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Fuente: Colaje imágenes Google

La nota de prensa sobre sobre la que versará esta entradilla lleva el aparentemente y esperanzador título de: “Agricultura: Las tierras de cultivo globales podrían reducirse casi a la mitad”. ¿?. Pues la respuesta bien podría ser si, aunque una cuestión es lo potencialmente viable en un mundo solidario, y otra bien distinta  sobrevivir bajo el lamentable mandato de la globalización económica neoliberal, y el consiguiente poder acumulado en manos de unos pocos países y multinacionales del agronegocio, energía, etc. Si tenemos en cuenta todos los factores involucrados, la respuesta necesariamente debiera ser: “cambiemos de modelo productivo, evitemos las luchas geopolíticas y después sentémonos a reflexionar cuales son los caminos potencialmente sustentables. Supongo que con toda su buena intención, los autores, usando modelos de simulación numérica, llevan a cabo un estudio, cuyos resultados dan lugar al título de la noticia. Ahora bien, no vivimos en una sociedad razonable, solidaria y humanitaria, sino en otra que debiera identificarse por todo lo contrario. Del mismo modo, con vistas a alcanzar una alta eficiencia podríamos optar por distintos y divergentes caminos. Cuándo los autores  hablan de fertilización o consumo óptimo del agua no explicitan ni cuales ni cómo. Entre el ultra-neoliberalismo, los conflictos geopolíticos y el crecimiento demográfico, todo resulta incierto. Una pandemia nos hace girar de rumbo, como también las guerras regionales y las comerciales/ arancelarias. Y podríamos seguir añadiendo ítems.

Resulta por otro lado paradójico que se soslaye de estos análisis la ingente cantidad de alimentos que se tiran a la basura (junto con sus contaminantes embalajes de plástico, los cuales deberían ser aprovechados/reciclados). Según el siguiente sitio Web de la BBC”: El denominado «Índice de desperdicios de alimentos 2021» expone una cifra casi aterradora: en el año 2019, hubo 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados. Esto sugiere que el 17% de la producción total de alimentos en el mundo fue a parar a la basura. Es decir, que un buen uso eficiente de la producción alimentaria haría restar una gran cantidad de tierra agrícola (comida, fibras, etc.) a los cálculos de estos autores. Ello demanda un cambio de actitud de los mercados y consumidores antes de lanzarse aventuras  mucho más onerosas con vistas a paliar el déficit de la soberanía alimentaria, así como reducir la contaminación ambiental. La mayor eficiencia y la más económica estriba en hacer un buen uso de los productos y sus embalajes, no aplicar a la postre medidas que demandan energía y cuantiosas cantidades de dinero. El modelo productivo que padecemos es terriblemente ineficiente y contaminante. Los más sucios/despilfarradores deberían encontrarse obligados a reducir tales dispendios.  

Pero no vivimos en un mundo feliz, precisamente, sino el del “gran hermano”No se trata de aislar al objeto de estudio del contexto socio-político-económico en el que se inscribe. Se trata de una costumbre muy propia de los científicos, alimentada por un reduccionismo mal entendido. Por ejemplo, en el momento de redactar este post, arde el conflicto bélico de Rusia contra Ucrania. Y tal conflicto/conflagración altera no solo los equilibrios de poder entre dos paradigmas políticos que han mostrado estar obsoletos e incompetentes (cimunismo y capitalismo). Ambos nos han conducido a la lamentable situación actual. En el momento en que redacto este post, Europa tiembla ante la falta de suministros energéticos pero también de cereales, por lo que deberá cambiarse una buena parte del entramado  de conexiones de ese sistema complejo que resulta ser la economía actual. Ya nos circunscribamos al grano, ya a la energía, deberán cambiarse muchas prioridades para impedir el desabastecimiento. Recodemos que en los sistemas complejos, leves cambios en las condiciones de contorno pueden generar que la dinámica y trayectorias futuras del objeto en cuestión (léase aquí producción alimentaria) diverjan en el tiempo (dan lugar a escenarios dispares). Reiteremos, los sistemas complejos son impredecibles.  En el momento en que redacto este post, cientos de países se han aliado en la ONU con vistas a reducir la atroz contaminación  causada por los plásticos, que nos afecta a nosotros, aceleran el cambio climático y diezman la diversidad global.  Empero bastó la pandemia de COVID como para que arreciara la cantidad de residuos plásticos, entre otros, usados a la hora de intentar defendernos del coronavirus. ¿Quién puede prever todo este despropósito global?.

En vista de la falta de datos e información sobre los modelos utilizados y las fuentes que alimentan tal ingenio, tan solo me permito alegar que, aunque si los resultados fueran digeribles, el estudio tan solo serviría para vislumbrar lo que acaecería en un “mundo feliz y solidario”.  Pero no es el caso.  Ya lo sabemos todos.

También sabemos todos que en un mundo solidario y razonable, gran parte de los males que sufren la humanidad y Gaia, no hubieran acaecido. Por supuesto, me refiero a la producción alimentaria y su reparto equitativo entre ciudadanos y países. ¡Mera quimera!. Resumiendo podemos elaborar y publicar millones de papers como este, pero no sirven para nada en absoluto.

La raíz del problema estriba en un obsoleto modelo productivo, y la dictadura de unos pocos poderes fácticos. La falta de alimentos y la degradación ambiental son sus consecuencias, que no sus causas. Confundir causas y efectos resulta ser muy grave.

Juan José Ibáñez

Continúa…….  

Agricultura: Las tierras de cultivo globales podrían reducirse casi a la mitad
por Staff Writers; Munich, Alemania (SPX) 24 de febrero de 2022

En el contexto de las compensaciones entre el uso de la tierra y la biodiversidad, los geógrafos de LMU han simulado los potenciales de ahorro de tierras para la agricultura. Con la creciente demanda mundial de productos agrícolas para su uso como alimentos, piensos y bioenergía, la presión sobre la tierra está aumentando. Al mismo tiempo, la tierra es un recurso importante para abordar los principales desafíos del siglo 21: la pérdida de biodiversidad y el cambio climático global. Una solución a este conflicto podría ser aumentar la productividad agrícola y, por lo tanto, reducir las tierras de cultivo requeridas.

En un estudio interdisciplinario basado en modelos, los geógrafos de LMU Julia Schneider y el Dr. Florian Zabel, junto con investigadores de las Universidades de Basilea y Hohenheim, han analizado cuánta superficie terrestre podría salvarse a nivel mundial a través de métodos de producción más eficientes y qué efectos económicos, por ejemplo, en los precios y el comercio, tendría esto.

Como informaron los autores en la revista PLOS ONE, su modelado mostró que en condiciones optimizadas se podría salvar hasta casi la mitad de las tierras de cultivo actuales. Como resultado de una mayor eficiencia, los precios de los productos agrícolas caerían en todas las regiones y la producción agrícola mundial aumentaría en un 2,8%.

«El punto de partida de nuestro trabajo fue un debate científico actual sobre si es mejor para proteger la biodiversidad cultivar más extensamente en más tierra o más intensamente en menos tierra, con todos los pros y los contras respectivos«, dice Schneider. «En este contexto, estábamos interesados en el potencial real para sacar tierras de la producción agrícola y qué efectos económicos tendría la implementación de dicho ahorro de tierras«.

Para responder a esta pregunta, los científicos utilizaron un modelo de cultivo biofísico basado en procesos para 15 cultivos alimentarios y energéticos de importancia mundial para analizar qué potencial de ahorro de tierras podría obtenerse mediante la intensificación agrícola. Para su análisis, asumieron que la brecha de rendimiento entre los rendimientos actuales y potencialmente obtenibles se puede cerrar en un 80 por ciento a través de métodos agrícolas más eficientes, como el uso eficiente de fertilizantes y la optimización de las fechas de siembra o el control de plagas y enfermedades, y que los volúmenes generales de productos agrícolas deberían corresponder a la producción actual.

Casi la mitad de las tierras de cultivo serían suficientes
Los autores llegan a la conclusión general de que, en estas condiciones, los requisitos mundiales actuales de tierras de cultivo podrían reducirse entre un 37 y un 48 por ciento. A nivel regional, el potencial de ahorro de tierras varía: en Europa y América del Norte, por ejemplo, hay poco potencial de ahorro de tierras, ya que la agricultura ya está muy industrializada y el grado de intensificación es muy alto. «Dependiendo del sistema de cultivo establecido, los rendimientos máximos posibles casi se alcanzan en algunos casos», dice el coautor Zabel.

«En regiones como el África subsahariana, por el contrario, los rendimientos actuales están en su mayoría muy por debajo de lo que sería posible en función de las condiciones ambientales locales y con métodos de cultivo optimizados«. Según las simulaciones del modelo, este es también el caso en la India y partes de América Latina, aunque en menor medida allí que en el África subsahariana. Por lo tanto, una producción más eficiente podría conducir a grandes potenciales de ahorro de tierras en estas regiones.

Con respecto a los cultivos individuales, los investigadores identificaron potenciales de ahorro de tierras particularmente grandes, sobre todo para granos como el sorgo y el mijo, que actualmente son cultivados principalmente por pequeños agricultores en regiones con grandes brechas de rendimiento. Sin embargo, para cultivos comerciales como la palma aceitera o la caña de azúcar, que ya se cultivan muy intensamente, el modelo mostró poco potencial de ahorro de tierras.

Como siguiente paso, los científicos integraron los potenciales regionales de ahorro de tierras en un modelo económico desarrollado por las Universidades de Basilea y Hohenheim, con el fin de investigar los efectos económicos de la reducción de las tierras de cultivo.

«Esto reveló que el uso más eficiente de la tierra conduciría a una caída de los precios en todas las regiones y para todos los cultivos«, dice Schneider. En algunas regiones, esto podría tener un efecto positivo en la seguridad alimentaria. Sin embargo, las simulaciones mostraron que el aumento de la eficiencia a su vez motivaría a los agricultores de algunas regiones a aumentar su producción, lo que provocaría que la producción mundial de bienes agrícolas aumentara en un 2,8 por ciento.

Los efectos económicos más fuertes en regiones con alta presión sobre la tierra
Hubo grandes variaciones en los efectos económicos del ahorro de tierras entre las regiones investigadas. «Sorprendentemente, descubrimos que los efectos económicos más fuertes, es decir, los mayores cambios en los precios, la producción y los flujos comerciales, no ocurrieron en las regiones con el mayor potencial de ahorro de tierras, sino en regiones densamente pobladas con alta presión sobre la tierra, como en Malasia e Indonesia y partes de América del Sur.

En estos países, la tierra es un recurso particularmente escaso y, por lo tanto, costoso y, por lo tanto, constituye una gran parte de los costos totales de producción», dice Schneider. A través de los mercados agrícolas globalizados y el comercio internacional, los efectos del ahorro de tierras podrían experimentarse en regiones espacialmente distantes. La caída global de los precios, por ejemplo, podría conducir a un aumento de las importaciones de alrededor del 30 por ciento en el Medio Oriente y partes del norte de África, ya que se vuelven más baratas que la producción nacional.

Los potenciales calculados para el ahorro de tierras podrían servir como punto de partida para evaluar el potencial de usos alternativos de la tierra liberada, como el secuestro de carbono a través de la forestación y la reforestación para mitigar el cambio climático. Al cuantificar el potencial de secuestro de carbono en tierras salvadas a través de la recuperación de vegetación natural, los investigadores encontraron que, además, entre 114 Gt y 151 Gt de CO2 podrían ser secuestrados en la tierra salvada. A modo de comparación, las emisiones globales anuales son actualmente de alrededor de 42 Gt de CO2. Otras opciones para usos alternativos de la tierra guardada podrían ser el cultivo de cultivos bioenergéticos o la protección de la biodiversidad, por ejemplo, mediante la creación de reservas naturales y medidas similares.

Informe de investigación: «Las tierras de cultivo mundiales podrían reducirse casi a la mitad: Evaluación del potencial de ahorro de tierras bajo diferentes estrategias e implicaciones para los mercados agrícolas»

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