Cuando un campo de cultivo se despoja de vegetación con ciertos propósitos agronómicos, la superficie del suelo suele ser  presa de los fenómenos erosivos, ya sean de naturaleza hídrica o eólica. Tal práctica es denominada en España “barbecho”, o más concretamente “barbecho blanco”, en contraposición al barbecho semillado (en el que siembran ciertas plantas que beneficiarán la calidad del suelo con vistas a la cosecha siguiente). Adelantemos que en ciertos países de Latinoamérica, tal vocablo atesora otro significado. En estas breves líneas lo utilizamos como es empleado, tanto en la Península Ibérica, como en la siguiente nota de prensa del Noticiero ARS de la USDA. Más adelante os ofrecemos una definición algo más precisa. Ambos procesos erosivos perjudican al suelo, si bien sus repercusiones no son exactamente las mismas. La erosión eólica, al arrancar las partículas del medio edáfico y trasportarlas suspendidas por el aire, puede generar (si el viento alcanza grandes velocidades) terribles tormentas de polvo. Un caso paradigmático fue la “dust bowl” de los años 20 del siglo XX en EE.UU. Tal catástrofe dio lugar a una gran hambruna, así como a una epidemia de enfermedades respiratorias que incidieron gravemente sobre las tasas de morbilidad y  mortalidad (ver por ejemplo nuestro post sobre la Figura de Hugh Hammond Bennett). Las partículas finas en suspensión (con independencia de que procedan del suelo, emisiones volcánicas, vehículos e industrias, etc.) empeoran la calidad del aire induciendo los problemas de salud pública mentados. Cuando tal hecho ocurre en pequeñas parcelas, la incidencia no es ni seria ni peligrosa. Sin embargo, no puede decirse lo mismo si afecta a grandes extensiones territoriales, ya que en esta situación la calidad del aire puede verse afectada durante semanas, repercutiendo sobre cientos de miles de personas, como fue el caso de la “dust bowl”. Pues bien, a menudo, aun sigue haciéndose uso de tal práctica en regiones agrarias extensas como lo es el denominado granero de los Estados Unidos, es decir los “great plains”. Aun hoy en día este proceso preocupa tanto a los servicios  de conservación de suelos, como a las autoridades sanitarias.  No debe por tanto extrañarnos que se busquen alternativas al barbecho blanco”. La investigación sobre la que versa la noticia que mentamos hoy constata como la “labranza 0”, o laboreo sin labranza, puede ayudar a prescindir del barbecho blanco, sin afectar negativamente ni la producción agraria, ni la salud pública. Eso sí, ya os advertimos que tras la denominada agricultura de conservación, subyacen intereses agroindustriales que dan lugar a paliar la erosión eólica, pero a costa de generar otros problemas medioambientales y sanitarios, como la contaminación del suelo por fertilizantes y pesticidas, y la peligrosa introducción de cultivares transgénicos (plantas modificadas genéticamente). Por favor no caigáis en la trampa, ya que no resulta necesaria con vistas a paliar los efectos del barbecho: “el remedio puede ser peor que la enfermedad”  Os dejamos pues con el contenido de este estudio científico.

Juan José Ibáñez

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Erosión eólica en campos cultivados con barbecho (tormenta de polvo y “bacterias”). Fuente: newswise 

De acuerdo a Wikipedia….

Se denomina barbecho a la técnica por la que la tierra se deja sin sembrar durante uno o varios ciclos vegetativos, con el propósito de recuperar y almacenar materia orgánica y humedad, además de evitar Patógenos esperando a que sus ciclos terminen sin poder volver a renovarse debido a la falta de hospederos disponibles. También se refiere a la tierra que se deja descansar por uno o varios años. Habitual en la rotación de cultivos.

Durante el tiempo que permanece sin cultivar es sometido a una serie de labores con objeto de mejorar su predisposición al cultivo

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Paisaje Agraria sin Labranza. Fuente: Satoyama Initiativa

Noticiero ARS: Mejorando la calidad del aire con la cero labranza

Por Ann Perry; 5 de julio de 2012

Estudios por científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) han demostrado que algunos sistemas de la cero labranza pueden reducir los niveles atmosféricos de PM10—las partículas de suelo y otros materiales que tienen un diámetro de 10 micrómetros o menos, y pueden degradar la calidad del aire—que resultan de la erosión eólica.

Estos hallazgos podrían ayudar a los agricultores de la región del Pacífico-Noroeste a reducir la erosión de sus campos y ayudar a las comunidades a cumplir con las reglas federales sobre la calidad del aire.

Líder de investigación Brenton Sharratt y agrónomo Frank Young con el ARS realizaron este estudio, el cual apoya las prioridades del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés) de promover la seguridad alimentaria internacional y responder al cambio climático global. ARS es la agencia principal de investigaciones científicas del USDA. Los científicos trabajan en la Unidad de Investigación del Manejo de Tierra y la Conservación de Agua mantenida por el ARS en Pullman, Washington.

Los agricultores en la región del Pacífico Noroeste usan sistemas de producción de sembrar el trigo de invierno y dejar los campos en barbecho durante el verano para que el trigo pueda germinar y crecer durante el verano y el otoño. Pero controlar las malezas y conservar el agua del suelo pueden requerir labrar los campos hasta ocho veces. Esta actividad produce una capa seca y suelta de partículas finas de suelo que son propensas a la erosión por los vientos fuertes del verano.

Sharratt y Young realizaron un estudio de 11 años que evalúo si una rotación de cultivos cereales con la cero labranza en la primavera podría ayudar a mitigar la erosión del suelo. Los sistemas evaluados incluyeron la rotación típica de trigo de invierno y los campos en barbecho durante el verano; rotaciones de la cebada de primavera y el trigo de primavera con la cero labranza; y el trigo de primavera con la cero labranza y el uso de productos químicos para controlar las malezas.

Los científicos descubrieron que durante la primavera, los suelos con la rotación de la cebada de primavera y el trigo de primavera contuvieron más humedad que los suelos en los sistemas tradicionales con el trigo de invierno. Más tarde en el verano, la rotación de la cebada de primavera también proveyó más residuos de cultivos que las otras dos rotaciones. Los residuos ayudaron a prevenir la erosión del suelo. Las rotaciones del trigo de primavera y la cebada de primavera también llevaron a poros más grandes en el suelo, una tasa aumentada de infiltración de agua por el suelo, más conductividad hidráulica en el suelo, y una tasa aumentada de drenaje.

Sharratt y Young concluyeron que los cultivos cereales producidos con la cero labranza podrían mejorar significativamente la infiltración y la retención del agua en el suelo y ayudar a retener los residuos de los cultivos más tarde en el verano. Estos resultados pueden mejorar la calidad del suelo y reducen las pérdidas del suelo a la erosión eólica.

Los resultados de estos estudios han sido publicados en las revistas ‘Journal of Soil and Water Conservation‘ (Revista de la Conservación de Suelo y Agua) y ‘Soil and Tillage Research‘ (Investigaciones sobre el Suelo y la Labranza) en el 2011.

Lea más sobre esta investigación en la revista ‘Agricultural Research’ de julio del 2012.

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