Paisajes Agrarios Artificiales del México Preazteca: Riego, Terrazas y Suelos Artificiales en los Valle de Oaxaca y Tahuacán

Como comentábamos en el post anterior, las civilizaciones pudieron florecer gracias al control del sistema suelo-agua-planta. Sí el manejo de los dos primeros dio paso a las culturas neolíticas, el riego permitió independizar a los cultivos de aquellos agricultores de las veleidades climáticas. Hablaremos pues nuevamente de los precursores de los preaztecas (los Zapotecas) y de sus increíbles y sofisticados sistemas de riego (tecoatles), cultivos y posiblemente de tecnosuelos (suelos totalmente artificiales). Una vez descrito el contexto, entraremos hoy en los detalles concretos. Sorpréndanse como lo hice yo hace meses al leer sobre esta asombrosa cultura.

 

 

 

Zapotecas del Valle de Oaxaca

Elaborando tortitas de maíz

Aquellos preaztecas del sur de México, llos Zapotecas, vivían en un ambiente tropical, cuya altitud era bastante elevada (cerca de 2.000 metros). Disfrutaban de valles que atesoraban suelos fértiles óptimos para el cultivo, a pesar de ello. Durante seis meses al año, los monzones regaban los campos permitiendo producciones agrarias más o menos generosas que, posiblemente permitían una, dos o tres cosechas anuales. Empero tras la estación del monzón aparecían otros seis meses con déficits hídricos. Estamos hablando, al parecer  de la cuna de la agricultura americana y de las tierras en donde se domesticó el maíz. Pero por razones aun no bien conocidas, intentaron conseguir más agua, de tal modo que pudieran cultivar a lo largo de todo el ciclo anual. Como vimos en el post anterior, lograron crear una maravillosa obra de ingeniaría. Hay que tener en cuenta que ni conocían la rueda, ni el arado, a pesar de lo cual edificaron canales, y presas, como la del el Dique de Purrón, que comenzó a construirse en el Valle de Tehuacán alrededor del año 750 A. C. Pensando que todo debía hacerse a mano, impresiona que tal obra de ingeniería tuviera 400 metros de largo, 100 metros de ancho y casi 25 metros de altura.

 

Con vistas a conseguir tal propósito debieron mover según Caran y Nelly (Investigación y Ciencia, Diciembre de 2006), alrededor de 2.64 millones de metros cúbicos de tierra. Con vistas a entender la magnitud exclusivamente la construcción mentada, estos autores comentan que tal dique siguió siendo, con toda probabilidad, la estructura de retención de agua más grande en las Américas hasta el siglo XVIII. ¡Impresionante!. A ello sumémosles los kilómetros y kilómetros de canales (como mínimo 1.200), por la que desviaban  el agua de manantiales y arroyos, a través de cañones y aun bajo las cuestas empinadas. Del mismo modo, almacenaban el agua de lluvia en los edificios y plazas. Prácticamente debieron aprovechar todo el “oro blanco” de que disponían. Tales construcciones hidráulicas han logrado preservarse en condiciones excelentes entre 1.500 y 3,000 años. No se trataba pues de mamposterías endebles, a pesar de no tener a mano herramientas de metal, ni como hemos mentado, tracción animal alguna que pudiera paliar tamaño esfuerzo.

 

 

Valle de Tehuacán

 

Si bien es cierto que se han descubierto otros sistemas prehistóricos de canalización de aguas, en otros enclaves de México, los aquí descritos, en los Valles de Tehuacán y de Oaxaca no tienen parangón. 1.200 Km. de canales en un área de 330 kilómetros cuadrados, al margen de las restantes infraestructuras mentadas. Todo ello se remonta alrededor de 2.500 años de antiguedad. Cada uno de los susodichos canales transportaba el líquido elemento de una fuente a mayor altitud hacia campos a cotas inferiores, siguiendo a menudo un curso con meandros, con vistas lograr que el agua transcurriera mansamente, para lo cual las pendientes no sobrepasaban nunca los dos grados. También se han encontrado vestigios de un canal mayor, quizás el principal, por el que posiblemente fluyeron unos 500 metros cúbicos al día. “Tecoatl” viene a significar en castellano “serpiente de piedra”, dando cuenta de los sinuosos caminos por los que artificialmente corrían las acequias.

 

 

Los Presuntos Tecnosuelos de

la Cultura Zapoteca Caran y Nelly

 

 

Toda esta actividad generó una profunda transformación artificial del paisaje, bajo un sistema de villas y ciudades prehistóricas cuidadosamente planificado.

 

Según, S. Christopher Caran y James A. Neely, en los lugares en donde no era viable la construcción de canales, tales como laderas demasiado empinadas, aquellos ingeniosos y trabajadores preaztecas diseñaron acueductos, como en el Cañón del Rio Xiquila, que al perecer se alzaba hasta 20 o 22 metros sobre el río y tenía más de 6 kilómetros de longitud.

 

Alrededor de todos aquellos cursos de agua, se modifico espontáneamente la vegetación respecto a la del entorno más seco de las zonas no perturbadas. Así, se han encontrado restos de musgos, y numerosas plantas hidrófilas. Es decir gracias a tales construcciones se desarrollaron hábitats y paisajes semiacuáticos, oasis en medio de un ambiente palmariamente más árido.

 

Las huertas regadas estaban al parecer constituidas principalmente por cultivos de maíz, pimientos y tomates. Se desconoce si la amaranta era cultivada o crecía espontáneamente en los contornos de las parcelas, junto a juncos. Estas últimas especies pudieron proporcionar, ya fuera cultivadas o recolectadas, fibras que diversificaban sus dietas e incluso podían ser utilizadas para confeccionar astas de flecha. La amaranta también poseía propiedades medicinales.

 

 

 

Amaranta

 

Construyendo suelo: Las pendientes muy inclinadas por donde transcurría el agua desde los manantiales de procedencia, no eran las más adecuadas para el desarrollo de suelos profundos en los que cultivar. Caran y Nelly nos comentan que aquellos incansables agricultores movieron a mano ¡cinco millones de metros cúbicos de suelo! desde otros lugares, generando kilómetros cuadrados de terrazas en donde establecer sus huertos. Según estos autores, todo parece apuntar a que seleccionaron cuidadosamente las mejores fracciones granulométricas de suelo, tamizándolo probablemente con vistas a obtener una textura adecuada y porosa que facilitara el drenaje del agua sobrante y propiciara un desarrollo de las plantas a cultivar. Es de suponer que tal proceso fue previo al transporte, evitando el acarreo de materiales inertes desde un punto de vista agronómico.

 

Las mentadas terrazas o bancales fueron cuidadosamente construidas en las laderas pendiente seguramente desprovistas de suelo (o con solum muy someros del tipo de los Leptosoles), mediante muretes de contención muy regularmente espaciados. Tras realizar tal tarea, rellenaban con el suelo mentado las cavidades previamente generadas por los muretes. Las canales eran erigidos con posterioridad. Al transcurrir el agua por un canal de murete, se remansaba en pequeños cuencos circulares conocidos hoy con el vocablo de “pocitos”. Estos últimos se disponían espaciados cada pocos metros alrededor de los canales. Los campesinos preaztecas extraían a mano el agua mediante pequeños recipientes y rociaban los huertos de las terrazas situados a ambos lados del canal. Tal práctica sigue realizándose en la actualidad y recibe el nombre de “riego a brazo”. Esta actividad se encontraba favorecida por el espaciamiento regular y la extrema estrechez de las terrazas. De este modo, se reducía la cantidad de suelo requerida para los huertos, mientras que la inmediata proximidad de los canalillos y pocitos permitía regar sin “demasiado esfuerzo, incluso en las pendientes más pronunciadas.  En este sentido cabe destacar que, aunque existe un hiato en el registro arqueológico que pudiera hacer pensar que tales obras de ingeniería hidráulica y gestión de suelos surgieran súbitamente de la nada,  Caran y Nelly detectaron la existencia en la zona del pozo más antiguo de América. Este tiene una edad de ¡10.000 años! y una profundidad de cinco metros. Se trata de la poza de San Marcos de Necoxtla (valle de Tehuacan). Si tal estructura hubiera sido construida para el riego, estaríamos hablando, posiblemente de uno de los registros arqueológico del control del sistema suelo-agua-planta más antiguo del mundo. Por tanto, desde sus orígenes, el sistema de riego habría evolucionado durante siete milenios hasta el periodo preazteca aquí descrito, incrementando paulatinamente su grado de complejidad y sofisticación. En cualquier caso, lamentablemente se carece de pruebas que avalen tal aserto.

 

 

Paisaje de un Río en el

Valle de Oxaca

 

Desde un punto de vista cultural y sociológico, resulta interesante preguntarse si la ingeniaría hidráulica que venimos narrando fue fruto de un estado centralizado, o por una mancomunidad más laxa que acordara conjuntamente la realización y mantenimiento de tales infraestructuras.  Las mancomunidades actuales de regantes del Valle del Tehuacan funcionan de este último modo: como cooperativas no gubernamentales. Hasta el momento, no existen evidencias concluyentes que ofrezcan la posibilidad de discernir entre uno u otro tipo de gestión.

 

La anchura de las terrazas era sorprendentemente regular y oscilaba de 2.4 a tres metros, dimensión que correspondía aproximadamente a dos veces la talla de los campesinos. En la base de cada terraza se perforaban pequeños orificios con vistas a facilitar el drenaje del agua de riego y su reabsorción por el suelo.  El flujo de agua se reconducía sin cesar a través de toda la red de canales, hacia donde fuera necesaria en cada momento.   

 

El riego a abrazo y un envidiable drenaje favorecían que aquel agua, muy rica en carbonatos (ver el post anterior), no deteriorara las propiedades del suelo, mediante la precipitación de concreciones calizas que perjudicarían la estructura porosa del sustrato edáfico mimosamente seleccionado y allí depositado. De no haberse hecho así, el carbonato cálcico precipitado endurecería en demasía un suelo, que no era arado, perjudicando el desarrollo de los cultivares. Dicho de otro modo, los agricultores preaztecas adoptaron un sofisticado método para la gestión del sistema suelo-agua-planta, con vistas a conservar tanto al agua como los recursos edáficos de una forma que podemos denominar “sustentable” para los ambientes en los que habitaban.

 

 

Extensión de la Cultura Zapoteca en México

Fuente: Imágenes Google

 

La práctica de riego se reducía a la estación postmonzónica, ya que durante los otros seis meses el suelo era humedecido de forma natural por las lluvias monzónicas. De hecho, estás ayudaban a lixiviar de forma natural los carbonatos que muy posiblemente se fueran acumulando en el suelo durante la estación de riego, a pesar de todos los cuidados mentados. Del mismo modo, se promovía una adecuada descomposición de la materia orgánica contenida en el mantillo de los suelos de las terrazas. Así pues cabe preguntarse: ¿Cómo se restauraba el contenido del carbono orgánico tras las cosechas?

 

De acuerdo Caran y Nelly, al margen de los rastrojos, también se enmendaban las terrazas con los propios excrementos humanos y desechos domésticos. Éstos debieron mezclarse con el suelo remanente de forma sistemática, con vistas a mantener su fertilidad. Los susodichos autores detectaron, así mismo, la utilización de ciertos restos domésticos, tales como fragmentos de cerámica (de uso diario y otras vajillas más sofisticadas), halladas en el interior de los materiales edáficos, cuya cronología o edad disminuye de abajo arriba del perfil edáfico totalmente artificial, con el que se rellenaron las terrazas. Se trata pues de un sistema no solo de compostaje, sino de corrección de las propiedades del suelo que, a demás servía para el reciclado de los residuos domésticos, orgánicos e inorgánicos.

 

Información adicional sobre la domesticación de animales y plantas en el Valle de Oxaca puede encontrase libremente en Internet, como en los enlaces que incluimos en este párrafo, como también en este: http://www.alfainformativa.com/cienciatecnologia1.htm.

 

Finalmente, a la luz de esta exposición cabe preguntarse: obras de ingeniería descomunales, génesis de paisajes artificiales, etc; pero ¿Qué podemos decir de los suelos de las terrazas?. La respuesta la vislumbraremos en el siguiente post. Con las nuevas claves de la FAO intentaremos detectar los presuntos tipos de suelos que los zapotecas generaron en una tarea ejemplar incluso hoy en día. Ya sabemos sobradamente que los recursos naturales siguen sin saber gestionarse en la actualidad, a pesar de los imponentes recursos tecnológicos y conocimiento científicos de los que alardeamos.

 

 

Juan José Ibáñez

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12 comentarios

  1. es bueno pero falta un poco mas de llamatividad osea que la gente se interese en leerlo a primera vista.

    pero de cualquier manera valoro el esfuerso que an hecho

  2. Me encanto. Aunque hay algunas impresiciones de orden antropologico creo que este articulo da una imagen general bastante hacertada del tema. Felicidades

  3. Sr. Ibañez,

    Me pongo en contacto con Ud. para comentarle que estamos realizando un documental sobre Monte Albán.

    Estamos buscando material visual de archivo para ilustrarlo y nos interesan muchos los dibujos que tiene publicados.

    Le pido por favor, que me diga el proceder para las autorizaciones pertinentes para dicho uso. Desde ya agradezco muchisimo su buena voluntad y espero su repuesta.

    Gracias

    Carla

  4. Carla,

    ya te he contestado directamente a tu dirección de mail.

    Un Cordial saludo

    Juanjo Ibáñez

  5. esta bien planteado su informe pero les falta algunos nombres de otros valles del mundo y algunos volcanes. bueno solo es un comentario nada mas .

  6. Un gran trabajo, Dr. Ibañez. Me ha servido para la realización de un ensayo sobre ordenación del territorio y paisaje. Mucho agradeceré si me distingue con la bibliografía del trabajo, que también debe ser muy interesante.

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