En nuestro post precedente; “Agricultura orgánica frente a la Agricultura Convencional: Comparación de la Calidad del Suelo y de los Alimentos” comenzamos a analizar un debate candente, aunque repleto de contradicciones y confusiones, bien o mal intencionadas. Poco puede aprender el ciudadano si ni los propios científicos se aclaran. No puede discutirse que la “verdadera” agricultura ecológica u orgánica produce alimentos de mejor calidad, a la par que mantiene o mejora las propiedades o calidad de los suelos, disminuye la contaminación y aumenta la biodiversidad del medio ambiente circundante. Ahora bien, se trata de esas controversias en la que los términos del debate son confusos y confundentes. Alex Ferández Muerza nos muestra, en otro de sus magníficos artículos, hasta que punto los propios expertos confunden las cosas. Desde luego existen sobrados argumentos como para poder aseverar que así, difícilmente puede plantearse una controversia científica. Una cuestión son las bondades de la agricultura ecológica frente a la perniciosa, contaminante y energéticamente despilfarradora agricultura industrial, y otra bien distinta preguntarse si “bajo los parámetros de la economía globalizada” (tan insustentable como los sistemas de producción agraria que defiende) la orgánica puede desplazar a la convencional. Hablamos de dos temas distintos. Empero algunos de los investigadores implicados abundan más en tal caos al analizar los beneficios ambientales de la primera (por ejemplo, aumento de la biodiversidad), cuando utilizan un caso concreto de un país ambientalmente muy degradado (Reino Unido) y cuya vegetación natural tan solo suele ocupar pequeños reductos en un mar de monocultivos (y áreas pastorales también polucionadas). Obviamente las pequeñas parcelas de agricultura ecológicas poco pueden ayudar a incrementar la biodiversidad bajo tales condiciones. Estos resultados jamás pueden ser generalizables a otros espacios geográficos. Más aun, a la hora de analizar los pros y los contras de tales alternativas, es preciso especificar que tipos de ejemplos se han extraído de unas y otras.  Dicho de otro modo, existen numerosos tipos de agricultura orgánica, como lo mismo ocurre con la convencional, que pueden considerarse como unas u otras más como cuestión de grado que de forma taxativa o categórica. No todas las prácticas de agriculturas orgánicas son positivamente beneficiosas para el ambiente, ni rentables bajo determinados escenarios socioeconómicos. Lo mismo ocurre con las convencionales. Si no se tienen en cuenta estos y otros parámetros, el debate se convierte en un diálogo de sordos. Me explico: 

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 La agricultura Ecológica Gana Terreno en China. Fuente: The Malayisan Insider

 

Bajo el hedor de la globalización económica se bobaliza todo, y más aun al entrar en juego muchos expertos con afán de echar leña al fuego de la cobertura mediática. ¡La hoguera de las vanidades!. Por ejemplo, como veréis en el artículo de Alex, algunos investigadores señalan que en incremento que genera la agricultura orgánica es menor de lo esperado. Obviamente hablan de su país, pero luego generalizan. No es lo mismo que existan unos parches de esta alternativa, inmersos en un mar cultivos agroindustriales, que generar paisajes en  donde la agricultura orgánica alterna con vegetación realmente natural. La diversidad aumenta con el área y ningún experto en ecología de la conservación lo discute.  Del mismo modo, tampoco podemos comparar tales minoritarias y aisladas parcelas que contemplarlas en un espacio cuyo diseño se realiza añadiendo (o manteniendo, como antaño) corredores de biota natural que conexionan los islotes de mayor biodiversidad. Ningún ecólogo del paisaje lo discute. Más aun no se pueden tan solo utilizar tres grupos de organismos con vistas a extrapolar los resultados a todo el árbol de la vida.

 También señalan que el rendimiento es ostensiblemente menor, aspecto que uno debe matizar. ¿De que tipo de agricultura orgánica nos informan? Ni mucho menos todas dan lugar a rendimientos equiparables; eso sí deben analizarse las razones costo/beneficio tanto a nivel económico como energético (el ambiental es incuestionable). Nadie duda que la agricultura industrial contamina suelos y aguas (como también los alimentos que producen), llegando hasta devastar los ambientes oceánicos alrededor de los cauces que arrastran tales venemos al mar. Y así, también se diezman las pesquerías y contamina el pescado, causando daños ambientales que a la postre generan serios prejuicios económicos.

 Más adelante algunos investigadores apuntan que si queremos abastecer la incesante demanda de la población humana prevista por la FAO para 2050, habrá que hacer uso de todas las tierras cultivables y dejar la naturaleza constreñida a los reductos de ciertos espacios protegidos. Hablamos pues de convertir la biosfera en una fábrica de alimentos contaminados (¿Cómo impactaría tal política sobre el cambio climático?; mejor me callo). Sin embargo, se les olvida (o desconocen) otra estima de la FAO: existe escasas superficies de suelo altamente productivas que puedan ya ponerse por primera vez en cultivo, siendo las restantes de rentabilidad muy dudosa (tierras marginales, justamente las que estos sesudos expertos desean destinar para la agricultura orgánica ¿?). 

 El Dr. Jones acierta cuando señala que “todo depende de cómo se formule la cuestión” a lo que cabria añadir, bajo que escenarios o previsiones socioeconómicas y grado de concienciación ciudadana. Nos hablan de modificar la dieta, y de hecho tal resulta favorable. Pero el problema no acabaría siendo todos más delgaditos.  

 Lo que nadie nos dice es como suprimir los efectos negativos de la agricultura industrial sobre el medio ambiente y la salud pública. Porque una biosfera cultivada bajo los cánones actuales deviene en una biosfera envenenada y devastada, tanto marina como terrestre.

 Resumiendo su escenario parece ser el que toda la biosfera cambie y se deteriore para que la economía sigua igual (de insustentable). Sin embargo, al margen de que aun queda mucho que estudiar con vistas a mejorar la productividad de la agricultura ecológica (aspecto que no tienen en cuenta, sí bien contemplan la mejora de los rendimientos de la industrial ¿?), el verdadero problema reside en la pregunta que al final de este texto se hace Alex. Se trata de una cuestión de la que casi todo el mundo rehuye hablar. Efectivamente la capacidad de carga del planeta, en lo que a población humana se refiere, posiblemente ya se encuentre sobrepasada. Y es aquí en donde surge un debate, social, ecológico y moral de dimensiones formidables. Si deseamos un planeta saludable debemos estabilizar la población bajo una estructura piramidal demográfica asumible. Francamente no veo como lograrlo si seguimos investigando con vistas a alcanzar la inmortalidad, o lograr morir a la edad de matusalén. Una pirámide de edad invertida (muchos más ancianos, que personas maduras, estos que jóvenes y un numero paupérrimo de criaturas) se me antoja atroz y, como no, insustentable. Cuando más dilatemos esta cuestión, la dimensión del problema se agigantará. Y no lo dice precisamente en jovenzuelo, que ya estoy entrado en años.                             

 Juan José Ibáñez

 

Agricultura ecológica, no siempre la mejor opción

 Dos recientes estudios cuestionan sus beneficios para la biodiversidad y su potencial para alimentar a la humanidad

 La agricultura ecológica es buena para el medio ambiente y la salud, pero ¿podría alimentar a toda la humanidad? Diversos estudios científicos han demostrado que la agricultura ecológica aumenta la cantidad y variedad de especies. Sin embargo, dos recientes investigaciones matizan el alcance de sus beneficios para la biodiversidad y cuestionan su potencial para abastecer a una humanidad en plena expansión. Los consumidores son esenciales en esta cuestión, ya que de su dieta podría depender aplicar uno u otro modelo de producción.

 

Autor: Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA

 La agricultura ecológica, también conocida como orgánica o biológica, contribuye a incrementar la biodiversidad. Así lo han constatado diversos estudios, como el publicado en 2005 en el Journal of Applied Ecology. Sus responsables cuantificaron un 30% más de especies en los terrenos cultivados al estilo ecológico que en las fincas convencionales. Estos datos resultan coherentes cuando se observan los métodos utilizados por unos y otros. En la agricultura industrial, se tiende a las grandes extensiones de monocultivos y el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes químicos, al contrario que en los cultivos ecológicos.

 Sin embargo, dos estudios recientes, publicados en la también revista científica Ecology Letters, matizan los trabajos anteriores. En uno de los artículos, sus responsables, un equipo de la Universidad de Leeds (Reino Unido), asegura que el aumento de la biodiversidad gracias a la agricultura ecológica es más bajo de lo que se pensaba: un poco más del 12% que la agricultura convencional. En cuanto al rendimiento de las granjas orgánicas, es menor de la mitad que sus homólogas convencionales.

 El director del equipo, Tim Benton, prevé que durante los próximos cuarenta años el aumento de la población requerirá duplicar la producción de alimentos en todo el mundo. Los resultados del estudio, afirma Benton, muestran que para producir la misma cantidad de alimentos en el Reino Unido con el sistema orgánico, se tendría que utilizar el doble de la cantidad de tierra que necesita la agricultura convencional.

 Por ello, según Benton, no es sostenible promover la agricultura ecológica como el mejor o único método para la agricultura. Para satisfacer las demandas futuras de la producción de alimentos, habrá que mantener la agricultura más productiva de la forma más intensiva posible. Para preservar la vida silvestre habría que confiar en las reservas protegidas, añade.

 Ahora bien, el estudio no descarta el uso de la agricultura ecológica. Según Benton, puede ser útil para las zonas menos productivas del Reino Unido, sobre todo, si se ofrecen incentivos a los agricultores para que coordinen su actividad, junto con el máximo beneficio para la vida silvestre en un área más grande.

 Para llegar a estas conclusiones, los científicos de Leeds compararon 32 granjas convencionales y ecológicas, y 192 campos individuales de dos áreas del centro suroeste de Inglaterra y los Midlands del Norte, y tuvieron en cuenta más de 30 variables como el clima, la topografía, las condiciones socio-económicas o el uso y el tipo del suelo. En cuanto a la biodiversidad estudiada, se analizó a los pájaros, insectos, lombrices de tierra y plantas.

 Buscar la mejor combinación posible

La otra investigación, realizada por un equipo de las universidades inglesas de Leeds y York, no es tan drástica como la de sus compañeros. En este caso, señalan que una combinación óptima de zonas agrícolas convencionales y otra pensada de forma específica para la vida silvestre podría ser la mejor manera de mantener la producción de alimentos y conservar la biodiversidad.

 Los resultados del trabajo sugieren que la agricultura ecológica es mejor cuando su rendimiento es alto y utiliza la tierra con un valor bajo para la vida silvestre. La agricultura convencional es mejor cuando los rendimientos orgánicos son bajos y se separa de la vida silvestre de alto valor.

 Uno de los autores del estudio, Chris Thomas, de la Universidad de York, recuerda la dificultad de elaborar las mejores estrategias para minimizar el impacto ambiental de la producción de alimentos en un contexto global. Según este experto, si se aplicase el método ecológico a la agricultura en Europa, se tendrían que importar más alimentos. De esta manera, en otros países se aumentaría la superficie de tierra dedicada al cultivo, o cuando menos la intensidad, y por tanto, se aceleraría la pérdida de biodiversidad en otras partes del mundo.

 El investigador principal del trabajo, Jenny Hodgson, también de la Universidad de York, sugiere que se deberían pensar nuevos sistemas para incentivar la producción agrícola y el respeto al medio ambiente, como asociaciones de agricultores vecinos para restaurar hábitats o la colaboración con organizaciones de conservación.

 El trabajo, según sus responsables, es el primero en estudiar qué combinación es la mejor para sacarle más rendimiento a las cosechas a la vez que se protege a las especies en Reino Unido. Para ello midieron y compararon la cantidad de especies de mariposas en granjas ecológicas, convencionales y reservas naturales en 16 localidades del sur de Inglaterra. Las mariposas son un buen bioindicador por su sensibilidad a los pequeños cambios en el hábitat.

 Agricultura ecológica sí, pero con otra dieta

 La cuestión no sería agricultura ecológica sí o no. Según Philip Jones, economista agrícola de la Universidad de Reading, y autor de una investigación sobre la agricultura ecológica en Inglaterra y Gales, todo depende de cómo se formule la cuestión. Si la pregunta es si podría producir la misma cantidad de alimentos que la agricultura convencional, la respuesta es, casi seguro, que no. La agricultura orgánica no puede cubrir la demanda actual de las dietas occidentales, ricas en proteínas animales.

 Sin embargo, si la pregunta es si la agricultura orgánica puede proporcionar suficientes nutrientes para que la población de todo el mundo logre una dieta equilibrada, la respuesta más probable es que sí, aunque obligaría a mucha gente a cambiar su dieta. Las proteínas deberían tener un mayor origen vegetal. En particular, habría que consumir menos carne y productos lácteos y más frutas y hortalizas. También sería necesario sustituir la producción industrial de carne de cerdo y aves de corral por la de ternera y cordero alimentada con hierba.

 Ahora bien, este experto también reconoce que el rendimiento de la agricultura orgánica tendría que aumentar de manera significativa si se cumplen las predicciones como las de Naciones Unidas, que señala un incremento de la población mundial del 32% para 2050 (de 6,9 a 9,1 miles de millones de personas) y el aumento de la riqueza de muchos países en desarrollo. Aquí entraría también otro debate interesante: ¿el planeta será capaz de albergar tanta gente?

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7 comentarios

  1. ¡Hola! Si estáis interesados en mejorar el planeta, os recomiendo que visitéis la página http://www.dynamoeffect.org. En ella encontraréis información muy práctica sobre temas de medio ambiente. Además podéis escuchar los programas de radio “Efecto Dinamo” emitidos en la Onda Local de Andalucía.

  2. Muchas gracias por tu entrada! Hay quien me envia articulos de esa indole anti-agricultura ecologica, esta entrada es la RESPUESTA PERFECTA 🙂

  3. Excelente aporte. Hay un tema que no es para dejar de lado y es la responsabildad de los compradores. Si todos pensaramos como los europeos y los yanquis, necesitaríamos 5 planetas tierra para poder satisfacer sus gustos sibaritas de «0 pesticidas», pero 0% de frutos dañados y todos con el mayor tamaño posible y libre de transgénicos. A ver ahora que entró la mala en el viejo mundo si se van a poner en exigentes. Ni hablar de la mercadería que se descarta y la comida que se desperdicia. Yo tengo mi propia huerta orgánica para autoconsumo y es imposible no tener alguna merma por bichos o malezas, pero los tolero en pro de no tener que meterme fosforados,clorados y dosis altisimas de nitratos. La lechuga 0 pesticidas y fertilizantes, con 0 daño, y transportada sana y salva a una verdulería implica que fuimos super ineficientes y tiramos un montón de comida en el camino. Es fácil echarle la culpa a las multinacionales, pero empecemos por casa y sobre todo por los niños.

  4. Nunca va a existir un acuerdo entre los grandes productores que hacen más plata, ya sea con la agricultura tradicional o la ecológica. Lo económico lastimosamente prima en este sector. De los consumidores depende el tipo de agricultura que empiece a primar de ahora en adelante y cómo se pueden transformar las formas de producción, sin embargo es notorio como la mayoría de páginas de agricultura ya tienen algún artículo sobre agricultura ecológica.

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