Modelos conceptuales o representaciones del sistema edáfico; 2. El suelo como substrato del desarrollo vegetal, y la edafología matemática (¿?)

Modelos conceptuales o representaciones del sistema edáfico

2. El suelo como substrato del desarrollo vegetal, y la edafología matemática (¿?)

 

Este modelo es el de mayor antigüedad. De hecho puede decirse que precede al desarrollo de la edafología como ciencia, ya que esta última fue formulada por edafólogos rusos, cuando ya se abordaba la fertilidad de las tierras  y su importancia en el desarrollo de cultivos. Pero la deriva agronómica no desaparece con el nacimiento de la edafología, como ya vimos en una comunicación anterior sobre los sesgos de esta disciplina. Tradicionalmente, se ha utilizado como la principal herramienta para la interpretación de los levantamientos de suelos. Pretende analizar, mejorar, organizar y predecir el desarrollo vegetal (cultivos, pastos, bosques), dando consejos sobre la aptitud y manejo de los suelos frente a diversos usos (p. ej., dosis de fertilizantes, pesticidas, irrigación, etc.).

 

Las propiedades de suelos más relevantes para este modelo (medidas directamente o inferidas mediante funciones de edafotransferencia, etc.) son: agua útil, nutrientes asimilables, conductividad del calor, posibilidad de expansión del sistema radicular etc. También se presta cierta atención a la actividad biológica, en tanto afecta a la disponibilidad de nutrientes, así como a los problemas de toxicidad, naturales o producidos por las intervenciones humanas. Los estudios de fertilidad de suelos, ensayos en parcelas experimentales, etc., son esenciales para el modelo. La escala temporal relevante para el estudio de los procesos considerados oscila entre unas semanas y años o décadas. Los nuevos desarrollos tecnológicos están mejorando los enfoques tradicionales hacia cotas de mayor precisión y sofisticación.

 

Sin embargo, actualmente, ciertos edafólogos vienen cuestionado la edafología tradicional desde dos perspectivas distintas. Ambos lobbies claman que ellos defienden un nuevo paradigma (también estas dos fuerzas desconocen palmariamente el significado de paradigma, tal como se utiliza en filosofía de la ciencia). Se trata del ya mencionado ataque de los Geoestadísticos, con su modelo que podríamos denominar: Escuela matemática del continuo, así como el de ciertos físicos, químicos y biólogos del suelo que se agrupan entorno a un pretendido paradigma al que llaman «Calidad de suelos«. Permítanme unos breves comentarios, por cuanto tienen mucho que ver con el modelo o representación del sistema suelo que abordamos en esta comunicación. Se trata, en un caso de «vino viejo en nuevas botellas» y en otro de increíble «delirirum tremens» de algunos de los considerados mejores expertos de la disciplina. Ambas iniciativas merecerán en su momento notas aparte debido a que resultarán esclarecedoras y aleccionadoras de cómo las modas científicas y las luchas por el liderazgo en una determinada disciplina, terminan volviendo irracional el progreso científico en determinadas circunstancias y momentos.  Digamos aquí que estas breves notas no son un ataque a ciertos estudios de calidad de suelos, tal como los llevados a cabo en Argentina por nuestro amigo Gustavo Moscatelli. Muchos expertos han tenido que abordar tales estudios por cuanto la capacidad de obtener información es dictada por ciertas modas que son aceptadas acríticamente por una buena parte de la comunidad científica, pese a las argumentaciones de peso que realizan otros. Digamos también que los edafólogos que defienden tales ofensivas parecen saber más bien poco de suelo.

 

Escuela matemática del continuo. La geoestadística es una potente herramienta matemática que permite realizar mapas muy detallados y precisos de ciertas variables edáficas del sistema suelo. La cuestión es que hay que cartografiar variable por variable, lo cual dista mucho de considerar al suelo como un cuerpo natural. Más aún, debido a que se requiere la recolección de una ingente cantidad de nuestras, estas coinciden con el horizonte más superficial de los suelos, y en el mejor de los casos se toman a ciertas profundidades fijas (sin que en la inmensa mayoría de los casos se supere la profundidad de 40 cm.). Por estas razones sus practicantes suelen trabajar elaborando mapas de gran detalle y áreas geográficas restringidas. Su aplicación más importante se produce en temas de fertilidad y usos del suelo en enclaves de gran productividad agrícola, en los cuales, con la ayuda de nuevas tecnologías se lleva acabo la denominada «agricultura de precisión«. Hasta aquí todo correcto y nadie duda que sus aportaciones sean importantes en ciertos contextos.

 

El problema estriba en que estos geoestadísticos atacan a la edafología tradicional y su manera de elaborar taxonomías arguyendo que la fragmentación del continuo edáfico en unidades discretas es improcedente, siendo sus mapas más predictivos que los clásicos (la primera ofensa a la lógica científica y a las teorías cognitivas vigentes). Veremos por qué.

 

Una cuestión es el ajuste estadístico y otra bien distinta la predicción de una teoría científica. Cuantas más muestras se recolectan de un espacio geográfico dado,  más posibilidades tenemos de elaborar y ofrecer un «mapa más preciso» (recordemos que este colectivo analiza los horizontes superficiales, que no requieren cavar las onerosas pero imprescindibles calicatas). Pero ¿Cuál es la teoría edafológica en la que se basan los geoestadísticos? ¡Ninguna!. Confunden las teorías o asunciones  subyacente a su aparataje  matemático con otras de índole edafológica. Y reiteramos «confunden precisión con predicción«. En un clamoroso o quizás tendencioso error epistemológico. Nadie duda que recolectando muestras cada 5 mm2 obtendremos mejores mapas que si lo hacemos cada 20 m2.

 

Este colectivo no está interesado ni por la descripción de la estructura de los suelos, ni en la elaboración de sistemas taxonómicos universales, que son los lenguajes imprescindibles con vistas a la comunicación de los científicos en una determinada disciplina. Olvidan también que la mente humana primero categoriza y luego genera inducciones basadas en tales categorías. La psicología cognitiva muestra que categorizar consiste en romper el continuo natural en clases discretas (proceso denominado «cosificación»). En consecuencia casi todas las ciencias requieren realizar las operaciones que llevan a cado los edafotaxónomos clásicos (incluso los biotaxónomos), por lo que los ataques de este colectivo deben caer en el fondo del olvido, o en la antología del disparate científico.  Fijémonos también que al solo analizar los cm. superficiales se olvidad de que el suelo en un sistema autorganizativo con sus propias regularidades que son las que estudia la edafología como ciencia. Más aun un famoso Ayatolah, junto a su escuela de aláteres acaba recientemente de aseverar en su foro propagandístico (Pedometron Newsletter) que los suelos no cumplen las leyes de la física: bombazo científico que de ser cierto, le daría la gloria para siempre, y por supuesto la concesión de un novel».  Pero la realidad es que no recuerdo en que universidad estadounidense se otorgan los noveles a los mayores disparates científicos del año. Yo le propongo y de tener tiempo apoyaría fervientemente su candidatura. Más concretamente, la frasecita de marras de nuestro ínclito y endiosado geoestadístico reza así:

 

«we have been led to believe that the soil at any one place was determined by five soil-forming factors and that the laws of physics must hold«

 

Gloriosa sentencia donde las halla. Ahora resulta que los suelos violan las leyes de la física (¡serán malos ellos!). Más aún en un artículo del mismo Ayatolah publicado en Geoderma sobre la historia de los geoestadística en CC. del Suelo, nos vuelve a deleitar con la siguiente encabezado de una sección: «Soil mapping: the dark ages of the pedology». En otras palabras se atreve a arremeter llamándonos fósiles a la mayoría de los edafólogos. Tiene tela el tema.

 

En cualquier caso, una vez más nuestro recalcitrante geoestadístico arremete una vez más contra la propia edafología al decirnos en otra publicación:

 

«a geostatistician models soil properties as if they were realizations of random field«.

 

O sea que si para ellos el suelo es simplemente un campo de variables aleatorias, mutatis mutandi nos vemos obligados a llegar al siguiente corolario, siguiendo los dictados de la filosofía y la epistemología: La edafología no es una ciencia. Según sus propias palabras y razonamientos el cambio de paradigma que propugnan es la extinción de la disciplina en la que dicen trabajar. Genial. Un sacerdote de la ciencia superdotado donde los pueda haber.

 

Pero la demencia de este personal alcanza límites delirantes e hilarantes tras la definición de edafología matemática que sus propios discípulos han decido otorgar a su subdisciplina (pedometrics en anglosajón). Tras una encuesta realizada en su órgano de propaganda, los miembros adscritos a la Comisión de «Edafología Matemática», es decir nuestros sesudos colegas deciden que su subespecialidad debe ser definida como: 

 

Pedometric is the application of mathematical and statistical methods for the study of the distribution and genesis of soils

 

 

Asombroso, primero utilizan todos los argumentos demenciales que encuentran a mano para hacer desaparecer la edafología (al intentar excomulgar a todos los que no comulgan con ellos, valga la rebuznancia) para después deleitarnos con que ellos son los matemáticos de esta extinta rama del conocimiento. No hay argumento epistemológico, filosófico y lógico que sirva para defender tanto disputare y encima insultando a sus colegas. No se trata de que todos los expertos en edafología matemática piensen así, afortunadamente (como este miserable administrador), sino que un grupillo, amparados en su éxito editorial (ellos escriben sus «papers» y ellos se los evalúan, pero ya entraremos en este tipo de perversiones más adelante, en otra comunicación) intenta desacreditar a todos los que no siguen su doctrina. ¿No se llama fascismo a este modo de proceder?.

 

En cualquier caso, y por muchos ingredientes matemáticos y tecnológicos que se añadan, se trata de un retroceso al modelo que nos ocupa la tierra como substrato vegetal y omito aquí suelo, por cuanto como ya hemos visto, el concepto científico de suelo nacerá tiempo después. Se trata de analizar estadísticamente ciertas variables de interés agronómico en una multitud de muestras con propósitos meramente agronómicos.

 

Así pues defiendo que la corriente oficialista de la edafología matemática retrotrae el concepto de suelos a la prehistoria. Empero a los que nos llaman los clásicos (que yo sepa soy muy moderno) y fósiles seguimos manteniendo un modelo que está a años luz del que defienden esta panda de postmodernos. 

 

Por lo que respecta al denominado paradigma de la Calidad del Suelo, más de lo mismo. Lo que ocurre es que este administrador tras pensárselo mucho abundará sobre este tema al describir el modelo o representación del suelo como ecosistema. La razón estriba en que, habría que extenderse otras cuatro o cinco páginas y no deseo pasarme más aún en esta comunicación. De cualquier modo, el mal denominado paradigma de la calidad de los suelos, afecta tanto a este modelo como al ya mencionado de naturaleza ecológica. Adicionalmente considero que las burradas debemos soltarlas con cuentagotas, con vistas a evitar aburrir más aún a los posibles lectores de esta weblog.

 

El paradigma de calidad de suelos se encuentra generalmente asociado a una agronomía que en las últimas décadas se ha impregnado de conceptos ecológicos. Este hecho debe considerarse positivo en si mismo. Lo que no se puede hacer es vender vino viejo en nuevas botellas y arrogarse la etiqueta de postmodernos2. 

 

Tan solo avanzaremos que la definición de calidad de suelos es inaceptable desde un punto de vista científico, y se basa en las denominadas funciones del suelo, las cuales habrá que describirlas paralelamente. ¿Cuál es la función de un suelo? ¿Tienen los entes abióticos funciones? Pero lo más sorprendente  es que los antropomorfismos en el vocabulario científico son bastante peligrosos, y aquí llegamos una vez más al «delirium tremens». Bajo el paraguas de los vocablos calidad y funciones, han proliferado como las setas otros tales como: la salud del suelo, el cuidado del suelo. Etc. Como dice mi amigo y reconocido biólogo del suelo (a demás de fitopatólogo) Antonio Bello, ya tan solo nos queda acuñar el vocablo de hospitales del suelo.  Ya se sabe, cuando no hay creatividad, se acude a introducir vocablos para vender productos antiguos bajo nuevas denominaciones de origen.  Muchos de los estudios que pertenecen al ámbito de lo que hoy se denomina calidad de suelos comenzaron hace muchas décadas. Personalmente me resulta curioso que mi Tesina y Tesis Doctoral ahora se venderían como investigaciones de esta guisa, y yo más de 25 años sin saberlo. Realmente soy un poco tardo ¿verdad?

 

Juanjo Ibáñez    

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3 comentarios

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