En el último post de Salvador Gonzáles Carcedo: ¿La producción de Biopetróleo es una estrategia de bloom o floración algal? (11 de Marzo de 2007), se nos informaba detalladamente sobre las denominadas mareas rojas (que de hecho pueden también adquirir otros colores, según los organismos implicados). Como muchos de vosotros sabéis, el exceso de fertilización de los cultivos termina por eutrofizar las aguas que vía cuencas de drenaje van a parar al mar. Se trata de un problema global que causa, en primer lugar las mareas rojas, y de persistir, puntos muertos. Estos últimos son áreas de los océanos carentes casi de vida, o dicho de otro modo, desiertos marinos que devienen a causa de la contaminación terrestre.  La histeria que causa actualmente la producción de biocombustibles se encuentra agravando seriamente un  problema ya de por sí gravísimo en muchas regiones oceánicas, como es el caso del Golfo de México. Sin embargo, los gobiernos desean a toda consta mix energéticos que les liberen todo lo posible de su dependencia energética de los combustibles fósiles. Las economías emergentes, que no reparan en nada ni en nadie, están poniendo a prueba el sistema económico globalizante, al que se han incorporado como un elegante al llegar a una cacharrería. Se trata de una nueva “vuelta de tuerca”, que induce a que Estados como la USA desee incrementar más aun las extensiones destinadas al biofuel de primera generación (cuando en teoría ya se nos promete la cuarta). El otro día, el Boletín de noticias científicas de este último país, TerraDaily” ofrecía la siguiente nota de prensa: “US Rush To Produce Corn-Based Ethanol Will Worsen Dead Zone In Gulf Of Mexico”. Se trata del resumen de un artículo publicado el 10 de marzo de 2008 por la Revista: “Proceedings of the National Journal of Sciences”. Sus autores, Donner and Chris Kucharik of the University of Wisconsin, analizaron las repercusiones de las últimas medidas adoptadas por el Senado de EE.UU. para aumentar el cultivo de biocombustibles. Los resultados de sus estudios son demoledores: tras las mareas rojas iniciales, esta zona del sur de los Estados Unidos puede convertirse en un punto muerto sin retorno, afectando no solo al medio ambiente, sino que también arruinaría (como es lógico) toda la pesquería y cosechas de quisquillas de la región, muy importantes en el citado país.

 

 

Exceso de fertilización del suelo = marea roja

 

Ya hemos visto en otro post divulgativo (Contaminación del Suelo = Contaminación Marina (El Vertedero Oceánico) como el exceso de la fertilización de los suelos genera la eutrofización de las aguas dulces (corrientes y subterráneas) y finalmente la del medio marino. Primero vienen las mareas rojas y después, si el problema persiste, los puntos muertos.  Los expertos que han llevado a cabo este estudio (ver resumen más abajo) han analizado las consecuencias ambientales de cumplirse la política promulgada por el senado de USA para el año 2022, es decir triplicar la producción actual del bioetanol basado en el maíz.  Con vistas a analizar los futuros escenarios ambientales que tal política acarrearía, utilizaron otros potenciales del uso de la tierra, así como modelos acuáticos y terrestres del ciclo del nitrógeno. Calculan que, con vistas a cumplir los objetivos mentados, el aumento de fertilizantes conllevaría un aumento de la carga de nitrógeno del río Mississippi debería incrementarse entre un 10 y un 19%. Tal hecho  haría inviable la reoperación de la vida en los mares del Golfo de México. Actualmente, las zonas muertas aparecen todos los veranos, incrementando su extensión hasta los 20.000 Km2.

 

 

 

Marea roja = punto muerto: muerte y desolación

 

 

 

Delta del Mississippi: Zona hipóxica en azul claro

 

Por tanto, los autores llaman la atención a las autoridades norteamericanas del riesgo ambiental, alimentario, sanitario y económico de triplicar la producción actual de etanol basado en el maíz. Y proponen, creo yo con cierta ironía (a no ser que fueran vegetarianos fanáticos), que con vistas a no dañar el medio ambiente acuático y terrestre, sería más conveniente reducir drásticamente el consumo de carne en el país (que conlleva la ingesta de mucho pienso cubierto por cultivos de cereal, que de este modo podría desviarse a la producción de bioetanol). Vamos que todos vegetarianos y una nueva guerra entre ganaderos y agricultores (de esas en España  vivimos muchas tiempo a tras).

 

 

 

Pintura de una marea roja de Meridith Martens

 

 

Así se hace política actualmente. Este es un estudio, entre otros muchos, que llaman la atención de la insustentabilidad de la política actual de los biocombustibles generada esencialmente por las países desarrollados. ¿Biocombustibles o contaminación?  (..)

 

 

Marea Roja (Fuente: Microbial life)

 

Ese es el dilema. Obviamente es de esperar que futuros avances tecnológicos dejen a los suelos para generar alimentos “comestibles” por el ser humano y dirijan la producción de biocombustibles hacia otros objetivos menos dañinos en términos medioambientales y que, a fin de cuentas terminan por afectar a nuestra propia salud.  Sin embargo, esto es lo que hay. Y tal política ha generado, con el beneplácito de demasiadas personas poco reflexivas, que un tal Al Gore ganara el Premio Nóbel de la Paz. “Que díos nos pille confesados”. Porque de “sapiens sapiens” poquito, por no decir nada

 

Juan José Ibáñez

 

Resumen de la Nota de Prensa Original

 

The U.S. government’s rush to produce corn-based ethanol as a fuel alternative will worsen pollution in the Gulf of Mexico, increasing a «Dead Zone» that kills fish and aquatic life, according to University of British Columbia researcher Simon Donner.

 

In the first study of its kind, Donner and Chris Kucharik of the University of Wisconsin quantify the effect of biofuel production on the problem of nutrient pollution in a waterway. Their findings appear in the March 10 edition of the Proceedings of the National Journal of Sciences.

 

The researchers looked at the estimated land and fertilizer required to meet proposed corn-based ethanol production goals. Recently, the U.S. Senate announced its energy policy aims of generating 36 billion gallons annually of ethanol by the year 2022, of which 15 billion gallons can be produced from corn starch. The corn-ethanol goal represents more than three times than triple the production in 2006.

 

«This rush to expand corn production is a disaster for the Gulf of Mexico,» says Donner, an assistant professor in the Dept. of Geography. «The U.S. energy policy will make it virtually impossible to solve the problem of the Dead Zone

 

Nitrogen and phosphorus from agricultural fertilizer have been found to promote excess growth of algae in water bodies – a problem that’s common across North America and in many areas of the world.

 

In some cases, decomposition of algae consumes much of the oxygen in the water. Fertilizer applied to cornfields in the central U.S. – including states such as Illinois, Iowa, Nebraska and Wisconsin – is the primary source of nitrogen pollution in the Mississippi River system, which drains into the Gulf of Mexico.

 

Each summer, the export of nitrogen creates a large «Dead Zone» in the Gulf of Mexico, a region of oxygen-deprived waters that are unable to support aquatic life. In recent years, it has reached over 20,000 km2 in size, which is equivalent to the area of New Jersey.

 

Donner and Kucharik’s findings suggest that if the U.S. were to meet its proposed ethanol production goals, nitrogen loading by the Mississippi River to the Gulf of Mexico would increase by 10-19 per cent.

 

To arrive at this figure, Donner and Kucharik combined the agricultural land use scenarios with models of terrestrial and aquatic nitrogen cycling. «The nitrogen levels in the Mississippi will be more than twice the recommendation for the Gulf,» says Donner. «It will overwhelm all the suggested mitigation options.»

 

The results of the study call into question the assumption that enough land exists to fulfill current feed crop demand and expand corn and other crop production for ethanol. The study concludes that increasing ethanol production from U.S. croplands without endangering water quality and aquatic ecosystems will require a substantial reduction in meat consumption.

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5 comentarios

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