suelos-y-nuevas-formas-de-enterramiento

Fuente: Colaje google imágenes

 Antes de debatir sobre esta revolucionaria información que, esta vez sí, me ha dejado con la boca enormemente abierta, permítanme que les haga la siguiente pregunta, muy aguda por cierto”: ¿fueron algunos prosbiceos biosfericamente correctos al crear  sus “ Cementerio de elefantes”?. De haber sido el caso, la respuesta al parecer sería un rotundo ¡no!. En verdad que la frase el “enemigo lo llevamos dentro” ya sea en el caso de una persona concreta, ya en el de un colectivo de intereses, se me antoja hoy más valida que nunca. En la Asamblea general de la EGU 2017 (Unión Geofísica Europea), un colega llamado Ladislao, ha presentado un tan innecesario como asombroso estudio  que puede revolucionar la fertilización del suelo, en un desesperado intento de alcanzar la sostenibilidad. Y al hacerlo, a puesto a todos los expertos en ciencias del suelo en el punto de mira de numerosas religiones, o porque no decirlo, en la picota de sus integrantes más radicales o integristas (pero también por los dueños y trabajadores de las funerarias). Si la gobernanza mundial aceptara su propuesta, en un breve lapso de tiempo no quedaríamos ningún científico del suelo vivo. Tal fue la sensación de estupor que debió acaecer en la EGU (2017) ya que, de hecho, la nota de prensa ha sido recogida por varios rotativos norteamericanos de ciencia, pero también en la prensa general. Por lo tanto, me veo cómicamente impelido a traducir la noticia, aunque lamentablemente ya lo habían hecho otros.  Y que conste que, en parte, Ladislao y colaboradores llevan la razón, aunque en otra no.

 Ya sabéis que a  los seres humanos nos gusta vivir apiñados, hasta después de la muerte. Y de ahí que se entierre, enlugares sagrados”, según muchas religiones. Hablamos de los cementerios (también denominados en España “Campos Santos”) ¡Amen!. Y es aquí en donde Ladislao hunde el dedo en la llaga, para mostrarnos que, desde un punto de vista ecológico, se trata de un rito «funesto» (otra vez: ¡nunca mejor dicho!).

 Ladislao: permítame también que te diga que no hacía falta tanta parafernalia tecnológica. Te voy a contar una historia, por otro lado trivial. Cuando era niño y veraneaba en la finca de mis tíos, el perro del dueño murió (por un arañazo de un ingrato gato que le causó una infección finalmente mortífera). Muy afligido, mi pariente lo enterró “fúnebremente, y puso un peral encima. A los pocos años, sus frutos eran los más grandes de toda la comarca, ya que se había nutrido de aquel entrañable animal, rico en “nutrientes esenciales”, como bien apunta Ladislao.

 La noticia pues de la que vamos a hablar hoy lleva en español-castellano el pomposo título de “Los seres humanos alteran la química de la Tierra desde más allá de la tumba” (al plumillas si que habría que…..). ¡Amen!. Lo que propone Ladislao es que cambiemos esos rituales y prácticas religiosas por una antigua llamada «excarnación«, que en el pasado siguieron sabiamente varios pueblos aborígenes y quizás alguna civilización (no tengo ni idea). ¿»excarnación«?. No sé si es el termino exacto ya que no he visto ninguna explicación clara del vocablo.

Se equivocaría rotundamente Ladislao al aceptar “según la nota de prensa” la cremación, ya que no daría lugar al secuestro de carbono en el suelo, tan política como ecológicamente correcto”. Tampoco alega nada de como eliminar la contaminación agarrada desesperadamente a nuestros empastes e implantes mentales (perdón dentales).  Una de dos, o extraemos antes tales prótesis o simplemente las prohibimos. Nótese que si se aceptara la segunda alternativa, quizás los males que el hombre infringe a la Tierra desaparecerían, por cuanto la vida media de los ciudadanos se retrotraería varios decenios, dado que la mala dentadura era antaño una de las principales causas de mortalidad. ¿detallitos sin importancia?: ¡No!.

Ladislao también soslaya que la «excarnación» puede ser causa de más que peligrosas  y galopantes epidemias, que también diezmarían la carga humana que soporta nuestro planeta (fectando del mismo modo a la fauna salvaje), retornando así a la paradoja de las prótesis dentales (aunque no todas, ya que actualmente su toxicidad podría remplazarse por la contaminación causada por los plásticos, eso creo). Finalmente, recordar a nuestro colega que la diseminación aleatoria, es la forma más perezosa de distribuir la carne humana por la faz de la Tierra. Hay sistemas más eficientes, Ladislao, mucho más eficientes.

Queda por considerar el ingente trabajo a realizar en las zonas de guerra debidas a la exasperante estulticia humana, por cuanto allí, en campos de batalla y ciudades arrasadas por bombas y misiles, se apiñan sobre el suelo los cadáveres durante semanas; si esos que causan las epidemias. En fin……Os dejo pues con mi traducción de la noticia aludida (con algún aderezo) para ofreceros finalmente la nota de prensa original en Suajili. En fin allá vamos……

 Juan José Ibáñez

 Los seres humanos alteran la química de la Tierra desde más allá de la tumba

Por Mari tte Le Roux; Viena (AFP) 26 de abril de 2017

No es sólo en vida, los seres humanos dejen huella en la Naturaleza. Tras la muerte, nuestros cuerpos en descomposición alteran la química del precioso suelo, advirtieron los científicos el miércoles.

 Ya sea que nuestros cuerpos sean enterrados o cremados, lixivian hierro, zinc, azufre, calcio y fósforo (entre otros elementos)  en unos suelos que a la postre pueden ser utilizados en granjas, bosques, parques o jardines  o parques. Hablamos de nutrientes esenciales, pero las prácticas funerarias humanas implican que estos valiosos “nutrimentos” se están concentrando en los cementerios en lugar de dispersarse uniformemente por toda la naturaleza, según una nueva investigación. En consecuencia, en algunos lugares los nutrientes pueden encontrarse sobre-concentrados para su  absorción óptima por las plantas y las criaturas, mientras que en otros son deficitarios. Pero no es oro todo lo que reluce ya que los cuerpos humanos también contienen elementos más dañinamente siniestros, como el mercurio de los empastes dentales mientras que muchas muelas postizas resultan ser de oro (vaya por Dios). El texto en cursiva es de este impresentable bloguero.

 «Los rastros químicos de cuerpos descompuestos pueden ser muy bien identificados en los suelos», dijo Ladislav Smejda, de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida de Praga, quien participó en este inusual estudio. «las metadas huellas de nuestros restos post mortem persisten durante mucho tiempo, tanto como siglos a milenios». Los efectos se irán agudizando conforme en el futuro más y más cadáveres se dejen descansar en lugares concretos y apiñados, dijo Smejda en Viena, donde dio a conocer la investigación en una reunión de la Unión Europea de Geociencias (EGU).

«Lo que hagamos hoy con nuestros cadáveres afectarán al medio ambiente durante un dilatado periodo de tiempo», dijo. «Tal vez no sea un problema desde nuestra perspectiva actual, pero con una población que crece y crece a nivel mundial, los denominados “lugares para el descanso eterno” podrían convertirse en un problema apremiante en un futuro no muy lejano». Smejda y un equipo utilizaron espectroscopia de fluorescencia de rayos X con vistas a analizar sustancias químicas del suelo en fosas y cenizas «dispersión jardines» (zonas verdes destinadas a la dispersión de nuestras cenizas).

 Empujar hacia arriba las margaritas

Usando cadáveres de animales, también estimaron el impacto teórico de una práctica antigua llamada «excarnación«, por la cual los muertos son dejados a la intemperie para que la naturaleza siga su curso. En los tres casos, el medio edáfico llegó a contener mayores concentraciones de productos químicos significativamente, en comparación con los alrededores, dijo Smejda. Si no hubiera habido cementerios, los restos humanos, como los de los animales, se distribuirían aleatoriamente para que los nutrientes que liberamos fueran más eficientemente reutilizados «una y otra vez, en todas partes», dijo el investigador a la AFP. Pero la práctica común de concentrarlos en ciertos enclaves “sagrados” puede considerarse como un proceso antinatural. Un impacto negativo más del ser humano que, de este modo, altera los niveles naturales», dijo.

 Ahora “la pregunta del millón” resulta ser: «¿Podemos alcanzar y consensuar una  estrategia más eficiente con vistas a dispersar estos nutrientes esenciales mejor idea de cómo distribuir estos elementos necesarios a través de paisajes más amplios?» Smejda añadió. «Ciertamente existe un gran potencial con vistas a inventar, desarrollar y poner en práctica … nuevas formas de enterramientos humanos, o nuevos tratamientos que podrían ser más respetuosos con el medio ambiente, es decir más ecológicos«. Admitió que este era un tema «tabú» para muchos seres, que perseveran sus  costumbres funerarias profundamente arraigadas en diferentes culturas y religiones.

«Es un asunto muy complejo y estamos al comienzo de este discusión, creo¿si vives para contarlo Ladislao, si vives porque….. “con las iglesias hemos tomado». Mejor por tu bien y el de tus colegas que no tengas suerte.

Continua……..

Humans alter Earth’s chemistry from beyond the grave
By Mari�tte Le Roux; Vienna (AFP) April 26, 2017

It’s not only in life that humans leave their mark on Nature. In death, our decomposing corpses alter the chemistry of precious soil, scientists warned on Wednesday.

Whether our bodies are buried or cremated, they leach iron, zinc, sulphur, calcium and phosphorus into ground that may later be used as farms, forests or parks.

They are essential nutrients, but human funerary practices mean they are being concentrated in cemeteries instead of being dispersed evenly throughout nature, according to new research.

This means that in some places the nutrients may be over-concentrated for optimal absorption by plants and creatures, while lacking in others.

Furthermore, human bodies also contain more sinister elements, such as mercury from dental fillings.

«Chemical traces of decomposed bodies can frequently be very well distinguished in soil,» said Ladislav Smejda of the Czech University of Life Sciences in Prague, who took part in the unusual probe.

«These traces persist for a very long time, for centuries to millennia.»

The effects will become more pronounced as more and more dead bodies are laid to rest, Smejda said in Vienna, where he unveiled the research at a meeting of the European Geosciences Union.

«What we do today with our dead will affect the environment for a very, very long time,» he said.

«Maybe it is not such a problem in our current perspective but with an increasing population globally it might become a pressing problem in the future.»

Smejda and a team used X-ray fluorescence spectroscopy to analyse soil chemicals in graves and ash «scattering gardens».

– Pushing up daisies –

Using animal carcasses, they also measured the theoretical impact of an ancient practice called «excarnation», whereby the dead are left out in the open for nature to take its course.

In all three cases, the ground contained «significantly» higher concentrations of chemicals compared to the surrounds, Smejda said.

If there had been no cemeteries, human remains, like those of animals, would be distributed randomly for the nutrients they release to be reused «again and again, everywhere,» the researcher told AFP.

But concentrating them in certain places «is something that can be regarded as not natural. It’s a human impact, we are changing natural levels,» he said.

Now the question is: «Can we come up with a better idea (of) how to distribute these necessary elements across wider landscapes?» Smejda added.

«Certainly there is a potential to invent, to develop and to put into practice… new ways of human burial or new treatments that could be more environmentally friendly, more ecological.»

He conceded this was a «taboo» topic for many, with funerary customs deeply rooted in culture and religion.

«It’s a very complex matter and we are just at the start of this discussion, I think.»

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