Agua-subterranea-agricultura

Fuente: Colaje imágenes Google

En los últimos años, conforme aumentan los desastres naturales, tales como las sequías y las inundaciones, nos solemos quedar muy preocupados por ya que afectan a nuestra civilización y ponen en riesgo la soberanía alimentaria.  Solemos pensar que las inundaciones, a menudo catastróficas, canalizan directamente el agua hacia el mar vertiginosamente, privando de los recursos hídricos que necesitamos tanto para nuestro abastecimiento ciudadano, como el de los alimentos que directa o indirectamente consumimos. Sin embargo, la relación no es tan directa como pudiera pensarse a simple vista, o como los científicos preveían.  Obviamente las inundaciones son devastadoras e indeseables, mucho más cuando el ser humano ha organizado el espacio geográfico, como el urbanismo, pensando en sus mezquinos e inmediatos intereses, en lugar de la idoneidad, resilencia y sustentabilidad. Dicho esto, es palmario, que, si agotamos las aguas subterráneas, generemos situaciones críticas que pondrán poder en riesgo la seguridad alimentaria de muchas regiones del globo.

Sin embargo, unos científicos acaban de llamar la atención sobre el echo de que tras lluvias intensas la recarga de los acuíferos parece ser mucho más rápida de lo que suponíamos hasta ahora. Francamente, no me extraña. De hecho, ya fui advertido de ello, hace casi dos decenios al consultar a un hidrogeologo como Gerardo Benito del Museo nacional de Ciencias naturales del CSIC. Personalmente me encontraba intrigado como en el Desierto de Almería nuestros antepasados regaban campos de cultivo, en espacios en los cuales podían trascurrir decenios sin llover más que en escasa cantidad y muy ocasionalmente. Y tal práctica se retrotrae a tiempos inmemoriales. Eso sí, cuando llueve en cantidad corre hacia al mar desbocado. Ahora bien, tales mantas de agua no se pierden en su totalidad a pesar de trascurrir por la zona a la velocidad de un Fórmula 1. Gerardo me casó de dudas. Efectivamente, muchos acuíferos se recargan a gran velocidad en estos eventos extremos, mientras que el agua fluía bajo el suelo en función del relieve tipo de rocas y la tectónica. Escogiendo los enclaves adecuados, aquellos pueblos eran capaces, mediante simples e ingeniosas obras de ingeniería, aprovechar ese “oro azul” durante décadas, imperceptiblemente lo pudiera observar un visitante. Existen actualmente regiones del Globo, que, tras sufrir prolongadas sequías, súbitamente quedan anegadas tras diluvios.  Empero como hemos mentado, parte del agua recargará los acuíferos y quizás así puedan aliviar finalmente las hambrunas.

Posiblemente, hemos generado una cultura del agua mirada desde arriba, empero existe la posibilidad de aprovecharla de otras maneras, como hacían en el SE almeriense y seguramente en otros paisajes áridos del planeta. En otras palabras, sugiero ampliar los horizontes y vínculos entre aprovechamiento de recursos hidrológicos y usos del suelo  de tal modo que, “de manera sostenible”, pueda llegar el agua a muchos territorios que hoy padecen hambrunas por las sequías. Habrá que investigar y desarrollar tecnologías, aunque también, y sobre todo, nuevas ideas. Por ejemplo ¿Cómo se pueden aumentar las recargas acuíferas, sin tener que echar mano de grandes infraestructuras y menos aún de los locos amantes de la geoingeniería?   La nota de prensa, que lleva por título “ El agua subterránea se repone mucho más rápido de lo que los científicos pensaban anteriormente” resulta muy ilustrativa y acertada.

Juan José Ibañez

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El agua subterránea se repone mucho más rápido de lo que los científicos pensaban anteriormente

por Rachel Fritts, Eos

El agua subterránea constituye la mayor parte del agua dulce líquida del mundo y podría desempeñar un papel más importante en el mantenimiento de los arroyos y la vida vegetal de lo que se pensaba.

 

Una gran parte del suministro de agua dulce líquida del mundo proviene de aguas subterráneas. Estos depósitos subterráneos de agua, que se almacenan en el suelo y los acuíferos, alimentan arroyos, sostienen tierras agrícolas y proporcionan agua potable a cientos de millones de personas.

Por esa razón, los investigadores están interesados en comprender qué tan rápido el agua superficial se repone o «recarga» las reservas de agua subterránea. Pero medir un recurso subterráneo vasto y fluido es más fácil decirlo que hacerlo. Un nuevo estudio realizado por Wouter Berghuijs y sus colegas, publicado en la revista Geophysical Research Letters, encontró que las tasas de recarga podrían duplicar las estimaciones anteriores.

El equipo de investigación produjo un modelo actualizado de recarga de aguas subterráneas utilizando una síntesis global reciente de mediciones regionales de agua subterránea. Descubrieron que un solo factor, la aridez climática, estimó con precisión cuánta precipitación goteó en el agua subterránea en todo el mundo: los lugares áridos tenían tasas de recarga más bajas que las húmedas. Los resultados del modelo basado en la aridez reflejaron de cerca las mediciones de campo e indicaron que los modelos anteriores subestimaron enormemente las tasas de recarga.

Este hallazgo tiene implicaciones para el ciclo del agua, dicen los autores. Por ejemplo, el agua subterránea probablemente contribuye más al flujo del río y al uso del agua de las plantas de lo que predijeron los modelos anteriores. Eso podría escalar para afectar a todo el ecosistema.

Aunque el agua subterránea podría recargarse más rápido de lo esperado, el equipo advierte que el agua subterránea todavía se usa en exceso en muchos lugares, especialmente en regiones áridas. El agotamiento de las aguas subterráneas amenaza la seguridad hídrica en estas áreas, dicen, y los impactos del cambio climático siguen siendo desconocidos.

Más información: Wouter R. Berghuijs et al, Global Recharge Data Set Indicate Strengthening Groundwater Connection to Surface Fluxes, Geophysical Research Letters (2022). DOI: 10.1029/2022GL099010

Información de la revista: Geophysical Research Letters 

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