lente, para ver si DIOS le saca el dedo de la mitad, o si los curas, pastores tratan de sanr por cual quier peso. el mundo sucio del catolicismo Romano inhumano, robando y viviendo de la ignorancia absoluta de aquel que piensa en milagros a cambio de comprar un libro..o depositar dinero en las cuentas de los que saben como robar al pueblo…wow barato, casi pasado de moda. El mismo Dios el cual se le hecha la culpa de volver en una tal nube.mientras las mentes podridas de los que invierten billones de dinero, en laboratorios atomicos esperan el momento para bombardear y luego decir que Jesus bajo y acabo con todo…,,uhhhhnnn…detonar bombas y matar a cambio de otros cielos…(???) es definitivamente frustrante y deplorable. Sin embargo el pobre humano que todabia confia en una oracion, tiene Fe, aveces tiene mas poder de convencimiento que cualquiera que alla pasado su vida estudiando y dandose de Cientifico privilegiado. Asi como los medicos se mueren, los abogados van presos, de la misma manera los cientificos sabios, se le quedan las estrellas rondando en una habitacion de un centro para locos. Quizas algun dia llegaran a la misma conclusion, al cual Albert Einsten llego cuando su enferemera le pregunto>>>Si creia en DIOS!!! Bueno finalmente no le quedo otra que decir >>>Lo he buscado toda mi vida….El es El Jardin, y El Jardinero..ohhh. Eso es un Big-Pawn, estoy segura que pueda llegar a esperar a ver y escuchar en veinte treinta anios mas,,,si todabia,,para los Privilegiados Scientificos..Todabia DIOS NO EXISTE..Quizas lo veran a la edad de 70. 80, o 90 sentado en una orbita dimensional o en una nube fumandose un porro,,mientras la pobre ignorancia se desploma,. Indudablemente Es mejor pensar se algo , que ser Nada.Boomb!!!!!

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