El famoso (esto lo digo en serio, para todos aquellos que no estén versados en estos temas) biólogo y epistemólogo chileno Francisco Varela comentó que la ciencia es:

 

El conjunto de científicos que definen qué debe ser la ciencia

 

Cuando mi amigo, y (un poco tacaño) contribuidor de esta weblog, Avelino se cayó encima de mi tobillo, me dejó fuera de juego durante muchos meses y cojo dos años. Los médicos, tras multitud de análisis, radiografías, etc., terminaron por claudicar, anunciándome que posiblemente cojeara durante toda mi vida. Aunque finalmente no fue así, recapacité acerca de mi trayectoria científica. Posiblemente no volvería a ser edafólogo de campo. Tenía que abrirme nuevos horizontes, aunque menos “movidos” que los anteriores. Encerrado en casa, comencé a leer filosofía, historia y sociología de la ciencia. Aquellas lecturas cambiaron mi manera de pensar para siempre. Comprendí cuan ignorantes éramos los investigadores acerca de la naturaleza de la actividad  y el pensamiento científico.  Rompí las barreras de lo que actualmente se denomina la guerra de las ciencias (humanidades versus verdadera ciencia, según algunos).  De este modo (…)

Comprendí, que la ciencia era un constructo social, como también, la relatividad y transitoriedad de lo que se denomina verdad científica, etc. La ciencia es un constructo social, ya no me cabe duda. Nuestra arrogancia a cerca de la superioridad del método científico se me antoja ahora una pura quimera, por mucho que les moleste a mis colegas que hable en estos términos.

 

Comencé a leer filosofía, luego historia y finalmente sociología de la ciencia. A pesar de todo, me resultaba difícil entender como la práctica científica quedaba explicada por estas materias. Dos eran las razones. Por un lado, los profesionales de tales disciplinas apelaban a los grandes científicos y sus revoluciones a la hora de tomar posición y explicar sus propuestas. Por otro lado, toda aquella información, aunque interesante, no tenía nada que ver con lo que yo vivía como profesional. Resulta que explicar como Galileo, Newton, Darwin, Pasteur o Einstein revolucionaron la ciencia, difería mucho de la práctica científica actual. Eras otros tiempos. No se sufría la presión del “publica o perece”. La financiación tampoco resultaba ser tan acuciante. Mejores tiempos para la lírica. Necesitaba algo más. 

 

Un día, ojeando volúmenes en una librería, encontré uno en concreto que me llamó la atención por su título: Ciencia en Acción, escrito en 1987 por el sociólogo Francés Bruno Latour y publicado en castellano en 1992.

 

Bruno Latour es un sociólogo de la ciencia francés, conocido por sus obras “Nunca hemos sido modernos, La vida en el laboratorio y La ciencia en acción,” que describen la actividad de la investigación científica desde la perspectiva sociológica: la ciencia como una construcción (constructo) social, basada en la observación de campo del trabajo de los científicos. Básicamente Latour es uno de los fundadores de una subdisciplina bastante transdisciplinar denomina “Estudios Sociales de la Ciencia”. Podríamos decir que hace estudios de campo de los científicos en acción. Aquí, sí pude verme reflejado. También esta perspectiva aparece muy relacionada con lo que algunos llaman sociología del conocimiento. Pero veamos lo que es la sociología del conocimiento en Wikipedia.

 

La sociología  del_conocimiento consiste en el estudio de los orígenes sociales de las ideas y del efecto que las ideas dominantes tienen sobre las sociedades (comparar con la historia de las ideas). El término empezó a generalizarse en la década de 1920, cuando varios sociólogos de lengua alemana escribieron sobre el tema: entre ellos destacan Karl Mannheim, con su obra Ideología y utopía, y Max Scheler. El dominio del funcionalismo a mediados del siglo XX supuso que la sociología del conocimiento permaneciese en un lugar secundario dentro del pensamiento sociológico. En gran medida, fue reinventada y aplicada a los estudios sobre la vida diaria en la década de los sesenta, en especial por Peter L. Berger y Thomas Luckmann en La construcción social de la realidad (1966) y sigue estando en la base de los métodos de comprensión cualitativa de las sociedades humanas (comparar con construcción social de la realidad). Así pues, la sociología del Conocimiento científico nos ofrece una visión más cercana a nosotros, como profesionales de la ciencia, que la filosofía y la sociología tradicionales de la ciencia. De hecho, aunque resulta muy influyente en la sociología contemporánea, la sociología del conocimiento ha tenido un impacto más significativo sobre la ciencia, especialmente por su contribución a la discusión y comprensión de la propia naturaleza de la ciencia, sobre todo a través de la obra de Thomas Kuhn, sobre La estructura de las revoluciones científicas (véase también el concepto de paradigma).

 

En el siguiente enlace se presenta una información más detallada sobre la obra de este interesante autor: Bruno Latour, los estudios de la Ciencia, y la Comprensión.

Curiosamente, en las navidades de 2004, volví a tener otro percance (hubo más desde 1988), que me dejó paralizado el brazo izquierdo durante unas tres semanas. Me fui a Canarias a descansar unos días con mi hermana y me llevé, entre otros, un libro de Latour titulado: La Esperanza de Pandora: Ensayos sobre la Realidad de los Estudios de la Ciencia (Pandora’s Hope : Essays on the Reality of Science Studies). Había transcurrido aproximadamente una hora de comenzar su lectura cuando comenzaron a brotarme las lágrimas de los ojos. Latour explicaba su enfoque utilizando la edafología y el inventario de los suelos. Por fin un libro que, hablando de ciencia en general, tomaba como objeto de estudio y ejemplo a los edafólogos. Único en su materia. Seguro. Con toda naturalidad nuestro amigo Bruno hablaba de suelos como si lo hiciera de la teoría de la relatividad o de la mecánica cuántica. ¡Aleluya!. Pero, que extravagantes son estos franceses ¿verdad? Con tal de desmarcarse de los anglosajones son capaces de cualquier cosa. Pero menos mal que nos deleitan, de vez en cuando, con estas esotéricas “delicatessen” Os recomiendo vívidamente su lectura para que comprendáis que hacemos (cual es nuestra actividad) y como compararla con la que se desarrolla en otras disciplinas. En el siguiente enlace os presento un extracto del mencionado texto, aunque no hace mérito al detallado estudio de Bruno sobre el inventario de suelos (Beyond constructivism: towards a realistic realism).

Como veis, otro prestigioso intelectual rodando por los suelos. Como me comentó Ruiz Elvira en su weblog (aunque por otras razones), la gravedad es un buen motivo para que finalmente todo el mundo caiga al suelo. Latour no fue tampoco una excepción.

Sé que Bruno os resulta menos conocido que Darwin o Einstein, pero estar seguros que es un sociólogo de fama mundial, cuyos libros son best sellers traducidos a numerosos idiomas.

Habrá que homenajearle como se merece, por lo que incluyo una foto en la galería de famosos. Su libro es una joya. Nadie había explicado antes a la comunidad científica internacional la sociología del conocimiento usando la edafología como un ejemplo.

Juan José Ibáñez

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