Se trata de un nuevo proyecto de la UE que se encuentra testando en estos momentos. Ya sabéis que no suelo publicitar proyectos financiados o en curso. Generalmente espero a ver sus resultados. Sin embargo este atesora connotaciones especiales dignas de ser comentadas. Con independencia que los procedimientos actuales sean costosos, lentos y, a menudo poco eficientes, suele hacerse uso de técnicas invasivas, es decir las que modifican severamente el enclave que se analiza. La idea es abaratar los costos, llevar a cabo evaluaciones más rápidas y rigurosas de la forma menos agresiva posible. Con tal motivo, se hace uso de técnicas geofísicas, trazadores isotópicos, biomarcadores, indicadores de campo como lo es la vegetación existente, así como los cambios que surgen en ella debido a la contaminación. Del mismo modo, se pretenden analizar y monitorizar las comunidades microbianas del suelo (como ya defendíamos nosotros en este post). Las pruebas, actualmente en curso, intentan aplicar tales procedimientos no invasivos con vistas a detectar contaminantes muy diversos. Recordemos que, al hablar de sitios contaminados, hacemos referencia a enclaves muy concretos, bien localizados y que han sufrido un impacto enorme (en otro caso haríamos uso de el concepto de contaminación difusa) de agentes contaminantes. Vengo reiterando desde hace muchos años que los progresos en la ciencia del suelo se encuentran lastrados por no hacer uso de nuevas tecnologías ya existentes en el mercado para otros fines. Eso sí, como el binomio oferta/demanda no era adecuado, tales instrumentaciones y procedimientos resultaban ser extremadamente onerosos, por no decir prohibitivos para la mayoría de los grupos de investigación. Faltaba pues la voluntad política de financiar iniciativas más ambiciosas. A la postre, si los resultados demuestran ser positivos, tales técnicas e instrumentaciones pueden adaptarse a las necesidades actuales generando una oferta/demanda más balanceada. Y es precisamente este aspecto el que me genera más satisfacción. La razón estriba en que estas nuevas tecnologías también pueden aplicarse con vistas a llevar a cabo otro tipo de estudios, como la cartografía del espesor suelo-regolito, detección a distintas profundidades de discontinuidades que afectan a la circulación del agua (horizontes del suelo, de los propios regolitos y estratos sedimentarios) ubicación de acuíferos no muy profundos, etc. Por tanto, todos estos estudios pueden ayudar, no solo a paliar la contaminación local intensa, sino también a explorar el suelo hasta profundidades de varios metros de espesor y a ser posible alcanzar su contacto con los acuíferos, ayudando a comprender el ciclo hidrológico, por donde surgen los contaminantes en manantiales, o el grado en que contaminan las aguas subterráneas (acuíferos). Si uno medita, también puede cambiar la forma de inventariar y cartografiar los suelos. ¿Criticas?. Pues sí, también las hay. Ha sido necesario detectar más de 22.000 sitios gravemente contaminados, en el continente Europeo, que afectan o pueden afectar severamente a la salud humana y de la vida salvaje, para que nuestras autoridades nos regalen muy pocos millones de euros. Por último, señalar que esta aproximación nace más de seis años después de que en Norteamérica se propusiera el Programa de la Zona Crítica Terrestre que tanto hemos defendido en nuestra bitácora hasta el punto de haber elaborado una categoría temática que lleva tal nombre (zona crítica terrestre y el futuro de la edafología). Allí encontraréis numerosos post a este respecto. Como podréis observar, desde 2006 se han descrito tales tecnologías y defendido su necesidad para avanzar poderosamente en el futuro de la edafología. Esa es la diferencia entre la investigación en EE.UU. y Europa. Por lo tanto, nada de lo propuesto nos debiera resultar novedoso a la comunidad científica implicada. Sin embargo, no es así. También los expertos del suelo, al menos en Europa, debemos reflexionar y llevar a cabo una severa autocritica. Llevo hablando de este asunto con colegas durante años. A la mayoría de nosotros (eso si, en este momento me excluyo, como se puede mostrar en mi CV, además de ser miembro de la red que conforma la Zona Crítica Terrestre) nos horroriza un cambio de paradigma en edafología de tal calibre: considerar que todo es un suelo, hasta las aguas subterráneas, los sedimentos marinos, etc. Lógicamente si uno piensa que en la madurez de su actividad científica debe enfrentarse a estos cambios radicales es lógico que se asuste, considerándose incapaz de hacer frente a tales retos. Ahora bien, se trata de una perspectiva totalmente subjetiva y egoísta, carente de sentido. El proceso llevará muchos años. Podemos encontrarnos en los albores de una nueva edafología. Tan solo hace falta entender las razones científicas y sociales que demandan estos cambios y comenzar a entusiasmarse, que no deprimirse. De hacerlo así, en lugar de oponerse, o mirar hacia otro lado no ocurriría nada. Será la próxima generación, o los más jóvenes lectores, los que comiencen a adiestrarse y levar a cabo tales cambios en una sociedad más receptiva y respetuosa con nuestra profesión. ¡Renovarse o morir!. Y eso es, en parte, ModelPROBE (ver aquí descripción más completa), ya que tales innovaciones deben venir acompañadas de un cambio de perspectiva conceptual. De no ser el caso, nos quedaremos a medio camino. Hace más de 10 años que llevo escribiendo sobre tal necesidad en publicaciones científicas.

Prospecciones Geofísicas Satelitales y Sobre el terreno. Fuente: PHPBB

ModelPROBE Coordinator: M. Kästner (Helmholtz Centre for Environmental Research, Leipzig, Germany
Juan José Ibáñez
(más…)