Los republicanos norteamericanos se acuerdan de la política exterior
Juan Manuel Fernández Fernández-Cuesta
Grupo de Investigación en Historia de las Relaciones Internacionales
Centrados en la crisis económica, los candidatos republicanos que aspiran a la nominación de su partido para enfrentarse el año que viene al presidente Obama, han empezado a plantearse, por fin, el tema de la política exterior de Estados Unidos. Pero sus aportaciones han sido nulas. Se resumen en más unilateralismo y menos Derechos Humanos, a lo que añaden un eslogan: cualquier republicano en la Casa Blanca lo hará mejor que quien la ocupa ahora.
En su décimo debate del año (las primarias arrancarán el 3 de enero, en Iowa), los ocho políticos conservadores se reunieron en Spartanbourg (Carolina del Sur) el pasado 12 de noviembre, convocados por la cadena CBS. Estaban el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, que, de momento, encabeza las preferencias republicanas; Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes a finales de los noventa, que ha reaparecido con fuerza; y el declinante Rick Perry, gobernador de Texas. Les acompañaban, entre otros, Herman Cain, enfrentado a una acusación de acoso sexual, y otros candidatos “menores” –al menos, hasta ahora- como Michelle Bachmann, del Tea Party, o Ron Paul, conocido como “el libertario” por su oposición al intervencionismo norteamericano en la escena internacional. (Resumen en: http://www.nytimes.com/2011/11/13/us/politics/up-for-debate-foreign-policy-and-obama.html?pagewanted=1&_r=1&hpw).
No hubo apenas discrepancias. Todos estuvieron de acuerdo en criticar la política “irresponsable” del presidente Obama y su secretaria de Estado, Clinton. El mundo es un lugar más inseguro con los demócratas, y los ciudadanos norteamericanos tienen hoy más enemigos en el exterior que hace tres años, dijeron. ¿Medidas concretas? Se resumen en una: aumentar el presupuesto en Defensa para hacer de Estados Unidos, de nuevo, un país fuerte y respetado que defienda su modelo de libertad.
La lucha contra el terrorismo ocupó parte del rosario de exposiciones. La mayoría de los candidatos fueron partidarios del empleo de medidas que vulneran los Derechos Humanos. De los ocho participantes, sólo dos –Paul y el antiguo embajador Jon Hunstman- rechazaron la técnica del waterboarding (sumergir a un detenido en agua para forzar su declaración). A los demás les pareció correcta e incluso “efectiva”, como señaló Bachmann.
La tensión vino por la pregunta de uno de los dos moderadores, el periodista Scott Pelley, dirigida a Romney: “¿cree que un presidente puede dar la orden de matar a un terrorista?”. “Absolutamente”, respondió el candidato, mientras otros participantes asentían. Entonces, Gingrich intervino para decir que justificaba el reciente asesinato del ciudadano norteamericano Anwar al Awlaki, acusado de ser un dirigente de Al Qaeda. “Era un enemigo combatiente, por tanto no tenía derecho a ninguna de nuestras libertades civiles. Además, es correcto matar a quien te quiere matar”.
Hasta ahora, los aspirantes republicanos habían pasado de puntillas por la política exterior de su país. Romney fue el único que se había adentrado ya en este campo. Lo hizo el 7 de octubre para pedir que “este sea un nuevo siglo americano”. Pintó un futuro negro si vuelven a ganar los demócratas y lanzó preguntas presagiando las peores respuestas: “¿Los talibanes volverán al poder en Afganistán en cuanto nos marchemos del país?, ¿Israel quedará aislada en medio de la hostilidad de la comunidad internacional?, ¿obtendrán la bomba atómica los islamistas jihadistas?”. Vaticinó, incluso, que con Obama Irán dispondrá del arma nuclear, y “conmigo –dijo- eso no pasará”.
Descalificación global del Servicio Exterior
Otro de los candidatos, Rick Perry, se había dejado llevar recientemente por su pasión antidemócrata. El 8 de noviembre, en una declaración en su “cadena amiga”, la Fox News, criticó globalmente a los diplomáticos de Estados Unidos, diciendo que su actuación en el exterior no responde a los intereses nacionales sino a las directrices –partidistas, insinuó- que emanan de la secretaria de Estado, Hillary Clinton. “Los diplomáticos y la secretaria de Estado, con demasiada frecuencia, no toman sus decisiones pensando en los intereses de este país”. “Necesitamos –añadió- un debate en el Congreso para asegurarnos de que sus decisiones protegen los intereses de Estados Unidos”.
La respuesta de la Asociación Americana del Servicio Exterior (AFSA, en inglés), que reúne a diplomáticos en activo y a otros ya jubilados, fue inmediata. Señaló en un comunicado que los comentarios del candidato conservador “reflejan un grave malentendido”. “Nuestra diplomacia está en la primera línea y es un instrumento esencial para garantizar la seguridad nacional, junto con los militares”. “Los profesionales del Servicio Exterior desempeñan su función con dedicación ejemplar en todo el mundo, incluyendo zonas de guerra y otras regiones peligrosas”.
La AFSA recordaba que “cientos de diplomáticos han muerto en el cumplimiento de su deber, incluyendo seis embajadores”, y citaba a John Mein (en Guatemala, 1968); Cleo Noel (Sudán, 1973); Rodger Davies (Chipre, 1974); Francis Meloy (Líbano, 1976); Adolph Apoda (Afganistán, 1979) y Arnold Raphel (Pakistán, 1988). Completaba su lista con una mención a las “más de dos docenas de diplomáticos”, de diverso nivel, muertos violentamente mientras cumplían sus deberes en países europeos, africanos o asiáticos.
El Washington Post, entre otros medios, recogía la polémica y daba detalles de la reducción presupuestaria que afectará a las misiones exteriores del Ejército norteamericano. “Se recortarán 8.700 empleos en el extranjero. Sólo en Europa, más de mil, en su mayoría ocupados ahora por personal local y civiles”. (La información en: http://www.washingtonpost.com/politics/diplomats-respond-bluntly-to-rick-perry/2011/11/10/gIQApSYs9M_story.html?tid=pm_politics_pop).
[…] A estas alturas del siglo XXI los políticos de Estados Unidos todavía discuten si asfixiar a un prisionero, metiendo su cabeza bajo el agua hasta que ceda en su resistencia a declarar, es o no una forma de tortura. Incluso el presidente Obama desde Hawai ha tenido que repetir lo evidente: que sí, que esa técnica, conocida como waterboarding, es ilegal y es tortura. Respondía así a los candidatos republicanos que, en su último debate, en Carolina del Sur, habían declarado que esa modalidad de tortura, practicada asiduamente a los acusados de terrorismo durante el mandato de Bush, era correcta y eficaz. Entre los ocho participantes, sólo dos la rechazaron, Ron Paul y Jon Huntsman. (Véase post anterior). […]