«Yo me voy sintiendo profundamente antieuropeo. ¿Que ellos inventan cosas?, invéntenlas»

Los recortes de 600 millones de euros anunciados estos días por el gobierno en investigación científica y tecnológica (en comparación: presupuesto estatal en 2011 para todas las actividades de investigación, innovación y desarrollo, 8.600 millones de euros) son una pésima noticia para el sistema español de ciencia y tecnología que, en gran medida, vive de la financiación pública.

La comunidad científica ha expresado su inquietud por los efectos que estas medidas, y otras que las precedieron en la misma línea, tienen sobre la continuidad de los equipos y líneas de investigación, la contratación de investigadores y la viabilidad de los proyectos («El tijeretazo del Gobierno en investigación alarma a los científicos», EL PAÍS 2 de enero de 2012). En este sentido, el presidente de la Confederación de Sociedades Científicas ha hecho hincapié en el impacto de estos recortes sobre los científicos más jóvenes («España va a perder toda una generación de jóvenes científicos», LA VOZ DE GALICIA, 3 de enero de 2012).

Menos (o nada) comentado en los foros científicos, pero no por ello menos relevante ni totalmente desconectado, es el recorte presupuestario para el capítulo de Exteriores. Según publica Gonzalo Fanjul en su blog «3500 millones«, el tijeretazo previsto para el presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC) es de unos 1.000 millones de euros, de los que al menos 900 millones corresponderían a las partidas de cooperación y desarrollo (gasto consolidado en política exterior en 2010: 3.548 millones de euros). Gran parte del terreno avanzado en los últimos años, en los que se ha realizado un enorme esfuerzo en cooperación internacional, se perderá de confirmarse esta noticia. En conjunto, el MAEC ha sido uno de los departamentos más castigados con los ajustes de los últimos tiempos: en 2011 la disminución prevista en su presupuesto  fue del 12,7% en acción exterior y del 17% en cooperación internacional respecto al año precedente (Miradas al exterior, 15, julio-septiembre de 2010, p. 31). Esta nueva medida, no haría sino profundizar la tendencia a un retraimiento exterior del Estado que difícilmente servirá al país para remontar la crisis de su economía ni para animar su sector exportador.

Miguel de Unamuno

El 30 de mayo de 1906 Miguel de Unamuno escribía a José Ortega y Gasset una carta que contenía las palabras que encabezan este post, origen de la expresión más frecuentemente citada, pero al parecer nunca utilizada literalmente por el filósofo, «que inventen ellos». A esta misiva siguió la acerba polémica entre el Unamuno que proponía españolizar Europa y que consideraba que la mística era la única ciencia auténticamente española, y un Ortega que llamaba apasionadamente a europeizar España. La opción orteguiana pasaba por conectar decididamente al país con el desarrollo de la ciencia moderna y sacarlo de la «tibetanización» que se habría iniciado con el rechazo de la Reforma y llevaría al país al aislamiento voluntario, la ignorancia, la postración económica y el atraso generalizado.

Es una extraña casualidad que coincidan en estos días el inicio del «Año de Unamuno» con el que la ciudad de Salamanca conmemora el 75º aniversario de la muerte del pensador (ocurrida el 31 de diciembre de 1936) y el anuncio de unos recortes en ciencia y en acción exterior que nos hacen perder el ritmo de los países más avanzados; que amenazan con devolvernos a épocas de melancólica reflexión -que no de investigación científica- y de tenaz ensimismamiento; que nos alejan, en definitiva, de Europa.

Es un momento para volver a decir, como en 2009, que la ciencia en España, igual que la política exterior, no necesita tijeras, sino una financiación suficiente, un marco estable y predecible, y un modelo consensuado que, sin situarla al margen de los sacrificios presupuestarios que son ineludibles, garantice la continuidad de su aportación al conjunto de la sociedad y a la recuperación de su economía.

José Ortega y Gasset
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