Me encontraba leyendo la noticia que os muestro al final del post cuando me percaté de la paupérrima definición de los organismos extremófilos que suele ofrecer la ciencia actualmente. A menudo, los sesgos culturales que aquejan a la ciencia resultan ser más que preocupantes, como analizaremos hoy. La nota de prensa versaba sobre ciertos microbios detectados sobre la faz de la Tierra hace unos  3.400 millones de años (hallan fósiles de hace 3.400 millones de años la forma de vida más antigua). Si leemos a cerca del significado de extremófilo, detectáremos, como apunta Wikipedia, que se trata de seres vivos amantes de los ambientes extremos. ¿Cierto o falso?. Si nos atenemos a los cánones de la ciencia, cabría alegar que se trata de una sentencia rotundamente falsa, al menos en términos generales. ¿Razón? El error deviene de la falaz concepción de lo que realmente entendemos actualmente por ambientes extremos. Del mismo modo, si uno se adentra en la lectura de estos organismos extremófilos, enseguida detectará que la mayor parte de ellos corresponden a taxa muy antiguos, adaptados a entornos que en su tiempo abarcaron grandes extensiones en la Tierra, o que pudieron dar lugar a la propia vida. Los organismos vivos que posteriormente se adaptaron a vivir en una atmósfera rica en oxigeno, fueron en su momento extremófilos, por cuanto se trataba de condiciones anormales en los albores de nuestro Planeta. Si estudiamos la evolución de la geosfera, atmósfera, y biosfera, comprenderemos que los ambientes extremófilos de hoy resultaron ser comunes en el pasado y viceversa. Por tanto, la vida que suele ser considerada “extremófila” lo es tan solo cuando se utiliza una barra de medir que considera lo actual como normal y lo pasado (y quizás futuro) como extremo, inusitado o anormal. La ciencia no debiera dar cabida a este tipo de sesgos, aunque terminan por alcanzar el estatus de falsas verdades o tópicos impregnantes. Sin embargo, al margen de los intereses humanos y modas científicas, los mal llamados organismos extremófilos desempeñan un papel fundamental en la historia de la  Tierra. Y no me refiero al pasado, sino a un posible futuro. ¿Cuál sería?. La supervivencia de la vida. Veamos a lo que me refiero.   

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Una recreación hipotética de las condiciones de la Tierra cuando surgió la Vida. Fuente: The Seven Sense

Comencemos con lo que nos dice la Wikipedia en español acerca de los organismos extremófilos:

Un extremófilo (de extremo y la palabra griega φιλíα=afecto, amor, es decir «amante de -condiciones- extremas«) es un microorganismo que vive en condiciones extremas, entendiéndose por tales aquellas que son muy diferentes a las que viven la mayoría de las formas de vida en la Tierra.

Hasta hace poco tiempo se pensaba que en los lugares donde crecen los extremófilos era imposible que hubiera vida. Por ejemplo, en las aguas enormemente ácidas del río Tinto; muchas pertenecen al dominio Archaea.

Las enzimas que poseen los extremófilos (apodadas extremo enzimas) son funcionales cuando otras no lo son.

Podemos hacer la siguiente clasificación:

Anhidrobiosis: Viven en ausencia de agua. Ejemplo: Selaginella lepidophylla

Acidófilo: Se desarrollan en ambientes de alta acidez, como el Picrophilus, los organismos de la cuenca del Río Tinto, en Huelva, o la arquea que habita en una mina californiana llamada Iron Mountain, que crece en PH negativo.

Alcalófilo: Se desarrollan en ambientes muy alcalinos (básicos).

Barófilo: Se desarrollan en ambientes con presión muy alta.

Halófilo: Se desarrollan en ambientes hipersalinos, como las del género Halobacterium, que viven en entornos como el Mar Muerto.

Endolito: Organismo de suelos profundos. Viven a muchos metros bajo el suelo, incluso en medio de rocas.

Psicrófilo: Se desarrollan en ambientes de temperatura muy fría, como la Polaromonas vacuolata.

Radiófilo: Soportan gran cantidad de radiación, como la bacteria Deinococcus radiodurans o unos microbios recogidos en los acantilados de Devon, Inglaterra, que consiguieron sobrevivir casi 600 días expuestos a los rayos cósmicos y sin oxígeno.

Termófilo: Se desarrollan en ambientes a temperaturas superiores a 45 °C, algunos de ellos, los hipertermófilos tienen su temperatura óptima de crecimiento por encima de los 80 °C., como el Pyrococcus furiosus.

Xerófilo: Se desarrollan en ambientes con muy baja humedad.

Los tardígrados, que se deshidratan para quedar como muertos durante cientos de años en condiciones de criptobiosis y pueden resistir en el espacio.

Algunas bacterias pertenecen a varios de estos grupos. La mayor parte de los extremófilos son microrganismos, hay archaeas (arqueobacterias), procariotas (bacterias) y eucariotas. Su pequeño tamaño y el hecho de que su metabolismo es muy adaptable ha permitido que colonicen ambientes que son mortales para seres pluricelulares.

Ya hablamos, por ejemplo de que los tardígrados eran un grupo muy antiguo, en términos geológicos (ver nuestro post: Tardígrados: bioprospección del suelo y subsuelo, organismos extremófilos y vida insólita). Nadie dudará que las arqueóbacterias y bacterias también lo sean. Del mismo modo, si se repasa la evolución de la atmósfera a lo largo de la historia de la Tierra (pero ver también Wikipedia o también, de esta enciclopedia, su capítulo cerca de la evolución de la vida) se constatará que las condiciones de extremofilia previamente apuntadas en Wikipedia resultan ser en realidad ambientes  que en el pasado fueron comunes y, a menudo, se desplegaron por gran parte del Planeta ”hoy azul”. Por ejemplo, nuestro hogar fue en algun periodo de sus albores un planeta helado (glaciación huroniana), mientras que los hielos se han expandido y contraído en multitud de ocasiones. Lo mismo podríamos esgrimir de todas, o casi todas, las extremofilias previamente aludidas que meramente se refieren a lo que a los científicos actuales, se les antoja simplemente “extraño” (hoy en día).

En consecuencia, los organismos extremófilos dan cuenta simplemente de formas de vida adaptadas a ambientes no-hostiles, sino meramente variados, en un contexto evolutivo¿Y que papel podrían desempeñar en el futuro?. ¿Sencillo!. Si los ambientes actuales de la tierra variaran, “por la razón que sea”, en un futuro más o menos próximo o lejano, estos denominados extremófilos podrían volver a colonizar nuestro planeta en muchos escenarios potenciales, dando lugar a nuevas radiaciones evolutivas. Por tanto, el vocablo extremófilo se me antoja como un concepto bastante vacuo, confuso y confundente, que habría que redefinir con mayor rigor científico.  De no ser así, ¿porque no calificar de “extremófobo” a todas las formas de vida que consideramos “normales?? ¿¿??. ¿O somos nosotros los extremófobos mentales?

Finalmente, nótese en la noticia de hoy que los fósiles de las bacterias más antiguas detectadas, se ubicaban en sedimentos cuarcíticos, es decir en paleosuelos subacuosos, ya fueran salinos (probablemente) o dulceaquícolas.  

Juan José Ibáñez

Hallan fósiles de hace 3.400 millones de años la forma de vida más antigua

La forma de vida más antigua de la que se tiene noticia vivió hace más de 3.400 millones de años en el oeste de Australia, en una Tierra en la que aún no había oxígeno. Se trata de una serie de pequeños organismos descubiertos por un grupo de investigadores de las universidades de Western Australia y Oxford en rocas sedimentarias de la región de Pibara. El hallazgo acaba de publicarse en Nature Geoscience.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A; 23/08/2011

 Los microfósiles fueron hallados en un excelente estado de conservación entre granos de arena ricos en cuarzo. Pibara, donde se encuentran algunas de las formaciones rocosas más antiguas del planeta, es uno de los pocos testimonios que quedan de un mundo muy joven y violento, dominado por grandes erupciones volcánicas y colisiones con meteoritos. Los mares, en aquél tiempo remoto, tenían la temperatura de un baño de agua caliente.

Ya en 2002, otro grupo de científicos que trabajaba en la misma región, apenas a 20 kilómetros de distancia, dijo haber encontrado bacterias fósiles similares, pero el hallazgo fue muy discutido por numerosos expertos, que no encontraron pruebas suficientes de que se trataba efectivamente de restos orgánicos y no de formas caprichosas propias de los procesos de mineralización de las rocas.

Ahora, por primera vez, los investigadores han aportado pruebas irrefutables que demuestran el origen biológico de sus hallazgos. Se trata de bacterias que tuvieron que vivir en un ambiente que poco o nada se parecía al que conocemos y alimentarse, para sobrevivir, de compuestos derivados del azufre.

«Estos fósiles microscópicos -asegura David Wacey, de la Universidad de Western Australia y autor principal del estudio- proporcionan pruebas convincentes de células y bacterias que vivieron en un mundo sin oxígeno hace más de 3.400 millones de años».

VIDA EN EL AZUFRE

Entre otras pruebas, los investigadores encontraron también diminutos cristales de pirita, un compuesto de hierro y azufre también conocido como «el oro de los locos» y que es un producto de la metabolización del azufre.

Algunos de los fósiles encontrados tienen una forma tubular. Otros son esféricos y recuerdan a las modernas colonias de bacterias. Según Wacey, seguramente «se comportaban como los microbios actuales».

También en la actualidad existen numerosas bacterias que se alimentan de azufre. Se trata de extremófilos que viven en su mayor parte en las profundidades oceánicas, al calor de las chimeneas termales que calientan el agua con el calor que se escapa del interior de nuestro planeta.

Los científicos se preguntan si es posible que esta misma clase de primitivas criaturas prosperara también en planetas parecidos al nuestro, como es el caso de Marte. El hallazgo servirá, sin duda, para programar futuros experimentos en el planeta rojo y determinar si, como se cree, Marte tuvo unos comienzos similares a los de la Tierra.

Autor:   José Manuel Nieves

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