Inventario de Recursos Naturales: Un Modelo a seguir Del Siglo XVIII
“Fuente: Almería: Factores Formadores y Suelos”
En dos post anteriores y más concretamente en este y en este otro, intentamos responder a la pregunta de si los paisajes suelos del SE de la Península Ibérica eran representativos de los ambientes desérticos, dando finalmente una respuesta afirmativa. En la monografía de Mariano Simón y colaboradores. “Almería: Factores Formadores y Suelos”, encontramos una valiosa información histórica cerca del el impacto ambiental acaecido en la Provincia de Almería. Adelantemos que desde mediados del Siglo XVIII hasta bien entrado el Siglo XIX, una seria de avatares que se esbozan en el libro mentado terminaron por deforestar prácticamente casi todas las sierras almerienses induciendo devastadores procesos erosivos. Si se desea monitorizan lo ocurrido, antes y después de aquellos eventos, uno necesita documentarse en los archivos históricos.
A mediados del Siglo XVIII el Reino de España realizó una serie de inventarios con vistas a conocer los recursos madereros que podían ser utilizados para la construcción de nuevos navíos. Pues bien, Mariano Simón y colaboradores recogen un resumen de la provincia de Almería, que más quisiéramos muchos de nosotros atesorar sobre nuestros objetos de estudio. Eso sí, desconocemos si existe un documentación similar previo a que las actividades mineras en las primeras décadas del siglo XIX terminaran hasta con las cepas de los árboles, ya que se puede hablar de varias causas que se sucedieron rapidamente. Pero ese es otro asunto. Rescato dos párrafos del reiterado libro con vistas a que entendías la enorme exactitud del contenido de la foto que aquí os mostramos. La precisión es formidable. Actualmente, dado que los inventarios no venden (nuestros gestores parecen considerarlos actividades irrelevantes) y los productos obtenidos por nuestras poderosas tecnologías (sistemas de información geográfica, fotografías aéreas, imaginería satelital, etc.), debieran siempre ser cotejados/verificados por estudios de campo que raramente son llevados a cabo, resulta que generalmente disponemos de información menos precisa. Todo ello se me antoja sorprendente, por desgracia. En la década 90 del siglo pasado y primeros años del XXI, España y la Unión Europea invirtieron cuantiosas sumas de dinero en diversos proyectos de investigación y otras iniciativas para analizar los procesos de desertificación en el sur de Europa. Mediante estas últimas se han públicado muchos papers, y editado varios libros. Sin embargo, la polémica sobre las causas de tal desertificación basadas en la dicotomía natural/antrópica, han no ha sido resuelta definitivamente. No cabe duda que de disponer de varios inventarios temporalmente secuenciados, como el arriba mostrado, muchos de los interrogantes que aún siguen sin ser contestados, habrían sido ya resueltos sin mayores problemas.
Recordemos que si el palmario desinterés de nuestras autoridades (que repercuten negativamente en la actividad que desarrollan científicos y técnicos) por los inventarios en la mayor parte de los países desarrollados, contrasta con el entusiasmo que despierta la monitorización, para la cual si se otorga mucha “pasta”. Empero como cualquier monitorización de calidad debe partir de buenos inventarios (…) topamos una vez más con la estulticia que invade la ciencia actual. A falta de inventarios adecuados se recurre a la inferencia geoestadística y modelos de simulación, ninguno de los cuales puede corregir la carencia de buenos datos de campo. Lo simulado (posibles escenarios), no corresponden con nunca a la realidad, acercándose mejor o peor, en función de los factores arriba mentados.
Los inventarios temporalmente secuenciados, resultan ser la mejor forma de monitorizar un proceso, ya sea de los recursos naturales o de cualquier otra actividad científica. Pero existe mucho zopenco suelto, pocas ganas de trabajar duro y (…) mejor me callo. (…) De poco sirve la tecnología si no se utiliza la cabeza y se afrontan los retos de cara, ensalzando sus virtudes, pero denunciando también sus limitaciones. Os ruego que leáis abajo los dos párrafos mentados que explican hasta qué punto de detalle se alcanzó en un inventario del siglo XVIII y después reflexionemos.
Juan José Ibáñez
Mariano Simón y Colaboradores, extraído de la monografía “Almería: Factores Formadores y Suelos”:
(…) Con el objetivo de mantener una de las flotas más importantes de Europa, el 7 de diciembre de 1748, Fernando VI promulgó La Real Ordenanza de Montes para la Cría, Conservación, Plantíos y Corta. En dicha ordenanza, la marina se adscribía todos los montes que se encontraban a menos de 25 leguas de las costas (138 km), superficie que en 1808 se amplió a los montes que contasen con maderas de interés para la Marina o que estuviesen en la cabecera de ríos cómodos para el transporte de madera. La actual provincia de Almería se dividió entre el Departamento de Marina de Cádiz, que abarcaba casi todo el territorio andaluz, y el Departamento de Marina de Cartagena que, partiendo del Cabo de Gata, abarcaba el levante español.
Desde ese momento, la Marina era el único organismo capacitado para contar, marcar y cortar los árboles en su jurisdicción, quedando los particulares obligados a pedir permisos para cualquier corta o aprovechamiento de la madera. Se contaron casi 11 millones de árboles, clasificándolos por especie (encinas, álamos, nogales, fresnos, almeces, sauces, olmos, carrascas, robles, pinares, quejigos, madroños, alisos, acebuches y serbales) y edad (nuevos, crecidos y viejos) (…)
Sobre el Valor de los Inventarios un ejemplo más:
La biomasa de peces en el océano es 10 veces superior a lo estimado